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A
veces las presentaciones son innecesarias, espe-
cialmente cuando eres el escéptico mexicano más
trascendente y prolífico de los últimos 50 años, tie-
nes a tu cargo el sitio web Marcianitos verdes, estuviste al
frente del proyecto Perspectivas, has escrito una quincena de
libros dedicados a desmitificar el llamado “fenómeno ovni”,
has participado en numerosos debates televisivos, has es-
crito decenas de artículos para numerosas publicaciones y
has fundado la revista Perspectivas ufológicas. Y, por si fuera
poco, también has formado parte de la Sociedad Mexicana
para la Investigación Escéptica (Somie).
Sería innecesario, entonces, presentar a Luis Ruiz No-
guez, alias “El tal Noguez”. El problema con el tal Noguez
es que, pese a su amplísimo currículo, es un químico que
adora el bajo perfil, la tranquilidad, una tarde de lectura por
sobre un encuentro con ufólogos, una investigación con re-
copilación de datos por sobre una jornada de cervezas y fút-
bol. No es un excéntrico, es simplemente un tipo reposado
que vive con pasión el intrincado mundo de la explicación
de “misterios”, esos que tanto entusiasman a tantos y tan
pocos se dedican a desentrañar.
Pese a que nuestras casas estaban separadas por algo
así como 6 000 kilómetros, tuve la suerte de que Antonio
Meucci inventara el teléfono (y Graham Bell lo patentara)
y pudiera conversar, desde la pieza de mi hermano en San-
tiago de Chile, con Luis, que supongo me contestó desde el
living de su casa en Ciudad de México. Conversamos dos
horas, que para mí fueron de aprendizaje puro. Y aunque
esa vez, el año 2000 o algo así, Ruiz Noguez me dijo que
estaba retirado de estos temas, su conocimiento ilimitado
y meticuloso de la historia de la ufología daban a entender
que, en secreto, nunca se desconectó de su pasión.
La primera vez que me topé con el nombre de este escép-
tico mexicano fue en el centro de Santiago de Chile, a me-
diados de los noventa. Iba camino al colegio cuando en una
tienda de revistas me encontré con un libro de tapa negra.
¿El título? Uno bien sensacional: 100 fotos de extraterrestres.
Imposible no tentarse, imposible no comprarlo. Para mi
sorpresa, en lugar de una colección de fotos impresionan-
tes repletas de misterio, me encontré con una colección de
fotos impresionantes llenas de humanidad, fraude y menti-
ras. Con ironía, meticulosidad y una bibliografía impresio-
nante, Luis Ruiz Noguez destruía una tras otra esas fotos
que habían ilusionado mi infancia. Los extraterrestres eran
Originalmente todos creíamos que había algo en el fenómeno
ovni, aunque nuestras indagaciones demostraban que todo era un
engaño, una confusión o algo con una explicación convencional.
Entrevista a
Luis Ruiz Noguez
“A mucha honra, desacredito las no ciencias”
Escéptico con una pluma mordaz, el químico mexicano Luis Ruiz Noguez ha co-
laborado con distintos colectivos que luchan contra las pseudociencias, entre
ellos la SOMIE y Perspectivas. Hoy sigue dando combate al frente de Marcianitos
verdes
.
Diego Zúñiga C.
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cualquier cosa menos extraterrestres. En vez de llorar ante
esa verdad desvelada, me emocioné. Que todas tuvieran ex-
plicación hacía de esto algo mucho más atractivo.
“Todas las fotografías (de ovnis, alienígenas y demases)
me quitan el sueño, no porque crea que sean reales o autén-
ticas, sino porque me parece interesante desentrañar el mis-
terio detrás de ellas. ¿Cómo fueron trucadas? ¿Qué generó
la confusión? En fin, la realidad detrás del mito”, nos dice
ahora Luis Ruiz Noguez, en conversación con El Escéptico.
¿Cómo surge el interés del “tal Noguez” por la ufología
y sus derivaciones?
Como todo el mundo, desde niño tuve muchos roces con
el mundo de los fenómenos paranormales, incluyendo la
ufología. Como el que María Cristina V. de Rueda, la tra-
ductora y relaciones públicas de George Adamski en Mé-
xico, fuera amiga de mi tía. Pero no fue hasta que terminé
la secundaria e ingresé a la preparatoria que me enganché
con los temas forteanos. Por aquella época estaba haciendo
furor una revista que considero una de las mejores de Mé-
xico en su tipo: Duda: lo increíble es la verdad, y algunos de
mis compañeros la compraban. Al leerla quedé enganchado
para siempre; de hecho, escribí para Duda en su etapa final.
Esa revista tuvo una hija, Contactos Extraterrestres, en la que
también colaboré, gracias a la intervención de Héctor Cha-
varría, el editor.
Una revista que no era escéptica precisamente…
La mayoría de los que posteriormente fundaríamos la So-
ciedad Mexicana para la Investigación Escéptica (Somie)
trabajamos en esta revista. Originalmente todos creíamos
que había algo en el fenómeno ovni. Cuando nos asigna-
ban alguna tarea, algún reportaje o entrevista, íbamos pre-
dispuestos a encontrar naves extraterrestres, pero nunca las
hallamos. Resultaba que la foto ovni que algún testigo había
enviado a la Editorial Posada era trucada; que la señora vio
un reluciente plato volador a la hora y en el lugar en que
Venus hacía su aparición; que la huella de aterrizaje no era
más que un “anillo de hadas” (una formación de hongos);
que el relato del contactado en turno era completamente
delirante; que el piloto que decía haber sido abducido era un
alcohólico; que… En fin. Nunca encontramos nada.
Una decepción para cualquier editor de esas revistas.
“¡Me vale madres que el tipo sea un mentiroso! Esta es
una revista de ovnis. Yo te pago por escribir artículos sobre
ovnis. ¡Tú tienes que escribir un artículo sobre ovnis!”. Eso
es lo que nos decía el primer editor de la revista, aunque
nuestras indagaciones demostraban que todo era un enga-
ño, una confusión o algo con una explicación convencional.
Cada uno de nosotros decidió darle la vuelta. Unos escri-
biendo cuentos de ciencia ficción, otros artículos de divul-
gación de la ciencia o la sección de pasatiempos. Yo preferí
esperar mejores tiempos, que llegaron cuando Chavarría
tomó la dirección y comenzó a publicar mis artículos es-
cépticos.
Formaste parte de la Somie, escribiste mucho en Pers-
pectivas ufológicas, luego armaste el portal Perspectivas,
lanzaste posteriormente Marcianitos verdes y, además,
has escrito más de una decena de libros. ¿De dónde sacas
la energía? ¿Sientes que ha valido la pena el esfuerzo?
Soy un tipo sencillo, sin complicaciones. No me gusta ver
televisión y es muy raro que vaya al cine o al teatro. Prefiero
leer un buen libro o navegar por internet. De tal forma que
uso mi tiempo libre en esto. Sábados y domingos los dedico
a preparar Marcianitos verdes con lo que he leído durante la
semana. En realidad, no consume gran energía. Y claro que
ha valido la pena. Como decía Antonio Ribera, la ufología
(aunque en mi caso también la divulgación de la ciencia, la
historia y la cultura) te permite adentrarte y conocer todo
tipo de terrenos. Ese solo hecho hace que valga la pena.
La Somie parecía un grupo muy activo. Tenían Pers-
pectivas…, El Investigador Escéptico y además participa-
ban en programas de radio y televisión. ¿En qué momen-
to todo ese ánimo se perdió y por qué?
La actividad de “escéptico” no te da para comer. De he-
cho, nunca cobramos por las conferencias, cursos, semina-
rios o apariciones en radio, televisión y prensa escrita. Cada
uno de nosotros tiene una carrera universitaria: los hay pe-
riodistas, psicólogos, ingenieros civiles y un ingeniero quí-
mico. Antes que un plato volador está un buen plato en la
mesa de nuestra familia. Eso es por una parte. Por otra, y
en lo que me atañe, vivo en el Estado de México, en el área
conurbana de la ciudad. Mi trabajo como especialista en
corrosión y en protección antiácida hace que viaje mucho
al interior del país. Prefiero esto mil veces a ir a la Ciudad
de México. Una ida al DF es perder unas dos horas de ida y
otras tantas de regreso. Por eso dejé de visitar a mis amigos
escépticos y asistir a sus reuniones. No obstante, cada uno
siguió trabajando en estos temas. No se ha perdido del todo.
En los noventa hubo enfrentamientos clásicos entre tú
y Jaime Maussán en esos programas televisivos de debate
ufológico del animador Nino Canún. ¿Recuerdas con ca-
riño alguno en especial?
No podría decir que “con cariño”. Nino Canún amañaba
esos programas. Siempre hubo una proporción de un escép-
tico por cuatro o más crédulos (creo que ellos se llaman a
sí mismos “investigadores”, pero el antónimo de escéptico
Nuestro entrevistado en su trabajo como experto en corrosión y ácidos.
“Es una imagen de mis 100.000 kilómetros tras la corrosión”, bromea.
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es crédulo), por lo que es fácil ver que ellos, los crédulos,
tenían más oportunidades de hablar. Solo había dos mi-
crófonos que estaban siempre abiertos, el de Nino y el de
Jaime Maussán —al que Luis llama “Jimmy Mouse”—, de
tal forma que cuando algún crédulo decía un disparate (lo
que ocurría durante todo el programa) y alguno de nosotros
respondía o hacía un comentario, esa intervención casi no
salía al aire.
Mal escenario para debatir, entonces.
Cuando lográbamos captar la atención del conductor y
se nos concedía la palabra, de inmediato una avalancha de
intervenciones por parte de los crédulos lograba que perdié-
ramos la concentración. La proporción todavía era mayor
de 4 a 1, puesto que los programas se hacían en un tea-
tro en donde la mayor parte de las butacas eran ocupadas
por jóvenes (y uno que otro adulto) que eran partidarios de
los ovnis. Este público, de hecho, ejercía mucha presión. El
propio Canún, al inicio de los programas, cuando llegaban
los crédulos, azuzaba a la concurrencia con algo como “¡Ya
llegaron los ufólogos!” y aplaudía, mientras que cuando noso-
tros subíamos al plató decía “¡Ya llegaron los escépticos! ¡Buu!”.
Y entonces el público sabía que tenía que aplaudir cuando
llegaban los crédulos y abuchear cuando nosotros hacíamos
aparición. De hecho, llegaron a arrojarnos cosas. A Nino
eso le parecía gracioso, pero claramente estaba orientando
la dirección del programa.
Todo preparado para darle un cariz crédulo al asunto,
entonces.
Mira, cuando llevábamos algún material filmado (en
VHS) nos decían que no lo podían pasar porque no con-
taban con los equipos adecuados. ¿Televisa sin una mugro-
sa videocasetera VHS? No lo puedo creer. Nos decían que
dejáramos el material para que ellos hicieran un transfer, o
que lleváramos el material un día antes del programa para
hacer este trabajo. En realidad, la estrategia era para que el
“Honorable ratón” Maus-san pudiera ver nuestro material
y no lo tomara de sorpresa. Al amigo de Mickey Mouse,
Mouse-san, sí le pasaban su material el mismo día de la
transmisión, aunque llevara casetes VHS. La colocación de
los participantes también era estratégica. Los crédulos, a mi
modo de ver, tenían los mejores lugares, con las condiciones
de luz y sonido más apropiadas y los asientos más cómo-
dos. Esto puede parecer intrascendente, pero no lo es. En
el transcurso de esos programas maratónicos y durante los
debates acalorados, las maquillistas subían a “retocar” a los
crédulos para que dieran su mejor perfil en la pantalla.
No son detalles intrascendentes. Si los vamos suman-
do, hacen un todo bastante belicoso hacia los escépticos.
Puedo señalar muchas otras cosas que hacían que esos
debates no fueran justos, pero lo anterior me recordó un
programa en el que uno de los invitados fue el estigmatiza-
do italiano Giorgio Bongiovanni. Esto ya lo he comentado
en alguna otra ocasión. Uno de los “milagros” que se de-
cía que podía producir el contactado Bongiovanni era que
emitía un aroma a rosas. De hecho, al inicio del programa
pude constatar eso, dado que por suerte (o por desgracia)
me tocó sentarme a su lado. Como he mencionado, esos
programas eran maratónicos, alguno llegó a durar casi doce
horas. Entonces, imaginen la escena: un grupo de perso-
nas bajo una enorme cantidad de reflectores, debatiendo de
forma acalorada sobre la “inmortalidad del cangrejo ovni”,
en un estudio cerrado en donde se encuentran cientos de
asistentes... A las pocas horas, cualquier loción o perfume
habrá desaparecido dando paso a los humores desprendidos
por el cuerpo humano. Y sí, Giorgio olía a rosas, pero a rosas
pudriéndose en un panteón.
Tu proyecto Marcianitos verdes es uno de los portales
de noticias escépticas más populares de la red. ¿Hay Mar-
cianitos para rato? Al menos el material abunda…
Hay Marcianitos verdes por lo menos hasta que cumplan
10 años. Aún no he decidido si al término de ese tiempo
cierro y me dedico a viajar por el mundo con todo el dinero
que me han pagado la CIA y Disneylandia por desacreditar
el fenómeno ovni (y otros muchos fenómenos paranorma-
les). He pensado dejar Marcianitos verdes a las nuevas gene-
raciones escépticas para que ellos le den continuidad, pero
no sé si quieran y tengan tiempo para hacerlo, ni tampoco sé
la forma de escoger a quienes van a heredar el sitio.
Ya que hablamos de herederos, ¿cómo calificaría el es-
tado del escepticismo latinoamericano en la actualidad?
Desde la desaparición de La nave de los locos, creo que el
escepticismo latinoamericano se encuentra desmembrado.
Continúan listas de correo como Escépticos de Colombia o
Escépticos de Venezuela, pero los comentarios que se hacen
(cada luna nueva o más) son apuntes culturales que, a mi
modo de ver, nada tienen que ver con el escepticismo. Me
parece que hay alguno que otro blog que muy esporádica-
mente publica alguna nota. Tal vez ya todo se trasladó a Fa-
cebook y yo no estoy enterado porque soy de los pocos que
evitan ese engendro del mal que está matando la internet
(Facebook killed the internet star). Lo último que se hizo fue
un monográfico del escepticismo mexicano. Una obra inte-
resante que podría llegar a alturas mayores si se organiza el
escepticismo, no solo el mexicano, sino el iberoamericano.
Has publicado varios libros. La autopsia extraterres-
tre, Un piloto perseguido por los ovnis, Ovnis estrellados en
El fenómeno ovni es solo otra moda producida en los Estados
Unidos, como el yoyo, el rock and roll y los copetes engominados.
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México, entre otros. Sin embargo, la saga más reciente es
Extraterrestres ante las cámaras, que se puede adquirir en
el sitio de Lulu.com. ¿Se vienen más tomos de Extrate-
rrestres ante las cámaras?
Sin exagerar, tengo material para, por lo menos, otros 25
tomos con casos espectaculares, pero ahora no tengo tiem-
po para dedicarlo a esto. Tal vez cuando me jubile. Lo que
me interesaría es encontrar un editor para esta enciclopedia.
Pienso que podría venderse quincenal o mensualmente en
los puestos de periódicos.
¿Qué otros proyectos dan vueltas por la cabeza de Luis
Ruiz Noguez?
Hace mucho tiempo pensé en una wiki escéptica, pero
ya estaba hecha (no está terminada); un canal de radio y/o
televisión escéptico por internet (hay varios proyectos con
más o menos éxito). Pero lo que ahora me tiene ocupado es
un libro sobre el origen del fenómeno ovni: la oleada de pla-
tos voladores de 1947. De hecho esto es parte de una serie
que estoy publicando en Marcianitos verdes: “El día después
de Roswell”, que a agosto de 2015 está llegando a la entrega
número 230, con todos los documentos, recortes de perió-
dico, referencias de libros y cualquier otro material que en-
cuentro sobre esta oleada. De todo lo que he publicado y lo
que me falta por publicar se desprende algo que ya muchos
saben: que el fenómeno ovni es solo otra moda producida
en los Estados Unidos, como el yoyo, el rock and roll y los
copetes engominados. De hecho, los platos voladores bien
pudieron haber sido planchas voladoras, lavadoras volado-
ras, lámparas voladoras, tazas voladoras, botellas voladoras
y otros utensilios comunes de nuestras casas. Al inicio de la
oleada de 1947 no había un consenso de cómo eran estos
objetos, pero como muchos estadounidenses querían estar
a la moda, reportaban vasos voladores, frascos de mayonesa
voladores o los famosos platos voladores. Al final ganó el
menos ridículo y más aerodinámico.
Después de todo este tiempo, leyendo comentarios de
creyentes, ataques en su contra, hackeo del sitio de Pers-
pectivas incluido, ¿hay algo que digan sus detractores que
aún lo sorprenda?
Al blog llegan en promedio unos 1500 comentarios al
mes. De esos, la mayoría son para recordarme a mi madre
y decirme otras lindezas. Hace unos cinco años me ame-
nazaron de muerte desde un sitio de narcocorridos por
haber publicado un artículo en contra de un contactado
de Cuernavaca (para más señas, exmilitar y marihuano);
otros crédulos de, por llamarlo de una manera, una secta
paranormal de España e Italia, hicieron una campaña en
la que me tachaban de “debunker”. Decían algo así como
“De ufólogo nada de nada, desacreditador”. Y tenían todo
la razón. ¡Guarde Dios que yo me considere ufólogo! (¿así
se dice este anacronismo?). Más bien el insulto hubiese sido
que me llamaran ufólogo. Y desacreditar, es cierto. A mucha
honra desacredito todo lo relacionado con la parapsicología,
la ufología, la criptozoología y otras no ciencias. Pero inclu-
so desconocían mi trabajo y publicaron la foto del escritor
español Pepe Rodríguez como si fuera la del tal Noguez.
Lo interesante de esa campaña, que se extendió por mu-
chos otros blogs y páginas de Facebook, fue que muchos
me googlearon y llegaron a Marcianitos verdes, y otros tantos
compraron mis libros sobre fotos de extraterrestres.
Para cerrar, ¿algún mensaje que quiera entregar a la
humanidad?
Sí: Klaatu barada nikto.
Escena de una de las conferencias que daba la Somie en el Club de Periodistas de Ciudad de México.
En la foto aparecen Mario Méndez, Héctor Chavarría, Héctor Escobar, Óscar García y Luis Ruiz Noguez.