el esc
é
ptico
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otoño 2016
sabor clásico o el nuevo mindfulness), de Ho’oponopono,
de sanación con cuencos, o la creciente corriente de la pre-
ocupación por «el origen emocional de la enfermedad». En
varios de ellos es fácil abusar de la inculcación y repetición
de mantras, la búsqueda de sentido a frases que carecen de
ello, la búsqueda de un estado hipnótico mediante la repe-
tición de esos mantras, del clásico «om» o de la vibración
relajante de un cuenco tibetano, aunada a unas exigencias
de control de respiración distorsionadas y que dejan al indi-
viduo en situaciones físicas anómalas, al igual que la medi-
tación excesiva o mal dirigida puede afectarle mentalmente
con «desconexiones involuntarias» de la realidad. En un
estado físico anómalo, es más fácil introducir la nueva doc-
trina.
¿Qué punto separa pseudoterapia y secta pseudotera-
péutica? La línea es terriblemente difusa, y normalmente
consiste en hacer entrar al seguidor de la pseudoterapia en
un círculo de «evangelización», de adquisición del mayor
conocimiento posible de la «terapia» (en forma de libros/
vídeos/talleres/cursos), de cerrazón a las críticas, polariza-
ciones del estilo de «nosotros tenemos la verdad y ellos es-
tán durmiendo o contra nosotros»; por supuesto, separación
de quienes aporten dichas críticas (aunque sean amigos o
familiares) para que no «interfieran» con sus «malas ener-
gías» en los «procesos de estabilización mental»...
Dado que en el número 44 de El Escéptico se trataron en
profundidad los casos de la Nueva Medicina Germánica,
la Biodescodificación y la Bioneuroemoción, junto con las
Constelaciones Familiares, la PNL y las regresiones hipnó-
ticas, solo resaltaré la confianza que la gente deposita en los
profesionales de la salud y en la terminología científica, y
el daño que se está causando a la sociedad en su conjunto
cuando dichos profesionales (o supuestos profesionales),
con una impunidad total y pasmosa, ante las informadas
narices de las autoridades sanitarias, ayuntamientos, cole-
gios profesionales, defensores del pueblo y otras entidades
que jamás deberían haber permitido estos desmanes, siguen
practicando un terrorismo sanitario a la vista de todo el
mundo —incluso solicitados por las entidades anteriormen-
te mencionadas y por aclamación popular—, introduciendo
formas de pensar desnortadas, basadas en desvirtuaciones
de premisas correctas, como la psicosomática o las propie-
dades medicinales de las plantas, para terminar inyectando
a sus seguidores la doctrina de que las enfermedades es-
tán causadas por conflictos emocionales no resueltos y que
nuestros familiares son «lo más tóxico que hay».
En el caso de otros grupos, como los encabezados por
gente como Josep Pàmies, que sin ser siquiera profesio-
nal más que de la agricultura y la charlatanería, es toma-
do como una voz autorizada en el terreno de la salud, sus
arengas van en la dirección de que el sistema médico es un
gran engaño.
En todos los casos, nos recuerdan que la solución a cual-
quiera de nuestros problemas está al alcance de todos. Tan
solo hay que comprar el libro/semillas/plantas/curso que
ustedes pueden adquirir en el puesto instalado en el hall
del teatro. Quien se muere hoy en día, teniendo tantas so-
luciones inocuas e infalibles a su alcance, apostillan, es por
gilipollas.