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Izquierda Posmoderna,
Ciencia y Pseudociencia
Andrés Carmona Campo, licenciado en Filosofía
Para las elecciones de 2004, el PSOE prometía en su Programa Electoral (pág. 84):
“Se regularán los métodos naturales de salud, la acupuntura y la homeopatía como parte de los
recursos complementarios de la actual medicina convencional para ofrecer garantías de calidad
a los usuarios de la medicina natural y se definirán criterios de acreditación y homologación de
centros y profesionales”.
E
n 2006, el Grupo parlamentario de IU-ICV registra-
ba una proposición no de ley instando al gobierno
socialista a cumplir esa promesa y a la regulación de
lo que denominan en esa proposición “Medicinas No Con-
vencionales” (MNC), incluyendo entre ellas, como también
se dice, a la naturopatía, la homeopatía, la medicina tradi-
cional china (MTC), y los tratamientos manuales como la
quiropráctica o la osteopatía
1
. En 2007, la Generalitat de
Catalunya, gobernada por el tripartito de izquierdas (PSC,
ERC e ICV-EUiA), aprobaba un decreto para regular estas
MNC dentro del sistema sanitario catalán, decreto que fue
anulado en su totalidad por el Tribunal Superior de Justicia
de Cataluña en 2009, anulación que fue ratificada en 2011
por el Tribunal Supremo ante un recurso presentado por la
Federación de Asociaciones de Profesionales de Terapias
Naturales de Cataluña
2
.
Los numerosos (y minúsculos) partidos verdes españo-
les, tan incapaces ellos de ponerse de acuerdo en un único
Partido Verde, sin embargo parecen coincidir a la hora de
posicionarse en contra de las antenas de telefonía móvil y
los trasgénicos (también IU). Hay una parte de la izquierda
política en la que cala el discurso contra las vacunaciones,
el negacionismo del SIDA, e incluso cierto discurso total-
mente contrario a la ciencia moderna y la tecnología y que
aboga por un retorno a un modo de vida más “natural”, co-
munal y artesanal, precientífico y sin ciencia ni tecnología.
¿Cómo es posible este apoyo de la izquierda a teorías y
posiciones tan irracionales, pseudocientíficas y anticientífi-
cas? En este texto vamos a ensayar una aproximación críti-
ca a la presencia e influencia de algunas pseudociencias en
cierta izquierda política, buscando también algunas de las
razones de dicha influencia en los presupuestos relativistas
y posmodernos asumidos por esa izquierda.
Si bien es sumamente difícil definir qué es la izquier-
da, aquí nos bastará con adoptar el punto de vista de Peter
Singer cuando se pregunta: “¿Qué es esencial para la iz-
quierda? Permítaseme que conteste de un modo personal”.
Después relata el caso de Henry Spira, un marinero mer-
cante que fue trotsquista (aunque luego dejó de serlo), que
estuvo en las listas negras maccarthianas, que denunció la
corrupción del Sindicato Nacional de la Marina, que apo-
yó al movimiento por los derechos civiles de las personas
negras en el sur de los EE.UU., que visitó la Cuba castrista
para conocer su reforma agraria, que enseñó a los niños de
los guetos y que también se hizo activista de los derechos
de los animales.
“Cuando le pregunté por qué se había pasado más de
medio siglo trabajando por las causas que he mencionado,
respondió sencillamente que estaba de parte del débil, no
del poderoso; del oprimido, no del opresor; de la montura,
no del jinete. Y me habló de la inmensa cantidad de dolor
y sufrimiento que hay en nuestro universo, y de su deseo
de hacer algo por reducirla. En eso, creo yo, consiste la
izquierda”.
Y después añade que la izquierda aspira a una sociedad
más igualitaria
3
. Que el igualitarismo es una característica
fundamental de la izquierda es algo en lo que coinciden
también otros autores como Tierno Galván
4
o Norberto
Bobbio
5
, e incluso autores de derechas como Aleix Vidal-
Quadras
6
.
D
ossier
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Tampoco hay espacio en este texto para intentar dar una
definición no polémica de ciencia, pero aquí entenderemos
con Carl Sagan que “La ciencia es más que un cuerpo de
conocimiento: es una manera de pensar”
7
y que ese modo
de pensar consiste principalmente en el método científico
8
entendido muy resumidamente como plantearse un proble-
ma, recoger unos datos, elaborar una hipótesis, comprobar-
la y publicar los resultados para la revisión por pares y su
replicación
9
. También aceptamos que ese método es uni-
versal para cualquier ser humano que quiera conocer algo
racionalmente. En palabras de Sokal:
“El método científico no es sustancialmente distinto de
la actitud racional que adoptamos en la vida cotidiana o
en otras esferas del conocimiento. Los historiadores, los
detectives y los fontaneros –es decir, todos los seres huma-
nos– emplean básicamente los mismos métodos de induc-
ción, deducción y evaluación de los datos que los físicos o
los bioquímicos. La ciencia contemporánea intenta llevar
a cabo estas operaciones de una forma más meticulosa y
sistemática, sirviéndose de instrumentos como pruebas de
control, estadísticas o reiteración de experimentos, entre
otros. Además, las mediciones científicas son a menudo
mucho más precisas que las observaciones cotidianas; nos
permiten descubrir fenómenos hasta entonces desconoci-
dos, y entran frecuentemente en conflicto con el “sentido
común”. Sin embargo, el conflicto se da en las conclusio-
nes, no en el enfoque de partida”
10
.
Utilizaremos ‘pseudociencia’ en un sentido amplio para
referirnos no solo a falsas ciencias, es decir, a teorías que,
sin cumplir con las exigencias del método científico, quie-
ren aparentar que sí lo hacen
11
(como serían la parapsico-
logía
12
, el psicoanálisis
13
, el negacionismo del Holocausto
14
o del SIDA
15
, las llamadas “medicinas alternativas’’ o no
convencionales
16
y la tecnofobia hacia antenas de telefo-
nía móvil
17
, trasgénicos
18
o vacunaciones
19
), sino también a
teorías o ideas que o bien van directamente contra la cien-
cia (anticiencia), como sería el fundamentalismo religioso
20
o cualquier mitología, o bien son totalmente extravagantes
y sin ningún respaldo científico: por ejemplo, las teorías
conspiranoicas del Nuevo Orden Mundial de los Illumina-
ti
21
o de los extraterrestres reptilianos
22
. De cualquier forma,
la diferencia ciencia-pseudociencia no es nítida y aunque es
posible catalogar ciertas teorías o ideas como científicas o
Partimos de la idea de que la
izquierda tiene una relación
esencial con la razón y las
ciencias ya desde su origen
en la Revolución Francesa
Pintura de Jacques-Louis David que ilustra el Juramento del Juego de la Pelota que tuvo lugar durante la Revolución Francesa (Foto: Wikimedia Commons)
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pseudocientíficas de un modo claro, también hay otras en
el terreno fronterizo entre ambas que las hacen difícilmente
clasificables
23
.
Partimos de la idea de que la izquierda tiene una relación
esencial con la razón y las ciencias ya desde su origen en
la Revolución Francesa.
24
La izquierda es ilustrada no solo
por su origen, sino porque considera a la razón como fun-
damento de la libertad y la igualdad, en contra del absolu-
tismo o los privilegios que, en vez de en la razón, pretenden
basar el orden sociopolítico en una revelación divina, en
una tradición o en la fuerza bruta. Si todos los seres huma-
nos somos esencialmente iguales en tanto que seres racio-
nales, todos tenemos el mismo valor o dignidad y, por lo
tanto, debemos tener los mismos derechos civiles, políticos
y económicos. Cualquier discriminación por razón de sexo,
raza, religión o clase social sería ilegítima por irracional, y
no sería natural sino producto de la injusticia social, polí-
tica o económica. De ahí que la izquierda, a lo largo de su
historia, haya ido progresivamente reivindicando mayores
cotas de libertad y de igualdad. Y de ahí también su lu-
cha constante contra el oscurantismo: el conocimiento de
la realidad no es un privilegio reservado para una casta o
un clero, sino que es accesible a todo el mundo por igual
gracias a la razón y la ciencia
25
. Además de la lucha política
y de la lucha económica, la izquierda ha desarrollado otra
lucha ideológica contra el oscurantismo que pretende limi-
tar u obstaculizar el acceso al conocimiento
26
, proponiendo
la enseñanza reglada, pública y científica como un derecho
universal
26
y una obligación
27
. Este racionalismo propio de
la izquierda implica el universalismo: todos los seres hu-
manos somos esencialmente iguales gracias a la raciona-
lidad, por lo que carecen de sentido también las fronteras
nacionales
28
.
El marxismo se consideraba a sí mismo un socialismo
científico en oposición a los otros socialismos que despecti-
vamente llamaba “utópicos”
29
. Marx y Engels creían haber
descubierto las leyes científicas de la historia de forma si-
milar a como Darwin había encontrado las de la evolución
de las especies
30
. Para el marxismo, la ciencia es a la vez
A partir de la segunda mi-
tad del siglo XX, cierta
izquierda empieza a replan-
tearse su tradición ilustrada
Estatua de Marx y Engels en la Alexanderplatz de Berlín (Foto: www.flickr.com/photos/sterte/)
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parte de la infraestructura (en tanto que fuerza productiva)
y de la superestructura (y por lo tanto puede ser deformada
a favor de los intereses de las clases dominantes), pero el
propio desarrollo de las fuerzas productivas va progresiva-
mente liberando a la ciencia de esos sesgos supraestructu-
rales hasta que, en la sociedad comunista, la ciencia esté
totalmente al servicio del ser humano. Esta visión optimista
y progresista de la ciencia perduró en la socialdemocracia y
en el leninismo y en otros teóricos marxistas, y también en
los países del socialismo real. No queremos decir aquí que
el marxismo sea una ciencia
31
ni que en los países comu-
nistas existiera genuina ciencia inmaculada
32
, pero sí que-
remos insistir en que, aunque fuera de forma equivocada,
se mantenía la relación y la apuesta de la izquierda (por lo
menos comunista
33
) por la razón y la ciencia. Resumiendo,
podemos decir que la izquierda asumía los siguientes va-
lores: la razón y la ciencia, el universalismo y el progreso.
Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XX,
cierta izquierda empieza a replantearse su tradición ilus-
trada, e incluso comienza a posicionarse en contra de ese
carácter ilustrado y sus valores, y a girar hacia posiciones
cada vez más irracionalistas y pseudo o anticientíficas. Esta
izquierda da un paso mucho más allá que el marxismo: no
solo indica que la ciencia puede estar sesgada por la ideo-
logía capitalista
34
, sino que toda la civilización occidental,
y la ciencia como parte de ella, es un mecanismo de opre-
sión del cual hay que liberarse totalmente. La ciencia sería
parte del Poder y la comunidad científica una elite opresora
aliada de las elites políticas y económicas. No se trata ya
de reforma o revolución del sistema capitalista
35
: se trata
de acabar con la civilización occidental como tal y retornar
a otras formas de vida primitivas, campesinas y preindus-
triales
36
.
¿Cómo ha llegado esta izquierda hasta aquí? Por varias
razones. Por un lado, por las terribles experiencias de los
totalitarismos (nazi y soviético), las guerras mundiales y el
monstruoso poder para generar terror, sufrimiento y muerte
del que fue testigo el siglo XX: los campos de extermi-
nio nazi, el gulag soviético, la bomba atómica, el napalm,
etc. Y por otro lado, por la experiencia del colonialismo
y el imperialismo de occidente sobre otros pueblos y su
impacto en sus culturas y formas de vida, así como por la
explotación de sus recursos naturales y la miseria produ-
cida en ellos. Ambos tipos de experiencias, la del terror y
Se acusa a la razón y a la
ciencia de justificar ideoló-
gicamente al imperialismo
occidental
Feministas en Chile durante el gobierno de Pinochet (Foto: Wikimedia Commons)
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el imperialismo, afectaban por igual tanto al primer mun-
do capitalista como al segundo mundo comunista, lo que
provocó en cierta izquierda un rechazo a ambos y a lo que
tenían en común, su confianza en la ciencia y la tecnología,
a la que acusaron de estar en la base de todos esos horro-
res: sin ellas, nada de eso hubiera sido posible. Y a su vez
provocó un sentimiento de empatía y esperanza en que la
solución podía venir precisamente de los pueblos coloniza-
dos y oprimidos, del tercer mundo. En ellos, en sus formas
de vida preindustriales y precientíficas, agrícolas y rurales,
comunales, artesanales y con sus propia sabiduría tradicio-
nal y milenaria, estaba la solución: el problema no era el
capitalismo ni el comunismo, sino la propia civilización
occidental. ¿Y cómo había llegado occidente a convertirse
en el monstruo que es? Precisamente por su confianza en la
razón y en la ciencia. Se acusa a la razón y a la ciencia de
justificar ideológicamente al imperialismo occidental: bajo
su apariencia de objetividad, universalidad y progreso se
oculta un etnocentrismo que privilegia a occidente sobre
las demás culturas, lo que justifica a su vez la colonización
económica, militar y cultural de esos pueblos. Sin embar-
go, esos pueblos no necesitan la ciencia occidental, pues-
to que ya tienen su propia “ciencia” o sabiduría milenaria:
sus propia etnocosmología, etnomedicina y etnoteorías. La
ciencia occidental no es un saber universal sino tan solo la
etnoteoría de occidente, y como tal no es ni mejor ni más
valiosa que las etnoteorías de otros pueblos como fuente de
conocimiento, y es más, puede que sea incluso más peli-
grosa por su carácter imperialista y destructor de las demás.
A esto habría que añadir el surgimiento de los nuevos
movimientos sociales (NMS) como el feminismo, el paci-
fismo y el ecologismo. Estos NMS se insertan en esa crí-
tica total a la civilización occidental y no solo al modo de
producción capitalista o comunista. Niegan una de las ba-
ses del marxismo: que la contradicción principal sea entre
capital y trabajo (la lucha de clases) y señalan a otras con-
tradicciones que sustituyen a esa como contradicción prin-
cipal y que les sirven para rechazar por igual el capitalismo
y el socialismo: ambos son patriarcales, violentos e insos-
tenibles. Y de alguna forma estos NMS confluyen también
en ese sentimiento favorable hacia el tercer mundo: esas
sociedades forman comunidades igualitarias, pacíficas y en
armonía con su medio natural.
Si a todo lo anterior le añadimos la influencia de la an-
tropología relativista
37
y de la filosofía posmoderna (tam-
bién relativista
38
), podemos comprender el caldo de cultivo
que ha hecho posible que en la izquierda actual prolifere
el apoyo a las medicinas no convencionales y en contra de
la medicina basada en evidencia empírica, la fobia a las
antenas de telefonía móvil, los organismos trasgénicos o
las vacunas, el negacionismo del SIDA, la defensa acrítica
de prácticas culturales como la ablación del clítoris o el uso
del burka, etc.
Creo que los errores de esta izquierda están interrelacio-
nados por varios factores: una bienintencionada pero inco-
rrecta (por relativista) idea de la igualdad, un remordimien-
to por nuestro pasado colonialista, la asunción del mito del
buen salvaje, y una incorrecta idea de ciencia.
Decíamos que la igualdad y la defensa de los más débiles
son esenciales a la izquierda. Pero la izquierda posmoder-
na ha interpretado esto de una forma ingenua y acrítica.
Cuando la izquierda sensata, ilustrada, reivindica la igual-
dad, lo hace asumiendo que todos los seres humanos somos
esencialmente iguales en tanto que racionales, capaces de
conocer por nosotros mismos el mundo mediante la razón
y la ciencia (sin tutelajes sacerdotales ni revelaciones di-
vinas) y de autodeterminarnos moralmente (sin tutela re-
ligiosa ni otra autoridad). Así se entiende la respuesta de
Euclides al rey Ptolomeo: “No hay caminos reales para la
geometría”, no hay formas privilegiadas para saber ciencia,
quien quiera saber cómo es el mundo debe cumplir con los
mismos requisitos del método científico que cualquier otro,
no valen los atajos de la fe, ni la inspiración divina, ni el
origen étnico, nacional o la clase social. Lo cual es clara-
mente antirrelativista: no todo vale, no da igual una cosa
que otra. No da igual la geometría (la ciencia), que la fe o
que la ouija para conocer cómo es el mundo. El camino es
la “geometría”, pero ese camino es un camino igualitario:
sin privilegios. Pero la izquierda posmoderna no lo entien-
de así, sino que identifica igualdad con relativismo: todas
las culturas son iguales y todas valen igual, ninguna es más
que otra, ninguna tiene un acceso privilegiado al saber,
cada una tiene su propio saber exactamente igual de válido
y valioso que el de las demás. Lo mismo da la etnoteoría
occidental del big-bang que las etnoteorías creacionistas de
otras culturas, lo mismo da el sacrificio de una cabra para
curar una enfermedad que una vacuna occidental. No hay
ningún saber universal porque cualquiera que lo pretenda
solo es etnocentrismo encubierto. Cada cultura tiene su
propio saber válido para ella y es ilegítima la comparación
o la crítica de una cultura desde la perspectiva de otra: todo
conocimiento solo puede ser emic
39
. Al no haber ningún sa-
ber universal, todos valen igual porque la elección por uno
u otro siempre será arbitraria. Y lo mismo para las tradicio-
nes de todas las culturas: es ilegítima cualquier crítica a una
costumbre o norma cultural desde los parámetros de otra,
pues sería etnocéntrico e imperialista arrogarse la superio-
ridad política o moral de juzgar esas costumbres o normas
desde fuera, aunque sean el matrimonio concertado o la
violación iniciática
40
. Caben aquí dos contracríticas: una es
preguntarles ¿cómo saben eso? Es decir, ¿cómo saben que
todas las etnoteorías son iguales y que la ciencia es solo un
etnodiscurso más entre otros sin más valor que esos otros?
La izquierda posmoderna
identifica igualdad con
relativismo: todas las
culturas son iguales y todas
valen igual
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A lo que solo me pueden dar dos respuestas: o bien que lo
saben por intuición, meditación, revelación divina o extra-
terrestre o un mensaje del más allá vía ouija, con lo cual no
tengo nada más que decir, o bien que es la conclusión a la
que han llegado después plantearse el tema, recoger datos,
analizarlos y compararlos, elaborar su hipótesis, compro-
barla, publicarla y dejarla para la revisión por pares. Esto
me parece mucho más interesante, pero si es así, lo que es-
tán diciendo es que saben científicamente que la ciencia no
vale (porque si todo vale, nada vale), pero si la conclusión
es esa, entonces la propia conclusión en tanto que científica
tampoco vale. En definitiva, que el postmodernismo no es
capaz de escapar al círculo vicioso del relativismo en el que
está enredado por su incomprensión de lo que es la ciencia
41
y la igualdad. La segunda es puramente práctica: ningún
posmoderno envía a su hija a que se inicie sexualmente en
Mozambique.
Por otra parte, esta defensa relativista de todas las cultu-
ras trata a estas como si fueran unidades cerradas, perfectas
y acabadas e incomunicadas con otras culturas y que deben
permanecer así so riesgo de contaminarse y perder su esen-
cia (sobre todo si se relacionan con Occidente). Pero esto
no solo no soporta el más mínimo análisis histórico-antro-
pológico (no hay ni ha habido nunca culturas ni sociedades
puras) sino que es un paso peligrosamente cercano al racia-
lismo
42
. Por otra parte, esta idea mitifica las culturas y los
pueblos como algo perfecto y acabado, que no nos deja ver
si no será que en la realidad esos pueblos no son tan igua-
litarios, tan pacíficos, ni tan sostenibles como los presenta
el mito. Que esos pueblos tengan sus propias ideologías,
tradiciones y normas no quiere decir que ellas sean inmu-
nes a diferentes formas de opresión e injusticia. ¿Quién nos
asegura que sus ideas, costumbres y leyes no benefician a
una parte del pueblo más que a otra, o que no discrimina a
unos con respecto a otros?
43
Aquí enlazamos con el mito del buen salvaje (que no es
sino una versión del mito del pecado original): la izquier-
da posmoderna asume sin rubor estos mitos como hechos
históricos. Para esta izquierda, hubo un tiempo pasado en
el que los pueblos vivían en el Paraíso, en pequeñas comu-
nidades igualitarias, sin Estado y en armonía con la natura-
leza, trabajando solo dos o tres horas al día y dedicando el
resto del tiempo a la más pura libertad y al amor libre. Pero
en un momento dado, el hombre occidental cometió el pe-
cado original: quiso dominar a la madre naturaleza en vez
de obedecerla, y para eso inventó la ciencia y la tecnología
(el fruto prohibido). A partir de ahí todo fueron desgracias:
el hombre occidental inventó el Estado y oprimió a las mu-
jeres, esclavizó a sus semejantes, sojuzgó a otros pueblos,
rompió el equilibrio natural y extendió su reino de maldad
a todos los rincones del planeta amenazando con destruirlo
entero. La alternativa está en retroceder, en retornar a esas
comunas agrícolas e igualitarias, sin Estado, sin ciencia ni
tecnología, y volver a adorar a la diosa naturaleza. Más o
menos, esto dice el mito
44
, pero como tal mito, tampoco tie-
ne ninguna base histórica ni antropológica. No hay ninguna
evidencia de que ningún pueblo humano haya vivido nunca
en tal estado de naturaleza paradisíaco, y más bien parece
ser todo lo contrario: los buenos salvajes del pasado eran
más bien agresivos y violentos
45
, totalmente supersticiosos
e ignorantes, y depredadores de su medio ambiente (en la
medida de su escasa tecnología, que no les impidió a veces
realizar auténticos ecocidios)
46
. El mito del buen salvaje
47
o
de que cualquier tiempo pasado fue mejor, oculta la reali-
dad de las cosas: que el progresivo avance del conocimiento
científico y tecnológico ha supuesto un correlativo avance
en la calidad de vida de las sociedades que lo han experi-
mentado. La disminución progresiva del índice de mortali-
dad infantil, y el aumento de los de esperanza de vida y nu-
trición muestran esta correlación. Gracias a la ciencia y la
tecnología, cualquier obrero del mundo desarrollado tiene
una vivienda con agua corriente, luz eléctrica, calefacción,
alimentos y acceso inmediato a la información vía internet,
que sitúa su calidad de vida a miles de años-luz de la cali-
dad de vida que jamás haya podido tener el más poderoso
de los faraones o reyes absolutos de otras épocas pasadas (y
por supuesto que cualquier buen salvaje)
48
.
La asunción del mito del buen salvaje tal vez se expli-
Euclides visto por el pintor Justo de Gante en 1474 (Foto: Wikimedia Commons)
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que por el remordimiento por nuestro pasado colonialista e
imperialista. Pero si queremos compensar o reparar esa in-
justicia, el rechazo a la ciencia y la tecnología y la idealiza-
ción mitologizada de esos otros pueblos y culturas y de sus
prácticas milenarias, pueden de hecho convertirse en obstá-
culos para conseguirlo y hacernos paradójicos compañeros
de viaje de la derecha más conservadora y reaccionaria. El
relativismo cultural puede conducir al racialismo y evitar la
acción contra violaciones de los derechos humanos en otras
latitudes, a impedir la erradicación eficaz de enfermedades,
de la mortalidad infantil y la desnutrición, y además a favo-
recer la proliferación de mitos y pseudociencias absurdos
en el mejor de los casos y perniciosos en los peores. La al-
ternativa de izquierdas al cambio climático, a la pobreza y a
las injusticias sociales no está en ningún retorno a un Edén
perdido, sino en más y mejor ciencia y tecnología. No se
trata de que otros pueblos abandonen su etnociencia, sino
en que se aprovechen de la ciencia (que en tanto que uni-
versal también es suya) aunque tengan que deshacerse de
algunos mitos, igual que nuestra sociedad occidental tuvo
que criticar los suyos propios para abrir paso a la ciencia.
Una izquierda que no comprenda esto no merece tal nom-
bre, y difícilmente podrá luchar a favor de los más débiles
y de una mayor igualdad.
Nota Del Autor: Este texto se redactó originalmente en 2011 para
su lectura en las XIV Jornadas de Filosofía de la Sociedad de Fi-
losofía de Castilla-La Mancha. Posteriormente ha habido aconte-
cimientos que modifican algunos aspectos del mismo, concreta-
mente, la aprobación en la X Asamblea Federal de Izquierda Unida
de una resolución contra las llamadas terapias alternativas y que
supone un cambio en la orientación de esta formación política con
respecto a lo que se escribe en este texto anterior a esa resolución.
Notas:
1-Y podemos suponer también que se incluye a la acupuntura y la
acupresión (shiatsu)
2-http://goo.gl/bCpmn
3-Singer, 1999: pág. 15-18.
4-Tierno, 1976: pág. 17.
5-Bobbio, 1995: cap. VI.
6-Vidal-Quadras, 1997: pág. 45-62.
7-Sagan: 1997, pág. 35
8-La ciencia es, pues, un método para averiguar cosas acerca del
mundo y no el cuerpo particular de una teoría” (Dunbar, 1995, pág.
34).
9-Sería imposible citar toda la bibliografía pertinente sobre qué es
ciencia, pero lo dicho puede ser un buen resumen muy esquemáti-
co de en lo que consiste la ciencia y el método científico. De todas
formas, y por citar algún libro que expresa la misma idea, véase
Dunbar, 1995: cap. 2, llamado precisamente “¿Qué es esa cosa
llamada ciencia?”, exactamente igual a la famosa obra de Chalmers
(1976).
10-Sokal, 2008, pág. 235-236, y también la misma idea en pág.
214, 301, 338 y 537.
11-Para una crítica a la pseudociencia véase Bunge, 2001: cap. 8
y Bunge (2010).
12-Para una crítica a la parapsicología, véase Álvarez (2007) y tam-
bién Bunge, 2001: pág. 228 y ss. y también Bunge: 2010, pág. 85
y ss.
13-Para una crítica al psicoanálisis, véase Santamaría y Fumero
(2008) y también Bunge, 2001: pág. 232 y ss.
14-Para una crítica al negacionismo del Holocausto, véase Sher-
mer, 1997: cuarta parte.
15-http://es.wikipedia.org/wiki/Negacionismo_del_VIH/sida
16-Incluimos entre estas pseudomedicinas a la acupuntura, la ho-
meopatía, el reiki, la urinoterapia, la osteopatía, la reflexología po-
dal, etc.
17-Sobre la inocuidad de las antenas de telefonía móvil cabe de-
cir dos cosas: que no hay ningún informe serio que demuestre su
peligrosidad y que los que hay indican que no son peligrosas, por
ejemplo, el informe editado por la Asociación Española Contra el
Cáncer disponible en internet: http://energiagirona.gencat.cat/mul-
timedia/aecc2.pdf. Véase también Ordiales (2007).
18-Para una revisión crítica de la fobia antitrasgénicos, veáse Mulet
(2011), cap. 2.
19-Para una crítica a la fobia antivacunas: “Informe: Fiebre anti-
vacunas” en El Escéptico, nº 19, mayo-agosto 2005, pág. 56-74.
También González (2011) y Goldacre (2008), pág. 313 y siguientes.
20-Que afirma que la fe es una forma superior de conocimiento, o
incluso que la razón y la ciencia son erróneas y satánicas per se.
21-Por ejemplo, Koch (2005) afirma que el mundo está realmente
controlado por la conspiración de un grupo secreto llamado Illumi-
nati.
22-David Icke (1999 y 2001) afirma que las familias más poderosas
del mundo (los Rothschild, los Bush y la familia real británica…)
en realidad son extraterrestres reptilianos con forma humana que
quieren esclavizar a la humanidad, que es, en realidad, el producto
de experimentos genéticos que hicieron esos extraterrestres en el
pasado. Conrado Salas Cano incluye al rey Juan Carlos I como un
reptiliano más: http://www.lamentiraestaahifuera.com/2009/08/07/
juan-carlos-de-borbon-%C2%BFes-un-reptil/
23-Para consultar algunas propuestas de distinción entre ciencia y
pseudociencia y sus zonas fronterizas, véase Bunge (2010), Bun-
ge, 2001: cap. 8, Shermer (2001), Shermer: 1997, 1ª parte, y Sokal,
2008: pág. 335-346.
24-”Hay una relación del socialismo con la Ilustración o con la secu-
larización o emancipación del individuo respecto de toda forma de
autoridad, con la fe optimista en la razón” (López, 1997: 25).
25-Es conocida la respuesta de Euclides al rey Ptolomeo cuando
éste le preguntó si no había una forma más sencilla (privilegiada)
de aprender Geometría: “No hay caminos reales para la geometría”.
Volveremos a esta anécdota más adelante: cf. pág. 7.
26-El acceso a la escritura estaba reservado en el antiguo Egipto,
la Iglesia católica condenó en la edad media el libre acceso a la
Biblia, y hasta 1966 siguió editando el Índice de libros prohibidos
bajo pena de excomunión. Son igualmente simbólicas las quemas
de libros efectuadas por los nazis o en Chile después del golpe de
Estado de 1973.
27-Ya en el Manifiesto Comunista Marx y Engels introducen en el
punto 10 de su programa: “Educación pública y gratuita de todos los
niños” (Marx y Engels, 1848: pág. 69).
28-Pública, por cuanto que el Estado garantiza su neutralidad y
cientificidad, reglada en tanto que sistemática, y obligatoria para
que ningún menor pueda ser excluido de este derecho por parte
de padres doctrinarios o sectarios. Resulta, por tanto, increíble el
apoyo de cierta izquierda a un supuesto derecho de los padres a no
escolarizar a sus hijos.
29-El internacionalismo o el cosmopolitismo han sido también ca-
racterísticos de la izquierda, así como intentos de lograr lenguas
universales como el esperanto. Lo que hace difícil de entender que
haya izquierdas que puedan autoproclamarse “nacionalistas”.
30-Véase Engels (1880) y Marx y Engels, 1848: pág. 81 y siguientes.
31-“Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza
orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana”
(Engels, 1883)
32-En contra de la opinión de Althusser (1965)
33-El caso Lysenko demuestra que no.
34-Y también anarquista: nótese cómo percibe Bakunin el papel li-
berador de la ciencia: Bakunin (1882).
35-Puesto que esto implica que, sin esos sesgos (es decir, en una
sociedad socialista), la ciencia sería impoluta.
36-Para el marxismo, la negación del capitalismo era dialéctica: el
capitalismo supuso un avance con respecto al feudalismo en tanto
que hizo avanzar las fuerzas productivas (y la ciencia entre ellas)
pero él mismo se ha acabado convirtiendo en un freno para ese
desarrollo y por eso es necesario (e históricamente inevitable) su
propia negación dialéctica, negación que implica conservar lo que
el esc
é
ptico
32
primavera-verano 2013
tiene de provecho (por ejemplo, la ciencia y la tecnología) y acabar
con lo que no (la propiedad privada de los medios de producción).
37-John Zerzan, teórico del anarcoprimitivismo, plantea tal cual
esta idea: Zerzan (2001). En España hay algunas comunas orga-
nizadas de este modo, como esta en Málaga: http://video.publico.
es/videos/15/19729/41/views o la de “Beneficio” en Las Alpujarras
granadinas: http://goo.gl/4YpU5
38-Para una crítica al posmodernismo y la antropología relativista,
véase Gellner (1992) y Kuper (1999).
39-Para un análisis y una crítica demoledora al posmodernismo fi-
losófico véase Sokal (2008).
40-Resumiendo mucho: emic es la perspectiva que la propia cultura
tiene de sí misma, y etic sería la perspectiva externa de un investi-
gador de otra cultura; veáse Harris, 1983: pág. 28-30.
41-En Mozambique se practica un rito femenino de iniciación sexual
tradicional que consiste en coger a las niñas tras su primera mens-
truación (entre los 9 y 13 años), recluirlas apartadas de su familia
y la escuela, y durante 2 o 3 semanas son víctimas de diferentes
formas de abuso sexual, todo ello con la intención de que estén
sexualmente preparadas para el matrimonio:
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/06/01/internacio-
nal/1306956650.html
42-El posmodernismo no entiende lo que es la ciencia, y segura-
mente ningún posmoderno haya estado jamás en un laboratorio ni
tocado una probeta, pues si no, no se entiende cómo pueden hablar
de etno-ciencia occidental: ¿acaso la Tierra no es redonda o no gira
sobre sí misma lo mismo para los occidentales que para lo yano-
mami? ¿Acaso las tres leyes de la gravitación universal de Newton
no funcionan igual en su Inglaterra natal que en el Kalahari donde
habitan los bosquimanos? No existe la etno-ciencia sino la ciencia,
y como decíamos en la página 2 citando a Sagan, Dunbar y Sokal,
la ciencia es un método universal y natural de conocimiento, que no
es propio de occidente sino de toda la humanidad. No existen etno-
teorías científicas, sino teorías más correctas, menos correctas y
totalmente incorrectas, independientemente de que las formule un
catedrático de Oxford o un aborigen australiano.
43-El racialismo no pretende la superioridad de ninguna raza, pero
sí que establece cierta relación entre características biológicas y
culturales de los pueblos, y propugna la separación entre los pue-
blos y las culturas para mantener su pureza o esencia tradicional:
http://es.wikipedia.org/wiki/Racismo_cient%C3%ADfico
44-Desde el relativismo es imposible responder: todo juicio sobre la
justicia en una cultura solo puede ser hecho desde dentro de esa
cultura, pues desde fuera sería etnocéntrico, luego desde occidente
es imposible juzgar si otros pueblos tienen normas o costumbres
injustas. Por mucho que grite, llore o patalee una niña mientras le
extirpan el clítoris en África, ningún occidental puede condenarlo sin
asumir su etnocentrismo por hacerlo.
45-Que viene a ser un antimito del de Prometeo, el titán benefactor
de los humanos que les regaló el fuego (símbolo de la tecnología)
para escapar del estado de naturaleza, y que aunque mito, expresa
mucha más verdad que el del buen salvaje.
46-El mito del buen salvaje está totalmente falsado por la investi-
gación antropológica, que más bien nos muestra unos antepasados
cuyas principales formas de control demográfico eran las guerras y
el infanticidio: Harris (1983)
47-Sobre los ecocidios por parte de pueblos primitivos, véase Dia-
mond (2005).
48-Para una crítica del mito del buen salvaje, véase Shermer, 2001:
cap. 9.
49-“Apenas puedo pensar en una falacia más común, o más necia,
del pensamiento y el sentimiento humanos que nuestra propensión
a construir mitos de “edades doradas” acerca de un pasado más
sencillo de arrobamiento rústico (…) si alguien me dice que prefe-
riría haber vivido hace un siglo, le recordaré simplemente la única
carta que es un triunfo irrefutable para elegir el ahora como el mejor
mundo que jamás hayamos conocido: gracias a la medicina moder-
na, las personas de recursos en el mundo industrial gozarán pro-
bablemente de un privilegio que nunca antes se dispensó a ningún
grupo humano. Nuestros hijos crecerán; no perderemos la mitad o
más de nuestros descendientes en la infancia o la niñez” (Gould,
1999: pág. 33-34).
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Nota: En las citas se ha usado la fecha de primera impresión de
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