En 2005 se cumplen 20 años del nacimiento del escepticismo organizado en nuestro país. La primera mención en medios de comunicación a un "colectivo de investigadores" escéptico sobre el fenómeno ovni apareció en una nota de prensa de EFE que fue recogida por varios periódicos del País Vasco el 18 de febrero de 1985.
Nuestra prehistoria
Corría la década de los sesenta. Una de las consecuencias curiosas de la falta de libertades franquista era que las pseudociencias estaban prácticamente ausentes de los medios. Cuando como pueblerinos maravillados cruzábamos la frontera francesa y nos sentíamos en Europa, nos llamaban la atención las sex-shop, el cine porno, los anuncios de parapsicólogos y que en las farmacias pusieran homéopathie. Pero una pseudociencia que se les coló de rondón: los ovnis y la creencia en que seres extraterrestres visitaban la tierra.
La astrología, el espiritismo, el tarot, habían sido rechazados por la Iglesia y por tanto prácticamente excluido de la programación de los medios; pero de los extraterrestres la Iglesia nunca los había prohibido, así que era campo libre, donde los medios podían decir lo que quisieran. Y quisieron darle una gran publicidad. Al final de la década, ligado con la llegada del ser humano a la Luna, programas y artículos sobre ovnis surgieron como hongos.
En el primer quinquenio de los setenta, el aumento de libertades tardo-franquistas trajo como consecuencia un aumento de lo esotérico en los medios. En Francia, donde el esoterismo no estaba prohibido, videntes, cartomantes y homeópatas se anunciaban libremente, pero su daño era pequeño porque la sociedad había desarrollado sus defensas –sus “anticuerpos”—y mayoritariamente el público sabía de qué se trataba de temas acientíficos, de sencillas creencias. En España, la prohibición franquista había prohibido la publicidad del esoterismo y por ello la sociedad no tenía “anticuerpos”.
Muerto Franco, los medios se lanzan con avidez al recién descubierto filón del esoterismo. La falta de “anticuerpos” se tradujo en auténticos estragos. Por ejemplo, en un programa de televisión de debate serio, hoy podía hablar un ministro de economía y mañana un astrólogo o un tarotista. Los dos al mismo nivel. Extravagantes chiflados con peregrinas ideas tenían los medios a su disposición, incluso en programas y periódicos serios.
Es la época de los debates a dos bandas. El presentador quiere que se vean las dos posturas. Debe haber un incrédulo enterado del tema. Pero los únicos que saben de esos temas son los que creen en ellos, por tanto, los debates dan auténtica risa; si los crédulos dicen que hay telepatía entre todos los seres vivos, entre los humanos y las cucarachas, por ejemplo, los incrédulos dicen que lo único demostrado científicamente es entre los mamíferos y cosas así de peregrinas.
A finales de los setenta, cuando los medios se lanzan indiscriminadamente al esoterismo, hay un tema antiguo, para el que ya empieza a haber “anticuerpos”: los ovnis. En los debates sobre extraterrestres empieza a haber una auténtica oposición. Personas que saben de qué va el tema y presentan una postura escéptica. En aquel momento descubrimos algo sorprendente, bastaba la presencia e un escéptico en los debates para que estos fueron mucho más racionales. No hacía falta que el escéptico hablase, bastaba su presencia.
Nacimientos
En la primera mitad de los años ochenta un grupo de personas estábamos haciendo un estudio sistemático de los casos de ovnis que se producían en nuestras proximidades. Queríamos estudiarlos de un modo serio, sin excluir ninguna hipótesis a priori. Caso tras caso fuimos encontrando la explicación mundana: confusión con planeta venus, con la Luna, con trenes, venganza...
Esto no era nuevo y lo esperábamos. Para lo que no estábamos preparados era para descubrir que cuando presentábamos todas las pruebas de la naturaleza fraudulenta de un caso, incluso con la confesión de los supuestos testigos, no sólo no se nos aceptaban las pruebas sino que en vez de atacarlas, atacaban a nuestras personas. Aquello, más que cualquiera de los estudios que habíamos hecho anteriormente, nos mostró claramente que tras el fenómeno ovno se escondía una religión, que algunos vivían con un fanatismo que nos asustó.
Nos asustó y nos obligó a meditar sobre nosotros mismos --¿No seremos como esos irracionales?—y sobre el origen de nuestro interés por los ovnis. ¿Por qué nos había interesado el tema? Básicamente por qué teníamos preguntas sin repuestas: ¿estamos solos en el universo? ¿Los ovnis son las naves con las que nos visitan? ¿Los ovnis son un fenómeno natural todavía no bien entendido?
Éramos curiosos y teníamos un asunto sin explicar. Queríamos contribuir a descubrir su naturaleza. Ese había sido el origen de nuestro interés. Luego, al ir avanzando nuestro conocimiento descubrimos que los maestros del tema nos habían engañado. Sus libros eran pura bazofia, plagados de inexactitudes y de mentiras. Mentiras que ya había sido denunciadas en Estados Unidos hacía muchos años. Pero nosotros no lo supimos hasta entonces.
Cuando descubrimos la literatura ovni estadounidense escéptica, vimos que habíamos perseguido una quimera durante muchos años de nuestras vidas sencillamente porque no habíamos tenido acceso a la literatura crítica. En España nunca nadie había publicado o insinuado su existencia. La decepción fue grande.
Nos marcamos un objetivo: dar a conocer a la sociedad española que en los temas paranormales había una postura crítica. Queríamos que aquellos jóvenes que se acercaban a estos temas con ganas de saber, tuvieran la ocasión de ver las dos caras de la moneda y que, después, eligieran en libertad lo que considerasen oportuno.
Así nació ARP hace veinte años, como una Alternativa, desde el punto de vista Racional, a los desvaríos de las Pseudociencias. Poco después descubrimos que la Unión Racionalista Francesa, entre otras muchas cosas, también tenía un frente con unos objetivos similares y algo más tarde supimos que en Estados Unidos existía una organización, llamada CSICOP, con fines muy similares. Al conocer estas sociedades nuestra alegría fue inmensa, por fin descubrimos que ¡no estábamos solos en el universo!
Noticia del 18 de febrero de 1985, de EFE, recogida en varios periódicos, que daba cuenta de la reunión y pronunciamiento de una serie de investigadores, tras una reunión el 17 de febrero en Vitoria-Gasteiz.
Enlaces de interés
Uno de los asistentes, el periodista Luis Alfonso Gámez, recoge aquella primera reunión en su bitácora Magonia.
Félix Ares de Blas
El Presidente de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico