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A

unque  los  alienígenas  han  figurado  en  el  cine 

desde sus inicios, como aquellos selenitas de Le 

Voyage dans la Lune de Georges Méliès (1902), 

pocos han alcanzado también la gloria filatélica. Respecto 

a esta primera aparición, es poco conocido que el turolense 

Segundo de Chomón realizó en 1909 uno de los primeros 

remakes,  coloreando a mano una nueva versión de la 

historia de Méliès, e introduciendo algunos cambios. 

Podemos ver la efigie de este casi desconocido cineasta en 

un sello español puesto en circulación el 29 de enero de 

1994 con una tirada de dos millones y medio de ejemplares 

(fig 1).                                   

El premio al alienígena más terrorífico descrito jamás por 

un abducido debe recaer sin duda sobre el italiano Fortunato 

Zanfretta  (fig  2A,  con  gafas  oscuras),  quien  a  mediados 

de los setenta aseguró haber tenido varios encontronazos 

con unos gigantescos alienígenas de aspecto reptiliano 

(muy semejantes al monstruo protagonista de la película 

de 1954 La mujer y el monstruo / The Creature from the 

Black Lagoon). No obstante, el dibujo que adjuntamos (fig 

2B) fue realizado por Zanfretta tras pasar por las manos de 

diversos ufólogos; el croquis inicial solo incluía el perfil en 

sierra dentada, sin ojos ni boca. Actualmente, en su villa 

natal (Torriglia) se organiza un congreso ufológico anual a 

la caza de turistas, aunque él mantiene un perfil bajo y no 

ha añadido nuevas historias.

 Pero incluso estos seres palidecen frente a las mandíbulas 

viscosas y extensibles de Alien – el octavo pasajero, de 

quien podemos mostrar este Sobre Primer Día puesto en 

circulación el 15 de junio de 2002 en la república rusa de 

Komi (fig 3).

Otro extraterrestre peliculero igual de espeluznante sería 

Predator, nacido originalmente en una película de 1987 

protagonizada por Arnold Schwarzenegger. Aquí lo vemos 

(centro, junto a Sharon Stone, menuda comparación) en 

una hojita bloque dedicada por el país africano de Mali a 

dicho actor en 1994 (fig 4).

Por el contrario, casi nadie discutirá que el alienígena 

más entrañable de la gran pantalla es E.T., el extraterrestre 

de la película homónima de Steven Spielberg. Los Estados 

Unidos le han dedicado nada menos que dos sellos. Uno 

en el año 2000 dentro de una emisión de quince valores 

dedicados a los acontecimientos de la década de los ochenta 

y que ya vimos en su momento (fig 5); y otro en Febrero 

de 2003, dentro de la categoría de “Efectos especiales” de 

un bloque filatélico de diez valores autoadhesivos sobre el 

séptimo arte (fig 6).

Todavía no se ha dedicado ningún sello a la otra gran 

Un marciano en mi buzón (3.9):

alienígenas cinematográficos 

Luis R. González

Fig. 1

Fig. 2B

Fig. 2A

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película ufológica de Spielberg, Encuentros en la tercera 

fase, así que tendremos que conformarnos con uno que 

nos muestre su icono más potente, el lugar donde sucede 

aquel primer contacto abierto entre humanos y alienígenas, 

la Torre del Diablo (Wyoming, EE. UU.). Casualmente, 

en 2002, la hojita dedicada por la Guyana al “Año 

Internacional de las Montañas” recoge dos de estos hitos 

geográficos relacionados con la ufología (fig 7). El primero 

(esquina superior izquierda) es la ya mencionada “Torre del 

Diablo”, pero a su derecha aparece nada más y nada menos 

que el monte Rainier, donde en 1947 Kenneth Arnold vio 

esas nueve velocísimas naves cuya forma correcta era 

como un tacón de zapato de hombre, pero que han pasado a 

la posteridad como “platillos volantes”.

Fig. 7

Fig. 8

Fig. 9

Fig. 5

Fig. 6

Fig. 3

Fig. 4

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Algunos quizá discrepen de mi anterior comentario y 

defiendan  que  el  alienígena  cinematográfico  bueno  más 

entrañable es sin duda el maestro Yoda, de la saga de La 

guerra de las galaxias. No hay problema, también tiene 

su sello. De hecho, varios, aunque aquí solo mencionaré 

tres. El primero forma parte de un bloque de nueve valores 

dedicado por Togo a la segunda película de la trilogía 

inicial, en 1997 (fig 8). Y en el otro aparece junto a Darth 

Vader en una bella emisión de sellos triangulares, puestos 

en circulación en 1996 por la isla caribeña de San Vicente 

(mostramos aquí una hojita en su versión metalizada, fig 9).

En 2007

 

los Estados Unidos dedicaron una emisión 

en bloque a esa epopeya peliculera, y junto a la misma 

pusieron en circulación un valor aislado mostrando también 

al maestro Yoda. Quizá nadie se sorprenda al saber que ya 

en años posteriores al estreno de la primera película de la 

saga han ido proliferando las abducciones protagonizadas 

por alienígenas en hábitos monjiles (fig 10). 

Finalmente, tres sellos emitidos por repúblicas 

exsoviéticas a la caza de dólares y referidos a películas 

recientes. En 2001, Tayikistán dedicó un sello a Willy 

Smith en Men in Black (fig 11) y otro a un casi irreconocible 

John Travolta en Battlefield  Earth, película basada en la 

novela del mismo título del fundador de la Cienciología, el 

escritor de ciencia ficción L. Ron Hubbard, y que resultó un 

estrepitoso fracaso (fig 12). En el sello puesto en circulación 

(es un decir) por Georgia en 1999 vemos al gigantesco 

platillo de Independence Day dispuesto a volatilizar un 

rascacielos con su rayo ventral (fig 13).    

La  novedad  ufofilatélica  más  reciente  en  este  apartado 

es uno de los valores emitidos por el servicio de correos 

británico en 2014 conmemorando a grandes directores de 

cine de dicho país. Para Kubrick han escogido una bella 

escena de “2001: Una odisea espacial” (fig 14).

Próxima entrega: Alienígenas en la “caja tonta”

El  autor  desea  agradecer  la  colaboración  de  Giancarlo 

D’Alessandro, ufólogo italiano editor del “PHILCAT. 

Catalogo  di  UFOfilatelia”  disponible  en  la  red:  http://web.

tiscalinet.it/Giada/

Asimismo, agradecería la colaboración de los lectores 

para  ampliar  la  casuística  filatelico-ufológica  y  pone  a 

su disposición estos y muchos otros sellos de temática 

espacial para todo tipo de exposiciones. 

Fig. 11

Fig. 12

Fig. 13

Fig. 10

Fig. 14