In memoriam: Eustoquio Molina
Ayer falleció repentinamente nuestro querido compañero Eustoquio Molina, catedrático de Paleontología de la Universidad de Zaragoza y miembro de la Real Academia de Ciencias de Zaragoza. De un sabio suele destacarse su excelencia en su ámbito de conocimiento, pero como compañeros y amigos suyos queremos recordar su lucha infatigable por la racionalidad y el pensamiento crítico. De esa lucha queremos destacar dos frentes: uno, contra la penetración de la pseudociencia en su propia Universidad; otro, contra la falta de rigor y el avance de tendencias pseudocientíficas en su propia disciplina.
La lucha contra las pseudociencias es antigua y no es un producto de las redes sociales: la encabezaron personas que, como Eustoquio Molina, se enfrentaban a decisiones de sus universidades cuando traían la vergüenza a su propia casa. Daban ruedas de prensa para denunciar lo vergonzoso que era para una institución de investigación y conocimiento albergar una «cátedra Boiron» en la Universidad de Zaragoza, que se enfrentaban públicamente a esas decisiones mediante cartas abiertas, y que se aliaban con los estudiantes en la tarea conjunta de evitar a la universidad el amontonamiento de la homeopatia con la ciencia.
Antes de la existencia de Facebook o Twitter, Eustoquio Molina escribía y daba conferencias contra las tendencias irracionales que pretendían colonizar su propia disciplina. Tuvimos la gran oportunidad de publicar en las páginas de nuestra revista El Escéptico algunas de las más sonadas: su crítica al descubrimiento del «hombre de Orce», su lucha contra el negacionismo del cambio climático o su trabajo contra los intentos hipócritas del creacionismo por penetrar en la enseñanza española.
Su compromiso contra la irracionalidad era insobornable. Por ello llegó a enfrentarse con Francisco J. Ayala a costa de la vieja dicotomía fe-razón en las páginas de nuestra revista El Escéptico (vease también aquí). Por ello también se ocupó de un asunto lejano a su disciplina académica pero muy cercano a él por razones personales: una añeja falsificación histórica que se conoce con el nombre de los Libros Plúmbeos o los Plomos del Sacromonte y las reliquias del patrón de Granada.
Miembro de número de la Real Academia de Ciencias de Zaragoza, recibió a lo largo de su vida muchas distinciones académicas. Nosotros tuvimos el honor de entregarle nuestro Premio Lupa Escéptica en la asamblea que celebramos en Madrid en 2014, el máximo galardón que entregamos a los compañeros de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico.
En este tiempo de inmediatez y salto de temas al ritmo de trending topics en Twitter es fácil caer en una visión deformada de la realidad y una desmemoria que puede costarnos cara. Habrá quien se sorprenda del trabajo de Eustoquio contra la penetración del creacionismo e incluso lo despache con un despectivo «son cuatro gatos», haciendo alarde de su conocimiento superficial. Los especialistas, mejor informados, hablan de los peligros cuando los ven con claridad y trabajan contra ellos sin importarles esos juicios temerarios porque, al contrario que los opinadores profesionales o voluntarios, ellos sí conocen el asunto y no se deben a un número de seguidores en redes sociales, ni a una cantidad de pulsaciones en el titular. Nuestro querido Eustoquio Molina era uno de los grandes y nuestra asociación ha sufrido una pérdida incalculable.
Hemos podido vivir y trabajar con personas excepcionales, y ese privilegio se paga con el dolor de su pérdida. Que la tierra te sea leve, querido Eustoquio.