el esc
é
ptico
38
otoño 2014
L
a homeopatía consiste en estupidez y superstición
diluidas más allá de toda razón, que se suministran
como un remedio a personas profundamente
desinformadas o científicamente analfabetas. Y aún
persiste esta vetusta criatura, el homeópata moderno.
Aunque la práctica homeopática es indistinguible de ritos y
brujerías (con perdón de las brujas), al homeópata moderno
le gustaría recubrirse a sí mismo con la respetabilidad
de la ciencia. Esto es, el camino hacia la aceptación, el
reconocimiento oficial y los correspondientes reembolsos.
De modo que los homeópatas han añadido una nueva
cabeza a la hidra de la pseudociencia: la memoria del agua.
Breve Historia de la Homeopatía
La homeopatía fue inventada (no es exacto decir que
fue descubierta, lo que implicaría que tiene alguna base
real) por Samuel Hahnemann a finales del siglo
XVIII.
Hahnemann desarrolló sus principios sobre homeopatía
a partir de anécdotas y supersticiones sin ninguna
metodología de investigación científica, evidencia ni
razonamiento. Por tanto no es una sorpresa que más de
doscientos años más tarde el progreso científico no haya
podido validar ninguna de las ideas de Hahnemann (House
of Commons 2010).
El conocimiento científico se construye sobre sí mismo,
y cuando alguien descubre una propiedad fundamental de
la naturaleza, esto lleva a descubrimientos adicionales y
a una comprensión más profunda. La homeopatía no ha
llevado a nada. La “ley de los similares” de Hahnemann
es la idea de que “lo similar cura lo similar”, es decir que
una pequeña dosis de una sustancia curará cualesquiera
síntomas que la misma provocaría en altas dosis. Sin
embargo, esto no está basado en ningún principio de
biología ni de química. A veces se compara falsamente la
respuesta del cuerpo con las vacunas, pero esta analogía
no es aplicable.
La “ley de los infinitesimales” de Hahnemann, es decir
la noción de que una sustancia se vuelve más potente
cuando se la diluye, viola la ley de acción de masas y
todo lo que sabemos sobre química. Además, muchos
remedios homeopáticos están diluidos hasta tal punto
que probablemente ni una sola molécula de la sustancia
original permanece en ellos. Hahnemann creía que el
agua mantiene la “esencia” mágica de la sustancia, lo
que convierte a la homeopatía en un sistema de creencias
vitalistas.
Las ideas de Hahnemann son lo suficientemente tontas
como para que incluso en su tiempo, en los comienzos de
la historia de la ciencia, fueran ridiculizadas y descartadas.
La homeopatía sigue siendo algo sin sentido a
más no
poder, pero ahora es un sinsentido mucho más sofisticado.
La reciente fascinación
por las modalidades no científicas
La Memoria del Agua
Steven Novella
Traducción del Dr. Benito Hernández Bermejo
Al homeópata moderno le gus-
taría recubrirse a sí mismo con
la respetabilidad de la ciencia.
el esc
é
ptico
39
otoño 2014
de salud ha provocado un resurgir del interés hacia la
homeopatía, que ha llevado a la realización de
muchos
ensayos clínicos sobre la efectividad de los productos
homeopáticos para ciertas enfermedades. Tras cientos
de estudios clínicos de la homeopatía, las revisiones
sistemáticas revelan que los remedios homeopáticos son
indistinguibles de los placebos (otra forma de decir que no
funcionan) (Ernst 2010).
Ni siquiera puede hablarse de una controversia científica,
ya que la evidencia de que la homeopatía no puede
funcionar y no funciona es aplastante. Sólo la ideología, el
querer que nuestros deseos se conviertan en realidad y el
analfabetismo científico la mantienen con vida.
La memoria del agua
Los defensores modernos han intentado justificar
desesperadamente la homeopatía con explicaciones
que tengan un aire científico, pero han fracasado
miserablemente. Uno de esos intentos es la noción de
que el agua es capaz de tener memoria, es decir que
puede recordar físicamente las propiedades químicas de
sustancias que han estado diluidas en ella.
La noción de la memoria del agua se planteó
inicialmente por el homeópata francés Jacques Benveniste
en 1988. Él no estaba estudiando la estructura del agua
como tal, sino tratando de demostrar que el agua puede
retener la memoria de los anticuerpos u otras sustancias
diluidas en ella. Su investigación, sin embargo, ha sido
completamente desacreditada debido a las muchas lagunas
en los métodos de Benveniste, su manera de seleccionar
datos en el laboratorio, su uso impropio de la estadística,
y su recuento de datos que no se ajustaban a los resultados
deseados (Scrimgeour 2007).
El científico de materiales Rustum Roy, un enamorado
de la curación espiritual, amplió la investigación
desacreditada de Benveniste, afirmando que las moléculas
de agua son como ladrillos, en el sentido de que pueden
usarse para construir estructuras que contengan mayor
complejidad e información que los ladrillos mismos.
Específicamente, las moléculas de agua pueden codificar
en su estructura las propiedades químicas de lo que estuvo
diluido en ellas.
Sin embargo, la evidencia no apoya esta afirmación.
Lo que ha sido demostrado es que las moléculas del agua
forman enlaces transitorios con otras moléculas de agua,
creando una ultraestructura mayor, pero estas estructuras
del agua tienen una vida extremadamente corta. No son
permanentes. De hecho, las investigaciones muestran que
las moléculas de agua distribuyen muy eficientemente la
energía de estos enlaces, que son por ello extremadamente
efímeros. Uno de estos artículos de investigación
concluye: “Nuestros resultados destacan la eficiencia en
la redistribución de la energía dentro de la red de enlaces
de hidrógeno, y ese agua líquida esencialmente pierde la
memoria de correlaciones persistentes en su estructura en
menos de 50 fs” (Cowan 2005). Esto es 50 femtosegundos,
o 50 cuadrillonésimas (10
–15
) de segundo.
Contrariamente a las afirmaciones de Roy, el agua
no tiene memoria. De hecho se caracteriza por ser
extremadamente eficiente en no tener memoria. Los
científicos pueden discutir si el agua es o no capaz de
mostrar ultraestructuras que puedan resistir más allá de la
escala de los femtosegundos bajo ciertas condiciones, pero
en todo caso se trata de discusiones sobre fracciones de
segundo increíblemente pequeñas.
Recientemente el premio Nobel Luc Montagnier ha dado
un impulso a las esperanzas en la “memoria del agua” de
los homeópatas al publicar una serie de experimentos en
los que afirma que el ADN altamente diluido en agua puede
generar señales de radio (Montagnier 2009). Sin embargo,
El agua no tiene memoria. de
hecho, se caracteriza por ser
extremadamente eficiente en
no tener memoria.
el esc
é
ptico
40
otoño 2014
hay numerosos problemas con estos estudios. El primero
de ellos es que el diseño del estudio de Montagnier está
descuidado hasta el ridículo
(Myers 2011). Montagnier
usó un dispositivo de detección de señales muy tosco,
conectado a un ordenador, y generó resultados sin valor,
gobernados por el ruido. Sus estudios no probaron nada (y,
nada sorpresivamente, no han sido replicados) pero esto no
ha detenido a los homeópatas a la hora de apropiarse de su
trabajo para plantear sus reivindicaciones
.
Así que estamos todavía sin evidencias y sin nada
plausible para pensar que el agua pueda formar
ultraestructuras durante una cantidad de tiempo
biológicamente significativa. Es asombroso que Roy,
Montagnier y otros hayan extrapolado estas conclusiones
con tanto entusiasmo a partir de la afirmación de que
el agua puede mantener estructuras durante un tiempo
algo mayor del
que se creía con anterioridad (lo que ya
es probablemente falso) para llegar a la idea de que esto
puede explicar la efectividad biológica de la homeopatía.
Echemos un vistazo más detallado a los pasos no triviales
que pasaron por alto.
Si esta clase de “memoria” del agua es una explicación
para la homeopatía, entonces estas estructuras tendrían que
sobrevivir no sólo en una muestra de agua sino a través
de la mezcla física de esa agua con más agua. De hecho,
tendrían que transferir su estructura, como una plantilla, a
las moléculas de agua circundantes. Este proceso tendría
que
repetirse fielmente durante muchas diluciones. A
continuación estas estructuras tendrían que sobrevivir
a la transferencia a una pastilla de azúcar (a menudo los
remedios homeopáticos se preparan dejando caer una gota
del agua sobre una píldora de azúcar).
Estas estructuras de agua tendrían que transferirse a las
moléculas de azúcar porque al cabo de no mucho tiempo
el agua terminará evaporándose. Esta píldora permanecerá
en un estante durante días, meses o años antes de ser
finalmente consumida por el pardillo del paciente. La
pastilla de azúcar se descompondrá en el estómago de ese
defensor de la homeopatía, y las moléculas de azúcar serán
entonces digeridas, absorbidas por la corriente sanguínea,
y distribuidas a través de la sangre a los tejidos del cuerpo.
Presumiblemente, cualesquiera moléculas que estén
reteniendo esta supuesta ultraestructura estarán pasando
juntas a través de todos estos procesos y encontrarán el
camino hasta el órgano objetivo en el cual son capaces
de producir su efecto químico-biológico. El absurdo ni
siquiera comenzaría a cubrir los saltos lógicos que se están
cometiendo aquí. En resumen, invocar la memoria del
agua como una explicación para los efectos homeopáticos
simplemente añade más dosis de pensamiento mágico a
la noción de homeopatía: no ofrecería una explicación
plausible incluso aunque la teoría de la memoria del agua
fuese cierta, lo que no es el caso.
Algunos enlaces químicos son lo bastante intensos como
para sobrevivir intactos a un proceso como este y llegar a
través del cuerpo al tejido objetivo, en el que pueden ligarse
a los receptores o experimentar sus reacciones químicas.
Aun así, la mayoría de los reactivos químicos no pueden
pasar a través de este filtro biológico con su actividad
química intacta (lo que
explica que la biodisponibilidad
de muchas drogas potenciales sea demasiado baja para
resultar útiles como agentes orales). Sencillamente, los
compuestos químicos son descompuestos en el proceso
digestivo. En otras palabras, los enlaces efímeros de esta
todavía supuesta memoria del agua (si es que esta ficción
de la memoria del agua existió alguna vez) tendrían una
biodisponibilidad igual a cero.
Conclusión
La noción de memoria del agua no es nada más que una
reformulación de la idea supersticiosa de Hahnemann de
que la sustancias pueden transferir su “esencia vital” a
otras sustancias. La memoria del agua es otra ficción de
la homeopatía, no está basada en ninguna ciencia y es
extremadamente implausible.
Steven Novella, Doctor en Medicina, es profesor titular
de Neurología en la Facultad de Medicina de Yale, dirige
el podcast Guía del Universo para Escépticos, es autor del
blog NeuroLogica, es editor ejecutivo del blog Medicina
Basada en la Ciencia, y presidente de la Sociedad
Escéptica de Nueva Inglaterra.
Referencias
Cowan M.L., B.D. Bruner, N. Huse, et al. 2005. “Ultrafast memory
loss and energy redistribution in the hydrogen bond network of liquid
H20”. Nature 434 (March 10):199-202. doi: 10.1038/nature03383.
Ernst, E. 2010. Homeopathy: “What does the “best” evidence
tell us?” The Medical Journal of Australia 192(8) (April 19): 458-60.
House of Commons, Science, and Technology Committee.
Evidence check 2: Homeopathy. Disponible en línea en:
www.publieations.parliament.uk/pa/cm200910/cmselect/
cmsctech/45/45.pdf
Myers, P.Z. 2011. “It almost makes me disbelieve that HIV
causes AIDS”. Pharyngula (January 24). Disponible en línea en:
http://scienceblogs.com/pharyngula/2011/01/it_almost_makes_
me_disbelieve. php
Montagnier L., J. Aissa, S. Ferris, et al. 2009. “Electromagnetic
signals are produced by aqueous nanostructures derived
from bacterial DNA sequences”. Interdisciplinary Sciences:
Computational Life Sciences 1(2): 81-90.
Scrimgeour, H.J. 2007. “Water memory tests all wet: A
reassessment of the Benveniste experiments by a DVM”. Association
for Science and Reason (August 8). Disponible en línea en: www.
scienceandreason.ca/pseudoscience/alternativemedicine/water-
memory-tests-all-wet/
La memoria del agua como
explicación de los efectos ho-
meopáticos sólo añade más
dosis de pensamiento mágico
a la noción de homeopatía .