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1 INTRODUCCIÓN
En estos momentos existe un ‘boom’ en el estudio de las
aplicaciones médicas de la radiación electromagnética de
baja intensidad y baja frecuencia, entendiéndose por tal las
radiaciones con frecuencias de 20-100 Hz e intensidades de
20-100 μT. También se utilizan campos pulsantes, que no se
aplican de forma continua, sino por impulsos de corta dura-
ción, con una frecuencia algo mayor.
Aparecen muchos artículos a favor y en contra de terapias
aplicadas a dolencias específicas (artritis, dolores de cabe-
za, fracturas) y los artículos de resumen o reviews se multi-
plican, hasta el punto que se hace prácticamente imposible
revisarlos todos. La cantidad de publicaciones es tal que ya
incluso existen ‘resúmenes de resúmenes’
1
.
Una rápida revisión muestra que la mayor parte de las pu-
blicaciones no se dedica al estudio de los tejidos y a la eva-
luación biológica, bioquímica o biofísica de los efectos de la
radiación, sino que se llevan a cabo estudios estadísticos con
el fin de establecer si el procedimiento será o no benéfico
para determinada dolencia. Los resultados son muy disími-
les: en ocasiones no se reporta beneficio alguno; en otras el
beneficio está en los límites de la confiabilidad de la estadís-
tica aplicada, lo que los hace muy dudosos, y solo en unos
pocos reportes de aplicaciones muy específicas aparecen
efectos claramente diferenciados con los grupos de control.
Otros resúmenes refieren que muchos de estos reportes
estadísticos no incluyen grupos de control (y por tanto su
confiabilidad es nula a causa del efecto placebo).
En este resumen específico la conclusión fue ‘se nece-
sitan más estudios’, algo que se repite bastante en muchos
artículos
2
.
La cantidad de artículos donde se resumen y comparan
diferentes terapias es en realidad colosal. El resumen de re-
súmenes sobre diversos tratamientos para la osteoartritis en
la rodilla ya mencionado en [1] (23 en total), reporta sólo dos
resultados referentes a las terapias electromagnéticas –por
cierto, contradictorios
3,4
-, para llegar a la conclusión, des-
pués de una amplia discusión, de que es mucho mejor hacer
ejercicio.
Uno de las aplicaciones más difundidas de las terapias
electromagnéticas tiene que ver con las fracturas de los
huesos largos. Un metaanálisis
de 11 artículos estadísticos,
seleccionados entre 1980 y 2008 con criterios rigurosos
de confiabilidad, llegó a la conclusión de que ‘aunque la
estimulación electromagnética ha sido evaluada en múltiples
ensayos aleatorios, la evidencia actual proporciona poca
justificación para el relativamente alto uso clínico… en la
reparación de fracturas’
5
. Otro resumen de 2009 acerca de
los efectos cardiovasculares de la radiación afirma que los
intentos de reproducir tanto los estudios epidemiológicos
como los de laboratorio han sido por lo general infructuosos.
Se concluye que los resultados equívocos reportados
hasta la fecha requieren esclarecimiento con estudios más
profundos
6
.
Radiaciones
electromagnéticas:
¿dañinas o benéficas?
A. González Arias. Facultad de Física, Universidad de La Habana (Cuba)
Actualmente hay un ‘boom’ en el estudio de las aplicaciones médicas de la radiación electromag-
nética de baja frecuencia. Se publican infinidad de artículos, tanto a favor como en contra. Van
siendo incluso frecuentes los ‘resúmenes de resúmenes’ y los meta-análisis estadísticos, compen-
dio de muchos estudios. La mayor parte no se refiere al estudio biológico de los efectos sobre los
tejidos, sino a estudios estadísticos llevados a cabo sobre las personas, asumiendo a priori que el
tratamiento será siempre inocuo o benéfico. Otros, por el contrario, le achacan a la radiación prove-
niente de las líneas de alta tensión y equipos electrodomésticos toda clase de efectos perniciosos.
¿Quién tiene razón?
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Figura 1.
El sistema Tricho
para eliminar el vel-
lo facial mediante
radiación de rayos
X. (Foto: www.
museumofquack-
ery.com/ephemera/
tricho.htm)
Aunque la mayor parte de estos reportes se refieren a
efectos benéficos en las personas, no faltan quienes afirman
todo lo contrario, y atribuyen efectos dañinos a las radia-
ciones de baja frecuencia, cualquiera sea su intensidad (por
ejemplo, la proveniente de los tendidos eléctricos). Sin em-
bargo un resumen publicado en 1992 expresa: ‘Una cantidad
substancial de evidencia indica que los efectos de los cam-
pos electromagnéticos sobre la bioquímica celular... puede
relacionarse con la densidad de corrientes inducidas, con la
mayoría de los efectos ocurriendo a niveles en exceso de 10
mA/m2… estos efectos ocurren a niveles que exceden las
corrientes endógenas presentes normalmente en los tejidos
vivos. Desde esta perspectiva, resulta en extremo difícil in-
terpretar los resultados de estudios epidemiológicos recien-
tes que reportan una correlación entre la incidencia de cáncer
y la exposición a campos magnéticos de frecuencia 50-60
Hz y densidades de flujo bajas en extremo. Los niveles de
densidad de corriente inducida por la exposición residencial
son, en casi todos los casos, significativamente menores que
los niveles que originan perturbaciones medibles en el labo-
ratorio sobre las funciones biológicas’
7
.
Tampoco faltan los escépticos. Un artículo de S. Solo-
mon, médico del Departamento de Neurología del Monte-
fiore Medical Center de New York, tras un análisis bastante
exhaustivo de todos los factores que intervienen en el dolor
concluye que la mejoría en el dolor u otros síntomas a me-
nudo se atribuye falsamente a una supuesta terapia, cuando
en realidad la remisión tiene lugar porque el padecimiento ha
seguido su curso normal
8
.
Desde luego, también existen resúmenes no basados en
estadísticas, sino en estudios bioquímicos y biofísicos com-
plejos a nivel celular. Un grupo de investigación de la Uni-
versidad Técnica de Dresde ha publicado hace poco un re-
sumen muy completo, de 86 páginas (15 de ellas dedicadas
a enumerar unas 400 referencias) que incluye la acción de
campos eléctricos, magnéticos y electromagnéticos a nivel
celular. La gran diversidad de temas tratados hace práctica-
mente imposible llegar a una conclusión general
9
.
En los estudios estadísticos, como no aparecen efectos
indeseables de forma inmediata, es usual asumir que el pro-
cedimiento no será perjudicial para el paciente. Pero nadie
garantiza que a la larga sí pudiera serlo. Ejemplos muy con-
cretos hay en la historia, y resulta oportuno recordar lo que
sucedió con los rayos X en sus inicios, donde tampoco se ob-
servaban daños inmediatos a las personas tras su aplicación.
2 LOS RAYOS X Y LA BELLEZA FEMENINA
Al poco tiempo de aparecer los primeros equipos para ra-
diografías, surgieron en los EE.UU salones de belleza que
empleaban los rayos X para depilar los vellos en diversas
partes del cuerpo, principalmente de mujeres jóvenes.
El procedimiento fue promovido, entre otros, por el mé-
dico Albert C. Geyser, quien se presentaba con los siguien-
tes atributos (según el original en idioma inglés): ‘Medical
Director of the Tricho System, Formerly, Professor of Phy-
siological Therapy and Chief of Clinic at Fordham Univer-
sity, Lecturer and Chief of Electro and Roentgenray Clinic
at Cornell College, Lecturer and Chief of the Electro and
Radio Therapy Clinic at the New York Polyclinic, etc.’ En
fin, como para creer a pie juntillas todo lo que afirmara.
Para 1925 existían en los EE.UU alrededor de 75 máqui-
nas Tricho diseñadas para eliminar los molestos e indesea-
bles vellos en las mejillas y el labio superior de señoras y
señoritas –y quizás de algún que otro insatisfecho caballero
(figura 1). Sin embargo, al cabo de unos pocos años se com-
probó que una gran dosis única de radiación, o muchas dosis
pequeñas repetidas en largos períodos de tiempo, podía cau-
sar daños serios en los tejidos sin que se notara de inmediato,
creando lesiones que salían a la luz meses o años después.
Las lesiones se manifestaban como cambios en la pigmen-
tación, queratosis, úlceras y la aparición de carcinomas que
conducían a la muerte.
En 1930 el Dr. Henry H. Hazen publicó un artículo titu-
lado ‘Daños como Resultado de la Irradiación en los Salo-
nes de Belleza’ donde aparece escrito lo siguiente: “Hace
alrededor de 5 años cierto número de salones de belleza en
varias ciudades instalaron máquinas Roentgen con el pro-
pósito de tratar el vello superficial… (también) se aplicaron
tratamientos para otras condiciones… En mi lista hay una
paciente que alegaba haber sido tratada por acné, y otra por
pecas”
10
. En su gran mayoría eran mujeres con edades entre
18 y 30 años. Más adelante resume el Dr. Hazen: “En va-
rios congresos han aparecido muchos reportes de daños a
la piel causados por los tratamientos de rayos Roentgen en
los salones de belleza… En esta serie de 10 casos no menos
de 7 mujeres han recibido serios daños… Es de notar que
en cada caso apareció una irritación a partir de la tercera o
cuarta sesión y que, no obstante, se continuó la aplicación de
los tratamientos. No podemos dejar de maravillarnos de la
estupidez de los operadores y de la persistencia e ignorancia
de las víctimas. Cualquier medida para proteger de su propia
tontería a las mujeres que buscan mejorar su apariencia es
recomendable. Es asombroso que en muchas comunidades
La mayor parte de las
publicaciones reflejan
estudios estadísticos, y no
bioquímicos, sobre las terapias
electromagnéticas
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las actas de práctica médica solo incluyan la prescripción de
medicamentos y permitan a cualquier fisioterapeuta aplicar
sus prácticas sin permiso o interferencia, con un total despre-
cio por los peligros potenciales de su proceder”.
Lo que resulta aún más sorprendente es que situaciones
similares se produzcan en la actualidad, no con los rayos X,
sino con otros procedimientos que no han sido estudiados
lo suficiente. Tales procedimientos prometen un máximo de
beneficios con un mínimo de molestias, aunque en realidad
su eficacia no ha sido demostrada, y a la larga podrían
resultar
dañinos para el paciente. La situación es mucho peor cuando
los practicantes se ven estimulados por la indiferencia, la
tolerancia, y a veces el apoyo oficial. Una vez introducidos,
los supuestos tratamientos benéficos son muy difíciles de
erradicar. Sirva de ejemplo el hecho de que, a pesar de que
el procedimiento de Tricho podía llegar a causar la muerte,
aparecieron reportes de víctimas dañadas en las revistas
médicas hasta unos 15 años después, bien entrada la década
de 1940.
3 RADIACIONES DE BAJA FRECUENCIA
El tratamiento con radiación de bajas frecuencias entre
20 y 100 Hz, reputado por algunos como muy novedoso, en
realidad no lo es. La figura 2 muestra una paciente durante
una aplicación del Theronoid, producido en los EE.UU. a
partir de 1928. Consistía en un enrollado toroidal de alambre
conductor de unos 50 cm de diámetro con una caja adosada
y dos controles: uno de apagado/encendido, y otro de alta/
baja para regular la intensidad. Diseñado para aplicaciones
caseras, el paciente lo conectaba a la corriente de la vivienda
para autoaplicarse tratamientos diarios de 3 a 5 minutos de
duración. Este no fue el primer dispositivo con estas carac-
terísticas, pues con anterioridad se habían patentado otros
similares, para ser usados tanto en personas como animales,
hasta en caballos (para todo el caballo, parado en 4 patas,
figura 3).
Como casi siempre ocurre con estas terapias ‘maravillo-
sas’, los promotores afirmaban que el dispositivo podía cu-
rar casi cualquier dolencia, desde el estreñimiento hasta la
parálisis. En 1933 la Comisión Federal de Comercio de los
EE.UU. prohibió la publicidad del Theronoid como disposi-
tivo terapéutico, por no encontrar que proporcionara bene-
ficio alguno a las personas (http://www.americanartifacts.
com/smma/index.htm).
La actividad eléctrica está presente en el cuerpo humano
en todo momento. Es posible medir los potenciales causados
por las corrientes en el corazón mediante el electrocardio-
grama, o en el cerebro mediante el electroencefalograma.
Un hueso sometido a un esfuerzo mecánico también puede
generar diferencias de potencial por efecto piezoeléctrico.
De manera que no es absurdo suponer que la aplicación de
una corriente eléctrica adecuada de baja intensidad pudiera
afectar los tejidos de distintas maneras.
A nuestro entender, el problema principal radica en que
casi nunca se supone que pueda
haber efectos dañinos. La
mayoría de los investigadores asumen de entrada que, de
haber algún efecto, será benéfico, sin tomar las debidas pre-
cauciones previas ensayando con tejidos y animales. La co-
rriente eléctrica se puede aplicar directamente, a través de
contactos en la piel, o de forma indirecta mediante un campo
electromagnético de baja frecuencia –que genera campos
eléctricos y corrientes en el interior del cuerpo-. La palabra
adecuada es importante; los tejidos responden de muy diver-
sa forma a diferentes señales eléctricas, en dependencia tanto
del tejido particular considerado como de la señal aplicada
8
.
Aunque hay muchas otras aplicaciones reportadas, la más
estudiada es la relacionada con
las fracturas óseas. Si bien
el mecanismo no está totalmente esclarecido, se sabe que
la radiación estimula los procesos biológicos referentes a
la formación del hueso y a la asimilación de implantes. Es
norma usual emplear frecuencias entre 20 y 100 Hz con in-
tensidades muy pequeñas, entre 0,5 y 8 mT, y duración de
hasta 30 minutos. El tratamiento puede extenderse durante
días o meses.
Pero junto a los reportes de ensayos en animales, apare-
cen otros muchos aplicados a las personas, a pesar de que no
se ha demostrado a plenitud que los tratamientos sean siem-
pre benéficos, y de que hay investigadores que alegan que la
regeneración del hueso podría
ocurrir de manera indeseable.
Un artículo muy documentado, basado en ensayos en ani-
males, publicado en 2003, concluye que “…sin conocer con
precisión el mecanismo celular asociado a la respuesta de los
Figura 2. El Theronoid de 1928, prohibido en 1933.
Figura 3. Terapia electromagnética para equinos. (Patente de los
años 20 del siglo pasado).
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tejidos a estas intervenciones, resultaría difícil e inefectivo
implementar una terapia apropiada acorde a la prescripción
clínica precisa’’. Más adelante señala: “se requiere un es-
fuerzo en este sentido para lograr la suficiencia en la aplica-
ción clínica”. Y al final de la publicación, en un intercambio
con los revisores, los propios autores advierten: “…utilizar
esta tecnología de forma indiscriminada (sin prescripción y
supervisión apropiada) puede causar efectos secundarios in-
deseados, e incluso dañinos”
11
.
La radiación electromagnética de baja frecuencia no solo
se aplica en los huesos. También en la cabeza, para supues-
tamente calmar los dolores o la ansiedad, o en cualquier otra
parte del cuerpo con diversos fines. Existen equipos comer-
ciales en los que se puede introducir el torso completo de
una persona (figura 4).
Sin embargo, un reporte bastante extenso de la Univer-
sidad de Washington en 2004, firmado por H. Lai y N.P.
Singh
12
reporta que “… ratas expuestas a campos sinusoi-
dales de 60 Hz por dos horas, a intensidades de 0,1-0,5 mT,
mostraron incremento de la rotura de cadenas simples y do-
bles de ADN en las células del cerebro”.
Tal resultado debería
indicarle a los magnetoterapeutas
contemporáneos no aplicar indiscriminadamente campos de
baja frecuencia cerca de la cabeza de los pacientes, al menos
hasta tener mayor información sobre el tema. Si el efecto
también se presentara en otro tipo de células –lo que es muy
probable- al exponer los ovarios o los testículos a estas ra-
diaciones se podría dañar el ADN de óvulos y espermato-
zoides. Como son entidades unicelulares, se incrementaría
así la probabilidad de que el paciente llegue a procrear hijos
con alguna anormalidad, lo que, desde luego, no se sabrá de
inmediato.
CONCLUSIONES
A pesar de la inmensa cantidad de publicaciones y resú-
menes acerca de los efectos de la radiación electromagnética
en terapias de diversos tipos, el denominador común de las
conclusiones parece ser ‘se necesitan más estudios’. Se re-
conoce la estimulación del crecimiento en las fracturas como
algo comprobado, pero existen alertas indicando que la re-
generación del hueso podría ocurrir de manera indeseable.
Otros consideran que los beneficios no justifican su relati-
vamente frecuente uso clínico en algunos lugares. Reportes
acerca del daño en las cadenas de ADN de ratas sugieren una
posible afectación a óvulos y espermatozoides si la radiación
se aplica de forma indiscriminada. Los niveles de densidad
de corriente inducida por la exposición a líneas de alta ten-
sión y otras fuentes en la industria y áreas residenciales son,
en casi todos los casos, bastante menores que los niveles me-
dibles en el laboratorio que originan perturbaciones sobre
las funciones biológicas. Este resultado tiende a desestimar
cualquier posible influencia de los factores residenciales en
la salud de las personas.
____________________________________________
Publicado originalmente en la Revista Cubana de Física vol. 27,
No. 2B, 2010, p.203-207 (ISSN: 0253-9268, www.fisica.uh.cu/bi-
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autor.
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Figura 4. Equipo moderno para radiaciones de baja frecuencia.
Resulta sorprendente la persis-
tencia de tratamientos que no han
sido estudiados lo suficiente y que
podrían resultar dañinos”