Edición 2010 - Número 6 (239) - 5 de junio de 2010
Javier Cavanilles
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Desde el más allá (más o menos)
Llevan años los turcos (y no sólo ellos) empeñados en encontrar el Arca de Noé en el Monte Ararat. No es una cuestión de Fe, ni una cuestión científica. Es, principalmente, una cuestión monetaria: fomentar el turismo o, en este caso, vender un documental. Pero lo raro no es que la hayan encontrado (por tercera o cuarta vez), sino que la prensa publique la historia como si las aventuras de Noé fueran hechos históricos y el diluvio algo comprobado científicamente.
Hay mil razones para entender que lo que han encontrado no es el Arca de Noe. La primera, quizás la que resuma todas, es que nunca existieron ni Noé, ni su familia, ni su zoológico flotante. Es un relato mítico, religioso y, sobre todo, robado. Si es el arca del diluvio, el piloto no era Noe sino Ziusudra, el héroe sumerio al que el dios Enki advierte de lo que traman sus compañeros (también dioses verdaderos): un diluvio universal (el relato data del V milenio antes de Cristo). Conclusión primera: si es el arca, los diosos sumerios son los verdaderos.
Otra razón más pedestre, y no hace falta ser muy listo para entenderla, es que si Noé y los suyos fueron los únicos supervivientes del diluvio, la raza humana desciende de una misma familia. Todos sabemos qué significa la expresión “creo que sus padres son hermanos”. Una de las razones por las que no se conoce una sola cultura en la que el incesto no sea condenado es que sus efectos se aprecian a simple vista en la siguiente generación. No es sólo una cuestión moral o religiosa, es que la supervivencia del grupo está en juego.
En realidad, el artículo en sí parece un chiste. Es como si The Royal College of Music dijera que ha encontrado la flauta de Bartolo, la de un agujero solo, y que la va a vender por e-Bay. En primer lugar, ¿se puede creer alguien que entre ocho personas (Noe y su familia) se pueda construir un barco de madera (les llevó 120 años) en el que cabía toda la fauna del mundo?
¿Y que luego se sentaran a esperar a que un macho y una hembra de cada especie se acercaran al lugar? (Por cierto, ¿cuánto tardó el pingüino en llegar desde el Polo?). Luego, los acomodaron en el barco de madera (sin que se devorasen entre ellos), les alimentaron, limpiaron las jaulas… así durante 40 días (o 150, según el pasaje). Teniendo en cuenta que Noé tenía 600 años, ¿seguro que estaba para tales trotes?
Hay más datos para desconfiar. Por ejemplo, no es el primer arca de Noé que aparece en el Monte Ararat. La primera se encontró en 1950, y hay algunas más. Pero no olvidemos que la Biblia no dice que el arca esté en el Monte Ararat, sino en “los montes de Ararat”. Es decir, se refiere a una región más amplia que incluye Rusia, Irán, Turquía e Iraq. En 1959 apareció otra descubierta por un fotógrafo turco y la noticia dio la vuelta al mundo gracias a la revista Life.
Pero el investigador más prolífico es el norteamericano Ron Wyatt. Gracias a él, el gobierno turco creó el Parque Nacional del Arca de Noé. En su currículum investigador destaca haber encontrado la ubicación de Sodoma y Gomorra, el lugar por donde Moisés cruzó el Mar Rojo o el punto exacto en el que recibió la tabla de los diez Mandamientos. Así, con un par.
Muy distinto de Wyatt es Gary Greenberg, presidente de la Sociedad Bíblica Arqueológica de Nueva York. En su libro 101 Mitos de la Biblia dedica varias entradas al asunto del arca y recuerda, entre otras cosas, que la alusión a "las montañas de Ararat" es posterior al relato original (una interpolación), y que el primer emplazamiento fue Egipto.
También recuerda que los 15 codos que subieron las aguas durante el Diluvio apenas suponen 7,5 metros (el Ararat mide 5.137 metros). Tampoco parece que haya en el relato rastro de los gigantes (los hijos de Anaq), que no subieron al arca pero que sobrevivieron (Números, 13-33) sin que nadie sepa cómo. Eso sí sería un descubrimiento.
Lo dicho, estamos ante un relato mítico. Para creer que ha aparecido el Arca (por enésima vez) y sin que todavía exista una sola prueba que avale a ninguna de ellas hay que ser un ignorante o un integrista cristiano (los falsos arqueólogos del descubrimiento lo son). Para dar pábulo a esas fantasías, basta ser periodista. En todo caso, puestos a alucinar con algún barco, prefiero el de Abramovich.
URL: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/desde_el_mas_alla/2010/04/27/el-arc…