el escéptico (Primavera 1999)
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Los 23-F son malos días para la
tranquilidad. Y todavía son peo-
res noches. Algo debe ocurrir en
los movimientos de los astros
que provoca el desmadre de los
iluminados. El anochecer del úl-
timo 23-F, se colapsaron las lí-
neas de teléfono de toda España.
O al menos de media España, de
la España que gozó de cielos
despejados y libres de nubes.
Comisarías de Policía, centros de
Protección Civil, emisoras de ra-
dio y televisión, periódicos... to-
do era bueno para buscar una
respuesta de quien se presupone
informado y amigo, una respues-
ta que acallase la alarma ante el
inminente peligro.
Un enorme ovni, una nave
estelar, una Estrella de la Muer-
te ¡Qué digo una! ¡Dos! Dos te-
rroríficas esferas de una poten-
cia lumínica nunca vista se des-
tacaban en el horizonte azul os-
curo, casi negro. Dos ingenios
enviados por el Imperio Galác-
tico para destruir el planeta, pa-
ra enviarnos a hacer gárgaras en
un agujero negro. Todo un golpe
de Estado sideral. Un golpe de
Imperio. Lord Vader al ataque,
con o sin voz de Constantino Ro-
mero.
No podían ser planetas, no
podía ser Venus. Hasta el gorro
estamos de oír a los propagan-
distas de lo paranormal, a los
mercachifles de cantos de sirena
rarita, que no se puede confun-
dir un planeta con una nave ex-
tragaláctica, que una cosa es
una cosa y otra cosa es otra, y
Dios en la de todos. Siguiendo
su lógica, si no son planetas, son
naves. Pues amén.
La llegada de la oscuridad
nocturna trajo una curiosa sor-
presa que, en algunos casos, se
tradujo en alarma: dos luces bri-
llantes, como estrellas que fue-
sen a chocar, eran claramente
apreciables en el cielo despejado.
El fenómeno fue confundido con
un ovni por numerosos coruñe-
ses, que no tardaron en consul-
tar sus sospechas con la Redac-
ción de este periódico, informa-
ba al día siguiente El Ideal Ga-
llego, uno de los periódicos de A
Coruña. También La Voz de Ga-
licia se hizo eco del fenómeno:
Entre otros muchos cundió la
alarma y las llamadas a la Poli-
cía local se sucedieron constan-
temente, convirtiendo a los
agentes en improvisados infor-
madores sobre astronomía. En-
tre los vecinos más alarmados,
cada uno daba su versión: un
avión que estaba parado con las
luces encendidas; dos luces en el
cielo que lanzaban rayos de colo-
res; ovnis...
Y si esto ocurría en Galicia, lo
mismo acontecía en el extremo
opuesto de España, a más de mil
kilómetros en diagonal. En Mur-
cia, el diario La Verdad informa-
ba: En esta Redacción, se regis-
tró un aluvión de llamadas.
Desde el que estaba seguro de
estar viendo un ovni hasta el que
alertaba de que una luz muy
grande que no había visto nunca
se estaba acercando a la tierra.
Y una mujer del barrio del Pro-
greso reflexionaba sabiamente:
Entre mis vecinos se ha armado
un buen follón. Veíamos una
cosa suspendida en el cielo que
bajaba a gran velocidad. Hemos
pensado en cualquier cosa, me-
nos que se trataba de la conjun-
ción de Júpiter y Venus. Las co-
sas como son.
Y es que de eso se trata, mi
sincera señora, en ese submun-
do de los que rebuscan falsos
misterios en el baúl en el que se
mezcla cualquier culo con cual-
quier témpora con la única con-
dición de que uno y otro sean
raros, anormales, paranormales.
De eso se trata: de pensar en
cualquier cosa menos en la ex-
plicación correcta. Y, de ser posi-
ble, previo pago de su importe.
Uno, que es escéptico, no
tuvo miedo. No lo tuvo gracias a
que había leído a Javier Armen-
tia en El País, explicando que el
hermoso espectáculo que se ave-
cinaba no era más
−
¡ni menos!
−
que un acercamiento aparente
de Venus y Júpiter, hasta la dis-
tancia angular de una décima de
grado. Para algo había de valer
alguna vez esto del escepticismo.
el circo paranormal
El susto galáctico del 23-F
La conjunción de Júpiter y Venus de febrero trasladó a muchos españoles a un
Universo propio de La guerra de las galaxias.
el circo paranormal
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( Primavera 1999)
el escéptico
Y, no sin emoción, montó su cu-
trescopio en la ventana del deci-
mocuarto piso que da al Oeste, y
con toda la familia gozó, y bien
que gozó, del inusitado pa-
norama. En la imagen invertida
del newtoniano, Venus a la iz-
quierda, y a su lado el siempre
majestuoso Júpiter, luciendo
sus bandas oscuras en posición
vertical. Sobre el gran planeta,
tres de los satélites galileanos:
uno en lo más alto, y dos empa-
rejados entre éste y el planeta;
bajo él, el cuarto satélite. Una
composición equilibrada, majes-
tuosa, en la que sólo faltaba el
monolito negro que nos trans-
portase a estados alterados de
conciencia.
Pero no había monolito, y la
conciencia alterada estaba ahí
fuera, en los que en lugar de uti-
lizar la razón tras rascarse la ca-
beza, prefirieron ver naves al
ataque, objetos que descendían
velozmente sobre nosotros o, lo
que me resulta más terrorífico,
un avión parado en medio de la
noche.
Y es que los 23-F no gana uno
para sustos. Aunque para sus-
tos, la verdad, me quedo con los
de este año.
JOSÉ MARÍA BELLO
Nueva Era en
blanco y negro
El género de credulidad es feme-
nino, aunque ésta esté repartida
por igual y generosamente entre
ambos sexos. No obstante, en
una cultura como la nuestra,
que ya en la cuna viste a unas de
rosa y a otros de azul, parece
que hay creencias, fábulas y su-
persticiones más propias de las
mujeres que de los hombres, y
viceversa. O, al menos, así nos lo
presentan los medios de comu-
nicación, pues basta con ver un
programa de televisión pensado
fundamentalmente para una
audiencia femenina o las revis-
tas para las mujeres para com-
probar el continuo e imparable
avance de las patochadas, ficcio-
nes fraudulentas e irracionalida-
des varias que abundan en el
esoterismo de boutique de la
Nueva Era.
Todo esto y más es lo que me
sugiere la lectura de Blanco y
Negro de la Mujer, el nuevo su-
plemento del fin de semana del
diario Abc. Este viejo, formal y
conservador periódico parece
haberse decidido a un cambio,
un aggiornamento que se decía
en mis años mozos, y para ello
se apuntó a la moda de lo
paranormal publicando en fascí-
culos coleccionables una infu-
mable serie dedicada a los lla-
mados fenómenos ocultos. Y ha-
ce unos meses, con la reestruc-
turación de los suplementos del
fin de semana, y cuando busca-
ba la sección de ciencia en el de
cultura
−
sección que ha pasado
a mejor vida: la ciencia no debe
ser ya cultura
−
, me encontré con
el desdoblamiento por sexos del
Blanco y Negro, especie de Biblia
de la burguesía española duran-
te la primera mitad de este siglo.
En portada, la primera en la
frente. Cito textualmente: El
secreto de la felicidad: ¿tiene su
casa un buen Feng Shui ? Para
aquéllos no versados en supers-
ticiones orientalistas ni en las
llamadas ciencias milenarias
chinas, esta leyenda de importa-
ción tiene que ver con la orienta-
ción de la vivienda, sus puertas
y ventanas, la decoración de la
misma y otras cuestiones de di-
seño arquitectónico y de interio-
res. Pero no piensen que detrás
de esta ciencia milenaria china
de la que todo el mundo habla,
tal y como la define pomposa-
mente la autora de este reporta-
je, está el buen sentido común
de buscar orientaciones según la
luz y la trayectoria aparente del
sol a fin de evitar calores en ve-
rano y tener nuestra vivienda
caldeada en invierno. Ni evitar
corrientes mediante puertas y
ventanas inadecuadamente dis-
tribuidas, ni crear ambientes de
mayor o menor intimidad. No. El
Feng Shui
−
viento y agua, según
traduce la reportera
−
se basa en
ERNESTO J. CARMENA