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el escéptico

que mil palabras. Sólo falta esperar a los próximos
debates televisivos en los que distintos políticos trataran
de convencernos de darles nuestro apoyo, no dudaran en
sacar gráficas para respaldar lo que dicen, es decir, que
nos van a poner en bandeja la oportunidad de practicar lo
aprendido con Normand Baillargeon.
La tercera parte esta dedicada a la psicología o mejor
dicho a nosotros mismos, que paradójicamente somos lo
que peor parece que conocemos. A través de referencias
a distintos experimentos, el autor pone de relieve
nuestros defectos que, por norma general, suelen resultar
francamente sorprendentes. En el libro se pone de relieve
la capacidad que parece que poseemos para someternos
a la autoridad, incluso para cometer actos de los que no
nos creeríamos capaces.
En definitiva un buen libro, no sólo para leer -a buen
seguro, algo aprenderemos- sino también para regalar,
ya que lo que se cuenta en el mismo es algo que todo
ciudadano debería conocer, para poder así aportar su
granito de arena a la mejora de la sociedad.
El espíritu del libro se puede resumir en una sola frase
del propio autor, que podrán encontrar en el interior del
volumen: «Recordar que todo el mundo tiene valores y
presuposiciones. Así pues, también hay que desconfiar
de los autores de Manuales de autodefensa intelectual».
Ismael Pérez Fernández
Portada (Archivo)
EL ESPEJISMO DE DIOS
Richard Dawkins
Titulo Original:
The God delusion
Traducción: Regina Hernández
Editorial Espasa Calpe. Barcelona, 2007.
452 pág.
Evangelización atea
Todas las religiones tienen la extraña costumbre de
convencer a los no creyentes de que son los poseedores
de la única verdad. En el caso de que uno sea ateo ¿Qué
tiene que hacer? ¿Respetar las creencias religiosas
aunque no las compartan? ¿O hacer como el enemigo
y hacerles ver lo equivocados que están? El biólogo
Richard Dawkins escoge la segunda opción y a través de
este libro se propone explicar, de una manera clara, que
«es casi seguro que no hay Dios».
La existencia de Dios debería tratarse como cualquier
otra hipótesis científica, y eso es lo que hace el autor en
el capítulo 2. De momento no se ha encontrado ninguna
confirmación experimental, y eso que en Estados Unidos
se han gastado fuertes sumas de dinero para realizar
experimentos sobre «el poder de la oración».
Los que piensen que filósofos y teólogos han dado buenas
razones para creer en Dios probablemente cambien
de opinión tras leer el capítulo 3. Las famosas «cinco
vías de Santo Tomás» no resisten un análisis profundo.
La Biblia —y otros libros religiosos— está llena de
contradicciones y parece poco probable que tenga una
inspiración divina. Otros argumentos —como el de la
experiencia personal— son aún más endebles.
Lo cierto es que, al contrario de lo que opinan muchas
personas de fe religiosa, el diseño del universo no nos
conduce a la existencia de un diseñador. En el capítulo
4 vemos que los seres vivos están llenos de remiendos
e imperfecciones. La teoría de la evolución explica la
causa de tanta ineficiencia; en caso contrario deberíamos
pensar que el creador es un chapucero.
Pero si esto es así ¿por qué en todas las culturas aparece
la religión? El capítulo 5 explica el concepto estrella de
Dawkins: el meme, la unidad mínima de transmisión
de la herencia cultural. Las ideas religiosas son buenas
para propagarse y mantenerse, así que no es extraño que
tengan una larga vida y aparezcan por doquier.
¿Nos hace falta la religión para ser buenos? El capítulo
6 afirma que no, que nuestra moralidad ha evolucionado
junto con nosotros, y sólo hay que ver como se comportan
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nuestros primos los chimpancés para darse cuenta de
que no hace falta religión para tener comportamientos
nobles y altruistas. No sólo eso, en el capítulo 7 el autor
va más allá al poner de manifiesto como la moralidad de
los grandes libros sagrados como La Biblia o El Corán
ha quedado obsoleta y lo difícil que es conciliar sus
brutalidades con el pensamiento moderno.
La religión no sólo no nos hace falta para ser buenas per-
sonas, sino que además nos empeora. Citando a Steven
Weinberg: «Con o sin religión siempre habrá buena gen-
te haciendo cosas buenas y mala gente haciendo cosas
malas. Pero para que la buena gente haga cosas malas
hace falta la religión».
Ya Dawkins había rodado un documental titulado La raíz
de todo mal que puede verse (junto con otros también
interesantes) en Google Video. La intolerancia, las gue-
rras de religiones, la inquisición, el terrorismo islámico...
¿hace falta decir más?
Si usted ha nacido en España, lo más probable es que sea
católico. No es una cuestión de elección, sino de adoctri-
namiento. Quizás exageradamente el autor considera que
este lavado de cerebro es peor que los abusos infantiles,
pero tiene su parte de razón ¿Por qué extirpamos de los
niños esa capacidad de elección?
Hasta aquí los argumentos del autor. Como ateo recalci-
trante estoy, en general, más de acuerdo que en desacuer-
do, pero tengo mis objeciones.
Lo primero que llama la atención es que Dawkins diga
que «es casi seguro que no hay Dios». ¿Por qué este casi?
Porque la ciencia nunca nos permitirá dar una respuesta
a esta pregunta, lo mismo que a otras como «¿por qué el
ser y no la nada?». Podemos poner a prueba hipótesis del
tipo «Dios se comunica con algunas personas» o «Dios
se preocupa por el ser humano», pero nunca podremos
falsar la hipótesis «Dios existe». Tiene razón al afirmar
que entre un teísta que relegue a Dios al simple acto de
crear el Universo y luego irse, y un ateo no hay una dife-
rencia sustancial. Pero la cuestión sigue abierta.
El ataque está más orientado a la religión organizada
que a la metafísica, y ahí, hay que reconocerlo, da de
lleno. Hay que tener en cuenta que en los Estados Uni-
dos las organizaciones religiosas tienen mucho poder;
tanto que el debate sobre el diseño inteligente —una
artera estrategia para introducir el creacionismo en las
escuelas— está más vivo que nunca. Para captar hasta
que punto es importante la religión en ese país sólo hay
que ver las series de televisión que nos llegan. En todas
ellas la gente va los domingos a la iglesia. Hemos vis-
to un presidente demócrata con el Nobel de economía
El ala oeste de la casa blanca—, un presidente negro
24— y una presidenta —Señora presidenta—. Pero es
inimaginable un presidente ateo. El propio autor da los
datos de la siguiente encuesta sobre si darían su voto a
una persona cualificada para un cargo público que fuera
mujer (95%), católico (94%), judío (92%), negro (92%),
mormón (79%), homosexual (79%) o ateo (49%).
Soy ateo pero nunca he querido evangelizar. Creo que
todo el mundo tiene perfecto derecho a estar equivocado.
Siempre he comulgado con la postura que tenía el gran
biólogo y divulgador Stephen Jay Gould de los ministe-
rios separados, que viene a decir que al César lo que es
del César y a Dios lo que es de Dios. Que la ciencia se
ocupe de las leyes de la naturaleza y la religión de temas
morales. Dawkins preferiría que la religión ni existiera.
El problema es que la religión no se limita a marcar las
reglas que tienen que seguir sus fieles. Opina como de-
ben comportarse los demás —como en la polémica sobre
el matrimonio homosexual—, censura libros o películas
y decide sobre que se puede o no se puede investigar.
La religión no juega limpio en los ministerios separados.
Mientras las cosas estén así cualquier libro que aporte un
poco de racionalidad al mundo será bienvenido.
Juan Pablo Fuentes
Portada (Ed. Espasa Calpe)