Josep Rovirosa, el defensor del lector del diario La Vanguardia, ha respondido a la carta que de forma conjunta enviaron la Asociación Catalana de Comunicación Científica, la Asociación Española de Comunicación Científica, y ARP- Sociedad para el Avance del pensamiento Crítico, para llamar la atención sobre los contenidos de dudoso rigor que suele aparecer en el espacio "La Contra" del citado periódico. En la carta se recordaba que
Una de las funciones esenciales del periodismo es filtrar la información, ordenarla y jerarquizarla, para ofrecer al lector un marco conceptual para interpretar la realidad. Los criterios de jerarquización posibles son muchos, pero no nos cabe la mínima duda de que la relevancia, calidad y fiabilidad científicas son criterios irrenunciables, especialmente para asignar espacios tan destacados como La Contra o una entrevista en el Magazine. Además, la calidad de algunos entrevistados es dudosa aún sin tener en cuenta criterios científicos. Esto es especialmente grave cuando los entrevistados pueden usar la credibilidad otorgada por el medio para lucrarse, a través de contratos con empresas, venta de libros, terapias, y otros medios. No pedimos respeto sólo por la ciencia, sino sobre todo por el periodismo de calidad, tanto el científico y el especializado, como el generalista.
El escrito, que está cerca de alcanzar las mil firmas de apoyo, acaba de tener la siguiente respuesta:
Barcelona, 5 de febrero de 2013Apreciados señoresHe enviado copia de su atenta carta al subdirector del Magazine, Fèlix Badia, y a los autores de las entrevistas de La Contra a fin de que tengan conocimiento de su reflexión.Tanto la redacción del Magazine como los tres periodistas de La Contra agradecen que desde las diferentes asociaciones de comunicación científica les muestren abiertamente su opinión y valoran muy positivamente el tono constructivo de sus palabras. Según afirma Fèlix Badia, la carta “nos enseña que a la hora de valorar los reportajes debemos estar atentos a todas las sensibilidades” y quiere dejar claro, también, que “acogemos con simpatía la reflexión de las tres asociaciones”. Desde el Magazine, dice el subdirector, “hacemos nuestra la preocupación que transmite la carta”.Entendiendo y compartiendo la preocupación por la objetividad y el rigor científico, los tres periodistas de La Contra matizan que algunos de los personajes entrevistados en esta sección “lo son porque defienden posiciones singulares, aportan puntos de vista que ayudan a estimular ciertos debates y desafían muchas convenciones”.Como Defensor de los Lectores me preocupa que se valore el rigor de la información científica de La Vanguardia a partir de entrevistas o reportajes, cuyo interés principal no es la divulgación del conocimiento científico sino acercar a los lectores la singularidad de ciertos personajes que, muchas veces, acaban de publicar su último libros –a menudo de gran lectura– en una editorial de nuestro país.Dado que las entrevistas de La Contra generan, a menudo, reacciones muy diferentes, en alguna ocasión he tenido que mediar entre lectores y entrevistadores. Y hace unos meses, ya dejé claro cuál es la posición de los entrevistadores de La Contra y su función en el conjunto del diario.No cabe la menor duda de que el compromiso de La Vanguardia con la información científica es total. Citan, ustedes, el premio de comunicación científica que la Generalitat ha otorgado al diario en el año 2012. Me gustaría recordar, también, la convocatoria del Premio Vanguardia de la Ciencia que, en colaboración con la Fundación Catalunya-La Pedrera, quiere apoyar la excelencia en la investigación en el ámbito español. Precisamente estas semanas, La Vanguardia está informando de las investigaciones llevadas a cabo por los concursantes y los lectores pueden votar las propuestas desde la edición digital.Desde La Vanguardia entendemos que la mayoría de los lectores tienen suficiente criterio para discernir entre aquello que el mundo académico ha evaluado como propio del conocimiento científico y las opiniones manifestadas por otros personajes, que, por diferentes motivos, han hecho oír su voz a través de libros u otros medios de comunicación. Entendemos que estos últimos también pueden tener su resonancia en las páginas del diario.Pero es cierto que tenemos que extremar las medidas a fin de que ningún lector se confunda. Vista la importancia de las asociaciones que han abierto el debate, ACCC, AECC y ARP-SAPC, me comprometo, como Defensor de los Lectores, a vigilar que La Vanguardia distinga escrupulosamente la información científica de la que, sin renunciar a ella, no ha sido validada como tal.Atentamente
En el archivo adjunto se pueden leer este texto en catalán y en castellano.