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Editorial CUANDO LAS BARBAS DE TU VECINO VEAS PELAR... Félix Ares La última semana de marzo fue triste para la educación de la ciencia. El Consejo de Educación de Texas (Texas Board of Education) votó sobre los estándares científicos en el estado. Y estuvieron a favor de enseñar las «fortalezas y debilidades» de las teorías científicas. Dicho así, pienso que ninguno de nosotros tenga la menor pega. De hecho, inicialmente, en Texas, los científicos apoyaron la iniciativa. En mi caso aplaudiría que en nuestro país se enseñaran las nuevas ideas científicas de ese modo, poniendo sus fortalezas y debilidades. Pero no debemos olvidar la larga lucha de los creacionistas por eliminar la evolución de las clases e introducir el creacionismo o su hermano menor, el Diseño Inteligente. En la redacción final de aquella ley hay «agujeros» y «puertas traseras» por las que se puede colar el «Diseño Inteligente» y cosas peores. Podemos despotricar mucho, y hablar del fuerte peso que tienen las comunidades religiosas en Texas; pero me gustaría hacer dos reflexiones. La primera es que, sin duda, en Estados Unidos y sobre todo en el «cinturón de la Biblia» los movimientos religiosos tienen muchas fuerza. Pero no debemos olvidar que los estadounidenses tienen muy interiorizado la separación de las Iglesia y el Estado. Más que nosotros. Así reaccionaba la comunidad escéptica tejana ante las últimas decisiones del Consejo de Educación de Texas. (http:// skepticalteacher.wordpress.com) Estoy convencido de que algún miembro de ese Comité ha votado con intenciones de que la religión se cuele en las aulas; pero también estoy convencido de que la mayoría han votado porque de verdad creen que el Creacionismo Científico (un oxímoron) o el Diseño Inteligente (otro oxímoron) son hipótesis científicas. Han votado lo que ellos creen correcto y creen que no han introducido la religión en las aulas. Sinceramente creo que lo que han hecho es un acto genuinamente democrático y que responde a su constitución. ¿Cuál es el fallo? Creo que el fallo es que los científicos se encierra en su «torre de marfil» y no llevan lo que es la ciencia a la calle. Los Creacionistas y «Diseñadores Inteligentes» (no sé cómo llamarlos: ¿diseñistas?) son activos, se mueven, dan conferencias, cursos... y convencen a la gente. La democracia exige movilización, activismo,... no basta con llevar razón; los votantes deben saber que la llevas. Creo que eso es lo que nos falta: salir a la calle y convencer. En el «Museo del Creacionismo» se enseña a los niños que la Especia Humana y los Dinosaurios convivieron juntos. (Archivo) el escéptico 6 ¿Qué ocurriría en España si hubiera algo similar? Pues mucho me temo que el Diseño Inteligente también estaría en nuestros libros de texto. ¿Y que hacen (hacemos) los científicos? La mayoría encerrarse en su torre de marfil. Y «reírse en privado» de las sandeces de los creacionistas/ diseñistas. Nadie valora al investigador que «pierde» su tiempo divulgando, enseñando al público... Nos basta con sonreír con superioridad. ¿Qué ocurrirá cuándo los votantes, ejerciendo su derecho, decidan que no se investigue sobe células madre, o que se enseñe la «teoría» de la evolución «como lo que es, una teoría», al lado de otras teorías como el Diseño Inteligente o el Creacionismo? ¿Nos echaremos, entonces, las manos a la cabeza? Lamentablemente, en los planes para hacer carrera investigadora o universitaria la divulgación no cuenta. Craso error. Cuando la democracia se profundice, y no me cabe duda de que lo hará, lo podemos pagar caro. Dedicar tiempo a explicar lo que es la ciencia, lo que hace la ciencia, lo que no es ciencia, y poner ejemplos de pseudociencias,... cada día es más necesario. Y nos jugamos mucho en ello. Así que mi consejo es ...que pongamos nuestras barbas a remojar. ¿Y si apoyásemos el manifiesto a favor de la homeopatía? En algún sitio he leído que está circulando por ahí un manifiesto para conseguir firmas para que se incluya la homeopatía en la seguridad social. Hay dos opciones, una denunciarla y rechazarla y la otra «apoyarla». Esta vez me decanto por la última opción. Creo que debemos apoyarla. Con un ligero matiz, en ese manifiesto, para que podamos defenderlo deberíamos añadir un punto que diga que ya que se quiere que se considere una medicina homologada como cualquier otra, queremos que se haga con todas las de la ley; es decir, que las «medicinas y prácticas homeopáticas» se sometan a todos los controles que se exigen a la medicina científica: pruebas doble ciego (o su equivalente estadístico), distintas fases de investigación, pruebas de que funciona mejor que el placebo, etc. Si la Homeopatía no pasa los test, debería eliminarse para siempre las pretensiones de entrar en la Seguridad Social". Y si pasan las pruebas, ¡bienvenida sea la homeopatía! No sé por qué me da que los laboratorios que apoyan esta campaña no van a estar de acuerdo en admitir esa cláusula. Y fíjense qué sencilla es y qué de acuerdo está con el espíritu que ellos pregonan: que se trate como a cualquier otra medicina. Propongo que si no nos dejan poner esa cláusula (y estoy seguro de no nos dejarán) promovamos otra recogida de firmas para conseguir que la homeopatía sea tratada como cualquier práctica médica y que --y esto es muy importante-- a esas medicinas se les exija lo mismo que a las demás. Debemos acabar con la anomalía absurda, que se basa en prácticas históricas, que permite que se vendan supuestas «medicinas», que no han pasado ningún control farmacológico, tan solo con que cumplan las leyes de los alimentos, mucho menos exigentes. Y por supuesto, debemos pedir que si no se pasan los tests que se les quite la opción de llamarse medicina y se elimine para siempre sus pretensiones de entrar en la Seguridad Social. ¿Se animan ustedes? ¿Cómo combatir la homeopatía cuando editoriales como Larousse se juegan su prestigio publicando libros como la «Enciclopedia Larousse de la Homeopatía?». (Editorial Larousse) Félix Ares Presidente de ARP-SAPC 7 el escéptico