Editorial

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D

ecía Adam Smith, en uno de sus escritos morales, que el fanatismo religioso
no prosperaría allí donde conviviesen
diversas confesiones. No sabemos si se
basaba en el estudio de algún lugar concreto que
pudiera existir en su tiempo; en cualquier caso, dos
siglos y medio después, la experiencia parece decirnos otra cosa. No hay más que ver el Líbano, la
India o los propios Estados Unidos, donde, a pesar del multiconfesionalismo, el fanatismo religioso está a la orden del día, quizá porque en esos
lugares es casi necesario ser religioso, adscribirse
a alguna confesión concreta, y no hacerlo puede
conllevar problemas.
Quizá entonces debiéramos matizar las palabras
del filósofo escocés y acordar que, para evitar el
fanatismo religioso, hay que hacer que la religión
no sea obligatoria, que alegar una creencia religiosa concreta no suponga ningún trato diferencial en
ningún caso y, ante todo, que cada quien pueda
elegir ser religioso o no serlo. Justo la idea vertebral del laicismo. Porque este, como los lectores
de El Escéptico sabrán de sobra, no se opone a
una libertad religiosa que nadie cuestiona; lamentablemente, hay que seguir aclarándolo cuando
hay mucha gente que cree lo contrario, en especial
cuando con frecuencia encontramos a clérigos de
todo color que tratan de confundir el laicismo con la
intolerancia antirreligiosa, lo que apunta más bien a
cierto miedo a perder autoridad.
De laicismo, sus relaciones con el escepticismo
y del confesionalismo aún presente en el sistema
educativo español, entre otras cosas, trató el pasado curso de verano «Laicismo y escepticismo en
el siglo xxi: nuevas y viejas religiones y su relación
con el Estado»1 que tuvo lugar en la Universidad
de Castilla-La Mancha, y en cuya organización
intervinieron Europa Laica, Círculo Escéptico y
ARP-SAPC. Y de las ponencias de dicho curso se
compone el dossier del presente número. Lamentablemente no están todas, pues problemas de sa-

lud y de agenda han impedido que Javier Sádaba y
Elena Campos hayan podido participar finalmente
aquí, aunque les agradecemos de igual manera su
esfuerzo, pues nos consta que lo han intentado.
Y como no todo van a ser críticas a los «sospechosos habituales», aprovechamos para presentar
la nueva sección «Cuando la ciencia no funciona»,
en la que repasaremos aspectos del sistema de la
ciencia y la tecnología que no funcionan como deberían. Empezamos con la colaboración de José
Blanca, quien nos hablará de tomates medicinales,
o de cómo vestir con el traje del emperador un proyecto de investigación para encontrar financiación
dependiendo de los vientos que soplan.
En cuanto a las secciones más tradicionales —
además de dar la bienvenida a Eduardo González,
nuevo colaborador con sus viñetas—, podemos comentar la de Félix Ares y su «De oca a oca», donde
habla de la fusión nuclear y los eternos plazos de
treinta años para su desarrollo: parece que algo se
ha avanzado y noticias recientes nos dicen que quizá, esta vez sí, sea posible en ese plazo. Al igual
que le tendremos que quitar la razón (cosas de los
dilatados tiempos entre la entrega y la publicación)
en cuanto a que Greta Thunberg había dejado de
aparecer en los medios. Dice alguna mala lengua
que su vuelta al universo mediático no es más que
parte de la promoción de su próximo libro, de inminente aparición.
Y de nuevo, con una frecuencia que nos duele,
debemos despedirnos de un socio, pues Bartolomé Luna falleció el pasado 8 de febrero. Bartolomé
dedicó su vida a la docencia y plasmó su reflexión
sobre procesos cognitivos en su ensayo La ciencia, sus métodos y otros aspectos. Participó además en Escèptics al Pub de Barcelona en 2015 con
su charla No venimos bien preparados de fábrica:
experiencias de un docente. Desde aquí queremos
enviar nuestro abrazo fraternal a su familia y allegados.
Juan A. Rodríguez

1 https://laicismo.org/curso-laicismo-escepticismo

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