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el escéptico
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Mundo Escéptico
¿ES INOCUA LA RELIGIÓN? (I)
Sergio López Borgoñoz
Activismo escéptico y activismo ateo
¿Deben los ateos ser “tibios” frente a las opiniones de los
creyentes? ¿Son inocuas las creencias? ¿Se debe permitir
su libre difusión? ¿Son realmente la ciencia y la religión
dos magisterios separados? ¿Pueden las ideas religiosas
hacer retroceder el conocimiento humano y sumirnos en
un oscurantismo medieval? ¿Pueden causar daños al in-
dividuo? ¿Y a la sociedad en general?
En pocas palabras ¿deben las creencias religiosas ser
combatidas, o deben ser respetadas?
Veamos cuáles son los argumentos que podrían tenerse
en cuenta a la hora de tomar una posición y las posibles
respuestas a las preguntas formuladas al principio:
¿Pueden las ideas religiosas causar
daño al individuo?
No estamos ahora hablando aquí de daño físico, aunque
durante muchísimo tiempo a lo largo de la historia sí hu-
biéramos podido hacerlo. Estamos hablando de daños
psicológicos. La religión implica, en la gran mayoría
de los casos, la creencia en sucesos milagrosos y seres
sobrenaturales. Como destaca un artículo de la revista
italiana Scienza & Paranormale en su número 65, “la
gente quiere milagros. En los albores del tercer milenio,
al igual que hace muchos siglos, la gente todavía quiere
milagros”. En este artículo, el autor, Luigi Garlaschelli,
enumera y desmonta algunos de los más populares en los
que ha intervenido personalmente (madonnas lloronas,
la sangre licuada de S. Jenaro, etc.).
Es probable que muchas personas precisen una creen-
cia en “algo más allá del entendimiento humano” que
les redima de su responsabilidad individual. Es probable
también que estas personas utilicen la religión como ins-
trumento para liberarse y satisfacer esta necesidad. Sigue
siendo probable también (a la vez que lamentable) que
abandonar unas creencias, pongamos religiosas, por no
poder sostenerlas contra la evidencia, en realidad no sig-
nifique liberarse de esa necesidad, sino que simplemente
se sustituye el instrumento (la creencia) por otra: léase
extraterrestres, intraterrestres, entes cósmicos, tarot, as-
trología, energías misteriosas, etc. En realidad, cualquier
creencia que implique un sometimiento a fuerzas esen-
cialmente desconocidas e incognoscibles está vinculada
con esa necesidad.
La creencia en un juicio
final que desembocará en
una eternidad de premio
o castigo por lo acaeci-
do en un breve lapso de
tiempo (nuestro período
vital), o la creencia en un
ser omnisciente que per-
mite las injusticias y el
sufrimiento aún pudien-
do evitarlo (los designios
del señor son inescruta-
bles) condiciona nuestro
modo de ver el mundo;
permite resignarse y no luchar por mejorar nuestro entor-
no (los pecadores serán castigados en su momento, y los
que sufren serán recompensados eternamente. Las cosas
son así porque así han sido establecidas, y es arrogante
y pretencioso considerar que somos mejores que el ser
supremo si pensamos que el mundo debe mejorar.)
¿Puede la religión, como institución,
representar una amenaza social?
La religión intenta transmitir sus valores y creencias al
resto de la sociedad. El proselitismo, la evangelización,
la captación de nuevos adeptos y acólitos o la mera di-
fusión de las doctrinas propias suele ser una actividad
loable en cualquier creencia religiosa, y es habitual la
búsqueda de nuevos integrantes de base. Los fines pue-
den ser diversos: mero compañerismo y voluntad de ex-
tender la “salvación de las almas”, o, más prosaicamente,
mera captación de recursos económicos.
Por tanto no deben sorprendernos noticias como la que
aparece en la revista Phactum, The Newsletter of the Phi-
ladelphia Association for Critical Thinking en su nº 11
vol. 12, que señala la “locura creacionista en Polonia”
donde “el ministro de educación, Miroslaw Orzechows-
ki, rechazó la teoría de la evolución y que el hombre des-
cendiera del mono”. No obstante, parece que de momen-
to va a permitir que se continúe enseñando la evolución
en las escuelas públicas polacas.
La misma revista incluye otro artículo que denuncia que
“mediante la enseñanza del Diseño Inteligente, y la cre-
ciente creencia en la literalidad de la Biblia, esta nación
(EE.UU.) está desfavoreciendo la innovación tecnológi-
(Archivo)
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Mundo Escéptico
ca y la competitividad frente a otros países desarrolla-
dos”. La revista Pro facto, de Oregon (EE.UU.) también
denuncia que los evangélicos de Kenya pretenden que no
se reabra el museo que muestra los primeros homínidos,
alegando que “si los museos pretenden decir que el hom-
bre evolucionó a partir de los monos, están cometiendo
una gran falta teológica contra los cristianos, dado que
fue dios quien nos creó”. La revista Indian Skeptic men-
ciona sobre este tema en su vol. 19 nº 3, la celebración de
un simposio bajo el título “La necesidad del ateismo. En
defensa de la racionalidad”.
Parece claro que la religión se inmiscuye en la sociedad
y pretende acomodarla a su visión del mundo. Lo cual
implica que quienes no compartimos esa visión debamos
defendernos de ella; democrática y pacíficamente, por
supuesto, pero combatirla con todas nuestras posibilida-
des.
Por otra parte, las iglesias, las órdenes religiosas, las sec-
tas, son organizaciones en general muy jerarquizadas y
están gestionadas por personas, aunque el mandamás, el
jefe supremo, pueda ser inmaterial.
Los recursos de estas insti-
tuciones proceden en mu-
chos casos de los diferentes
estados y de contribuciones
personales, y es usual que
dispongan de un rico pa-
trimonio en forma de sun-
tuosos edificios o templos,
joyas, y obras de arte de mu-
cho valor, todo ello donado,
expropiado, o construido a
lo largo de mucho tiempo.
Como las personas que es-
tán al cargo de estas institu-
ciones no están exentas de
las miserias y vicios huma-
nos, como la codicia o envidia, son numerosos los casos
de corrupción denunciados en su seno. Además, muchas
de estas personas han emitido votos que condicionan sus
actitudes o su vida sexual, lo que debe acarrear (¡seguro
que acarrea!) claros desórdenes psicológicos.
Por último, pero no por ello menos importante: los va-
lores éticos, las normas sociales y familiares que pro-
pugnan y que pueblan los escritos y enseñanzas de mu-
chas (o todas) las religiones están basados en sociedades
antiguas, e incluyen multitud de referencias, actitudes y
conocimientos propios de la época en la que fueron es-
critos, en las que no existían los derechos de las mujeres,
ni los derechos humanos, ni el respeto a la diversidad...
En estos textos (textos “sagrados” que representan algún
tipo de verdad incuestionable) es frecuente encontrar pa-
sajes ensalzando actitudes claramente machistas, racistas
o socialmente reprobables actualmente.
Las enseñanzas religiosas de ahora están, por tanto, car-
gadas de prejuicios que contaminan la vida de los practi-
cantes religiosos. A pesar de que, muchas veces, la prác-
tica de la religión está “modernizada” para no parecer
una reliquia de la antigüedad y para no exigir demasiado
a sus fieles, las principales normas religiosas siguen be-
biendo de esas fuentes. Y lo vemos en las hojas parro-
quiales, en los sermones del domingo, en los textos ce-
lebratorios de bodas o funerales. Por tanto, ante la duda,
muchos practicantes van a confiar más y de forma más
automática, más cómoda, en dichas normas, que en las
reglas modernas de una sociedad libre y evolucionada.
Realmente bajo estos puntos de vista, parece que la “con-
taminación” social ejercida por las religiones es perni-
ciosa...
(continuará)
Publicación del Comitato Italiano per il Controllo delle Afferma-
zioni sul Paranormale
(CICAP). (Archivo)
Indian CSICOP publica Indian
Skeptic.
(Archivo)