En 1985, el psiquiatra y periodista colaboraba en la
revista de divulgación científica Conocer, dirigida
por Manuel Toharia. En la entonces naciente organi-
zación escéptica que hoy es ARP-Sociedad para el
Avance del Pensamiento Crítico, se consideró que el
tratamiento de Jiménez del Oso no era riguroso, y
chocaba con la apuesta por la ciencia que el director
de la publicación quería. Félix Ares escribía a Toha-
ria entonces (LAR nº 0):
"No estoy haciendo de inquisidor, ni quiero coartar la
libertad de expresión de nadie; simplemente creo que
las pseudociencias y el mundo irracional ya tienen
una excesiva difusión en nuestro país. No necesitan
de revistas ‘con la
línea de rigor que pre-
tendemos en Cono-
cer’, las apoyen.
De todos modos, admi-
tamos su publicación.
El que esté reñido o no
con la ‘línea de rigor’
no va a depender sólo
del Dr. Jiménez del
Oso, o de cualquier
otro autor que pueda
venir detrás de él; tam-
bién va a depender de
tí. La ciencia exige la
crítica. Sin crítica no
hay ciencia. Como tú
sabes, una de las
m i s i o n e s — n o l a
única— de la publica-
ción de un artículo es
estimular la crítica.
Esto, que es válido en
general, es aún más
importante cuando se trata de una etapa pre-científica
—que es lo máximo que podemos conceder al tema
que nos ocupa—. Si tú vas a admitir y fomentar la crí-
tica racional y constructiva a lo que se diga en esa sec-
ción, es posible que hagas Ciencia; sinó, quizá vendas
más, pero convertirás a la revista CONOCER en una
de esas basuras irracionales que pululan por nuestro
país. La decisión —y la responsabilidad— es tuya."
La historia mostró cómo Ares tenía razón, y el mismo
Toharia acabó reconduciendo la línea de la publica-
ción, posteriormente mucho más crítica con las pseu-
dociencias. El caso, rescatado aprovechando que en
2005 celebramos los veinte primeros años de la aso-
ciación que edita El Escéptico", muestra cómo la
imagen que supo transmitir el Dr. Jiménez del Oso
fue importante para el asentamiento de un parecer
amplio entre la gente de que esas cosas existen. Las
publicaciones que ha dirigido, y colecciones de libros
y vídeos, siempre han llevado la foto de la cara de
este hombre, muerto ahora tras un cáncer de pulmón,
aprovechando el tirón que siempre ha tenido.
Como suele pasar en un mundo —el de los mistifica-
dores— que eleva rápidamente a los altares o conde-
na a los infiernos a las personas según sus opiniones,
la fama del divulgador de "lo oculto" sobrevivió entre
sus fans a las críticas
despertadas por la emi-
sión como rigurosa
exclusiva completa-
mente veraz de un
documental falso, rea-
lizado como broma de
los inocentes (en ver-
sión inglesa, el "April's
Fool") sobre un contu-
bernio en la explora-
ción espacial —Alter-
nativa 3—, a sus
numerosos cambios de
opinión (fue uno de los
más fervientes defen-
sores de la realidad del
contacto con los extra-
terrestres de Ummo
hasta que el caso se
puso en evidencia por
quienes perpetraron el
engaño), o a plagios
probados en las publi-
caciones que dirigía.
Respecto de los escépticos, a comienzos de los 90
declaraba que no deseaba ninguna confrontación con
ellos, por las malas artes que desplegaban.
En cualquier caso, su pérdida será importante para el
mundo de lo paranormal en España, que se queda sin
una "imagen" de marca que era conocida, respetada y
de éxito asegurado. No es raro que el mismo fin de
semana en que se conocía su fallecimiento (el 27 de
marzo), las listas de correo electrónico y los progra-
mas de radio se convirtieran en coro de plañideras
cantando las virtudes del maestro. ¿Quién se coloca-
rá como heredero?
el escéptico
9
La pregunta era obligada: ¿Es que ahora hacen algo
útil los astrólogos? Esto sí que sería un notición y una
novedad. Pero no: como se puede leer en el amplio
reportaje del interior, de lo que se habla es de astró-
nomos, de científicos que buscan planetas en torno a
otras estrellas. Un artículo muy recomendable escrito
por Mónica Salomone, periodista científica que no es
nada sospechosa de confundir estas churras con aque-
llas merinas. Todo lo contrario. Lo que sucede es que
la portada la montan otras personas. Y esas personas
toman "astrología" como "astronomía" sin problema
alguno.
Les da igual. Y eso es lo llamativo, lo preocupante.
¿Es lo mismo el culo que las témporas? Aquí todo
vale. O eso parece. Como astrónomo, este redactor se
ha encontrado confusiones similares cientos de veces.
Y, a menudo, cuando se le hacía notar el error a la
persona que había metido la pata de tal manera, rápi-
damente se escuchaba una excusa sorprendente: "es
que suenan casi igual, pero además... ¿más o menos
no es lo mismo?"
¿Lo mismo? En una sociedad como la nuestra lo terri-
ble es que pueda parecer lo mismo. Sucede con la
astrología tomada por ciencia del Cosmos. Pero tam-
bién sucede a menudo que se toma por medicina el
curanderismo, pseudomedinas de moda o cualquier
estupidez con marca de origen en la Antigua China.
Se toma por periodismo de investigación la propa-
ganda sesgada de los misterios, por historia o docu-
mental las mentiras de alguien como J. J. Benítez... y
así hasta ciento.
El lunes siguiente, 7 de marzo, aparecía una lacónica
fe de erratas en el diario, y el siguiente domingo, 16
de marzo, el Defensor del Lector de El País, Sebas-
tián Serrano, recogía la protesta, centrándose en los
directamente afectados por el caso, los astrónomos.
Para recabar informaciones sobre la trascendencia de
lo que, en opinión de los responsables del suplemen-
to era sólo una errata, imperdonable, eso sí, pero erra-
ta al fin y al cabo, Serrano se puso en contacto con
ARP-SAPC, desde donde también habíamos hecho
llegar nuestra protesta. Con ello, su artículo no sólo
recogió el error, sino también supuso una toma de
postura por parte del periódico hacia la ciencia y con-
tra la pseudociencia. Sin duda, el hecho de que
muchos lectores escépticos también escribieran car-
tas de protesta pesó a la hora de que el tema alcanza-
ra el nivel de merecer un comentario por parte del
Defensor del Lector.
Fernando Jiménez del Oso
(1941-2005)
¿A quién han asociado muchas generaciones de
españoles con "lo paranormal"? Sin duda, a Fernan-
do Jiménez del Oso, pionero en la televisión de los
setenta en la popularización de esos pretendidos
misterios sin resolver a los que dedicó gran parte de
su vida. En 1976 se comenzó a convertir en "el hom-
bre del misterio", gracias a dos de los puntales de la
televisión española de la época: Narciso Ibáñez-
Serrador y José María Íñigo. En su Más Allá (título
que más tarde tendría la revista pseudocientífica que
creó y dirigió, pasando luego a fundar Espacio y
Tiempo y Enigmas) presentó y popularizó los plati-
llos volantes, el triángulo de las Bermudas, los
moais de Pascua y muchos otros pretendidos miste-
rios. Con su voz pausada y aspecto académico (que
explotó en su segunda entrega televisiva ya a
comienzos de los ochenta, titulada La puerta del
misterio) las afirmaciones de Jiménez del Oso pare-
cían mostrar todo lo que la ciencia sabía y cómo ésta
chocaba contra unos hechos que resistían explica-
ciones convencionales. Todo muy medido, pero
cerrando de hecho la posibilidad de que los fenóme-
nos descritos pudieran tener otra explicación que la
que puebla el mundo de la pseudociencia: extra-
terrestres, poderes sobrenaturales, contubernios y
ocultación.
PRIMER CONTACTO
el escéptico
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Cortesía autor
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