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el escéptico
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E
ste es el relato "ideal" de lo
que el psiquiatra Raymond A.
Moody bautizó como expe-
riencias cercanas a la muerte
(ECM)
1
. Tomado de su popular libro
Vida después de la vida (1976)
2
, en
este relato aparecen, según él, los
elementos más recurrentes que se
describen en este tipo de experien-
cias, como son: sensaciones de paz y
quietud; viajes a través de un túnel;
experiencias fuera del cuerpo físico;
encuentros con seres queridos que ya
han fallecido; o la revisión panorá-
mica de la vida propia. En este libro,
Moody, recopila y analiza testimo-
nios como éste, narrados a posteriori
(a veces incluso años después de la
experiencia) por individuos que bien
por accidente, o bien como conse-
cuencia de alguna enfermedad, han
estado cerca de la muerte, o incluso
fueron resucitados después de ser
declarados clínicamente muertos.
¿Por qué se producen las ECM?
¿Tienen algún significado? El autor
expone varias de las teorías, natura-
les y sobrenaturales, que tratan de
explicar estas experiencias y, aunque
no se decanta por ninguna de ellas,
deja el "misterio" encima de la mesa
y termina el libro diciendo: "Si las
experiencias del tipo que he discuti-
do son reales, entonces tienen pro-
fundas implicaciones en lo que cada
uno de nosotros hacemos en nuestras
vidas. En ese caso sería cierto que no
podemos comprender plenamente
esta vida hasta que sepamos algo de
lo que hay más allá". Desde entonces
ha habido muchas investigaciones y
se ha escrito mucho acerca de las
experiencias cercanas a la muerte
3
,
que inevitablemente se han contagia-
U
n hombre está muriendo, y oye que su doctor le declara muerto. Comienza a escuchar un
zumbido desagradable y al mismo tiempo siente que se mueve por un túnel largo y oscuro.
A continuación se encuentra fuera de su cuerpo físico, viendo su propio cuerpo desde fuera
y observando, como un espectador, al médico que intenta resucitarlo. Al rato se sosiega y empie-
za a acostumbrarse a su extraña condición (...). Otros vienen a recibirlo y ayudarlo. Ve los espíri-
tus de parientes que ya habían muerto, y aparece ante él un espíritu amoroso y cordial, un ser lumi-
noso. Este ser le pide que evalúe su vida. En determinado momento se encuentra aproximándose
a una especie de barrera o frontera, y descubre que debe regresar a la Tierra. El momento de su
muerte no ha llegado todavía. Está inundado de intensos sentimientos de alegría, amor y paz.
Finalmente, se reúne con su cuerpo físico y vive (...).
EXPERIENCIAS
"NO TAN"
CERCANAS A LA MUERTE
Alberto del Arco y Gregorio Segovia (Depto. de Fisiología, Facultad de Medicina,
Universidad Complutense de Madrid); Alberto Porras-Chavarino (Unidad Médica,
Pfizer, Madrid) y Rodrigo Martínez (Hospital Nacional de Parapléjicos, Unidad de
Neurología Experimental, Toledo)*
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el escéptico
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do del misterio que, ya de por sí,
rodea al fenómeno de la muerte.
Las ECM describen una realidad,
diferente de la que podemos consta-
tar y contrastar, que sugiere que la
muerte biológica no es el final de
nuestra existencia y, por tanto, ali-
mentan diferentes tipos de creencias
sobrenaturales acerca del significado
de la vida en la Tierra o la existencia
de Dios. De hecho, muchos conside-
ran que las experiencias cercanas a la
muerte son un argumento en favor de
la existencia de un ente espiritual
(llámese alma) que sobrevive des-
pués de la muerte y que es capaz de
separarse del cuerpo físico y tener
conciencia de esa otra realidad en la
que nos veremos inmersos, a buen
seguro, después de morir
4
. De esta
manera, la muerte se convierte en un
puro tránsito, un nacimiento a otra
vida más espiritual. A modo de ejem-
plo, podemos citar el libro de la psi-
quiatra Elisabeth Kübbler-Ross titu-
lado La muerte: un amanecer
5
,
donde describe el tránsito entre la
vida y la muerte como un nacimien-
to a otra existencia. O también el
libro del cardiólogo Michael Sabom
titulado Light and Death, donde
interpreta, a la luz de la Biblia, las
ECM como una experiencia espiri-
tual que ocurre durante el proceso en
el que morimos
6
.
A nuestro juicio, y aparte de factores
psicológicos que puedan condicionar
las narraciones de las ECM (e.g.,
creación de falsas
memorias)
3,4
, el
misterio de las mis-
mas y su relación
con el mundo de lo
espiritual viene
dado por dos moti-
vos principales:
por un lado, porque
se considera que
son una característica específica del
proceso de morir, ya que aparente-
mente sólo ocurren en la cercanía de
la muerte, o incluso después de la
misma; y por otro, debido al conteni-
do de estas experiencias, interpreta-
das como la existencia de un ente
espiritual capaz de visionar una rea-
lidad "más allá" de la muerte.
Sin embargo, hoy en día, poseemos
suficientes datos acerca del funcio-
namiento del cerebro para desmitifi-
car el significado sobrenatural de
estas, y otras
7
, experiencias. Estos
datos indican que
las experiencias
cercanas a la muer-
te son una conse-
cuencia de cómo
está organizado
nuestro cerebro y
de su funciona-
miento en determi-
nadas condiciones.
Pero empecemos
por el principio.
¿Estuvieron real-
mente muertos los
sujetos que describen una ECM? ¿Es
posible tener algún tipo de experien-
cia (percepción o recuerdo) después
de muerto?
LA MUERTE SE DEFINE
COMO MUERTE CEREBRAL
Durante muchos años ha habido un
intenso debate acerca de cómo defi-
nir la muerte para fijar unos criterios
concretos que permitan concluir, sin
error posible, que un individuo está
realmente muerto
8
.
Actualmente se defi-
ne como muerte el
cese permanente o
irreversible de las
funciones críticas
del organismo
como un todo, lo
que incluye el con-
trol cerebral de la respiración y la cir-
culación, la regulación neuroendo-
crina y homeostática, y la conciencia
(lo que requiere la actividad tanto de
la corteza cerebral como de áreas
subcorticales).
En definitiva, la muerte es igual a la
muerte cerebral. Todo esto nos lleva
a dos conclusiones fundamentales:
1.- La muerte es un proceso irrever-
sible y, por tanto, nadie puede haber
muerto realmente y regresar a la
vida. ¿Cómo es esto compatible con
los testimonios de
muerte clínica y
resurrección? Es
posible que en la
mayoría de los
casos se trate de
un mal diagnósti-
co de muerte. Los
pacientes que des-
criben una expe-
riencia cercana a la
muerte podrían
haber estado en
una condición de
"muerte aparente"
o, de forma más estricta, de "vida
mínima", en la que el proceso de
muerte todavía no habría comenza-
do
9
. Estos casos de "muerte aparen-
te" se dan en pacientes que, por
ejemplo, sufren paradas cardiorres-
piratorias durante unos minutos.
También pueden ser casos de pacien-
tes en estado vegetativo, donde no
hay muerte cerebral, en los que se
mantienen funciones autónomas (i.e.
respiración, circulación), y el meta-
bolismo cerebral se reduce hasta
el 50%
8
.
2.- La muerte cerebral implica por
definición el cese de las funciones
cerebrales, lo que significa que no es
posible ni la percepción de ningún
estímulo externo o interno, ni la con-
ciencia de uno mismo, ni tampoco,
por supuesto, la consolidación de
memorias de ninguna experien-
cia
4,9,10
. Esto último es muy importan-
te, ya que incluso en una situación de
Muchos consideran
que las experiencias
cercanas a la muerte
son un argumento en
favor de la existencia
de un ente espiritual
(llámese alma) que
sobrevive después de
la muerte.
Poseemos suficientes
datos sobre el cerebro
para desmitificar el signi-
ficado sobrenatural de
las experiencias cerca-
nas a la muerte, ya que
éstos indican que las
mismas son una
consecuencia de cómo
está organizado nuestro
cerebro y de su
funcionamiento en
ciertas condiciones.
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el escéptico
69
Experiencias “no tan” cercanas a la muerte
de "muerte aparente", si el daño cere-
bral asociado a ella es muy extremo,
el funcionamiento de áreas del cere-
bro relacionadas con la memoria,
como el hipocampo (y la amígdala),
estarían seriamente comprometidas,
por lo que sería imposible el recuer-
do de cualquier experiencia
10
.
En resumen, podemos afirmar que,
si un sujeto ha experimentado deter-
minadas percepciones o sentimien-
tos, y es capaz de recordarlos, signi-
fica que su cerebro estaba aún activo
(aunque su actividad pudiera estar
alterada) y, por tanto, no había muer-
te cerebral. Dicho de otro modo, las
experiencias que describen estos
individuos no se corresponden con el
"otro lado".
EXPERIENCIAS CERCANAS A
LA MUERTE Y ALTERACIO-
NES EN LA FUNCIÓN CERE-
BRAL
Las experiencias cercanas a la muer-
te no se perciben como meras aluci-
naciones o sueños, sino que se viven
como reales, teniendo, en algunos
casos, un efecto muy profundo sobre
las vidas de las personas que las
experimentan
3,4.
La pregunta es: ¿podemos percibir
como real, en determinadas circuns-
tancias, algo que
no lo es? La res-
puesta es sí. La
percepción con-
siste en procesos
neurofisiológicos
por los que toma-
mos conciencia
del mundo que
nos rodea
11
. Bre-
vemente, estos
procesos incluyen
desde la recogida
de información por los órganos de
los sentidos, según las distintas
modalidades sensoriales (oído, vista,
olfato, gusto, tacto), hasta el procesa-
miento complejo de dicha informa-
ción sensorial en áreas de la corteza
cerebral que se denominan asociati-
vas y que reciben, además, informa-
ción de tipo motor y afectivo. Estas
áreas asociativas son precisamente
las que se encargan de interpretar la
realidad como un todo global y con-
tinuo en el tiempo. Si se produce una
alteración en la
actividad de estas
áreas, un sujeto
puede percibir una
"realidad ficticia",
fuera de contexto
espacial y/o tem-
poral.
Esto es lo que nos
demuestran los
numerosos casos
clínicos en los que
una disfunción de estas áreas cere-
brales, causada por algún tipo de
lesión en el cerebro (una hemorragia
cerebral, un tumor, una crisis epilép-
tica), altera el modo en el que el cere-
bro interpreta y construye la realidad
del mundo que nos rodea y de nos-
otros mismos. Algunos ejemplos de
estos casos clínicos han sido descri-
tos en libros de divulgación como los
escritos por los neurólogos Oliver
Sacks
12
o Vilayanur S. Ramachan-
dran
13
.
Entre ellos cabe destacar la sorpren-
dente historia de "El hombre que se
cayó de la cama", donde se relata el
caso de un paciente que no reconoce
su propia pierna como suya y, en su
afán de empujarla fuera de la cama,
termina él mismo continuamente en
el suelo. O los casos de pacientes que
sufren epilepsia en el lóbulo tempo-
ral. Estos sujetos pueden sentirse
fuera del cuerpo físico, tener la sen-
sación de conocer lugares en donde
nunca han estado (déjà vu) o tener
experiencias místicas.
Pero lo más interesante es que este
Las experiencias cerca-
nas a la muerte no ocu-
rren sólo en circunstan-
cias límite, cuando se
está cerca de perder la
vida y, por tanto, no son
una característica espe-
cífica de la muerte
como proceso.
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el escéptico
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tipo de alteraciones no sólo se dan en
circunstancias patológicas sino que
pueden ocurrir también tras la admi-
nistración de determinadas drogas o,
incluso, pueden ser provocadas a
voluntad (por ejemplo, mediante
meditación). De hecho, diferentes
estímulos, entre los que se encuen-
tran la hipoxia cerebral o la migraña,
o la administración de drogas como
la ketamina, el LSD, el cannabis o la
mescalina, son capaces de inducir
muchos de los elementos de las
ECM, desde la sensación de estar
fuera del cuerpo hasta la visión del
túnel
4,10
. Esto nos lleva a una impor-
tante conclusión: las experiencias
cercanas a la muerte no ocurren sólo
en circunstancias límite, cuando se
está cerca de perder la vida y, por
tanto, no son una característica espe-
cífica de la muerte como proceso.
En situaciones reales de cercanía a la
muerte, como las paradas cardiorres-
piratorias, y desde el punto de vista
neurofisiológico, uno de los meca-
nismos desencadenantes de las expe-
riencias cercanas a
la muerte podría
ser la reducción del
aporte de oxigeno
(hipoxia) al cere-
bro
3,10
. Junto a la
hipoxia, cambios
en las concentra-
ciones de neuro-
transmisores y
mensajeros quími-
cos (también alte-
rados por las dro-
gas mencionadas anteriormente),
como las endorfinas, podrían provo-
car una alteración en la función cere-
bral.
Como ha sugerido la doctora Susan
Blackmore, es probable que no todos
los elementos descritos en las expe-
riencias cercanas a la muerte tengan
la misma causa orgánica y que dis-
tintos elementos correspondan con
diferentes alteraciones en la activi-
dad de áreas cere-
brales específicas,
implicadas en la
percepción de la
realidad
4
. Por ejem-
plo, cambios en la
actividad de la
corteza temporal
podrían producir
la sensación de
estar flotando fuera
del cuerpo; la acti-
vación de los cir-
cuitos que forman el hipocampo se
relacionaría con la recuperación de
memorias autobiográficas; y la sen-
sación de túnel y la luz brillante se
explicarían por la hiperactividad de
las neuronas de la corteza visual.
En apoyo de esta idea están los estu-
dios de estimulación cerebral realiza-
Si una noche, en la
oscuridad más absoluta,
oímos el sonido de cas-
cos de un animal que
corre golpeando el asfal-
to, cabe la posibilidad
de que sea un unicornio
u otro animal mítico...,
pero lo más probable, lo
más seguro, ¡es que sea
un caballo!
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el escéptico
71
dos por el doctor Michael A. Persin-
ger mostrando que los elementos
principales de las ECM pueden ser
inducidos y reproducidos en indivi-
duos normales y sanos por medio de
la aplicación de estimulación magné-
tica sobre la corteza cerebral
10
.
Es cierto que las experiencias que se
obtienen mediante estimulación
cerebral no son idénticas a las ECM,
pero hay que tener en cuenta que las
primeras se dan en situaciones neu-
tras de laboratorio y mediante un
estímulo controlado, mientras que
las ECM ocurren normalmente en
contextos traumáticos y mediante
estímulos más difusos.
DE POSIBILIDADES Y PROBA-
BILIDADES
En un programa de televisión, refi-
riéndose a la multitud de pruebas que
avalan la teoría de la evolución,
Richard Dawkins dijo algo así como
que, si una noche, en la oscuridad
más absoluta, oímos el sonido de
cascos de un animal que corre golpe-
ando el asfalto, cabe la posibilidad de
que sea un unicornio u otro animal
mítico..., pero lo más probable, lo
más seguro, ¡es que sea un caballo!
Teniendo en cuenta todo lo mencio-
nado acerca de cómo funciona el
cerebro, y parafraseando a Dawkins,
cabe la posibilidad de que las ECM
indiquen la existencia de un alma o
cualquier otra entidad espiritual
capaz de visionar una realidad "más
allá" de la muerte..., pero lo más pro-
bable, lo más seguro, ¡es que reflejen
alteraciones en la actividad de nues-
tro cerebro!
Nota:
* Para saber más sobre pseudoneurocien-
cias, ver
www.piramidescerebro.blogspot.com.
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Experiencias “no tan” cercanas a la muerte