lo busca en lo esotérico”. Y no me lo tomo en serio
porque creo, sinceramente, que el éxito popular de lo
mágico no se debe a sus encantadoras virtudes hipno-
tizantes, sino a la desinformación de los periodistas.
El auge de lo paracientífico no es culpa de los para-
científicos, sino de los paraperiodistas que, por falta
de cultura, no han sabido detectarlos.
Nuestra sección semanal en No es un día cualquiera
(Premio Ondas en la última edición) ha sido, visto
así, una especie de ajuste de cuentas a la profesión
que ha fomentado los temas que nosotros pretende-
mos criticar. Utilizamos con espíritu crítico el mismo
medio de comunicación que se utilizó durante
muchos años con espíritu mágico. Humildemente,
con nuestra sección escéptica, estamos compensando
tantas horas de entrevistas a videntes, ufólogos y
expertos en barnizar científicamente monumentales
disparates.
Si hubo alguien realmente importante en este espacio
escéptico de Radio Nacional fue, sin duda, Alfonso
López Borgoñoz. Cada semana encuentraba un invi-
tado extraordinario, alguien capaz de desmontar, en
muy pocos minutos, todos los tópicos mágicos del
mundo. Él y sus invitados eran los que hacían cada
semana la sección. Yo me limitaba (y os aseguro que
no es falsa modestia) a formular cuatro preguntas y
escuchar a los que saben.
Algunos amigos, que valoran más mi parte de humo-
rista que mi parte de “científico”, me dicen que en
estos temas de lo paranormal me comporto de una
forma un tanto fanática. Eso me recuerda algo que
una vez escribió Isaac Asimov: “A los que criticamos
incesantemente lo paranormal nos llaman fanáticos.
Pues sí, es posible que seamos algo fanáticos.
Después de todo, somos humanos y algo de fanatis-
mo nos debe corresponder”.
Pues eso, que afortunadamente no somos moscas, ni
ardillas, ni coliflores, ni ratas de cloaca. Somos seres
humanos, y tal vez un poco de humano fanatismo
pueda ayudarnos a transmitir a los demás una parte de
la emoción estética que siempre encontramos en la
buena ciencia, pero nunca en el vulgar y ramplón eso-
terismo.
Por último, y para terminar este texto que muy a mi
pesar se está volviendo un poco trascendente, quiero
dar las gracias a todos los socios de ARP-SAPC que
colaboraron y se interesaron por nuestro espacio. Y
termino ya, porque esto está empezando a parecerse a
un tonto discurso de agradecimiento de un premio Goya.
Juan Carlos Ortega
ALERTA OVNI
El programa Milenio 3, emitido por la Cadena SER y
dirigido por Iker Jiménez, convocó el pasado 25 de
junio una “alerta ovni”. Algo que, por supuesto, los
LA NECESIDAD DE UN ESPACIO
ESCÉPTICO EN LA RADIO
Hacer una sección escéptica en una radio de cobertu-
ra nacional es algo bastante extraño. Los periodistas,
en su mayoría, tienen ciertos problemas para diferen-
ciar lo auténticamente científico de lo paranormal. Si
una afirmación les suena a científica, si en ella hay
cuatro o cinco elementos que posean un barniz apa-
rentemente académico, ya la toman en serio y la con-
sideran digna de mención. No es raro que periodistas
consagrados, con décadas de experiencia ante el
micrófono o la cámara, confundan astronomía con
astrología, y consideren la parapsicología como una
rama más o menos moderna de la física teórica.
Después de algunos años trabajando con periodistas,
he confirmado, muy a mi pesar, que son muy
pocos los que han desarrollado un método crítico
capaz de detectar los embustes que se esconden
en la paraciencia. He conocido a auténticos
maniáticos del rigor, profesionales que se esfuer-
zan honestamente en dar una información veraz y
contrastada en temas políticos y sociales, pero que
al llegar a la información científica se relajan y
desconectan ese rigor que, en otros ámbitos, tanto
prestigio les ha dado. La razón es muy simple: la
formación periodística no incluye la ciencia, pese
a la paradoja de titular su carrera como “ciencias
de la información”. Los pocos periodistas que
controlan ciertos ámbitos científicos son aquellos
que se han acercado a la ciencia de forma auto-
didacta.
Por eso pienso que es bastante extraño haber “cola-
do” un espacio escéptico en un programa de cobertu-
ra nacional, con más de un millón de oyentes.
Probablemente eso ha sido posible porque el progra-
ma donde hemos emitido nuestro espacio está dirigi-
do por alguien que tiene una mente un poco más
abierta y curiosa que la mayoría de sus colegas de
profesión. O sea, que hemos tenido bastante suerte.
Siempre he pensado que el éxito popular de lo para-
normal no se debe, como habitualmente se cree, al
encanto y atractivo que tienen los fenómenos que
describe. Cada vez me tomo menos en serio ese tópi-
co tan repetido que dice algo así como: “La gente
necesita creer en algo. Lo que la religión ya no le da,
PRIMER CONTACTO
el escéptico
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el escéptico
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La verdad es que la relación entre el
sentido común y los medios de
comunicación públicos o privados
de este país está lejos de ser la
deseable. Es por ello que hemos
pensado en dedicar estas noticias
básicamente a comentar, en un
breve recorrido, diversos programas
de radio y televisión.
Ello nos deberá servir para hacernos
una idea de cómo está el patio
audiovisual en España, donde cada
día parece imperar más el todo vale,
a cualquier precio, en una tempora-
da en la que por suerte, hemos podi-
do contar con la destacada colabora-
ción de Juan Carlos Ortega en el
programa No es un día cualquiera
de Radio Nacional de España, en la
hora punta de los sábados por la
mañana, con una audiencia estima-
da en más de un millón de personas,
y de Canarias Innova, dentro de la
programación también de Radio
Nacional de España en las Islas
Canarias.
Un posible elemento de difusión del
escepticismo, que no de las ideas
escépticas, tal vez haya sido, a su
pesar, el programa titulado El
Castillo de las Mentes Prodigiosas,
en Antena 3, que de una manera
burda permitió que una serie de per-
sonas, alguna de las cuales era más
motivo de lástima o de estudio que
no de risa, protagonizara uno de los
mayores fracasos de la temporada,
al tratar de reunir a una serie de
supuestos poseedores de poderes
paranormales en un programa que
lo único que puso de relieve era la
cortedad de miras de algunos pro-
gramadores de esa cadena (afortu-
nadamente, no de todos, ni siquiera
de la mayoría). Pero esto era ya
sabido.
Sin embargo, debemos mostrar
nuestra mayor preocupación por la
manera de proceder de programas
como Milenio 3, en la cadena SER,
o del programa Planeta Encantado,
en RTVE, los cuales han ido mucho
más allá de lo permisible en aras del
respeto a la libertad de expresión,
para caer en una manipulación de la
información, no sólo consentida
desde las cadenas en las que se emi-
ten o emitían estos programas, sino
ampliamente apoyada por las mis-
mas (no podemos decir otra cosa
cuando, aun ahora, seguimos sin
haber visto ningún comunicado por
parte de las entidades responsables
de la programación lamentando
nada).
Es por ello que, visto lo visto, cree-
mos importante recoger también en
esta sección una iniciativa surgida
el pasado 22 de abril en un curso
sobre comunicación de la ciencia
dirigido por Victoria Toro en la
Universidad Complutense de Madrid.
La idea fue la de redactar un mani-
fiesto a favor de un periodismo
científico de calidad, abierto tanto a
periodistas científicos como a
comunicadores de ciencia y científi-
cos. Las adhesiones al mismo se nos
pueden hacer llegar a la redacción
de esta revista, y las pasaremos a las
personas responsables del mismo.
Por último, la sección habitual de
Manuel Calvo, y tres recordatorios.
Uno de Bernat Soria, ganador del
premio Mario Bohoslasvky 2004;
otro para un buen amigo cubano,
José Luis Torres Carbonell, que nos
dejó recientemente, y al que con
unas breves líneas queremos rendir
homenaje y, finalmente, como no
podía ser de otra manera, un comu-
nicado escéptico en memoria de los
fallecidos el 11 de marzo, en
Madrid.
¡ C Ó M O
E S T Á N
L O S
M E D I O S !
Sección coordinada por Alfonso López Borgoñoz
Antonio Bernal y Juan Carlos Ortega, en un programa dedicado a la
figura de Nostradamus. (A. López)