Edición 2012 - Número 259
(Noticia publicada originalmente en Creativa Canaria).
Investigadores de la Universidad de La Laguna y del Instituto de Astrofísica de Canarias han realizado un estudio en la Casa Lercaro, sede del Museo de Historia y Antropología de Tenerife, para descartar definitivamente la presencia de fenómenos paranormales en el citado espacio, ya que este inmueble ha sido centro de una de las leyendas urbanas más famosas de La Laguna, la de la existencia del fantasma de Catalina.
Durante la investigación se llevó a cabo la toma de fotografías en las estancias del palacio, análisis de posibles sonidos anómalos, medición de temperatura de forma continua en todas las habitaciones y colocación de grabadoras en distintos puntos en la Casa Lercaro para captar posibles psicofonías. La pareidolia y el sesgo confirmatorio explican buena parte de las experiencias paranormales, según se extrae del estudio realizado por Carlos J. Álvarez, profesor del Departamento de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional y responsable del proyecto.
Álvarez explica que el cerebro humano, debido a su evolución biológica, presenta varias propiedades conocidas por la ciencia desde hace mucho tiempo. Por un lado, tiende a atribuir significado a estímulos ambiguos o extraños: es lo que se conoce por pareidolia y ocurre cuando vemos una cara en una nube, por ejemplo. Por otro, tendemos a encontrar evidencias que confirmen nuestras creencias y a desechar las pruebas que las contradigan. Se trata del llamado sesgo confirmatorio.
Las conclusiones de la investigación fueron claras: no se encontró rastro del fantasma de Catalina ni se percibió ningún fenómeno que no pudiera atribuirse a causas naturales. Entre los resultados, destacan la ausencia de sonidos extraños y que los únicos cambios de temperatura registrados fueron en aquellas zonas con corrientes de aire, como la entrada de la famosa cocina, flanqueada por dos puertas una enfrente de la otra y que dan al patio.
En la segunda planta, y debido a la fragilidad y movimiento de las viejas vigas de madera del suelo como de las propias vitrinas, cuyos cristales vibran, los pasos de una persona o cualquier movimiento son transmitidos a varios metros de distancia, produciendo un fenómeno perceptivo curioso, como si alguien estuviera caminando en otra parte. Las vitrinas, próximas entre sí, producen reflejos de luces, sobre todo cuando se está a oscuras o con poca luz.
Tanto las voces que fueron grabadas como las percibidas fueron las de personas que pasaban por las dos calles colindantes a la casa. Todos los sonidos grabados y percibidos correspondieron a los esperados en cualquier casa antigua, como el crujir de las maderas o el viento colándose por rendijas. Tampoco se encontró ninguna presencia extraña en las fotos realizadas.
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