background image

el esc

é

ptico

16

primavera 2014

D

ecía Berger Evans en su obra Historia Natural del 

Disparate

1

 que en la lucha contra el pensamiento 

irracional teníamos la guerra perdida, a lo máximo 

que podíamos aspirar era a ganar alguna escaramuza y en el 

mejor de los casos alguna batalla. Pero la guerra, lo que se 

dice la gran batalla, estaba totalmente perdida.

La capacidad que demuestra el ser humano en inventar 

estupideces es abrumadora: cuando uno cree que ha logrado 

extirpar una de ellas, renace, como un ave Fénix maligna, 

con otro ropaje y todavía más estúpida que la original. Un 

ejemplo clarísimo lo tenemos con el «Creacionismo»; cuan-

do se le acorrala y los racionalistas ganamos una pequeña 

escaramuza, renace de sus cenizas como «Diseño Inteligen-

te

2

». Tal vez otro ejemplo mucho más actual sea la nueva 

ley del aborto que ha preparado el ministro de Justicia, Ga-

llardón. Los laicos creíamos que habíamos ganado la batalla 

del alma. Me explico, creíamos –al menos yo lo creía así– 

que habíamos logrado ganar una pequeña escaramuza: que 

el tema de la existencia o no de un alma era cosa particular, 

formaba parte de la intimidad de cada uno, pero que esa 

creencia no podía usarse para hacer leyes o para eliminar 

los derechos de los demás. Ha vuelto a renacer con fuerza 

inusitada. En una escaramuza radiofónica que tuve con la 

presidenta de una asociación «provida» me quedó claro que 

lo que hay detrás de esos movimientos es la creencia de que 

cuando se une un óvulo y un espermatozoide ocurre algo 

mágico: un dios o similar introduce un alma en esa célula y 

la transforma en algo extraordinario. A lo largo de la esca-

ramuza, que duró casi una hora, la provida negó lo del alma 

que yo le planteaba, pero cada vez que trataba de justificar 

por qué era tan malo, por ejemplo, la «píldora del día des-

pués», que lo que hace es evitar que se implante un grupo de 

unas pocas células en el útero, llegó a decir que es que eso 

«era matar a un ser vivo». Su concepto de «ser vivo» era un 

tanto estrambótico, pues para ella el óvulo fecundado sí lo 

es pero no lo son ni el óvulo ni el espermatozoide. Por fin, 

terminó hablando de «energías vitales» que se introducen al 

fecundar el óvulo. Me puse grosero con eso de las «energías 

vitales» pero para mí fue muy claro que volvía a hablar del 

alma, aunque la llamase de otro modo, y de que esa era su 

única justificación.

En este número de la revista hablamos sobre cuatro cur-

sos de verano en los que ha participado ARP-SAPC. En to-

dos ha habido charlas que defendían el espíritu crítico y no 

solo por parte de los miembros de nuestra asociación. Por 

mi parte he constatado que el panorama de la «divulgación 

científica» ha cambiado notablemente y en mi opinión para 

bien. Por ejemplo, hace veinte años en estos congresos era 

muy difícil introducir temas que defendieran lo racional y 

era difícil que no se colasen conferencias altamente irracio-

nales. Hoy no es así; hoy todos estos congresos rezuman 

espíritu crítico por todas partes, y es difícil que se cuelen 

pseudociencias. Hace veinte años, algunos habrían conside-

rado a «Cuarto Milenio» un programa de divulgación, hoy 

se le considera un programa de promoción del pensamiento 

irracional y muy pocos dudan de que Punset no sabe de lo 

que habla y hace un batiburrillo bastante infumable entre 

ciencia y pseudociencia

3

.

En estos congresos he visto que el espíritu crítico está pre-

sente en todos los actos. Es lo estándar. Estoy convencido 

de que en una pequeña parte se debe a nuestra labor. En ese 

sentido pocas dudas hay de que hemos contribuido a ganar 

una batalla. 

Los organizadores y participantes de estos congresos son 

en su mayoría jóvenes con unas ganas inmensas de hacer las 

cosas bien y de comerse el mundo. Lástima que les haya to-

cado vivir su juventud en esta crisis demoledora y oscuran-

tista. Lástima que unas políticas miopes se hayan cargado 

los derechos en nombre de un tal «mercado» al que yo no 

conozco y por el que nunca he votado. Es más, no conozco 

a nadie que haya votado por él. ¿Cuándo se presentó a las 

elecciones?

Hasta la aparición de esta crisis, los ciudadanos poco a 

poco  íbamos  ganado  espacios  de  libertad;  incluso  el  que 

proliferasen las pseudociencias era ganar un espacio de li-

bertad: las personas podían pensar y creer en muchas cosas 

distintas, incluso las más estúpidas. Con Franco se creían 

cosas estúpidas, pero no cualquier cosa, solo lo permitido 

por el régimen. Las pseudociencias estaban prohibidas. La 

época del pensamiento dogmático y unificado se iba que-

dando atrás. Pero ahora ha llegado la crisis y vemos que el 

oscurantismo ha renacido con una fuerza tremenda. ¿Quién 

Ganamos batallas

Félix Ares

D

e oca a oca

background image

el esc

é

ptico

17

primavera 2014

podría pensar que la ministra de trabajo implorase ayuda 

a la virgen del Rocío o que el ministro del interior pida la 

intercesión de Santa Teresa? ¿Y qué me dicen del Ayunta-

miento de Córdoba, el cual elimina parte del carnaval en 

periodo de Cuaresma? ¿O el de Cádiz, que ha prohibido el 

nudismo en sus playas?... Tan solo falta que en las radios se 

ponga tan solo música clásica y en los cines y televisiones 

tostones sobre romanos y narraciones bíblicas para sentirme 

como en las Semanas Santas franquistas. Me dan ganas de ir 

a «matar judíos

4

» con los amigos, como se hacía en algunos 

sitios durante el franquismo.

Hoy más que nunca son necesarios actos como el «Semi-

nario Galileo Galilei: primeras actividades de reflexión so-

bre la laicidad», organizado por la universidad de Granada y 

del que nos hablan dos de sus responsables.

La libertad tiene un precio. Yo puedo creer que unas hier-

bas me curan de un cáncer pero esas creencias pueden lle-

varme a la muerte, como ocurrió con el famoso Steve Jobs 

de Apple, tal como cuenta la crónica de «Los problemas so-

ciales de las pseudociencias», que se impartió en un curso 

de verano de la Universidad de Alicante. La libertad cambia 

la ubicación de la responsabilidad. Sin libertad, la responsa-

bilidad es de otros. Con libertad, la responsabilidad es nues-

tra. Eso muchas veces asusta, pues como no hay un dogma 

ni sacerdotes o gurús que nos guíen, debemos aprender para 

poder tomar decisiones correctas. El título del libro de Erich 

Frömm Miedo a la libertad es sugerente. El título, no hablo 

del libro. Debemos aprender a perder el miedo a la libertad. 

En ese sentido la divulgación es importantísima. Hasta el 

punto de que, sin divulgación científica, es casi imposible 

que haya una auténtica democracia en el siglo XXI. ¿Cómo 

podemos votar sobre el modelo energético si no tenemos ni 

idea de lo que es la energía? ¿Cómo podemos votar sobre el 

aborto si no sabemos lo que es un ser vivo? ¿Cómo pode-

mos votar sobre transgénicos si no sabemos lo que son los 

genes? ¿Cómo podemos decir que es mejor 

ser vegetariano «porque no quiero comer 

seres vivos

5

»? Aprender en la era de inter-

net nos obliga a ser capaces de discernir el 

trigo de la paja en un universo lleno casi ex-

clusivamente de paja. En el curso «Els Ju-

liols», que se celebró en la Universidad de 

Barcelona, entre otras cosas, se analizaron 

artículos de periódico para ver cómo habían 

tratado ciertos temas científicos y ver cómo 

deberían haberlo hecho. Unas pequeñas he-

rramientas para aprender a navegar por el 

mar de la super-información.

Esa super-información nos obliga a nave-

gar por los procelosos mares de los estafa-

dores de todo género que acechan entre las 

olas. Un caldo de cultivo para las estafas son 

las pseudociencias. En el curso de verano 

de la Universidad de Castilla La Mancha, 

celebrado en Albacete, con el tema de «Es-

cepticismo y pensamiento crítico» se habló 

de estos temas y se dijo que, si se trata de 

defender un beneficio económico, todas las 

pseudociencias son estafas. Subrayo todas. 

Me parece una excelente iniciativa y una excelente «regla 

del pulgar

6

»:  si  hay  beneficio  económico  en  una  pseudo-

ciencia [casi con seguridad que] se trata de una estafa.

Estos casos de los que he hablado no son más que unos 

pocos de los muchos que ha habido en España. Por suerte, el 

espíritu crítico es más fuerte que nunca. En las universida-

des españolas se ha aprovechado el verano para defenderlo. 

Es una gran noticia. El escepticismo ha salido del armario y 

se está desparramando desde la universidad a los demás ám-

bitos de la sociedad. Es lamentable que la universidad haya 

tardado tanto; debería haberlo hecho hace muchos años. 

Ante una presidenta de la Comunidad de Castilla la Man-

cha con peineta rogándole a la virgen que nos saque del ato-

lladero económico, que en un curso de verano de su univer-

sidad se hable de «escepticismo y pensamiento crítico» es 

otra escaramuza ganada.

Creo que no es exagerado decir que este verano, a base 

de ganar muchas escaramuzas, hemos ganado una batalla 

al oscurantismo. Ojalá esté equivocado y no vayamos de 

victoria en victoria hacia la derrota final.

1- Evans, Bergen. Historia Natural del Disparate. Compañía General 

Fabril Editora. Buenos Aires, 1962

2- Pérez Fernández, Ismael. El Diseño Inteligente. Colección ¡Vaya 

Timo! Editorial Laetoli. Pamplona 2014.

3- Entre los que dudan de la irracionalidad de Punset está el magní-

fico investigador y divulgador Pere Estupinya. Personas como él, listas, 

bien preparadas y que traguen con las ruedas de molino de Punset me 

descolocan.

4- En mi época, durante la dictadura franquista, en León, ir a «matar 

judíos» era juntarse un grupo de amigos e ir de bar en bar tomando un 

vino tinto. Cada vino era un judío muerto. Ni que decir tiene que en aque-

llos momentos yo no era consciente del tono anti-judío de estos actos. 

A todos nos habían enseñado que los judíos eran malos pues habían 

matado a nuestro dios, un tal Jesucristo. Los judíos eran malos y los 

«moros» y también todo aquel que no aceptase el pensamiento unificado 

franquista, que hunde sus raíces en la intolerancia de los «Reyes Católi-

cos». La clave es «intolerancia»

5- ¿Las lechugas y tomates no son seres vivos?

6- cervezascaseras.com.mx/wordpress/la-regla-del-pulgar/