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e llama “abductología” al estudio de las presuntas ab-
ducciones por OVNIs. Sin embargo, desde la caída del
Marxismo-Leninismo, ninguna disciplina, real o ima-
ginaria, ha contribuido más a su propia autodestrucción que
la que aquí se describe.
Hace veinte años, la abductología tenía augurada una me-
teórica carrera, liderada como estaba por una Troika com-
puesta por John Mack, un reputado psiquiatra de Harvard;
Budd Hopkins, artista e hipnotizador aficionado; y David
Jacobs, antiguo historiador de los OVNIs reconvertido en
“gurú” de las abducciones. Los primeros testimonios sobre
abducciones en los Estados Unidos – Betty y Barney Hill en
1961 y un puñado de personas más, incluyendo a Travis Wal-
ton en 1975 – eran bastante típicos, e incluían salidas noc-
turnas a lugares solitarios y desiertos donde, supuestamente,
uno se encontraba con los alienígenas y era secuestrado. Fue
Hopkins quien acabó con este tópico a principios de la déca-
da de los 80. Ya no era necesario visitar de noche lugares ex-
La Abductología
Implosiona
Robert Sheaffer
John Mack (Foto: Stuart Conway, de facebook.com/JohnEMackMD), Budd Hopkins (foto: johnemackinstitute.org ) y David Jacobs (foto: www.debshome.com)
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traños y tenebrosos para que las abducciones se produjeran:
en las nuevas abducciones, según Hopkins, los alienígenas
podían ir directamente a tu dormitorio y atraparte, atrave-
sando incluso muros sólidos en el proceso. De acuerdo con
Hopkins, cuando los niños afirman que “hay un monstruo
bajo mi cama”, a veces tienen razón.
Desde ese momento, la abductología se puso tan de moda
que la cadena CBS-TV emitió en 1992 en horario de máxi-
ma audiencia una miniserie basada en el libro de Hopkins
Intrusos. Ese mismo año se celebró una “Conferencia sobre
el Estudio de las Abducciones” en el Instituto Tecnológico
de Massachusetts (MIT) bajo el auspicio de David Pritchard,
del departamento de física. Tan seguros estaban los “ab-
ductólogos” de la veracidad de este fenómeno que incluso
invitaron a periodistas, académicos y escépticos (yo asistí
como representante del CSICOP, actual CSI). Sin embargo,
el MIT recurrió a “cláusulas de no divulgación” para con-
trolar posibles filtraciones sobre la información incluida en
la conferencia.
En cualquier caso, la conferencia no salió exactamente
como sus organizadores hubieran deseado. Muchos acadé-
micos, incluyendo aquellos cuyas opiniones se inclinaban
hacia la creencia en los OVNIs y la actividad paranormal, se
opusieron con fuerza a los métodos poco rigurosos de Mack
y sus compañeros. Durante una de las charlas de Hopkins,
éste describió una encuesta realizada personalmente y donde
mostraba a unos niños imágenes de fenómenos y elementos
poco comunes para determinar con cuáles de ellas estaban
familiarizados. Supuestamente, las respuestas indicaban si
estos niños podrían haber sido abducidos. Hopkins se encon-
tró con una avalancha de objeciones: no había normalizado,
ni validado, etc… En otras palabras, su estudio carecía to-
talmente de rigor y valor. Avergonzado, Hopkins dijo algo
que podría resumirse en: “Lo siento. Solo soy un artista y
no conozco todas esas cosas técnicas. Os agradezco que lo
mencionéis. Para eso os hemos invitado a venir, para ayu-
darnos”. No mucho después, Mack describió ciertos estu-
dios que estaba realizando con sus sujetos de prueba, obte-
niendo las mismas objeciones por parte de los asistentes con
conocimientos científicos. Casi estaba esperando que Mack
dijera: “Lo siento. Solo soy un profesor de psiquiatría de
la Universidad de Harvard y no conozco todas esas cosas
técnicas”. Pero no lo hizo.
Entonces, ¿qué fue lo que acabó definitivamente con la
abductología? “Emma Woods”, aunque este no es su nombre
real, sino el alias de uno de los primeros sujetos de estudio de
David Jacobs, asestó un golpe definitivo al acusarlo pública-
mente de conducta no profesional, incluyendo como pruebas
grabaciones que demostraban la veracidad de sus acusacio-
nes. Posteriormente, Carol Rainey, exmujer de Hopkins con-
fesó la culpabilidad y deshonestidad intelectual del artista.
“Woods” fue sometida a hipnosis por parte de Jacobs en-
tre 2004 y 2007. Todas sus sesiones tuvieron lugar por telé-
fono. “Woods” ha escrito extensas y minuciosas denuncias
contra Jacobs (declaraciones que han circulado ampliamente
dentro de los círculos ufológicos). Si puede probar sus acu-
saciones, ello supondría un duro golpe para Jacobs, a quien
“Woods” acusa de, entre otras cosas, decirle que estaba
aquejada de Síndrome de Personalidad Múltiple (SPM), así
como de implantar recuerdos falsos acerca de “alienígenas
malvados” que la abdujeron, violaron, e, incluso, intentaron
matarla. “Woods” afirma que era incapaz siquiera de mirar
al océano, ya que el simple hecho de hacerlo le “recordaba”
la vez que un híbrido alienígena le mantuvo la cabeza bajo el
agua. En 2006 Jacobs le mandó un correo electrónico donde
le contaba: “Tengo entre manos algo importante sobre los
alienígenas. Esta noche hablaré con ellos sobre mi futuro y
lo que piensan o no piensan hacerme”. Los híbridos aliení-
genas se comunicaban con Jacobs por medio de un programa
de mensajería instantánea utilizando la cuenta de correo de
otra mujer (aunque, por supuesto, ella no escribía los mensa-
jes, lo hacían los alienígenas). Al parecer, Jacobs llegó a un
acuerdo con los extraterrestres: él se comprometía a revisar
regularmente su correo electrónico y, a cambio, ellos no le
abducirían ni le pondrían un chip localizador. Problema re-
suelto.
Actualmente, “Emma Woods” está considerando empren-
der acciones legales contra la universidad de Temple (Penn-
sylvania), donde da clases Jacobs (que no posee estudios
de medicina, psicología o hipnosis; es historiador). Puede
encontrarse más información en la web donde ella misma
La abductología se puso tan de
moda que la cadena CBS-TV emitió
en 1992 en horario de máxima au-
diencia una miniserie basada en el
libro de Hopkins Intrusos.
(Foto: Otakon, www.flickr.com/photos/beakman/)
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explica su caso: www.ufoalienabductee.com
La página web de Jacobs (www.ufoabduction.com) res-
ponde a lo que define como una “campaña de difamación”
contra su persona, refiriéndose a “Emma Woods” como “Ali-
ce”, y afirmando que sufre de un trastorno límite de persona-
lidad debido a un desequilibrio emocional.
El segundo gran golpe a la abductología llegó de don-
de menos se esperaba: Carol Rainey, exmujer de Hopkins,
quien tras leer la historia de “Woods”, añadió:
“La confiada y vulnerable paciente le contó a Jacobs
lo que él esperaba escuchar sobre los “depredadores hí-
bridos”, que era, exactamente, lo que aparecía en el libro
que estaba escribiendo. Se trata, en cualquier caso, de una
experiencia típica entre los “abducidos”: violentos encuen-
tros sexuales con un híbrido humano-alienígena. El “buen
doctor” (en historia, no en medicina), incluso le pidió a la
paciente que le entregara su ropa interior usada con el fin de
buscar restos de esperma alienígena, llegando a proponerle
que llevara un cinturón de castidad con púas alrededor de
la apertura vaginal que él mismo le proporcionaría de (en
palabras del propio Jacobs) “un sex-shop especializado en
dominación-sadomaso que él frecuentaba bastante”.
Debido a su experiencia como realizadora de documenta-
les sobre medicina, Rainey enseguida se dio cuenta de que
“lo que tanto Hopkins como Jacobs consideraban “eviden-
cias innegables” acerca de las abudcciones y la existencia
de seres híbridos ocultos entre nosotros estaban basadas
principalmente en la repetición de forma insistente e hipnó-
tica de sus propias ideas, así como la propia actitud de una
audiencia que había creído a pies juntillas todas las teorías
infundadas presentadas por ambos individuos”. Igualmente,
Rainey también comentó el caso de uno de los “abducidos
estrella” de Hopkins, James Morterallo:
“Había ciertas cosas que no encajaban. No era solo el
asunto de las pastillas y la pistola [que siempre llevaba en
su bota], ni el hecho de que ninguna de las afirmaciones de
Jim hubiera sido verificada. Entre otros asuntos más mun-
danos, Jim Morterallo le había dicho a Budd que tenía dos
doctorados (¿En serio? Es impresionante – Pensaba Rai-
ney detrás de las cámaras. -¿En qué universidades?), y que
había sido Director de Marketing en Hitachi (¿De verdad?
¿Director Regional, Nacional o Internacional?)”
Pero Hopkins parecía no tener curiosidad alguna sobre
esos detalles. Más tarde, Hopkins recibió varias llamadas
telefónicas de individuos que confirmaban partes clave de
la historia de Morterallo. Puede que dichas personas con-
vencieran a Hopkins, pero no ocurrió lo mismo con Rainey:
“Llevo más de veinte años trabajando en post-producción,
y tanto los editores como los mezcladores pueden alterar
el tono y timbre de una voz, subiéndolo, bajándolo, incluso
dándole la vuelta”- le dijo a su marido. – “No hace falta ser
ingeniero espacial, y los conocimientos de Jim eran suficien-
tes para llevar a cabo la falsificación. Escucha, ésta es su
sintáxis, así es como dice “muy preocupado”, y en ciertas
palabras arrastra la “g””. Pero en lugar de sospechar de su
“abducido”, Hopkins hizo caso omiso de su mujer. Rainey
también ayudó a su marido a editar el libro dedicado a la
conocida abducción de Linda “Cortile” (pseudónimo. NdT:
el apellido verdadero era Napolitano). Según Rainey:
“Todo era muy dramático, casi como una película de
suspense, llena de historias sobre traición, amores prohi-
bidos, ovnis sobrevolando Manhattan, veintidós testigos,
una heroína cuyos glóbulos rojos eran inmortales, peligro-
sos agentes de los servicios secretos, un príncipe lejano,
abrigos de pieles, persecuciones a pie, más amores prohi-
bidos, un implante alienígena localizado mediante rayos-x,
la abducción de Linda en una nave espacial junto con un
importante líder mundial, otra abducción, esta vez acompa-
ñada por otros miembros del grupo de abducidos de Budd,
y otra más, en esta ocasión junto con un famoso “capo” de
la Mafia. Incluso tras la publicación del libro, la historia de
Linda siguió desarrollándose con su presencia en las Torres
Gemelas durante el 11-S, una peligrosa y sangrienta huida
mientras corría descalza sobre fragmentos de cristal… Por
supuesto, no todas estas historias fueron seleccionadas por
Budd para el libro. Aunque yo las conocía, jamás fueron pu-
blicadas”.
El hecho de que el libro se titulase Witnessed: The
Brooklyn Bridge Abductions / Las abducciones del Puente
de Brooklyn no contribuyó precisamente a aumentar su cre-
dibilidad. De hecho, provocó bastantes debates entre la co-
munidad ufológica durante la década de los noventa, cuando
varios ufólogos intentaron verificar de forma independiente
las asombrosas historias de Linda con nulo éxito (consultar
mi artículo “Levitated Linda, ear conning and Arkeology”,
Skeptic Inquirer, primavera de 1993). Aún peor, Hopkins
“continuó dando credibilidad al caso incluso después de
saber que Linda le había mentido en múltiples ocasiones”,
según Rainey.
Otra de las cosas que aprendimos de Rainey es que Leslie
Kean, autora del best-seller Ufos: generals, pilots and Go-
vernment officials go on the record, es la “nueva protegida
de Budd, así como su consejera y organizadora” (ver mi re-
seña de su libro en el número de marzo-abril de 2011 de
“Skeptical Inquirer”). Ahora sabemos porqué Kean es tan
indiferente a las pruebas que contradicen lo que publica:
aprendió el modus operandi de Hopkins. Rainey apunta que:
“en nuestra casa, las palabras “debunker” o “escéptico”
tenían un significado parecido al que los devotos cristianos
otorgan a las palabras “herejes”, o “impíos”. Y continúa:
“Los dos investigadores de abducciones mejor conoci-
dos: Budd Hopkins y David Jacobs, trabajan casi exclusi-
vamente en solitario (por separado, aunque frecuentemen-
te intercambian información por teléfono), sin supervisión
(que se niegan a aceptar), y sin ninguna formación en medi-
cina, psiquiatría o neurología. Ni siquiera recurren a cono-
cimientos en religiones comparadas, antropología o folklore
a la hora de interpretar las “experiencias” de los distintos
sujetos de estudio. Es más, en sus investigaciones jamás han
Si existiese un premio para “las de-
claraciones más estúpidas y em-
barazosas”, David Jacobs sería un
claro aspirante a la victoria.
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solicitado permiso para investigar con seres humanos a la
Junta de Revisión Institucional (JRI), requisito fundamen-
tal a la hora de realizar cualquier investigación legítima en
EE.UU. Los requisitos de la Junta a la hora de investigar
con sujetos humanos son muy estrictos, y los investigadores
deben informar a la JRI de cualquier descubrimiento”.
El extenso y revelador artículo de Carol Rainey puede en-
contrarse online en www.paratopia.net/paratopia_magazine/
mag_preview_final.pdf. Su página web es www.carolrainey.
com/home.html.
En retrospectiva, este desenlace era inevitable. Como
cualquiera que haya intentado mantener una conversación
racional con Hopkins o Jacobs puede corroborar, ambos
hombres son tremendamente testarudos y pedantes. Ellos
tienen razón. Tú no, probablemente porque eres estúpido. Es
así de simple. (Aparte de un rápido “hola, ¿qué tal?” de pasa-
da, nunca conseguí hablar con Mack. Los círculos en los que
se movía eran demasiado raros para poder entrar en ellos).
En sus propios círculos, cada uno de estos hombres es
considerado prácticamente una deidad, y ya se sabe que na-
die puede cuestionar a los dioses. Recordemos el dicho bí-
blico: “el orgullo precede a la caída”. Cuando uno cree de
forma tan arrogante que tiene razón, sin importar lo absurdo
de sus argumentos (me viene a la cabeza Sylvia Browne a
este respecto), más pronto o más tarde el absurdo se hará
tan grande que ni siquiera los más sumisos sicofantes serán
capaces de ignorarlo.
La abductología se desvanece. John Mack fue atropellado
por un coche y murió en 2004. Budd Hopkins ha sido humi-
llado públicamente por las revelaciones de su exmujer y an-
tigua colaboradora sobre sus tonterías y prácticas engañosas.
En cuando a David Jacobs, si existiese un premio para “las
declaraciones más estúpidas y embarazosas”, sería un claro
aspirante a la victoria. No hay duda de que seguirá existien-
do un lento goteo de relatos de abducciones, pero está claro
que la abductología, tal y como la entendían y practicaban
los miembros de la troika en sus mejores momentos, ha que-
dado relegada a lo que realmente es: un vergonzoso capítulo
en la historia de la ufología que debería ser olvidado lo antes
posible.
Traducido por Diego Esteban Sánchez
Sexo, Mentiras y Archivos Digitales
Luis R. González Manso
L
as afirmaciones de Robert Sheaffer en su artículo so-
bre la “implosión” de la abductología son algo preci-
pitadas, y las noticias sobre tal debacle han resultado
ser desgraciadamente prematuras.
Por un lado, aunque es cierto que la segunda exmujer de
Budd Hopkins denunció la falta de honestidad profesional
de este investigador, apenas si ha aportado pruebas claras de
que el pintor metido a ufólogo haya tenido intencionalidad
manifiesta de engañar al público. El prometido documental
todavía no ha visto la luz a principios de 2012, y el resto
de sus afirmaciones solo dejan a Hopkins como un crédu-
lo capaz de creerse cualquier milonga. Tras el fallecimiento
del investigador en el verano de 2012 se desconoce quién
ha heredado sus abundantes archivos y por tanto, una vez
más, material valioso (aunque solo sea para documentar una
creencia popular contemporánea) corre el riesgo de haberse
perdido para siempre. Me gustaría añadir que yo mismo di-
seccioné a fondo el caso de Linda “Cortile” en las páginas
de la revista de la recientemente desaparecida Fundación
Anomalía
1
.
Y sin embargo, inasequibles al desaliento, a principios de
2012 la propia Linda “Cortile” ha montado en Internet su pá-
gina electrónica personal, con la habitual defensa de este tipo
de personajes: el ataque. Véase: www.lindacortilecase.com
Por otro lado, Jacobs parece haberse retirado de sus clases
en la universidad de Temple, Aunque ya ha cumplido setenta
años, desconozco si las denuncias de “Emma Woods” han
tenido algo que ver. Lo cierto es que, tras la alharaca inicial,
no parecen haber ido más allá, y la propia página electrónica
de “Woods” hace meses que no se actualiza. Y, desde luego,
en las filas de los creyentes, nadie parece haberlas tenido
en cuenta. No obstante, existe un detalle en todo lo anterior
que ha pasado casi desapercibido y al que quisiera dedicar el
resto de esta nota.
El desencadenante de todo este embrollo es ya de por
sí curioso. En Febrero de 2007, Jacobs, confesó a “Emma
Woods” haber recibido (vía AOL Instant Messenger) una
advertencia de un “híbrido humano-alienígena” para que de-
jase de trabajar con ella, porque era vigilada por otros híbri-
dos muy preocupados por la seguridad. Curiosamente, dicho
mensaje había sido enviado desde el ordenador del webmas-
ter del propio Jacobs, una mujer que también era sujeto de
sus investigaciones por haber sufrido abducciones (descritas
Robert Sheaffer en enero de 2012 (Foto: Susan Gerbic, Wikimedia Commons)