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Las farmacéuticas:
Lo capital es la salud,
no la enfermedad
Jordi Bozzo Mulet
Doctor en BiologÃa, investigador clÃnico,
redactor médico profesional y divulgador cientÃfico
Porque, por fortuna, las supuestas conspiraciones no son ciertas
E
n el Nº 57 Anuario 2021 de la revista El Escéptico, dedicado a las conspiraciones, se
publicó un artÃculo del Profesor Rafael Sentandreu titulado «Las farmacéuticas: la enfermedad es la salud del capital. Porque, por desgracia,
existen conspiraciones que sà son ciertas». El artÃculo,
inquietante, transmite la impresión de que los médicos, y todo el sistema de salud, son meros tÃteres de la
industria farmacéutica, villanos por antonomasia. Sin
embargo, el artÃculo describe un paisaje de otra época, cuando no irreal, ya que adolece de obsolescencia
en la mayorÃa de sus afirmaciones, que se apoyan en
referencias anticuadas o en fuentes poco consistentes.
En la presente réplica se han abordado los mismos
cinco puntos desarrollados en ese artÃculo, pero aportando información actualizada para que el lector tenga
una imagen más completa sobre la realidad del mundo
de la investigación farmacéutica, sus luces y sombras,
y su evolución en los últimos años.
1. Invención de nuevas enfermedades
Cuesta creer que ninguna compañÃa farmacéutica
tenga la capacidad de «inventarse» una enfermedad,
máxime cuando esta viene definida por la presentación de unos sÃntomas y la existencia de unos crite-
Cuesta creer que ninguna compañÃa
farmacéutica tenga la capacidad de
«inventarse» una enfermedad, máxime cuando
esta viene definida por la presentación de unos
sÃntomas y la existencia de unos
criterios de diagnóstico
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rios de diagnóstico. Atribuir tal poder de intrusión es,
como poco, un menoscabo, tanto directamente hacia
los médicos y las sociedades médicas, como hacia las
facultades de medicina donde se imparte esta ciencia
y los tratados de medicina que la plasman.
La disfunción sexual femenina (DSF) como ejemplo de enfermedad inventada resulta, si acaso, ilustrativo de justo lo contrario. Revisando la literatura médica existente se constata que el Comité del Colegio
Estadounidense de Obstetricia y GinecologÃa, en sus
GuÃas de 2019, describe la DSF como un conjunto de
condiciones patológicas caracterizadas por distintas
afecciones que se tratan de manera diferente según su
etiologÃa1. Los tratamientos incluyen terapia hormonal, toxina botulÃnica, neuromoduladores, flibanserina
y psicoterapia2. No hace falta ser obstetra ni ginecólogo para concluir que la DSF no es una enfermedad
especÃfica, que se trata tomando un medicamento concreto, que fabrica solo cierta compañÃa farmacéutica.
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El concepto de la DSF aparece en artÃculos médicos
ya en 19753, aunque no es hasta principios de la década de 2000 en que se le empieza a prestar atención. De
hecho, la referencia aportada en el artÃculo objeto de
la presente revisión es un capÃtulo de un libro publicado en esa época (2003) pero no por médicos ni cientÃficos, sino por dos periodistas (aunque existe también
un artÃculo original en inglés4). Si bien en aquel momento de incremento de visualización de la DSF pudiera haber existido una excesiva intervención de las
compañÃas farmacéuticas implicadas âsin ser ningún
secreto, ya que era percibida por los propios médicos
toda vez que reconociendo la necesidad de tratar el
trastorno5â, en estos casi veinte años transcurridos
desde entonces el criterio puramente cientÃfico y la
evidencia empÃrica han prevalecido, como no podÃa
ser de otra manera, hasta llegar la estandarización clÃnica actual de la DSF tal como se ha definido en el párrafo anterior. La realidad es que las indicaciones de
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los medicamentos se aprueban por los resultados de
los ensayos clÃnicos, no por la publicidad de las compañÃas que los fabrican. En efecto, Pfizer, el patrocinador del simposio de ParÃs de 2003 mencionado en el
artÃculo, decidió en 2004 no solicitar la indicación del
sildenafil para el trastorno de la excitación sexual femenina (no para una supuesta DSF genérica), ya que
los ensayos clÃnicos demostraron su falta de eficacia6.
Asimismo, en el artÃculo se detallan otros aspectos
a los que supuestamente se ha extendido este procedimiento de «invención» de enfermedades, como estar
cansado, estresado, preocupado, melancólico, etc., sin
dar ninguna referencia bibliográfica de apoyo. Curiosamente, y en contra de lo que pretende, esta lista
de ejemplos incluye el estrés y la preocupación, ampliamente aceptadas por la comunidad médica como
afecciones de la salud mental7, y la melancolÃa, un
tipo de depresión tratada en el ámbito psiquiátrico8.
Sobra decir que estas condiciones sà acarrean efectos
perniciosos sobre la calidad de vida de las personas,
particularmente serios en el caso de la depresión, incluido el suicidio.
2. Utilización de documentación incorrecta, propaganda y acuerdos ilegales
Nuevamente, el artÃculo se apoya en hechos acaecidos hace años, entre 2007 y 2012, como fueron los
casos de Purdue y GlaxoSmithKline, por promover
sus medicamentos para usos no aprobados y por no
reportar los datos sobre la seguridad los mismos, y
el caso de Teva Pharmaceutical, junto con otras compañÃas, por un asunto de acuerdos para fijar precios,
proceder ilÃcito pero no exclusivo de las compañÃas
farmacéuticas. En cualquier caso, tales actuaciones se
refieren a unas malas prácticas comerciales concretas,
denunciables y denunciadas, y que fueron oportunamente sancionadas por sus graves consecuencias.
Cabe decir que denuncias de tal Ãndole afectaron y
afectan seriamente a la reputación de la industria farmacéutica, por no mencionar las multas millonarias
que comportan. En consecuencia, en los últimos años
las compañÃas farmacéuticas han acentuado esfuerzos
para la erradicación de las malas prácticas mediante la
adopción de códigos de conducta y polÃticas internas
a tal efecto9,10. ¿Significa ello que ya no pueden darse situaciones de dolo o fraude? Evidentemente, no,
pero hay herramientas para reducirlas tanto como sea
posible. Y tienen un efecto: según el informe de 2018
de Public Citizen, una organización estadounidense
sin finalidad de lucro que representa los intereses de
los consumidores, hasta ese año se observa una disminución progresiva y significativa en la cantidad y
el importe de las sanciones contra la industria farmacéutica11. En la actualidad, ninguna industria como la
farmacéutica se halla sometida a un escrutinio tan intenso por parte de autoridades, entidades reguladoras
y asociaciones de pacientes, entidades estas últimas,
dicho sea de paso, con un gran poder de presión, discreto pero efectivo.
3. Relación médico-farmacéuticas y función de
los visitadores
El dato que da el artÃculo sobre el aumento del gasto en publicidad en la industria farmacéutica (un 4,8 %
en 2018, obtenido no de Kantar Media, como afirma,
sino de un periódico online), es irrelevante, considerando que se podrÃa afirmar, por ejemplo, que el gasto
global mundial en publicidad también aumenta, y en
un mayor porcentaje (un 9,1 % en 2021 y un 8 % previsto en 202212), con el agravante de que la referencia
aportada sobre cómo se destinan los gastos de publicidad es del año 2001. Es más, el artÃculo olvida decir
que el gasto en investigación también aumenta, tanto
es asÃ, que la farmacéutica es la industria que actualmente más invierte en investigación (entre un 15 %
y un 28 % de los ingresos en las grandes compañÃas
en 202013). En definitiva, el artÃculo hace un análisis
simplista de los gastos dedicados a publicidad e investigación, que en cualquier compañÃa es menos trivial
de lo que serÃa posible detallar tanto en ese artÃculo
La realidad es que las indicaciones de
los medicamentos se aprueban por los
resultados de los ensayos clÃnicos, no por la
publicidad de las compañÃas que los fabrican
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como en la presente revisión.
Si bien es cierto que en el pasado los visitadores
médicos ejercÃan un papel desmesurado en la promoción de medicamentos entre la comunidad médica, incluyendo regalos y otros incentivos, su rol ha
cambiado radicalmente en los últimos años. En primer
lugar, hoy dÃa todo medicamento tiene una o más indicaciones aprobadas y una pauta de administración
explÃcita, que figuran en lo que se conoce como ficha
técnica14. Aunque depende de la legislación de cada
paÃs, actualmente la función de un visitador médico
se limita a proporcionar información del producto y
responder a preguntas sobre el uso de este, sin salirse
jamás de la ficha técnica. La interacción con los médicos a un nivel más profundo la llevan a cabo únicamente profesionales cientÃficos de la compañÃa, nunca
comerciales, con la misión de proteger los intereses de
los pacientes15,16; sÃ, proteger los intereses de los pacientes. La entrega de muestras gratuitas tiene un papel tan anecdótico que no merece aquà más discusión.
Además, como medida preventiva sobre posibles
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procederes poco éticos de esta naturaleza, en 2010
entró en vigor en Estados Unidos la Ley Sunshine de
pagos médicos (Physician Payments Sunshine Act)17,
concebida para aumentar la transparencia en torno a
las relaciones financieras entre médicos y centros de
salud, por un lado, y por otro los fabricantes de medicamentos, dispositivos médicos y productos biológicos. Según esta ley, los fabricantes deben presentar
datos anuales sobre el pago y las transferencias de
valor (es decir, cualquier beneficio material o inmaterial) realizadas a los destinatarios mencionados, los
cuales se publican oportunamente. La tendencia hacia
la transparencia inducida por la Sunshine Act estadounidense tiene un efecto global, que incluye su efectiva
extensión hacia Europa, cuyos estados han adoptado
normas similares o han reforzado la regulación preexistente18.
Por añadidura, toda revista médica que ofrezca
credibilidad, que es donde se deben publicarse los resultados de los estudios farmacológicos, sigue unas
buenas prácticas de publicación bien establecidas (co-
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nocidas como GPP o Good Publication Practice19).
Según estas guÃas, se exige a los investigadores una
declaración de conflicto de intereses, en la que deben
especificar si ellos mismos o su empleador, o incluso
un familiar, tienen una relación financiera, comercial,
legal o profesional con otras organizaciones, o con las
personas que trabajan con ellas, que podrÃan influir en
su investigación (como lo serÃa, por ejemplo, el patrocinio de una compañÃa farmacéutica). Es este un asunto muy serio: solo cabe recordar el reciente y publicitado caso del reconocido oncólogo Dr. José Baselga,
por el que su descuido en no declarar la financiación
de sus investigaciones por laboratorios farmacéuticos
le costó su puesto de trabajo como director médico del
prestigioso Memorial Sloan Kettering Cancer Center
de Nueva York20.
4. Control de las agencias reguladoras
Las farmacéuticas no son los «clientes» de las
agencias reguladoras de medicamentos, análogamente que los contribuyentes fiscales no son los clientes
de hacienda. La acusación de que la FDA americana
o la EMA europea están controladas por la industria
farmacéutica serÃa de extrema gravedad, si no fuera
porque no tiene ningún fundamento. El propio ejemplo de la aprobación del Aducanumab, en el que se
apoya el artÃculo, lo demuestra. Antes de nada, hay
que subrayar que es perfectamente lÃcito y normal que
algunos expertos manifiesten su escepticismo sobre la
efectividad (que no eficacia, como dice el artÃculo, ya
que son conceptos clÃnicamente diferentes21) que el
Aducanumab pueda demostrar contra la enfermedad
de Alzheimer; pero al autorizar este fármaco la FDA
no ha incumplido su propia normativa guiada por oscuros intereses, y aseverar tal cosa es desconocer la
operativa de esta institución.
Cada año, la FDA y la EMA evalúan y rechazan solicitudes de indicación de incontables medicamentos.
En el caso de enfermedades graves de amplia preva-
lencia para las que no existe tratamiento, como puede
ser el alzhéimer (que, por cierto, hasta ahora llevaba
veinte años sin recibir la aprobación de medicamento alguno), la FDA cuenta con protocolos de aprobación acelerada, con condiciones22. Por ejemplo, y de
manera muy resumida, en ciertos casos un biomarcador farmacodinámico puede considerarse un criterio
de valoración significativo si sugiere el potencial de
un efecto clÃnicamente positivo sobre la enfermedad
subyacente. Además, generalmente se espera una demostración convincente del efecto del fármaco sobre ese biomarcador. La aprobación de Aducanumab
cumplió escrupulosamente dichos criterios23, basados
en la probada reducción de la placa de proteÃna betaamiloide en el cerebro de los enfermos afectados de
alzhéimer leve24. Por su parte, la EMA, cuyos procedimientos no son idénticos a los de la FDA, mostró de
antemano sus reticencias sobre la conveniencia de autorizar el Aducanumbab, por lo que BioGen decidió,
en abril de 2022, retirar su solicitud25. ¿Dónde está,
pues, la conspiración entre farmacéuticas y agencias
reguladoras?
5. Olvido del trabajo de las universidades y centros de investigación; vacunas contra la covid-19
Resulta, si no, curioso que se mencione el olvido
de las universidades y centros de investigación apoyándose en la investigación de las vacunas contra
la covid-19, habida cuenta de que la Universidad de
Oxford jugó un papel fundamental en el desarrollo de
una de ellas, en colaboración con AstraZeneca, siendo
estos últimos quienes aportaron la experiencia para
obtener la aprobación regulatoria y lograr que la vacuna se fabricara y distribuyera a nivel mundial en
el corto plazo necesario. En el artÃculo se afirma que
el beneficio de la vacuna de Oxford / AstraZeneca
es desconocido; quizá tenga relación con el propio
acuerdo Oxford / AstraZeneca, que estableció que la
vacuna se facilitarÃa sin fines de lucro en los paÃses en
En la actualidad, ninguna industria como
la farmacéutica se halla sometida a
un escrutinio tan intenso por parte de
autoridades, entidades reguladoras y
asociaciones de pacientes
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desarrollo, mientras que para los más ricos se permitirÃa una ganancia modesta26.
La vacuna Oxford / AstraZeneca es también un
buen ejemplo de cómo el trabajo de la industria y el
de la academia (es decir, universidades, hospitales y
centros de investigación) se complementan de manera eficaz. En su informe financiero 2020/21, la propia
Universidad de Oxford destaca que el desarrollo de
su vacuna ha demostrado que la colaboración entre la
industria, la academia y los gobiernos es crucial para
encontrar soluciones a los desafÃos globales27. Además de con AstraZeneca, la Universidad de Oxford
está generando investigaciones innovadoras con otras
variadas empresas, como Ineos, Novo-Nordisk, Rolls
Royce y Podium Analytics24. Solo hay que revisar la
literatura cientÃfica para constatar que el desarrollo de
fármacos a través de los ensayos clÃnicos serÃa hoy
dÃa imposible sin la colaboración entre la industria y
la academia.
También se mencionan en el artÃculo supuestos
acuerdos de protección de las patentes de las vacunas
anticovid-19. Parece mentira que se haya caÃdo en la
trampa de este mito. Primeramente, cabe señalar que
el proceso de producción de cualquier medicamento
es complejo y comprende multitud de procedimientos, reactivos y dispositivos, cada uno con su propia
patente que, además, son compartidos para la fabricación de otros medicamentos. Es decir, que no existe
una patente especÃfica de la fabricación de la vacuna,
o vacunas, anticovid-19, y aunque asà fuera, la propiedad intelectual en todas sus formas no representa
una barrera significativa para la distribución global de
vacunas y antivirales28. Asimismo, es preciso recordar que, sin la propiedad intelectual, especÃficamente
las patentes, no habrÃa vacunas ni medicamentos, ni
otros muchos bienes. En la práctica, la consecución
de derechos no es algo que atañe exclusivamente a la
empresa privada, ya que las universidades también se
benefician de tener garantÃas sobre el resultado de su
trabajo, precisamente a través de patentes29.
Finalmente, es una fantasÃa pensar que más compañÃas fabricarÃan vacunas anticovid-19 de manera
Imagen de Johaehn en Pixabay
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61 el escéptico
inmediata si hubiera la transferencia de tecnologÃa y
conocimientos. Tal aseveración manifiesta de nuevo
desconocimiento sobre qué son esas vacunas y cómo
se producen; dirÃase que las asimila a una simple receta de cocina que puede compartirse sin más. Sencillamente, es imposible empezar a fabricar la vacuna
sin disponer de antemano de instalaciones adecuadas
y, tras ello, es imposible ponerla a punto de manera
segura para los pacientes en los plazos en que serÃa
necesario30; con especial hincapié en la mención a la
seguridad para los pacientes. Ninguno de los mitos
asociados a las vacunas contra la covid-19 concuerda
con la evidencia.
Conclusiones
El diccionario define la conspiración como un
acuerdo o entendimiento secreto entre varias personas
contra algo o alguien, especialmente contra el poder
establecido. La mayorÃa de las supuestas conspiraciones que se describen en el artÃculo que aquà se ha
discutido se refieren más bien a malas prácticas profesionales y éticas que, ciertamente, han existido y
seguramente seguirán existiendo, pero contra las que
actualmente se lucha con una exigente reglamentación. Otras de las supuestas conspiraciones son, directamente, ficción. AsÃ, resulta sorprendente que el
artÃculo suscriba la existencia de complicidades clandestinas con las autoridades o de un contubernio alrededor de vacunas anticovid-19, que no resisten un
mÃnimo análisis serio.
Sin duda, las acciones de la industria farmacéutica, y en cierto grado también las de otras afines como
puede ser la alimentaria, están en el punto de mira
prioritario de la opinión pública por su repercusión
en la salud de las personas, lo que es, en principio,
inherentemente deseable. Por ello, la industria farmacéutica inició el «Gran Reseteo» que menciona el
artÃculo hace ya dos décadas, durante las que se ha
trabajado para reducir, e idealmente erradicar, la mala
praxis, gracias tanto a un incremento de la supervisión
como al reconocimiento de la propia responsabilidad
y asunción de códigos éticos. Toda irregularidad en
ese sentido debe continuar siendo escudriñada, denunciada, investigada y castigada. El resto, es pura
«conspiranoia».
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Actualmente la función de un visitador
médico se limita a proporcionar
información del producto y responder a
preguntas sobre el uso de este, sin salirse
jamás de la ficha técnica
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13. The Investodeia Team. What Are the Average
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14. Agencia Española de Medicamentos y Productos
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15. Kruse, P. Medical Affairs in the Healthcare Industry:
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Biomedical Research: 2022 Update. Ann Intern Med.
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20. Thomas K, Ornstein C. Top Cancer Doctor, Forced
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York Times (2019). https://www.nytimes.com/2019/01/07/
health/baselga-sloan-kettering-astrazeneca.html?action=
click&module=Latest&pgtype=Homepage
21. La eficacia es el grado en que un medicamento
cumple su función en circunstancias ideales y controladas, como sucede en un ensayo clÃnico, mientras que la
efectividad se refiere a su capacidad de conseguir el resultado deseado en la práctica. De hecho, en la referencia aportada en el artÃculo se debate la «effectivenes» de
aducanumab, no su «efficacy»
22. FDA. Guidance for Industry Expedited Programs for
Serious Conditions â Drugs and Biologics (2014). https://
www.fda.gov/files/drugs/published/Expedited-Programsfor-Serious-Conditi…
23. FDAâs Decision to Approve New Treatment for
Alzheimerâs Disease (2021). https://www.fda.gov/drugs/
news-events-human-drugs/fdas-decision-approve-newtreatment-alzheimers-disease
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27. University of Oxford. Financial Statements 2020/21.
https://www.ox.ac.uk/sites/files/oxford/Oxford%20
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28. Gold ER. What the COVID-19 pandemic revealed
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29. Nietzel MT. University of California Ranks First
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michaeltnietzel/2022/09/07/university-of-californiaranks-first-among-universities-worldwide-for-patentsgranted/?sh=b2c8a7218663
30. Lowe F. Myths of Vaccine Manufacturing. In the
pipeline - Science Translational Medicine. 2021 (579).
https://www.science.org/content/blog-post/myths-vaccine-manufacturing
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