el circo paranormal
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(Verano 1999)
el escéptico
Fantasmas sepias
El número de febrero de la revis-
ta Año Cero presentaba como
artículo principal un extenso
trabajo sobre los fantasmas. En
el editorial, Enrique de Vicente
se lamentaba del escepticismo
de la mayoría de la población de
varios países hacia la existencia
de espíritus.
La justificación es realmente
obvia y razonable: ya que contí-
nuamente estamos siendo atra-
vesados por una multitud incon-
mensurable de ondas portadoras
de información, entre ellas, las
que sirven como soporte a los
cientos de miles de emisiones de
radio y televisión o de conversa-
ciones realizadas con teléfonos
portátiles. Por ello no considero
irracional admitir que existan
otras entidades
−
las cuales se-
rían, de manera semejante a
como lo somos nosotros
−
porta-
doras de información. Ob-
sérvese que el autor del editorial
se considera portador de infor-
mación. Vamos, que si las on-
das de radio sirven para comu-
nicarse, ¿por qué no van a exis-
tir los fantasmas?
Y comienza el rosario de
anécdotas de fantasmas. Aun-
que parece increíble, el fenóme-
no ha sido estudiado de manera
sistemática, y las apariciones se
dividen en dos clases: aparicio-
nes excepcionales y espectros
persistentes. Tenemos persona-
jes de todos los tipos y colores:
desde un operario de una fábrica
de automóviles de Detroit, pa-
sando por Anaxágoras,
hasta un piloto de caza
de la Primera Guerra
Mundial que, al ser
derribado sobre Francia,
se apareció en Calcuta y
en Inglaterra simultáne-
amente.
Pero lo que me parece
sorprendente, y no había
leído nunca, es que pare-
ce ser que existen fan-
tasmas de animales ¡e
incluso de objetos! En la
Torre de Londres, por
ejemplo, se materializó
un misterioso frasquito
delante de las narices de
un vigilante y su asusta-
da esposa. Tenemos ade-
más, por supuesto, los
clásicos trenes, barcos, y
aviones fantasma. Me
pregunto cuánto tardará
en aparecer por ahí un
ordenador fantasma....
Para que no nos des-
pistemos, en el artículo,
firmado por Javier
Arriés, incluyen unas
sugerencias sobre el
equipo del perfecto caza-
fantasmas y unas nor-
mas de comportamiento
muy interesantes, a
saber
−
citado textualmente; el
texto entre paréntesis es del
autor del presente artículo
−
:
−
Mantenga la calma y per-
manezca quieto (no vaya a
asustarse el presunto fan-
tasma).
−
No lance objetos hacia la
figura (si no es un fantas-
ma, podría ser denunciado
por agresión).
−
No se acerque; procure
observar y fijarse en los
detalles.
−
Compruebe que en reali-
dad está viendo lo que
cree; una buena forma de
hacerlo es presionarse un
ojo; si la visión permanece
inalterada, usted sufre
una alucinación (bueno,
pero si, como dicen algu-
nos, el fantasma es una
proyección telepática, de-
bería ser como una aluci-
nación).
Aunque, sin duda, el broche
de oro es una foto prodigiosa: se
supone que retrata al medium
inglés Jack Webber en los años
30, en plena sesión regurgitando
ectoplasma. Pues bien, ¿alguien
tendría la bondad de explicarme
por qué la foto entera está en
color sepia
−
se supone que por
ser una foto vetusta
−
y el ecto-
plasma de marras en color blan-
co nuclear? Si es que no apren-
den...
BORJA MARCOS
Aguas ásperas
Es increíble la cantidad de cosas
nuevas que uno puede aprender
por el simple hecho de abrir una
revista; y, como muestra, un bo-
tón. Resulta que beber agua con-
taminada con sales minerales es
perjudicial para la salud. Para
asegurar la pureza del agua que
bebemos, es necesario destilarla.
Realmente, nunca me lo ha-
bía planteado. El anuncio, publi-
cado en el número de julio de la
revista Más Allá, explica las ra-
zones por las que es preferible
beber agua destilada. Para em-
pezar, quien crea que beber
agua destilada es perjudicial pa-
ra la salud, no puede estar más
lejos de la verdad: Los minera-
les que el agua transporta no
son más que piedras trituradas.
Igual que no podemos alimentar-
nos de arena, no podemos ali-
mentarnos de agua. Nuestro
cuerpo sólo puede obtener sales
minerales de fuentes orgá-
nicas... Desde luego, esto es ca-
paz de aterrorizar a cualquiera;
sólo de pensar en mi pobre esó-
fago torturado por los trozos de
piedras que bebo junto con el
agua, me pongo a temblar. Con
los tres litros de agua común
que ingiero al día, debo darle un
tratamiento equivalente a una
pasadita con lija del cero. Y, pa-
ra colmo, esas sales no me sir-
ven para nada.
La sarta de despropósitos con-
tinúa con una aclaración ne-
cesaria y de una rotundidad abru-
madora: ¿a que nadie se había
preguntado por qué los fabrican-
Presunta manifestación ectoplásmica produci-
da por el médium Jack Webber.