Edición 2010 - Número 3 (237) - 3 de abril de 2010
Javier Armentia Fructuoso
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Por la boca muere el Pez)
Olvidóse de la grafología, como preveíamos, pero sí ha metido el diente al artículo o publirreportaje de la homeopatía que incluyó el pasado 6 de marzo. La Defensora de los lectores de El País escribe hoy su artículo "Homeopatía, de la creencia a la evidencia". Veamos qué nos cuenta Milagros Pérez Oliva, que bajo el titular declara (y avanza el necesario tono de racionalidad de todo el texto):
En periodismo médico no cabe equidistancia entre la evidencia científica y las teorías no demostradas. Los productos homeopáticos se aprueban sin estudios de eficacia.
Si me hubieran consultado, habría añadido: y en casi 200 años, la homeopatía ha sido incapaz de demostrar ninguna efectividad por encima del placebo... Leamos qué nos cuenta:
"Homeopatía, ¿quimera o ciencia?". Así se titulaba el reportaje publicado en la sección de Vida y Artes el pasado 6 de marzo. Aunque el subtítulo marcaba distancias al afirmar que "10.000 médicos en España prescriben productos de esta especialidad, cuestionada por científicos y facultativos", un considerable número de éstos se ha dirigido a la defensora para protestar. Según Manuel Collado, "con un tono de pretendida equidad, rigurosidad y lleno de opiniones expertas", se induce a pensar que la homeopatía es una alternativa médica avalada científicamente, cuando no es así. Seis folios plagados de citas me envía José Manuel Fernández Menéndez, médico, para rebatir un trabajo que "con la apariencia de un informe riguroso, ponderado y ecuánime, y desde una aparente distancia objetiva, da por buenas las más flagrantes falsedades". Por su parte, el catedrático Fernando Cuartero, subdirector del vicerrectorado de investigación de la Universidad de Castilla-La Mancha, me pide que investigue esas falsedades.
Seamos condescendientes, titular con interrogación o hacer mención en el subtítulo que está cuestionada, no deja de poner en evidencia que el resto del artículo de Garriga se decantaba por pretender que incluso cuestionada o vilipendiada o sin apoyo científico, merecía la pena. Y eso era la mayor falsedad, como decían los críticos citados (que son sólo una fracción de los muchos que escribimos quejándonos). Sigamos:
Así lo he hecho. He de decirles, en primer lugar, que el autor del reportaje, Josep Garriga, ha trabajado a fondo el tema y se ha documentado extensamente. Si el resultado es criticable, no es desde luego por falta de esfuerzo. "Era consciente de que me metía en un terreno resbaladizo y pantanoso que no deja a nadie indiferente. Por este motivo, no me extrañó el extenso y riquísimo debate que el artículo generó en ELPAIS.com, con más de 600 comentarios a favor y en contra, y las innumerables cartas al director que se han recibido", explica. "Preparé el reportaje durante casi un mes y admito que no conocía nada sobre este tema, pero tenía varias cosas claras. Primera, debía hablar con ambas partes, partidarios y detractores. Segunda, no adoptaría ninguna conclusión, sino que debería ser el lector quien llegara a ella. Y tercera, sólo hablaría con licenciados en medicina especializados en homeopatía".
Garriga define, precisamente, lo que es mal periodismo en un tema como éste, de libro, vamos. Porque resulta curioso -perdónenme, en la era Google es imposible- que uno no llegue rápidamente a textos definitorios sobre la pseudomedicina homeopática, como el estudio y el editorial de The Lancet de 2005. Uno no puede escribir un artículo de homeopatía sin mencionar algo así, o, en los últimos meses, los informes y las conclusiones del parlamento británico, bien claras y desmontando el chiringuito "todo por la pasta" de la venta farmacéutica de las pildoritas de placebo homeopático.
La tontería esa, tan de facultad de periodismo (todo hay que decirlo) de que no llegaría a una conclusión, dejándole al lector hacer ese trabajo es simplemente ofensivo a la inteligencia. Porque justifica una equidistancia que es completamente injusta. Y ya lo de que sólo hablaría con "licenciados en medicina especializados en homeopatía"... ¡¡es el sesgo más estúpido de todos!! ¿Qué le va a contar un médico especializado en homeopatía, teniendo en cuenta que la especialización académica está montada desde la creencia en la homeopatía y avalada y subvencionada por los laboratorios que venden esos chuches? Aparte de historiadores de la medicina, pocos médicos se preocupan por esa historia... Sigamos:
Garriga no está de acuerdo con algunos lectores muy incisivos, "que comparan la homeopatía con la brujería, la quiromancia o la imposición de manos". Y lo argumenta así: "Nada menos que seis universidades españolas de indudable prestigio realizan o han realizado másteres en homeopatía; el Colegio de Médicos de Cataluña tiene una sección sobre homeopatía y la Organización Médico-Colegial (OMC) considera su práctica un acto médico. Y aunque la homeopatía carezca de evidencia científica, la propia Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria la recomienda para nada menos que 30 patologías. Incluso un Nobel de Medicina como Luc Montagnier, a quien entrevisté personalmente en Barcelona, la avala en los términos que cito en el texto".
Garriga demuestra un buen conocimiento del manual de razonamiento falaz, pero lejos de tenerlo en cuenta para evitar argumentos populistas, recursos a la autoridad y demás, los usa, qué ingenuo, en provecho propio. El que haya seis universidades (son más, por cierto) que tengan formación homeopática sólo es testimono de qué mal están las cosas en la Universidad en cuanto a criterio científico y cuánta pasta sueltan Boiron et al. para conseguir esa presencia. La recomendación de la Sociedad Catalana de Medicina Familiar es simplemente un recurso a la autoridad, porque ese aval que da a 30 remedios homeopáticos no está basado en una sola pieza de evidencia científica publicada en revistas de referencia. Algo que, ¡joder!, en un mes hasta un periodista "de la línea de enmedio" puede descubrir, o sospechar por la ausencia de datos fetén. Lo de Montaigner, en fin, lo de siempre. Pero como le ha entrevistado... parece más veraz. Pues no, no cuela.
Garriga sí reconoce un error, que lectores como Manuel García Alonso, Xavier Cugat y Fernando Frías consideran grave, pues ampara la conclusión final del artículo, que es la siguiente: "Pero convenza o no, la homeopatía cuenta cada día con mayor número de adeptos, no sólo entre los pacientes sino entre los médicos. El número de pediatras que optan por estos tratamientos se ha disparado (...) sobre todo por el perfil de seguridad de los medicamentos". El error está en la última frase: "Y sí, son medicamentos, no chuches, según todas las directivas europeas y la Agencia Española del Medicamento. Como tal se venden en las farmacias. 'Efectivamente, estamos hablando de medicamentos con eficacia demostrada en estudios científicos y ensayos, al igual que sucede con los medicamentos convencionales, los alopáticos', comentan representantes de la Agencia Española de Medicamentos. Si no, no estarían en el mercado", concluye el artículo.
Pues no, no es así, como se ha encargado de aclarar Cristina Avendaño, directora de la citada agencia, en un escrito a EL PAÍS. Ninguno de los productos homeopáticos que se venden en las farmacias españolas ha demostrado eficacia en ensayos clínicos ni estudios científicos acreditados. Estos productos han accedido al mercado por una vía excepcional en la que sólo se les exige pruebas de seguridad y de calidad en la composición. Por eso no se les reconoce indicación terapéutica alguna, pues para ello tendrían que demostrar su eficacia con estudios científicos acreditados.
Olé Yamato, (ya recomendé hace unos días el estupendo análisis del chanchullo legal de las homeochuches que ha hecho en El fondo del asunto, así que repetimos recomendación. Lean atentamente si son periodistas de la Equidistancia). Y ya puestos, el análisis de Esther Samper en su Medtempus es certero al apuntar las fuentes interesadas de ese discurso que vendía Garriga. El artículo de Cristina Avendaño está en este enlace, y comprendo que la Agencia del Medicamento, conocedora del extraño limbo legal al que quieren meter mano, intente nadar y guardar la ropa (lean a Yamato sobre el tema), dejando para mañana lo que tenían que haber hecho hace años, es decir, regular bien qué es medicamento y qué no, y cómo se atesta la efectividad. Ahí éste y anteriores gobiernos han jugado a lavarse las manos esperando a que las directivas europeas llegaran y les aliviaran de la responsabilidad. Mientras tanto, claro, los laboratorios y todo el mercado homeopático ha seguido siempre haciendo presión y colando artículos laudatorios en prensa generalista.
Un detalle: la defensora reconoce la línea de argumentación que hemos mantenido desde esta pecera y desde las posiciones de ARP - Sociedad para el Avance del Pensamiento Crìtico (véase la carta que mandó en nuestro nombre Ismael Pérez Fernández), haciendo mención a The Lancet y a las revisiones Cochrane, esto es, a la medicina basada en hechos.
Un examen de los correos que mantuvo Josep Garriga y el portavoz de la agencia indica que el error estuvo inducido por la forma en que ésta facilitó la información al redactor, pero la consulta de un mayor número de fuentes ajenas a la homeopatía podría tal vez haberlo evitado. Varios lectores lamentan que el artículo no cite el editorial de la revista The Lancet, de agosto de 2005, en el que, tras la revisión de más de 100 artículos científicos, concluye que la homeopatía no ha demostrado ser más efectiva que un placebo. Parecidas conclusiones pueden encontrarse en las revisiones realizadas por la Cochrane Lybrary.
Victor Luque Martín pregunta en qué fuentes se basa el autor para afirmar que cada vez más médicos prescriben fármacos homeopáticos. El artículo no los aporta. Algunos lectores critican además que se haya dado credibilidad a la teoría de que el agua en la que se diluyen las sustancias activas de la homeopatía conservaría sus propiedades incluso cuando ya no quedara en ella, tras el proceso de dilución, ninguna molécula de las mismas. Y cuestionan que Luc Montagnier, premio Nobel de Medicina, haya podido dar apoyo científico a esa teoría: "De creerle deberíamos tirar a la basura el conocimiento de física y química de los últimos 500 años. Uno esperaría que un descubrimiento tan revolucionario apareciera en la portada de Nature o Science", dice Rodrigo J. Carbajo, del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia.
Ignacio García-Valino señala que Montagnier no ha publicado semejante teoría en ninguna revista científica acreditada y remite a la página de Science-BasedMedicine - http://www.sciencebasedmedicine.org/?p=2081 - para aclarar el entuerto. Allí se dice que Montagnier es coautor de un estudio que nada tiene que ver con la homeopatía y que lo único que indica es que ha observado cierta capacidad de producir ondas electromagnéticas de baja frecuencias en procesos de dilución en agua.
Temas todos que obvió Garriga al escribir su pieza, por más que resulta muy muy difícil investigar el tema durante un mes y no descubrir una mención a Avogadro y su número enorme. El asunto de Montaigner ya lo habíamos tratado por aquí, con la referencia similar...
Sigamos, porque ahora Milagros Pérez Oliva (que ya se había demostrado inflexible sobre la forma artera de colar promoción de un medicamento -o una medicina- bajo el disfraz de información periodística) lo borda, con una merecida mención al texto al que antes me refería de ARP-SAPC:
Más allá de los errores concretos, el artículo presenta un problema de planteamiento general: en periodismo científico no cabe la equidistancia entre teorías demostradas y teorías por demostrar. Lo expresa bien un escrito de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico remitido por Ismael Pérez Fernández: "Bajo la apariencia de un texto periodístico imparcial y objetivo, termina ensalzando la homeopatía como un tratamiento que, en general, funciona aunque no se conozca su modo de actuación (...). Se trata de un patinazo seudocientífico fruto de una falacia periodística muy frecuente en nuestros tiempos, según la cual si una persona dice que la Tierra es redonda y ligeramente achatada por los polos y otra cuadrada y hueca, hay espacio para el debate y todas las opiniones son respetables. El título del artículo podría ser La tierra, ¿esfera o cubo?".
Habría añadido una mención a la estupenda crítica del Agente Smith (Periodismo muy diluido) por aquello de rescatar de lo mejorcito del movimiento escéptico que se ha escrito al hilo del artículo de Garriga. Pero veamos, que la defensora llega a las conclusiones. Y sería bueno que las aplicaran a "periodistas" de su grupo, que viven precisamente de explotar el mal periodismo, cagarse en la comprobación de veracidad de las afirmaciones y demás malas artes. Y me refiero explícitamente a gente como Iker Jiménez. Ya, como no escribe en El País, no es ministerio de la Defensora, pero les mancha la imagen de la misma manera... Lean:
Éste es, en mi opinión, el meollo del problema. Para evaluar la veracidad y pertinencia de las teorías sobre las que informa, el periodismo científico necesita aplicar mecanismos de verificación y control de calidad. Los diarios rigurosos suelen adoptar el sistema de validación del que se ha dotado la propia comunidad científica: para dar credibilidad a una teoría, es preciso que haya sido publicada en una revista de prestigio, dotada de un sistema de revisión por pares (peer review).
Si el periodismo de versiones tiene los desastrosos efectos que vemos en el ámbito de la política, en el de la biomedicina las consecuencias pueden causar graves daños. No cabe la equidistancia entre la ciencia y lo que no lo es. Entre la medicina basada en la evidencia y una disciplina que no ha superado los requisitos de evaluación del método científico, por mucho que el autor del reportaje, los responsables de la sección que lo supervisaron y esta misma defensora conozcamos a mucha personas que, habiéndose sometido a la homeopatía, aseguran haber mejorado de sus dolencias. Una cosa es la percepción y otra la demostración. Y tampoco es lo mismo un catarro que una neumonía.
Los médicos que la aplican merecen todos los respetos, pero la evidencia científica no es una cuestión de opiniones, y si se busca el rigor científico, no se puede tratar igual a lo que es manifiestamente diferente ni dar la misma autoridad a quien no la ha acreditado en la misma medida.
Salimos estos días de un congreso sobre comunicación social de la ciencia en donde se habló, precisamente, de esta responsabilidad del periodismo científico (y del periodismo en general) a la hora de transmitir información. Leamos de nuevo, y pongamos en negrita, a ver si se enteran:
la evidencia científica no es una cuestión de opiniones, y si se busca el rigor científico, no se puede tratar igual a lo que es manifiestamente diferente ni dar la misma autoridad a quien no la ha acreditado en la misma medida.
Olé, olé y olé. De la misma forma que no hemos tenido nunca empacho en quejarnos de las barbaridades que cuelan en El País (y en otros diarios, independientemente del grupo editorial al que pertenezcan, un ejercicio fundamental que todos deberían seguir a pie de letra), nos encanta poder suscribir este análisis. Ya era hora de que en El País se dijeran estas frases y se dejaran de templar gaitas con una pseudociencia popular (entre médicos y farmacéuticos también) como es la homeopatía.
Ojo, esto traerá cola y ya estoy viendo la oleada de cartas de colegios médicos y de todos los facultativos que viven de la homeopatía. No van a tardar. Así que, de la misma forma que antes solicité cartas de protesta al periódico, estaría fenomenal que también enviáramos cartas en defensa de la defensora. Seguiremos atentos, que aún no han preparado nada en la página de Boiron, ni de Biótica, ni de Praxis, ni de Iberhome, Heel, Homeolab, DHU... en fin, ya saben, esas industrias tan tan preocupadas por la salud y el equilibrio energético de todas y todos.
Esperen, les dejo que disfruten del domingo. Pero recuerden:
la evidencia científica no es una cuestión de opiniones, y si se busca el rigor científico, no se puede tratar igual a lo que es manifiestamente diferente ni dar la misma autoridad a quien no la ha acreditado en la misma medida.