Edición 2010 - Número 3 (237) - 3 de abril de 2010
Juanjo Iruin
(Artículo publicado originalmente en la bitácora El Blog del Búho)
Uno ha demostrado a lo largo de más de 250 entradas su carácter de divulgador más o menos provocador, pero fino y elegante. Procura no emplear frases malsonantes ni imágenes inadecuadas (alguna se habrá colado). Pero el caso es que, este fin de semana, El País ha publicado un reportaje de dos páginas centrales dando otra vez la matraca con la homeopatía. Aunque hace bien poco (sólo dos entradas) he vuelto a importunaros con ella, el mencionado artículo ha catalizado mis instintos más procaces y he decidido contratacar, empezando la entrada con una imagen que me mandó mi cuñadísimo la semana pasada y que había decidido no divulgar más allá de los más próximos.
Lo que me ha hecho cambiar de opinión es que, en el mencionado artículo, Luc Montagnier, Premio Nobel de Medicina 2008 por sus descubrimientos en torno al VIH, se apunta a la posibilidad de que los pretendidos éxitos de la homeopatía se sustenten en la capacidad del agua de tener una especie de memoria de aquellas moléculas que, aún no estando en ella merced a las diluciones homeopáticas, han estado en el pasado. Dice el galardonado que "se ha observado que ciertas diluciones dentro del agua en las que no queda materia sí registran, en cambio, vibraciones. Esta dilución puede reconstruir la información genética de la materia (las negritas son mías). Y continúa: "Una información instructiva de la que la homeopatía no puede olvidarse, a pesar de que muchos críticos dicen que no hay nada. Pero sí hay algo. Nosotros hemos demostrado que hay estructuras en el agua que son inducidas por vibraciones electromagnéticas". Espero que El País "no haya sacado las frases de contexto", porque cuanto más las leo menos me lo creo.
Es evidente que esto es dar alas a la famosa "memoria del agua", propuesta en un artículo encabezado por J. Benveniste en 1988, que yo mencionaba en una de las primeras entradas de este Blog y que Nature nunca debió publicar. Esa teoría es uno de los pocos agarraderos que les quedan a los homeopáticos para explicar lo inexplicable. Aunque, por si las moscas, ya han empezado a manejar conceptos cuánticos (ver aquí).
Claro que uno ya hace tiempo que llegó a la conclusión de que un Nobel no significa más que lo que significa. Hay Nobeles (o cuasi Nobeles) simpáticos y bordes, de derechas y de izquierdas, religiosos y ateos, humanistas (en el amplio sentido de la palabra) o encerrados en su torre de marfil, extrayendo el último corolario de su teoría más querida. En definitiva, que Montagnier sabrá un montón del VIH pero seguro que no sabe casi nada de otros campos de la Medicina e, intuyo, poco de electromagnetismo. Por si acaso, me he metido en la ISI Web of Science y despues de quedarme turulato con el impresionante h = 74 que tiene el ciudadano, no he podido encontrar un sólo artículo, de los casi 500 que allí aparecen, que indique una investigación en torno a lo que arriba se menciona. Es verdad que no he entrado en el detalle de todos ellos, pero nada parece indicar que Montagnier se haya dedicado a muchas más cosas que al VIH y sus aledaños. Si alguien sabe algo del tema que me lo deje en los comentarios.
Y es debido a esos despropósitos (al menos en mi opinión) el que se pueda dar lugar a reacciones como la figura que inicia este post, un tanto maleducada para mi natural discreto y pacífico. Pero es que con independencia de las frases que en ella se acuñan, que yo no he escrito y que pensaba haber limitado su difusión, la filosofía implícita en ella es espléndida y va al corazón de la falacia.
El agua es la sustancia química más importante de nuestras vidas. Por el agua que bebemos, excretamos y manejamos en múltiples usos cotidianos pasan moléculas sin fin. Entre ellas, algunas moléculas escatológicas provenientes de nuestras heces, a las que la figura hace referencia. Si el agua tiene memoria de los preparados homeopáticos que han pasado por ella, debe de tener la misma para cualquier otra molécula que en ella se haya alojado en el pasado en cualquier situación o evento. Así que, cualquier porción de agua tomada al azar de un grifo, una fuente, un manatial o un río contiene una memoria que ríase Ud. de los Gigas y los Teras. Y, por extrapolación, no parece lógico pensar que todas esas moléculas recordadas sean tan beneficiosas como las homeopáticas. Algún rincón de esa memoria contendrá una molécula maligna (¡con la cantidad de ellas que genera la Química!), que reconstruirá alguna información genética perversa para nuestro organismo, de la mano de adecuadas ondas electromagnéticas.
Así que estamos perdidos. Aventuro la hipótesis de que el coctel "químico" contenido en la memoria del agua es el origen de todos los males que nos aquejan y, además, será una fuente inagotable de otros contra los que nunca podremos luchar, pues ni siquiera con las técnicas analíticas más potentes podremos detectar al causante. Aunque ahora la pelota está en manos de los físicos. Los químicos ya hemos hecho todo lo posible gracias a Avogadro. Es a ellos a los que corresponde descifrar los términos contenidos en las frases en negrita.
Y un detalle adicional, y no baladí. Montagnier es francés, como Boiron, la multinacional de la homeopatía.
URL: http://elblogdebuhogris.blogspot.com/2010/03/memoria-del-agua.html