El Escéptico Digital - Edición 2013 - Número 263
(Noticia publicada originalmente en el Diario Digital de la Universidad de La Laguna).
La revista online Scientific Reports, de la prestigiosa editorial científica Nature, ha publicado hoy, jueves 3 de octubre, un artículo liderado por la doctora Natacha Aguilar, del grupo de investigación BIOECOMAC de la Universidad de La Laguna, en el que presenta resultados de un experimento realizado en la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) durante su contrato europeo Marie Curie. En él se demuestra que la exposición a ruido intenso, como el de las prospecciones sísmicas, puede retrasar el desarrollo y producir malformaciones en larvas de la vieira, un molusco del grupo de los bivalvos en el que también se incluyen las almejas o los mejillones.
Los invertebrados marinos, tales como crustáceos o moluscos, juegan un importante papel ecológico formando la base de las redes alimentarias marinas y, además, su pesca tiene un multimillonario valor económico. A medida que aumentan las actividades humanas en los océanos, ha incrementado la preocupación acerca de que el ruido producido por ella actividades pueda impactar a la fauna marina.
Aunque el efecto del ruido sobre las ballenas, delfines y otros cetáceos es ya conocido, como, por ejemplo, los varamientos masivos de zifios registrados en Canarias a causa del uso de sonares navales, existen muy pocos datos acerca del posible impacto del ruido sobre los invertebrados marinos, lo cual aumenta el valor de la investigación publicada hoy.
El trabajo ha sido realizado por un equipo internacional de investigadores de la ULL, la Universidad de Auckland (UOA) y de St. Andrews (Escocia). El trabajo se realizó dentro del proyecto SOUNDMAR, financiado por la convocatoria Marie Curie del 7º Programa Marco Europeo concedido a la doctora Aguilar.
Metodología
Las larvas de vieira fueron expuestas en el laboratorio de Leigh (Nueva Zelanda) a una reproducción del ruido de cañones de aire comprimido (pulsos sísmicos), que habían sido grabados previamente en el mar por la investigadora durante un muestreo acústico de cetáceos en el mar de Irlanda, a decenas de kilómetros de un barco realizando una exploración sísmica de hidrocarburos.
El desarrollo de las larvas expuestas al ruido sísmico se retrasó significativamente y, además, un 46% desarrolló malformaciones en el tejido. En cambio, las larvas que no padecieron el ruido se desarrollaron normalmente. Esta es la primera observación de que una exposición a sonido intenso puede producir malformaciones en larvas de invertebrados marinos.
Aunque los retrasos en el desarrollo de las larvas de observaron desde el principio del experimento, las malformaciones aparecieron solamente en una fase larvaria particular, la D-veliger, cuando la concha comienza a endurecerse en estas larvas microscópicas. Los investigadores piensan que esta fase podría ser más vulnerable a la exposición sonora.
Aguilar afirma que nadie sabía que una exposición al ruido podría afectar el crecimiento de los animales tan dramáticamente: “Fue una sorpresa descubrir malformaciones en estas larvas microscópicas. Es aún un misterio qué es lo que ha ido mal dentro de las células por culpa del ruido. Los invertebrados marinos realizan cambios de forma radicales durante su desarrollo, cambiando entre distintas formas larvarias, y ahora sabemos que el ruido puede impactar este proceso natural”.
Los fuertes impactos observados en este experimento sugieren que el desarrollo larvario podría interrumpirse a niveles de exposición más bajos, lo que aumenta las posibilidades de que actividades humanas que utilizan fuentes de sonido intenso, como las prospecciones sísmicas o las explosiones submarinas, puedan afectar a la supervivencia de las larvas de bivalvos en el mar.
“Los pescadores en distintas partes del mundo se quejan de reducciones en las capturas durante o después de actividades de prospección sísmica en el área. Nuestros resultados sugieren que el ruido intenso podría ser un factor explicando los efectos en los recursos marinos”, señala la investigadora.
"Estamos incrementando el ruido en los océanos debido principalmente al tráfico de buques, las construcciones marinas y la exploración sísmica. Ya sabemos que esto constituye un problema para los mamíferos marinos, ahora estamos descubriendo que también otros animales, más pequeños pero igualmente importantes, pueden ser afectados. Es necesario definir qué nivel de ruido puede producir un impacto sobre las larvas marinas, con posibles consecuencias a nivel del ecosistema. Mientras tanto, debe considerarse el posible impacto a la hora de planificar actividades humanas que emitan ruido intenso en zonas de reproducción de invertebrados con importancia ecológica o económica", concluye Aguilar.
URL: http://www.ull.es/viewullnew/institucional/prensa/Noticias_ULL/es/24505…