otras teorías, más amplia o más
simple.
Además de las teorías, tenemos
leyes y modelos. Las leyes son
sólo expresiones del conocimiento
experimental. Sucesos que se
cumplen en ciertas condiciones de
forma regular. Basta con recordar
la ley de Ohm como ejemplo prác-
tico. Esta ley sólo se cumple para
metales y dentro de ciertas condi-
ciones físicas. Respecto del méto-
do científico faltan las hipótesis y
la deducción se obtiene como
regularidad a partir de los experi-
mentos (dirección contraria).
Algunas leyes, con el tiempo, sir-
ven para generar hipótesis que son
capaces de resistir todo el proceso
científico. En estos casos las leyes
pasan, por si mismas, a ser teorías.
Los científicos llaman modelos a
dos cosas distintas. Los modelos
en sentido estricto son explicacio-
nes conceptuales de las observa-
ciones que sirven para comprender
procesos físicos. Se utilizan cuan-
do se carece de los métodos mate-
máticos necesarios para realizar
deducciones de forma lógico-
matemática y, por tanto, cuando se
es incapaz de predecir. Sin embar-
go, estos modelos sí que se ajustan
a las observaciones que se tienen
de la naturaleza y por tanto son
muy buenos métodos para adquirir
conocimiento. En estos casos lo
que falla es el elemento deductivo-
predictivo del método.
También se aplica la denomina-
ción de modelos a aquellas afir-
maciones que permiten ser ejecu-
tadas como si del método científi-
co se tratase pero en el que, en
lugar de experimentos sólo se dis-
pone de observaciones. En esta
situación, llamarlo teoría es real-
mente arriesgado por los motivos
que ya he expuesto anteriormente.
Con el tiempo, nuevos aparatos
matemáticos o tecnológicos per-
miten solventar las dificultades
que tenían los modelos para ser
teorías y pasan a serlo tras sufrir
todo el proceso conceptual que
debe seguir una teoría.
Tanto las leyes como los modelos
son elementos necesarios en el
desarrollo de la ciencia. No son
conocimientos ciertos en sentido
estricto, pero un modelo que expli-
ca de forma suficientemente gene-
ral las observaciones -cuando éstas
son muy numerosas- lo convierte
en el conocimiento más próximo
al científico de los que se puede
disponer. Las leyes son tecnológi-
camente muy útiles, aunque sólo la
expresión del conocimiento pura-
mente empírico permite que la téc-
nica continúe avanzando.
Hasta ahora no he hablado de nin-
guno de los corpus del conoci-
miento y creo que ya va siendo
hora. El método científico se ajus-
ta muy bien a conocimientos como
la física o la química; se ajusta
peor a la biología, la psicología o
la filología; muy mal a la historia o
a la filosofía; y no se ajusta -o lo
hace pésimamente- a la literatura o
la música. Hablando de los corpus
del conocimiento se hacen genera-
lizaciones que incurren en agra-
vios. Éstos son calificaciones
basadas en la proporción de afir-
maciones de cada uno de los cor-
pus que pueden ser consideradas
como científicas y no al carácter
del campo en concreto.
Todos estos conocimientos son
perfectamente válidos para el
avance de la humanidad y sólo
unos pocos son científicos.
Entonces ¿para qué sirve el méto-
do científico? El método científico
sirve para delimitar qué afirmacio-
nes permiten realizar predicciones
seguras y cuáles son más o menos
dependientes de la situación, la
opinión, las culturas, las tenden-
cias estéticas, etcétera.
Eloy Anguiano Rey
el escéptico
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LA CIENCIA (UNA VISIÓN PERSONAL)
Pedro Mirabet