Sr. Rector de la Universidad de Málaga y Presidente de la Fundación General UMA:
Cuesta entender con qué criterio una universidad puede dar cabida a un curso cuyo título ya debería poner en guardia a los responsables de aprobar esas actividades. Plantear si la enfermedad es “enemiga o aliada” es tan preocupante, desde el punto de vista científico, como plantear si el ser humano debe sufrir para ser merecedor de una recompensa ultraterrenal.
En efecto, la consideración del ser humano como un todo compuesto por “distintos cuerpos o dimensiones”, algunas de ellas “no detectables con los instrumentos de que disponemos”, abre la puerta a interpretaciones mágicas y pseudocientíficas de la realidad.
Una de esas interpretaciones, conocida por sus características sectarias, es la bioneuroemoción. RedUne alerta de su peligrosidad porque culpabiliza al paciente de su enfermedad y le convence de que el origen de ésta se encuentra en un conflicto o quizá en un deseo oculto, que la enfermedad es un aviso del cuerpo para que solucionemos ese conflicto y que solo con esto ultimo ya se curará la dolencia. Este enfoque que banaliza el tratamiento médico ha causado víctimas en varios países, entre ellos España.
También tiene la consideración de secta la antroposofía, una secta religiosa en este caso, que se presenta como modelo educativo vanguardista y liberador. El hecho de que esté ampliando su ámbito de actuación a la medicina es francamente preocupante.
Por lo que respecta a la homeopatía, la UMA sin duda sabe que otras universidades han eliminado la homeopatía de su oferta de formación debido a su falta de base científica. El uso de la homeopatía, como en general el de las llamadas "terapias alternativas" como sustitutos de los tratamientos oncológicos convencionales está rotundamente desaconsejado por la Asociación Española Contra el Cáncer. No tiene más eficacia que el placebo y algunos estudios indican que quienes utilizan esta pseudoterapia son en general más propensos a abandonar las terapias de efectividad contrastada.
En cuanto a la alimentación, el consenso entre los nutricionistas es que si es saludable y equilibrada reduce las probabilidades de desarrollar ciertas enfermedades prevenibles, pero no hay “alimentos que curen”, como sostiene una de las ponentes anunciadas en el curso, y mucho menos dietas que puedan sustituir con ventaja a los tratamientos médicos existentes.
Habría mucho más que decir del programa de este curso, pero no queremos alargarnos en exceso. Para terminar, queremos dejar claro que, además de vulnerar el código de buenas prácticas de la propia fundación, la libertad de cátedra no puede amparar la difusión de ideas pseudocientíficas que van en contra del conocimiento científico basado en evidencias, y que en muchos casos pretenden sustituirlo, con el peligro que eso supone para personas vulnerables como los pacientes de enfermedades graves. Está en juego algo mucho más importante que el prestigio de una universidad: la salud de las personas.
ARP- Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico