E
l delirio periodístico fruto de la inter-
pretación de las profecías de Nostra-
damus por Paco Rabanne fue acom-
pañado por la proliferación en Internet de
webs que a más de un aficionado a la razón
y la ciencia le provocaron un serio dolor de
cabeza. En las semanas previas al 11 de
agosto, la avalancha de este tipo de páginas
llegó a ser alarmante. Pareciera que el pú-
blico, y los medios de comunicación, hubie-
ran estado esperando con ansiedad a que
efectivamente el mundo llegara a su final.
Como todo el mundo sabe, Nostradamus
anunció que en el mes siete del año 1999
del cielo llegaría una sorpresa, sorpresa.
Pues, hala, a buscarla. Aquí, en España
el calor y la falta de partidos de fútbol tele-
visados parece que atontaron incluso a los
periodistas pseudocientíficos, que no estu-
vieron por la labor de ser muy imaginati-
vos. Al menos, en comparación con sus ho-
mólogos estadounidenses. Éstos ya no se
contentan con especular sobre la paranor-
malidad de insectos de ocho metros ni de
pinturas abstractas en un pueblo perdido.
Lo último en investigación y periodismo pa-
ranormal es el científico paranormal. Y es
que podríamos esperar que la sorpresa lle-
gara sin más, como por arte de magia; pero
no, ese tipo de fenómenos paranormales
está pasado de moda, ya nadie tiene fe en
él. Ahora, lo que se lleva es la teoría cientí-
fica o, al menos, que lo parezca.
¿Está el calentamiento global producido
por los humanos? ¿Tenemos que creer en
la teoría del Big Bang? ¿Está el espacio
realmente vacío? ¿Fue el Universo creado
de la nada? ¿Cómo trabaja el Sol? ¿A quien
pertenece realmente la NASA? ¿Qué hace
en realidad con los dólares de los contribu-
yentes? Si los cometas no son bolas de
nieve sucia, ¿qué son?, ¿pueden convertir-
se en planetas?, ¿lo son ahora?
Éstas y otras preguntas son respondidas
por el Grupo Millenium con meticulosidad
en The Repository, el lugar más científico
del ciberespacio pseudocientífico. Llegué a
esta web por indicación de un colega aus-
traliano que se dedica al seguimiento de
cometas y asteroides cercanos a la Tierra.
Tenía un buen cabreo, porque este grupo
de investigadores le había copiado una de
sus imágenes sin permiso. Yo le había pre-
guntado por un comentario aparecido en la
página de cometas de Charles Morris, del
Laboratorio de Propulsión a Chorro, en el
que se intentaba dejar claro que el C 1999
H1 (Lee) no era ningún cometa de compor-
tamiento extraño.
Antes de entrar en detalles, recapitule-
mos sobre lo que sabemos de los cometas.
A mediados de los años 50, Fredd Whipple
propuso la teoría de la bola de nieve sucia
para explicar su composición y naturaleza.
Gracias a la descomposición de la luz de los
cometas y al estudio de las estrellas fuga-
ces, sabemos que dicha hipótesis es co-
rrecta y que estos cuerpos son ricos en
compuestos orgánicos, lo que ha llevado a
algunos a suponer que son los portadores
de los elementos precursores de la vida.
El núcleo de un cometa permanece inac-
tivo hasta que se aproxima a unos pocos
cientos de millones de kilómetros del Sol.
Entonces, el carbono de la superficie se ac-
tiva y el núcleo comienza a mostrar activi-
dad, creando una especie de atmósfera lla-
mada coma. Cuando se acerca un poco
más, el viento solar arrastra el material
eyectado por el cometa y crea la cola. Si
llega a aproximarse al Sol a una distancia
similar a la de Marte, la temperatura per-
mite que sea el agua la que controle la acti-
vidad del cometa. Debido a esta propulsión
a chorro, la órbita del cometa se ve sujeta a
lo que los astrónomos denominan fuerzas
no gravitacionales, que impiden calcular los
parámetros orbitales con exquisita preci-
el escéptico (Verano 1999)
31
Pacocalipsis cometaria
Por si alguien no lo tenía claro, nos queda pseudociencia
para rato mientras no se nos acaben los cometas
VÍCTOR R
.
RUIZ
Imagen del cometa Hale-Bopp.
sión, lo que se traduce en errores de algu-
nos cientos o miles de kilómetros, no de
millones o decenas de millones.
En la actualidad, se cree que todos los
núcleos cometarios que observamos son
restos de la formación del Sistema Solar.
Los cometas poseen trayectorias elípticas o
parabólicas. Los que muestren una trayec-
toria hiperbólica no son de este sistema
solar; llegan del exterior y, después de
acercarse al Sol, poseen la suficiente ener-
gía cinética como para escapar del pozo
solar. Los cometas se ven en cualquier par-
te del cielo y no parecen tener ninguna di-
rección predilecta. Observando estadística-
mente sus órbitas, una buena parte pare-
cía proceder de los confines del Sistema
Solar, con periodos de varios miles de años,
lo que llevo a Jan Oort, en su día, a propo-
ner la existencia de una despensa cometa-
ria en forma de esfera, hoy conocida como
la Nube de Oort. Posteriormente, se tuvo
que añadir otra despensa en forma de
donut, situada más allá de Neptuno, para
explicar la procedencia de aquéllos que
vemos más asiduamente, con periodos de
unas pocas decenas o cientos de años. ¿Es-
tá claro? Pues, borrón y cuenta nueva, que
han llegado los del Grupo Millenium.
El cometa de las profecías
El asunto comenzó con las divagaciones de
un tal coronel James B. Ervin, quien había
leído un libro de Stefan Paulus sobre las
profecías de Nostradamus, en el que se
advierte que la señal del cielo esperada de-
bería ser el eclipse de Sol del 11 de agosto.
El coronel, sin embargo, lo piensa deteni-
damente y plantea una hipótesis diferente:
¿Existe un cometa que cumpla los criterios
especificados por las interpretaciones de
Paulus de las profecías de Nostradamus?.
Ervin visita varias páginas dedicadas a los
cometas y topa con el C 1999 H1 (Lee), des-
cubierto por un astrónomo aficionado aus-
traliano durante la celebración de una fies-
ta de las estrellas.
Este cometa llevaría escondido un aste-
roide o fragmento de meteorito en su cola y,
al pasar cerca de nuestro planeta, se des-
prendería de él, impactaría con la Tierra y
crearía tsunamis devastadores. Las eviden-
cias se apoyan en que, según predijo Nos-
tradamus, la sorpresa llegaría del Sur y
pasaría cerca de la constelación de Cáncer,
y este cometa pasa cerca de esa constela-
ción y con esa dirección. Además, durante
el eclipse solar del 11 de agosto, el cometa
estaría detrás
−
oculto
−
y el Sol, que está en
su máxima actividad del ciclo, podría pro-
ducir perturbaciones inesperadas en él,
que a su vez provocarían llamaradas sola-
res y otro tipo de fenómenos eruptivos.
Conclusión: Las profecías parecen indicar
que el cometa en cuestión debe venir del
Sur del plano de la eclíptica y subir hacia el
32
(Verano 1999)
el escéptico
Vista de la zona siberiana de Tunguska tras la explosión de 1908, que algunos investigadores atribuyen
a un fragmento de cometa.
¿Recuerdan la historia del suicidio
masivo de los miembros de la secta
Puerta del Cielo y el Hale-Bopp?
Norte alrededor del Sol durante su perihe-
lio, donde su órbita es invisble debido a la
ocultación y brillo del Sol hasta agosto de
1999. C 1999 H1 (Lee) está haciendo exac-
tamente eso.
Algunos astrónomos, tanto profesiona-
les como aficionados, que se dedican a la
observación y seguimiento de cometas se
alertaron. ¿Recuerdan la historia del suici-
dio masivo de los miembros de la secta
Puerta del Cielo y el Hale-Bopp? Pues, eso
fue lo que llevó a los científicos a aprestar-
se a responder a Ervin de forma indirecta.
Charles Morris, que posee un página donde
recoge fotografías, efemérides y observacio-
nes de los cometas visibles con medios mo-
destos colocó en su web, a mediados de
junio, un texto indicando que las afirmacio-
nes de Ervin sobre el C 1999 H1 (Lee) no te-
nían ni pies ni cabeza. Los muchachos de
The Repository y sus seguidores se mostra-
ron excitados con tanto honor. ¡Un tipo de
la NASA mostrando interés por nuestras in-
vestigaciones! La teoría de la conspiración
se puso en marcha e intentaron desacredi-
tar a Morris, acusándole de desinformador.
Para finales de junio, a los del Grupo
Millenium ya les había quedado claro que
los cometas no son cometas y que el Lee
viene del espacio exterior, no pertenecien-
do al Sistema Solar, aunque su órbita sea
elíptica. Publicaron, entonces, una actua-
lización de sus noticias. Jim McCanney
completó las afirmaciones del coronel, teo-
rizando sobre la naturaleza de los cometas
y tirando por tierra las observaciones rea-
lizadas durante la última década sobre
estos cuerpos celestes: Son de origen
eléctrico, vaciando plasma y otros mate-
riales mientras se mueven alrededor del
capacitador solar. Además, a los cometas,
cuando cruzan el plano de la eclíptica, les
sobreviene algún tipo de reacción con el
Sol. ¿El lector se muestra incrédulo? ¿No
ha comprendido absolutamente nada,
como yo? Bueno, pues, para demostrarnos
sus hipótesis, no hay más que observar el
gráfico realizado por Jan Alvestad toman-
do el índice de actividad solar: justo cuan-
do el cometa Lee pasa por el plano de tras-
lación de la Tierra
−
eclíptica
−,
el Sol incre-
menta el número de manchas en su
superficie de forma espectacular. Por
casualidad
−
sólo por casualidad
−,
su gráfi-
ca de manchas solares no coincide con la
del Centro de Datos de Manchas Solares
de Bélgica, que aglutina a 37 estaciones de
seguimiento.
Llegados aquí, la historia parece alcan-
zar grandes cotas de popularidad, pues Art
Bell invita a su programa de radio
−
el
Mundo Misterioso estadounidense
−
a los
investigadores. Comienza entonces una
feroz réplica de los astrónomos aficionados
y profesionales en varios foros de Internet,
incluyendo, cómo no, la página de Charles
Morris. El 4 de julio, el coronel y su ejérci-
to
−
firma el artículo con casi una decena de
pesonas
−
responden a este ataque frontal a
sus hipótesis. Y se toman mucha paciencia
para explicar que no podemos conocer la
órbita de los cometas con ninguna preci-
sión porque, cuando se acercan al Sol,
según su teoría del núcleo eléctrico, cam-
bian de trayectoria de tal forma que sólo
con la atenta vigilancia de las sondas espa-
ciales podremos saber si chocarán o no con
la Tierra. Entre sus más aireadas afirma-
ciones, están las que tachan a la Unión
Astronómica Internacional, el Laboratorio
de Propulsión a Chorro y otras organizacio-
nes astronómicas de tratar de monopolizar
la ciencia e incluso los observatorios espa-
ciales y las sondas.
Ni la Mir ha caído en París, ni el cometa
Lee cambió su trayectoria, ni ningún otro
cuerpo extraño hizo su aparición durante el
eclipse del pasado 11 de agosto. Y menos
mal que lo vieron millones de personas,
porque si no, todavía alguno se atrevería a
afirmar lo contrario. Éste es un caso típico
de mezcla de imposturas de los que se que-
ja Sockal
−
usar las palabras de la ciencia,
pero, a su vez, descalificar a los propios
científicos
−,
pero más sofisticado de lo ha-
bitual y, por ello, más peligroso. Afortuna-
damente, el eclipse no trajo consigo ningún
suicidio colectivo, aunque suponemos que
no acabarán aquí las predicciones pacoca-
lípticas, como no acabaron en el año 1000.
Además, la cuestión realmente impor-
tantes sigue sin respuesta: ¿es Paco
Rabanne el modisto de Rappel?
Víctor R. Ruiz
es director de Astronomía Digital
y miembro de la Sociedad de Observadores de
Meteoros y Cometas de España (Somyce).
el escéptico (Verano 1999) 33
La estación espacial Mir orbitando la Tierra.