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tituye una buena fuente de ingresos a costa de los "clientes" crédulos que requieren sus pretendidos servicios. Por qué creemos en cosas bastante increíbles y cómo y en qué medida se distribuyen los distintos tipos de creencias irracionales entre diversos colectivos sociales son temas que aún están necesitados de investigación por parte de las ciencias sociales. Para concluir, apuntaría que es una responsabilidad social señalar claramente que las pseudociencias son falsas y comunicar adecuadamente a la opinión pública hasta dónde llega el conocimiento científico y qué cosas no son más que patrañas dirigidas a explotar la ignorancia y la credulidad de ciertas gentes. Por ello, señalaría de nuevo a tres importantes ámbitos sociales cuya interacción y actuación son claves. 1.-- Por una parte, la interacción entre las instituciones científicas de forma institucional y los científicos de forma individual con los medios de comunicación sociales para realizar esfuerzos y aumentar lo que se ha venido a llamar la comunicación social de la ciencia: divulgar no sólo los conocimientos científicos y tecnológicos sino también su utilidad y su relevancia social. Esto es de la máxima importancia, tanto para garantizar la financiación pública de la investigación científica como para evitar el desplazamiento progresivo de los fondos públicos de investigación a satisfacer necesidades empresariales.
2.-- Por otro lado, el sistema educativo que debe formar ciudadanos críticos y con un buen nivel de conocimientos científicos básicos, así como debe fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas entre los jóvenes. Las instituciones científicas deben prestarse a su apertura a la sociedad y colaborar con los centros educativos en estas actividades. 3.-- Por último, los medios de comunicación y sus profesionales juegan un importante papel de difusión y legitimación de conocimientos de todo tipo en la opinión pública. En estos tiempos, sería todo un avance pedir que las explicaciones científicas y la presencia de la ciencia ocupen al menos el mismo tiempo de programación que ocupan las diversas y variadas pseudociencias que adornan el panorama cultural de estos últimos años. Bien es cierto que los fines de siglo y de milenio parecen haber sido proclives históricamente a expresiones colectivas de tipo redentorista y profético. Difundir pensamiento crítico, mostrar un cierto escepticismo ante estos tipos de manifestaciones pseudocientíficas ha de ser una postura a pedir a los profesionales de los medios de comunicación, especialmente los de carácter público. é NOTA *Este texto formó parte de la charla del curso de extensión universitaria "Ciencia y pseudociencia en el umbral del siglo XXI" de la Universidad de La Laguna.
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el escéptico
otoño- invierno 2001