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as nuevas redes sociales funcionan muy bien como
difusoras de ideas y conocimientos.
Pero también pueden ser, y de hecho lo son, una
fuente inagotable de bulos, cadenas bobas, estafas y leyen-
das urbanas, que se propagan como la pólvora. Precisamen-
te de eso tratará el artículo de hoy.
Es muy fácil que un mensaje con una idea concisa invite
a la indignación, a la reflexión, o a exaltar algún sentimien-
to, sea este del tipo que sea. Además, si la idea está acom-
pañada de una imagen adecuada, puede potenciar su efecto
en varios órdenes de magnitud.
A partir de ahí, compartir esta idea entre tu círculo de
amigos o seguidores es tan fácil como hacer un simple clic
con el ratón. No soy experto en psicología, ni mucho me-
nos, pero entiendo que razones de aceptación social e in-
tentar procurarnos o mantener un cierto prestigio ayudan a
que la inmediatez (ser los primeros en compartir el hecho)
prime sobre la sensatez (tratar de fundamentar o contrastar
la noticia o idea). De esta manera, el mensaje puede difun-
dirse con un crecimiento exponencial y alcanzar una au-
diencia amplísima en muy poco tiempo.
Además, estos tres factores, por separado o conjugados,
acaban de anular nuestra primera tentación de comprobar la
veracidad del dato o la idea transmitida:
• Muchas de estas ideas suelen estar envueltas en un for-
mato agradable a la vista, con alguna foto espectacular y un
diseño atractivo: ¿cómo iba a ser mentira algo tan bonito?
• Procede de algún amigo o amiga en quien confiamos. Él
no nos va a engañar y seguro que lo ha comprobado antes.
• No parece ser verdad pero, por si acaso, y con lo poco que
cuesta advertir a mis amigos y amigas, lo paso.
Una vez realizada la acción, y satisfechos de la iniciativa
(se ha suministrado una información valiosa al círculo de
amigos) la cara de tonto llega cuando ves comentarios de
un
amigo o amiga que te señala alguna de estas opciones:
• La información es falsa y todo el mundo lo sabe
• La información es muy antigua y está caduca
• Hay un error garrafal en el enunciado...
O cualquier otra que provoca que intentes introducirte
por el cable del ordenador y recuperar el post antes de que
le llegue a nadie más. Deseas borrarlo, destruirlo... ves des-
moronarse en segundos un prestigio arduamente adquirido
durante mucho tiempo. No solo has mandado basura a tus
amigos, sino que además... ¡¡te lo han recriminado en públi-
Pensamiento crítico
y redes sociales
Sergio López Borgoñoz
(Foto: Thomas Galvez, www.flickr.com/photos/togawanderings/)
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co y todos van a saber la torpeza que has hecho!!
A este respecto leí el otro día un interesante artículo sobre
“Estafas en Facebook: cómo detectar y desmontar bulos”
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escrito por Fabrizio Ferri-Benedetti que creo que puede
ayudar a detectar y evitar la propagación de estas cadenas
y bulos.
En el artículo, el autor identifica las principales señales
que nos deberían hacer sonar todas las alarmas:
• Despierta emociones fuertes y negativas con ideas fáci-
les, llamativas, muy emotivas. ¡¡¡Sospechoso!!!
• Está escrito con mala ortografía o jerga incomprensible.
¡¡¡Sospechoso!!!
• Contiene al menos alguna falacia fácil de identificar. Se-
guramente tendrá más. ¡¡¡Sospechoso!!!
• Contiene números enormes y extrañamente precisos que
resulta dudoso que sean exactos. ¡¡¡Sospechoso!!!!
• el tratamiento gráfico es horripilante. Usa tipografía Co-
mic Sans y está hecho con Word o Paint. ¡¡¡Sospechoso!!!
• Es anónimo e inidentificable. No se sabe quién lo ha es-
crito, ni de dónde proceden los datos. ¡¡¡Sospechoso!!!
• Invitación a actuar, a descargarte alguna aplicación, o a
reenviar a tus amigos. ¡¡¡Sospechoso!!!!
• Salvarás a alguien si haces clic; algo va a desaparecer si
no haces clic; te regalarán algo magnífico si haces clic. Al-
guien donará millones de dólares si hay millones de clics...
¡¡¡Sospechoso!!!
Ante lo cual, el autor indica algunos métodos sencillos
para tratar de averiguar si se trata de un bulo o no:
• Busca el texto y nombre en Google. Si aparece como
“bulo”, o como “hoax”, o como “estafa”... pues eso.
• Intenta comprobar si las imágenes son auténticas. El artí-
culo incluye un enlace a una página que permite encontrar
imágenes similares en la web.
• Consulta las fuentes originales. Si pone que la noticia
procede de un medio determinado, ve al medio para com-
probar su veracidad.
• Haz un breve recorrido por sitios especializados de ru-
mores, timos y bulos. El artículo incluye enlaces a los prin-
cipales sitios, como rompecadenas.com.ar o snopes.com
entre otros.
La cuestión es que, probablemente, todo esto no debería
hacer falta escribirlo en una revista dirigida a personas que
están concienciadas y habituadas al uso del pensamiento
crítico en su actividad cotidiana; pero.... si hay alguien que
no haya caído nunca en uno de estos bulos ni lo haya com-
partido, que levante la mano.