el escéptico
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Hace 20 años...
LA ALTERNATIVA RACIONAL (LAR) Nº 11
Del editorial (septiembre 1988)
«
¡CONTAMOS CONTIGO!
Hace ahora tres años, veía la luz el primer número de La Alternativa Racional. Miramos hacia atrás y
vemos un camino recorrido; volvemos la vista al frente y vemos lo mucho que aún queda por hacer.
No hay que cantar victoria. A pesar de que en los últimos números LAR ha mejorado sustancialmente
tanto en calidad de contenidos como en presentación, lo cierto es que si queremos que llegue a
ser la publicación que todos deseamos, hemos de colaborar todos. ¿Cómo? Cada uno según sus
posibilidades. Necesitamos gente que escriba artículos, traduzca trabajos procedentes de otras
publicaciones, organice actos de cara al público, comunique a posibles interesados la existencia de
la revista, etc.
Nos alegraría que los trabajos fi rmados por quienes llevamos la edición de esta revista desapareciesen
de la misma o, al menos, se redujesen considerablemente. Igualmente, nos gustaría diversifi car el
origen de los artículos de procedencia extranjera. Hasta ahora, hemos publicado casi exclusivamente
trabajos de
The Skeptical Inquirer; ahora queremos, además, publicar trabajos escritos originariamente
en alemán y francés. Y en un futuro... También ha llegado el momento de salir a la calle. Alternativa
Racional a las Pseudociencias (ARP) cuenta con personas dispuestas a participar en actos públicos
hablando de muy diversos temas, y ya es hora de que la gente se entere de que existimos. Y no
nos tenemos que olvidar de la revista como medio de difusión del ideal escéptico. Cuanta mayor
difusión alcance LAR, mayor fuerza tendremos. Todos nosotros podemos colaborar en este apartado,
comunicando la existencia de la revista a posibles subscriptores y renovando puntualmente nuestras
subscripciones.
¿Por qué no pasas a la acción? Si quieres fomentar el espíritu crítico en nuestro entorno, dinos cómo
podrías colaborar en este proyecto. ¡Únete a nuestras fi las! El movimiento escéptico español necesita
de tu colaboración. Sin tu ayuda, puede que tenga los días contados o que simplemente sobreviva.
¡Anímate!, escríbenos y ponte en marcha. ¡Contamos contigo!
»
.
Resumen del contenido
El ímpetu con que Félix Ares, Luis Alfonso Gámez y
Jesús Martínez Villaro fi rman el editorial del número
11 es consecuencia de la evolución de aquella pequeña
ARIFO hacia ARP y de la que hemos ido dando cuenta en
esta sección. La asociación estaba creciendo en variedad
de contenidos y en número de socios, así que el trabajo de
llevarla adelante también se estaba incrementando tanto
en las tareas burocráticas necesarias en una asociación
legal como en los proyectos que llevaba a cabo. El más
importante, el boletín LAR, también necesitaba fi rmas
nuevas.
La alegría del editorial choca drásticamente con la
dura realidad del artículo que abre la revista, pues en él
podemos leer el obituario de dos conocidas fi guras del
escepticismo: Richard P. Feynman y Luis W. Álvarez.
Precisamente el anterior número se cerraba recomendando
el libro de Feynman «¿Está usted de broma Sr.
Feynman? Aventuras de un curioso personaje» tal y
como comentábamos en El Escéptico nº 28. Álvarez,
que era de origen hispano, tenía en común con Feynman
la nacionalidad estadounidense y el honor de haber sido
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Portada Original.(Archivo)
premiado nada menos que con el Nobel de Física (1965
y 1968 respectivamente).
La revista entra en materia con un artículo de Gustavo
Bueno, Alberto Hidalgo y Carlos Iglesias titulado
«El impacto del conocimiento crítico en los saberes
precientífi cos». El texto en concreto está sacado del libro
de fi losofía para BUP «Simploké», que suscitó cierta
polémica en algunos foros —tal y como citamos en el
número anterior— llegando el Ministerio de Educación
a no dar su permiso para la reproducción del libro;
aunque posteriormente rectifi có y pudo editarse. Habla
de las distintas transformaciones que han provocado
los descubrimientos técnicos y científi cos dentro de la
sociedad, en las religiones y en las ideologías. Desde las
primeras civilizaciones mediterráneas donde los primeros
avances tecnológicos jugaron un papel muy importante en
el desarrollo de las mismas, y constituyeron los cimientos
de la Filosofía, hasta los últimos descubrimientos
científi cos que realizan una criba en los saberes previos
de forma azarosa, radical e incluso turbadora (por
ejemplo, con la llegada de fi lósofos como Carl Marx,
inventos como la máquina de vapor, o descubrimientos
como el electromagnetismo).
Sin embargo, como dicen los autores, «las prácticas mágicas
no sólo han sobrevivido, sino que se han transformado en
ciencias ocultas, paranormales y parapsicológicas, servidas
por una pléyade de especialistas: echadores de cartas, brujos,
zahoríes, parapsicólogos, ufólogos, exorcistas, magos,
adivinos, etc.» Su explicación está en que se instala con
facilidad en sociedades complejas como la actual, donde
los credos fáciles que prometen resultados espectaculares
cuajan rápidamente, favorecidos por iglesias y partidos
políticos y potenciados por medios de comunicación.
Además, parte de la pseudociencia crece con la misma
ciencia (astrología con la astronomía, curanderismo con
la medicina…), lo que difi culta aún más su discriminación
y erradicación cultural.
La Sindone sigue dando de qué hablar en el LAR con el
artículo «La sábana de Turín, ¿Es necesario el análisis
del radiocarbono-14?». En él Jesús Martínez Villaro
comenta la ambigüedad con que El Vaticano estaba
tomando cartas en el asunto del análisis a la famosa tela,
pues por un lado no postulaba su autenticidad —para no
causar el descontento dentro del mundo científi co— ni
por supuesto indicaba lo contrario, y procuraba minar
cualquier iniciativa objetiva de estudiarla (la creación del
equipo de supuestos especialistas denominado STURP
contó desde el principio con el recelo de los científi cos).
Martínez Villaro defi ende que los intentos de datar la
pieza son un derroche de medios cuando la pieza no ha
superado nunca los análisis más burdos a simple vista
(como la deformidad de la silueta y la imposible posición
de las facciones del rostro): «La cuestión de la antigüedad
del lienzo, frente a "anomalías" tan graves en la imagen y
sus constituyentes, tiene tanto valor como mirar el reloj
para ver si nos aprietan los zapatos, pongamos por caso,
y, aisladamente, carece de ingredientes decisorios, ya
que en la actualidad se conservan abundantes fragmentos
de tejidos mucho más antiguos —suponiendo que
realmente la sábana de Turín procediera del siglo I—,
Detalle de la llamada Sábana Santa.(Archivo)
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como los empleados en ciertas momias. Además, dado
que lo que se somete a la prueba del radiocarbono-14 es
la sábana, no la imagen, es factible que un falsifi cador
de la Edad Media hubiera conseguido para su obra un
auténtico lino del siglo I, mientras que la imagen podría
estar ahí tan sólo desde unos minutos antes de la prueba
de datación.»
Creer en las estrellas no es un buen signo. Así, al menos, es
como titulaban Paul Kurtz y Andrew Frankoi un artículo
en el que ponían en evidencia que la astrología nunca ha
pasado test científi co alguno, y que viene a propósito de
la noticia anterior sobre el mandatario estadounidense.
Se pone de relieve la demostrada incapacidad de dicha
práctica para predecir lo más mínimo. En distintos
experimentos realizados de forma objetiva los astrólogos
no fueron capaces de acertar más allá de lo que el
azar indica en cuestiones como predecir terremotos en
zonas de elevada actividad sísmica, encontrar rasgos de
compatibilidad entre parejas casadas o separadas, o la
detección de personalidad introvertida entre un grupo
de personas. Entonces, ¿por qué tiene tanto éxito social?
Kurtz y Frankoi lo explican así: «El principio básico
que aquí funciona es lo que debería llamarse "principio
del calcetín estirado". Hoy en día, uno puede comprar
calcetines que servirán para distintos tamaños de pies. Del
mismo modo, un sistema de creencias, aunque sea falso,
tiende a ofrecer algún orden y signifi cado a la vida de la
persona. Pero es la persona la que impone el orden, la que
lo valida por sí misma. En los horóscopos, usted encuentra
consejos generales como: "Tiene un problema económico"
o "Habrá una crisis emocional" o "Usted es, a menudo,
incomprendido", que se pueden aplicar a cualquiera.»
Ahondando en el tema, Luis Angulo Suardiaz realiza
una labor de recopilación de predicciones de conocidos
videntes de la sociedad española, contabilizando sus
aciertos en tres años. Como muestra, no sólo sus
porcentajes de aciertos son muy bajos, sino que además
algunos afamados videntes son especialmente negados
para acertar (Destaca la señora que, con un 10% de
acierto, predijo que en España habría una epidemia
de peste y Fraga ganaría las elecciones. En vaticinios
diferentes, ojo). No mucho mayor son los aciertos de
los conocidísimos Rappel (26%, fallando incluso sobre
la boda de Isabel Preysler y Miguel Boyer), y Octavio
Acebes (Entre el 80% de sus fracasos estaba toda una
parrafada sobre el SIDA y su inmediata solución). Luis
Angulo divide a estos personajes en tres categorías según
sean sus predicciones: Lógicos, que aplican el sentido
común a sus vaticinios; sensacionalistas, que repiten
augurios catastrofi stas o fuera de toda lógica una y
otra vez pese a que nunca se cumplirán. Y por último
los oraculares o generalistas, cuyas profecías nunca
predicen nada en concreto y pueden ser tan ampliamente
interpretadas que no pueden aceptarse de ninguna forma.
El artículo se complementa con un breve «currículo» de
cada vidente y de las tarifas que cobraba en ese momento,
en caso de ser conocidas.
Los políticos españoles también han hecho
gala de tremenda superchería, tanto por el culto
de fi guras religiosas por parte de Francisco
Franco, o Antonio Hernández Mancha; como
por las paganas de Txiki Benegas o Juan María
Bandrés, que visitaban a la bruja buena del
Monte Ulía para consultar su oráculo”.
En la sección fi ja «fenómenos paranormales», Luis Alfonso
Gámez cuenta las peripecias que sufrió él mismo al asistir
a la conferencia que, auspiciada por la Universidad del
País Vasco, tuvo como ponente al desaparecido Fernando
Jiménez del Oso. Según el organizador, Mitxel Casas
—locutor de un programa sobre fenómenos paranormales
en una radio local—, Gámez había intentado boicotear
el acto porque, como él mismo explica, miembros
destacados de ARP habían manifestado públicamente su
desacuerdo a que una entidad como la UPV abriera las
puertas a una conferencia de dudoso carácter científi co.
Después de no recibir contestación a las quejas por parte
del rector de la universidad, ARP acudió directamente a
los medios de comunicación. Los socios que asistieron a
la conferencia, donde Jiménez del Oso habló de las líneas
de Nazca, el fi n del mundo, la ouija, la numerología, y un
sinfín de disparatados temas (como también lo fueron las
preguntas de los asistentes), prefi rieron no tomar parte
del coloquio porque el propio Casas se había encargado
previamente de poner al público en su contra.
La noticia con la que cierra la sección tuvo mucha más
repercusión, pues recorrió todo el mundo la información
de que el ya ex presidente de los Estados Unidos de
América Ronald Reagan consultaba a astrólogos antes de
tomar algunas de sus decisiones como gobernante. Como
comenta Gámez, aunque nos puede parecer algo exótico
y propio del país americano, los políticos en España
también han hecho gala públicamente de tremenda
superchería, tanto por el culto de fi guras religiosas
por parte de Francisco Franco, o Antonio Hernández
Mancha; como por las paganas de Txiki Benegas o Juan
María Bandrés, que confesaban visitar a la bruja buena
del monte Ulía para consultar su oráculo.