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U
na buena calidad de vida
requiere que seamos capa-
ces de evaluar nuestro
entorno racionalmente. Cuestiones
simples como cruzar una calle,
comprar, comer o escuchar a nues-
tro médico requieren tres técnicas
básicas: pensamiento crítico, razo-
namiento basado en las pruebas y
cuestionamiento de la autoridad.
En este artículo nos centraremos
en el último de ellos: el cuestiona-
miento de la autoridad, si bien será
necesario exponer brevemente los
dos primeros, ya que son impres-
cindibles para poder llevarlo a la
práctica. Estas mismas habilidades
son, también, básicas en el trabajo
científico ya que, tanto para una
persona corriente como para un
científico, es necesario entender su
entorno. En realidad este breve
artículo es una recopilación del
material que ofrezco a estudiantes
que por primera vez estudian los
métodos de la ciencia; este comen-
tario no debe desanimar al lector
no científico ya que tanto la cien-
cia como el quehacer cotidiano tie-
nen más aspectos en común de lo
que se puede suponer.
A aquellos de ustedes acostumbra-
dos a tratar temas de ciencia y
escepticismo posiblemente les
parezca que lo aquí expuesto es
bastante obvio, pero quizá pueda
serles útil a la hora de relacionarse
con estudiantes, amigos, colegas o
un público más amplio.
PENSAMIENTO CRÍTICO
El pensamiento crítico requiere, a
su vez, ocho habilidades. Estas
habilidades suponen entender el
problema claramente, considerar
todos los posibles puntos de vista
del mismo, dejar a un lado los sen-
timientos y estar dispuesto a ser
flexible cuando las soluciones son
imperfectas. Las habilidades con
las que se debería abordar cual-
quier cuestión son las siguientes.
CRÍTICA
el escéptico
62
EL
ARGUMENTO
DE
AUTORIDAD
HABILIDADES
TÉCNICAS SENCILLAS
1. Preguntar: Se debe estar
dispuesto a hacer preguntas.
Empezar preguntando: “¿Por qué?”
2. Definir el problema.
Redefinir la cuestión de varias for-
mas distintas hasta que esté clara.
3. Examinar las pruebas.
Preguntarse qué pruebas apoyan y
cuáles rebaten la afirmación. ¿Es
creíble?
4. Analizar las suposiciones y
los prejuicios.
Hacer una lista de las pruebas en
que se basa cada parte del argumen-
to. Las suposiciones y los prejuicios
son elementos que no se justifican
mediante prueba alguna, de manera
que deberán ser eliminados de pos-
teriores consideraciones.
5. Evitar los razonamientos
basados en sentimientos y
emociones.
Identificar las influencias afectivas y
las “corazonadas” en los argumentos
y eliminarlos.
6. No simplificar en exceso.
No generalizar a partir de pocas
pruebas.
7. Tomar en consideración
otras posibles interpretaciones.
Asegurarse de que se tienen en
cuenta en la discusión otros puntos
de vista alternativos.
8. Tolerar la incertidumbre.
Estar preparados para aceptar tanto
respuestas provisionales (cuando las
pruebas no son concluyentes), como
nuevas respuestas cuando nuevos
indicios así nos lo aconsejen.
Tabla 1. Habilidades requeridas para un pensamiento crítico (Wade y
Tabris, 1990) y técnicas sencillas para llevarlas a la práctica.
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Las tres primeras habilidades pare-
cen evidentes, pero las otras resul-
tan a menudo difíciles de llevar a
la práctica
debido a la
propia natu-
raleza huma-
na. Analizar
las suposi-
ciones y los prejuicios propios
requiere una cierta capacidad de
introspección. Todos tenemos pre-
juicios basados en nuestras creen-
cias y experiencias pasadas, pero
debemos apartarlas cuando necesi-
temos entender la manera como
funciona el mundo. Esto resulta,
muy frecuentemente, difícil de
lograr porque no estamos protegi-
dos de nuestros propios prejuicios.
Una manera de identificar un pre-
juicio es hacer una lista de nues-
tros sentimientos y conocimientos
sobre un tema, a continuación usar
las pruebas: si no apoyan nuestros
sentimientos, quizá la sensación
está injustificada. Más tarde, des-
pués de examinar otros factores, se
podrá volver al problema con una
mejor comprensión de nuestras
predisposiciones emocionales. En
caso de contradicción, las sensa-
ciones deberían ser descartadas
para adoptar, en su lugar, las
opciones apoyadas por los hechos.
Las tres últimas habilidades son
particularmente complicadas.
Todos necesitamos explicaciones
y, por tanto, tendemos a sacar con-
clusiones basadas en un escaso
número de pruebas. De nuevo,
necesitaremos repasarlas para
determinar si son suficientes.
Siempre se deben buscar interpre-
taciones alternativas, incluso si las
nuestras parecen convincentes. En
ciencia, este proceso es conocido
como el "método de las múltiples
hipótesis de traba-
jo", se trata de un
método especial-
mente potente de
acercarse a la ver-
dad (Chamberlain
1897; Platt 1964; Lipps 1999).
¿Permiten las pruebas otras hipó-
tesis de trabajo? Intente abordar de
otra manera las observaciones y
los fenómenos en los que está inte-
resado.
Por último, debe soportar la incer-
tidumbre. A nadie le gustan las
dudas, ya que todos queremos (o
quizá necesitemos) saber qué había
antes de nosotros, por qué nos ocu-
rren las cosas o qué ocurre cuando
morimos. Aunque difícil, tolerar la
incertidumbre puede ser llevado a
la práctica dejando a un lado las
dudas y, por el momento, aceptar-
las como tales y seguir adelante.
RAZONAMIENTO BASA-
DO EN LAS PRUEBAS
Deberíamos usar este estilo de
razonamiento tanto en nuestra vida
cotidiana como en nuestros traba-
jos científicos para evaluar los dis-
tintos problemas y afirmaciones a
las que nos enfrentamos, incluso si
esas afirmaciones las hacemos
nosotros mismos. Todas las aseve-
raciones deberían, idealmente,
estar sujetas al análisis que se per-
fila en la Tabla 2.
el escéptico
63
A menudo se nos exige aceptar la palabra de otra persona, pero
¿cómo podemos juzgar si es realmente una autoridad en esa materia?
La ciencia y el quehacer
cotidiano tienen más
aspectos en común de
lo que se puede suponer
REGLAS DE UN RAZONAMIENTO
BASADO EN LAS PRUEBAS
¿QUÉ HACER?
1. Falsabilidad
Tener en cuenta todas las pruebas
que podrían demostrar que una afir-
mación es falsa.
2. Lógica
El argumento debe ser consistente
desde el punto de vista de la lógica.
3. Exhaustividad
Se deben usar todas las pruebas dis-
ponibles
4. Honradez
Supone evaluar las pruebas sin tener
en cuenta un posible autoengaño.
5. Replicabilidad
Las pruebas deben poder ser repro-
ducidas.
6. Suficiencia
A. La carga de la prueba recae en
quien propone la afirmación.
B. Afirmaciones extraordinarias
requieren pruebas extraordinarias.
C. El criterio de autoridad y/o los tes-
timonios son siempre inadecuados.
Tabla 2. Características del razonamiento basado en las pruebas (Left,
1990), o guía para disfrutar de una vida inteligente y del uso del método
científico (Lipps, 1999). Todas las afirmaciones, sean científicas o no,
deberían estar sujetas a estas reglas para asegurar su veracidad.
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De todos los puntos, quizá el más
crítico sea el último. Cualquier
afirmación debe ser suficiente o, en
otras palabras, los demás no tene-
mos que demostrar que es falsa
para poder cuestionarla, es quien
realiza la afirmación el que debe
sustentar la veracidad de la misma.
En segundo lugar, cuanto más
extraordinaria sea una afirmación
más extraordinarias deben ser las
pruebas en las que se sustenta. Por
ejemplo, si una persona le asegura
que existe una hierba que le puede
curar un cáncer,
antes de cerrar
algún trato y poner
en peligro su vida,
deberá exigir prue-
bas exhaustivas
sobre lo que le
están ofreciendo.
O, si una persona
afirma que hay un
extraterrestre en su garaje, no acep-
te una fotografía como prueba
¡pídale un trozo del mismo para su
posterior estudio! Por último, la
palabra de alguien nunca es sufi-
ciente para establecer la veracidad
de una afirmación. Este artículo
apunta en esa dirección: cuándo es
posible tener en cuenta las afirma-
ciones de alguien basándose en que
es una autoridad en la materia.
CUESTIONANDO
LA AUTORIDAD
Poner a prueba la autoridad de
alguien exige un especial cuidado
ya que prácticamente a diario todos
dependemos de "expertos" para
recabar información. En ciencia
ocurre otro tanto, los científi-
cos dependemos de otros
científicos para obtener ciertas
informaciones o datos sencilla-
mente porque no se puede saber
absolutamente todo sobre todo.
Los artículos científicos están lle-
nos de referencias al trabajo de
otros. De hecho, la evaluación de
esos trabajos es una parcela del
quehacer de la ciencia. Algo seme-
jante debería ocurrir en nuestra
vida corriente.
¿En quien podemos confiar? No es
una pregunta fácil de responder.
Un científico tratando con un agen-
te de seguros para vehículos puede
ser tan proclive a confiar en una
pseudoautoridad como cualquier
otro. Un político que escuche un
argumento a favor de una legisla-
ción muy concre-
ta puede ser inca-
paz de juzgar la
imparcialidad del
ponente y votar
equivocadamen-
te. Un ama de
casa puede escu-
char a una famosa
estrella promo-
cionando un artículo para el hogar
en televisión y comprarlo. Todo el
mundo es susceptible de realizar
juicios equivocados de autoridad.
A continuación expondremos
algunas líneas generales para juz-
gar el valor de las aseveraciones
de alguien en
una determinada
materia, aunque
hay que ser pre-
cavidos, ya que
cada caso es dis-
tinto, así deberemos tener a nues-
tra disposición algunos otros
métodos alternativos. El procedi-
miento habitual de explorar el
valor de la opinión de un supuesto
experto consiste en someterlo a
una serie de "preguntas sonda".
En general, todos cuestionamos la
autoridad de cualquier experto
pero, en ocasiones, embargados
por la emoción o el calor de deter-
minada situación, podemos olvi-
dar hacerlo.
Si el experto no puede superar los
criterios generales que se exponen
a continuación, no le crea.
Naturalmente, éstas no son las úni-
cas vías para juzgar la autoridad de
alguien, es necesario tener en
cuenta que siempre podemos
encontrarnos con charlatanes que
posean la habilidad suficiente
como para superar estos criterios.
Esté alerta.
1. Lo más importante, ¿usa
el experto las técnicas del pensa-
miento crítico y de razonamiento
basado en las pruebas enumeradas
en las Tablas 1 y 2? En caso de no
hacerlo, interróguelo empleando
usted mismo dichas técnicas y no
lo considere creíble hasta que le
facilite las pruebas necesarias.
2. ¿Se trata de una autori-
dad acreditada en la materia? Para
considerar a alguien un experto es
necesario que tenga suficiente
experiencia, estudios y dominio de
las técnicas básicas del campo en
cuestión. ¿Tienen títulos de alguna
universidad o escuela superior que
tenga facultad, biblioteca u otras
instalaciones que faciliten una
adecuada formación
en el tema? ¿Ha tra-
bajado en ese campo
durante algún tiempo
para alguna institu-
ción reconocida, por
tener medios y competencia en el
mismo?
3. ¿Cuáles son sus filiacio-
nes? ¿Se relaciona con alguna
organización de confianza, ya sea
universidad, museo, agencia
gubernamental u hospital que tra-
baje en el tema? Si no es así, pre-
gúntele cómo se gana la vida.
4. La organización para la
que trabaja, ¿tiene algún interés en
ese tipo de afirmaciones? Sea pre-
el escéptico
64
Tolerar la incertidum-
bre puede ser llevado a
la práctica dejando a
un lado las dudas y,
por el momento, acep-
tarlas como tales y
seguir adelante
Todo el mundo es
susceptible de realizar
juicios equivocados
de autoridad
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cavido cuando alguien intervenga
a favor de la posición o de los pro-
ductos de su propia empresa.
Busque pruebas independientes de
la veracidad de la afirmación. Esto
puede resultar complicado de lle-
var a la práctica de manera coti-
diana, aunque en el fondo sea algo
parecido a "comprar comparan-
do". Un buen "comprador compa-
rativo" no se interesa únicamente
en los precios, sino en la disponi-
bilidad de los productos o servi-
cios, en la calidad o magnitud de
los mismos, así como en las garan-
tías que incluyen. ¿Le pro-
porciona el experto toda
esa información, o le pre-
siona para que tome una
decisión sin estar prepara-
do? Tenga cuidado con
quienes no le permiten
tomarse el tiempo para
optar por una decisión razonable-
mente cuidadosa.
5. ¿Ha sido sometido el
trabajo del experto a una revisión
por terceras personas? En otras
palabras, ¿han evaluado otros
expertos el trabajo de manera que
haya una valoración positiva inde-
pendiente de la del autor? Si no la
hay, evalúelo usted mismo o bus-
que otro experto. En nuestros
acuerdos normales podemos obte-
ner esa información en Internet o,
mejor aún, acudiendo a alguna
Oficina de Información al
Consumidor.
6. ¿Es un experto reconoci-
do en el campo? En ese caso debe-
ría haber otros expertos que confí-
en en él, ¿lo citan en sus trabajos?
En caso de no hacerlo busque a
alguien que sí les merezca con-
fianza a éstos. ¿Sus conocidos han
seguido sus recomendaciones?
7. ¿Expone sus argumentos
sin recurrir excesivamente a hechos
sin base o insostenibles? ¿Presenta
suficientes pruebas para poder
evaluar sus afirmaciones? Si no lo
hace busque a otro experto que
pueda aportar pruebas que apoyen
lo dicho.
8. ¿Tiene un pasado reco-
nocido en cuanto a la racionalidad
de sus argumentos y su fundamen-
to en pruebas? Busque informa-
ción al respecto.
Incluso si se superan estas prue-
bas, esté atento a los lapsus que
puedan revelar el
verdadero grado de
conocimiento que
posee el experto.
Gente conocida y
respetable es habi-
tualmente consul-
tada sobre cuestio-
nes ajenas a su campo de conoci-
miento. Estamos saturados de tes-
timonios de actores, deportistas,
personajes de la televisión y multi-
tud de otros que no poseen ningún
conocimiento en particular que los
convierta en una autoridad en la
materia a la que se están refirien-
do. Deberíamos someter a estas
personas al mismo tipo de pruebas
que un experto desconocido para
determinar en qué grado podemos
confiar en sus palabras. ¿Tiene
alguna credibilidad un Premio
Nóbel de Física que se pronuncie
sobre evolución? Parece improba-
ble, ya que las pruebas e hipótesis
sobre evolución no suelen encon-
trarse en la literatura y conoci-
miento básicos de física.
Sospeche. Ponga en cuestión la
autoridad. Use el pensamiento crí-
tico y el razonamiento basado en
las pruebas.
Diariamente tratamos con pseudo-
autoridades que nos dan un argu-
mento tras otro para vendernos
algo. Pregunte a su agente de segu-
ros, a su fontanero, a su médico, o
a cualquiera de quien dependa
para obtener servicios o productos
esenciales. Un buen juicio sobre la
autoridad de alguien puede aho-
rrarle dinero y, quizá, pueda evi-
tarle algunos pesares.
De esta manera, el pensamiento
crítico, el razonamiento basado en
las pruebas y el juicio de la autori-
dad son básicos para una vida inte-
ligente, feliz, buena y plena. ¿No
merece la pena tenerlos en consi-
deración en nuestro día a día?
Jere H. Lipps
REFERENCIAS
- Chamberlain, TC (1897). "The
method of multiple working
hypotheses". Journal of Geo-
logy
6: 837-848
- Lett, J. (1990). "A field guide to
critical thinking". Skeptical
Inquirer
14(2) Invierno: 153-160.
- Lipps, J. H. (1999). "This is
science?" In Scorchmoor, J and
Springer D.A., (Eds.). Evolution:
Investigating the Evidence.
Paleontology Society Special
Publication 9: 3-16.
- Wade, C. y Tavris, C. (1990).
"Thinking creatively and criti-
cally". Skeptical Inquirer 14(4).
Verano: 372-377.
EL ARGUMENTO DE AUTORIDAD
el escéptico
65
¿Tiene alguna
credibilidad un
Premio Nóbel de
Física que se
pronuncie sobre
evolución?
Traducción de Jesús
Martínez Villaro, con autori-
zación, del artículo original
"Judging Authority", publi-
cado en inglés en la revista
Skeptical Inquirer 28 (1)
January / February 2004:
35-37.