Edición 2010 - Número 6 (239) - 5 de junio de 2010
La crisis se recrudece, mientras los Gobiernos del mundo intentan hacerle frente como pueden. En este orden de cosas, todos los aspectos de la vida se ven tocados (o sacudidos) y la Ciencia y las pseudociencias no son excepciones. En el primer caso, parece que las buenas palabras del Gobierno de Rodríguez Zapatero en torno a los recursos y a la consolidación de la investigación en España se han ido por el sumidero de los recortes sociales, mientras que la Ley Audiovisual establece una franja para los espacios esotéricos de teletarot (que comparten la madrugada con otros espacios de telecuento), haciendo la vista gorda con un producto que genera pingües beneficios a las cadenas que tienen a mal perpetrarlo. Mientras, situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas, y de nuevo tenemos un producto que intenta aprovechar la predisposición de la sociedad a la creencia, como son unas pulseras contra las que las organizaciones de consumidores han advertido. Todo está inventado y, en cierto sentido, no hemos avanzado gran cosa desde los días de la picaresca del Siglo de Oro.