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primavera-verano 2013
a nivel global, llamado “precio equilibrado o de referen-
cia”, organiza entonces los intercambios, en los cuales cada
uno aporta lo que ofrece y se lleva lo que demanda a esos
precios. Así se elimina claramente la posibilidad de inter-
cambios mutuamente ventajosos, y sin coste alguno pues
la entidad central se ocupa de ello. El colmo es cuando los
prejuicios triunfan sobre la razón y se presenta este modelo,
denominado de “concurrencia perfecta”, como el mercado
ideal. Solo los iniciados que pueden descifrar sus fórmulas
matemáticas saben que se trata de un sistema ultracentrali-
zado, que no tiene nada que ver con la idea de mercado que
se suele tener. Para los demás, los manuales y las obras de
mayor o menor difusión, este modelo se presenta de manera
lo bastante confusa para hacer creer que está “matemática-
mente demostrado” que la concurrencia es perfecta porque
permite una “asignación óptima de los recursos”. Es tal la
fuerza de las creencias, de los prejuicios, que esto se acerca
mucho a la estafa intelectual, sea más o menos inconsciente.
Sin embargo una buena parte de la teoría económica forma-
lizada se construye alrededor de este modelo y se presenta
como la descripción del mercado por excelencia.
Otro ejemplo de aberración, y muy de moda en estos
tiempos, son los modelos con “agentes representativos”. En
ellos la producción, el consumo, la inversión, el empleo y
otros factores de la economía de un país se presentan como
resultados de una elección individual, tipo Robinson Cru-
soe, que concretamente debe decidir cuánto se produce,
consume e invierte en un periodo de tiempo. Estas eleccio-
nes se compararán con lo que ocurre en un país determi-
nado (Francia, por ejemplo) en lo que se refiere al PIB, el
consumo, la inversión, tasas de paro, nivel de precios, en un
espacio de tiempo similar.
El “truco” consiste en dar a los parámetros que caracte-
rizan al individuo ficticio (parámetros que se supone repre-
sentan sus preferencias y las técnicas de las que dispone)
valores tales que sus elecciones se asemejen lo más posible
a las evoluciones observadas en ese país. Luego se dirá si se
ha conseguido “simular”, si no explicar, lo que sucedió en
ese país, como si este se comportase como un único indivi-
duo enfrentado de hecho a decisiones de orden puramente
técnico, que son por otra parte técnicas matemáticas de con-
trol óptimo utilizadas para caracterizar esas decisiones. El
“Premio Nobel” que se han inventado los economistas se
les ha concedido a varios de ellos por su “contribución” a
este sinsentido. Esto es un puro delirio, pero como se pre-
senta adornado con complicadas formulaciones matemáti-
cas pocos son los que se dan cuenta. Entre ellos los hay que
han construido su carrera sobre este disparate, y prefieren
permanecer discretamente en segundo plano, ¡nadie quiere
tirar piedras contra su tejado! Por eso esta farsa, desgracia-
damente, ha durado tanto tiempo y corremos el peligro de
que dure más aún.
Estudiantes lúcidos cuestionan el sistema.
Cuando algún estudiante que posee algo de lucidez y una
buena formación matemática, les señala a los docentes lo
absurdo de sus modelos, recibe como respuesta el silencio,
el desprecio o la amonestación: “¡o se hace eso o no se hace
nada!”. Como reacción a tal actitud, incompatible con el
método científico, esos alumnos han creado una asociación,
el “Movimiento de estudiantes para la reforma de la ense-
ñanza de la economía”.