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El Escéptico: Julián, ¿cómo nació la idea de crear esta
asociación?
Julián Rodríguez Giner: Intentaré ser breve e ir al grano.
Mi hijo, Mario Rodríguez, falleció como consecuencia de
abandonar un tratamiento científico y coherente, y acogerse
a una pseudoterapia naturista y ortomolecular. Tenía leu-
cemia. Este hecho me hizo descubrir los graves perjuicios
que puede causar en un enfermo la pseudociencia, la eleva-
da proliferación que tienen actualmente y el vacío legal que
existe. A partir de ahí, ciertas personas decidimos crear una
asociación y aportar nuestro grano de arena a un cambio que
no dudamos que costará, pero llegará. Cambio legislativo y
de mentalidad en la ciudadanía.
EE: Tú presentaste una demanda contra el presunto cu-
randero que ofreció sus servicios a tu hijo. ¿Cuál ha sido el
resultado?
JRG: La demanda fue rechazada en primera instancia,
y recurrimos a la Audiencia Provincial. Estamos esperan-
do una respuesta. Sea cual sea, seguiré reclamando justicia.
Siempre.
EE: Desde que se creó la APETP, supongo que ha reci-
bido denuncias sobre centros o páginas web que publicitan
tratamientos “alternativos” para enfermedades y de casos en
que esas pseudoterapias hayan tenido consecuencias negati-
vas. ¿Cuáles son las más frecuentes?
JRG: Sí, hay multitud de “centros” que ofertan pseudote-
rapias, pero también “escuelas” e “institutos” que las impar-
ten. Como por ejemplo, el Instituto Valenciano de Terapias
Naturales, entre otros. Ofertan formación en flores de Bach,
medicina tradicional china, reiki, naturopatía, etc. ¡Imagi-
naos el peligro! Ya no solo hay pseudoterapeutas; además,
hay escuelas para preparar a futuros pseudoterapeutas. La
palabra terapia está totalmente desprestigiada y desvirtuada.
Hay que luchar por recuperar su verdadero significado. Pero
remitiéndome más concretamente a tu pregunta, la más de-
nunciada es la homeopatía. No hay por dónde cogerla. Yo,
con educación, ya no me callo ante nada. El otro día llevé
a mi padre —que gracias a la ciencia tiene ochenta y ocho
años y ahí vamos— al médico. Al salir fuimos a la farmacia.
Delante de mí, una de las dos dependientas estaba ofertando
a una señora un producto homeopático con el argumento
de que a ella le había ido muy bien. Ni pude ni me quise ca-
llar: le manifesté que me parecía tremendamente irracional
que una farmacéutica ofertara como curativo algo que no
ha pasado por un ensayo clínico. Volvió a remitirse al pseu-
docientífico discurso de que a ella le había ido muy bien. Y
yo, al mío: “eso no es una prueba científica de que funcione,
es una simple experiencia que dice usted haber tenido. Pero
usted debería ser una profesional y no regirse por otra cosa
que no fuera la ciencia, y ofertar medicamentos avalados
por ensayos clínicos”. Al despedirnos, la otra farmacéutica
le deseó a mi padre una pronto recuperación. Yo le contesté
que con las pastillas que nos llevábamos, o sea, con ciencia
(antibióticos), tenía bastantes probabilidades de conseguirlo.
No me hizo mucho caso. Pero la señora que iba a comprar el
producto homeopático no lo compró, y la farmacéutica tuvo
que dar explicaciones. Me faltó, lo reconozco, pedir el libro
de reclamaciones. Pero iba con mi padre, y era ya mucho
jaleo. Pero repito, no es excusa. Hay que formular quejas por
escrito.
EE: Estáis impulsando también una Plataforma Ciuda-
dana para promover cambios legislativos con el fin de que se
regule la oferta de esas terapias calificadas como “alternati-
vas”. ¿Qué tipo de lagunas legales existen?
JRG: La laguna legal —por así llamarla— más importan-
te que hemos observado, es que, al menos en Valencia (invito
a que compañeros procientíficos lo investiguen en sus ciuda-
des) hay estipulados dos tipos de centros: los denominados
“sanitarios” y los “no sanitarios”. Los sanitarios están bajo
el control y supervisión del gobierno autonómico; y los no
sanitarios, del ayuntamiento. Así como en los sanitarios hay
inspecciones y control, en el caso de los no sanitarios, para
dar licencia de apertura se fijan fundamentalmente en si tie-
nen salida de humos, si la entrada y salida ofrece garantías
Entrevista a
Julián Rodríguez Giner
Inma León
Recientemente se ha creado en España la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias
Pseudocientíficas (APETP), una organización cuyos principales objetivos son que se prohíba
publicitar servicios para la curación de enfermedades cuya eficacia no esté científicamente
probada, y que se impida a personas sin titulación médica oficial ofertar terapias curativas.
El principal impulsor de esta asociación es Julián Rodríguez Giner.
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ante una posible evacuación, etc., pero no hay ningún con-
trol —que sepamos— sobre las ofertas de lo que ellos llaman
terapias. Además, no hay profesionales de la medicina en
estos centros; y si los hay, da lo mismo, porque también exis-
ten “profesionales de la medicina” que son amantes, practi-
cantes y difusores de la pseudomedicina. Por este motivo nos
estamos reuniendo con concejales de sanidad y alcaldes, para
abordar el tema de los centros no sanitarios, que es responsa-
bilidad de los ayuntamientos, e intentar convencerles de que
hay que adecuar el control de esos centros para, al menos,
igualarlo al control de los sanitarios. Y a quien oferte una
terapia (máxime si la publicita como curativa) darle licen-
cia de apertura solo si esa terapia realmente está contrastada
científicamente. En resumen, y volviendo a tu pregunta, la
mayor laguna legal es, además de la mencionada, la falta de
legislación que prohíba ofertar a enfermos una curación vía
panfleto, internet, etc, sin resultados claros y científicos de
curación.
EE: ¿Qué acogida está teniendo esta propuesta de plata-
forma?
JRG: Te voy a ser sincero. Aunque cada vez somos más,
somos conscientes de que todavía nos falta mucho múscu-
lo para poder provocar los cambios por los que luchamos.
No es fácil. Quizá las personas estamos desmovilizadas en
general —considero que lo estamos—, y también ante este
tipo de iniciativas. La verdad es que todos tenemos muchas
cosas que atender. Hay que ser comprensivo y constructivo.
Lo importante es que algunas de las propuestas que plan-
teamos en la plataforma —como por ejemplo los cambios
legislativos— las estamos impulsando desde la asociación de
otra manera. Hemos creado un grupo de trabajo específico
para ello. Lo importante es, con plataforma o sin ella, cam-
biar lo que sea necesario cambiar para que un enfermo no
pueda ser ni engañado, ni manipulado, ni desviado de una
línea científica de curación.
EE: La APETP también tiene como objetivo potenciar
en la sociedad el pensamiento crítico y científico, y en los pa-
cientes un mayor sentido de responsabilidad. ¿Cómo creéis
que se puede conseguir?
JRG: Esto es más que importante, importantísimo. Para
temas de salud y para todo. Entendemos que, si potenciamos
la ciencia y el escepticismo en la ciudadanía, existirá menos
peligro de fraudes psedocientíficos. Y si además contribui-
mos a que una persona también contemple la prevención
para evitar posibles dolencias, potenciaremos un discurso
racional y evitaremos la mala prevención, la pseudocientífi-
ca —que también la hay—, basada en argumentos que más
bien esconden intereses económicos de venta de productos.
Negocio, vamos. Dentro de nuestras actividades como aso-
ciación, tenemos tres proyectos que enlazan con el objetivo
de potenciar el espíritu científico y escéptico y la preven-
ción científica de enfermedades. Uno es la creación de una
obra de teatro —para representar en institutos, colegios y
casas de cultura— que estimule en la ciudadanía la ciencia
y el escepticismo (ya hay un autor profesional trabajando
en el texto). Otro proyecto es la creación de un premio de
relato corto que promueva los valores científicos. Y el tercero,
impulsar la Escuela Municipal del Paciente. Otra manera de
contribuir a potenciar el pensamiento crítico y científico es
acostumbrarnos a presentar quejas y protestas ante los or-
ganismos correspondientes. Opino que no todo tiene que
limitarse a comentar una crítica en Facebook o Twitter: hay
que quejarse donde corresponde. Ser científicos también en
eso. La última queja presentada por APETP fue a la Conse-
jería de Educación de la Comunidad Valenciana. ¿Motivo?
La editorial Anaya tiene un proyecto de libro que llaman
Proyecto de Cultura Científica para primero de bachillerato.
Es una clara apología de la pseudociencia. ¡Ya desde jóvenes,
aleccionando contra la ciencia y el pensamiento científico!
Mal, muy mal. ¿Es que el grupo Anaya no sabe lo que son
las pseudociencias y cómo pueden influir en los estudiantes?
¿Qué intereses hay? Repito: muy mal.
EE: Has tenido contacto con responsables políticos.
¿Piensas que en general los políticos son receptivos al pro-
blema de los afectados por terapias pseudocientíficas? Y si
no lo son, ¿cómo se les puede sensibilizar?
JRG: Hemos tenido contacto con políticos, sí. A nivel
individual, pienso que tienen demasiadas cosas encima de
la mesa. Y que los concejales de Sanidad no son expertos
en sanidad. Eso es una carencia. Pero también pienso que
además de políticos son personas, con las mismas carencias
que todos tenemos; con sus virtudes y sus defectos; con su
información o desinformación. Corresponde a la ciudadana
y al ciudadano sensible —y que es consciente del problema
de las pseudociencias—, a las asociaciones y colectivos se-
guir trabajando para que quien no conozca los perjuicios de
la pseudociencia reciba información y, con ello, cambie de
postura. Trabajemos día a día en la cercanía, desde el respe-
to, pero sin dejar de manifestar nuestras quejas u opiniones,
contra la pseudociencia. Político es todo aquel que hace polí-
tica. Y para hacer política no hace falta militar en un partido.
Pero sí tener voluntad comunitaria.
Julián Rodríguez
Presidente de APETP
Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas
Julián Rodríguez Giner, en la sede de APETP