Con lo paranormal, ocurre lo mismo que con la programación televisiva: cuando uno piensa que ya ha alcanzado las más altas cotas de estupidez, siempre le saca de su error una nueva revelación que supera lo que hasta ese momento parecía insuperable. "Una inteligencia humanoide de origen presuntamente extraterrestre parece haber respondido al mensaje que en 1974 envió la Humanidad al espacio profundo describiendo nuestro planeta y nuestra especie", informaba el 27 de agosto la web oficial de las revistas Año Cero y Enigmas. La buena nueva se había hecho cereal seis días antes en un sembrado del Reino Unido, junto a la estación meteorológica de Chibolton. A partir de dos imágenes que habían aparecido de la noche a la mañana en el campo -un gran rostro y una especie de réplica al denominado mensaje de Arecibo-, los expertos capitaneados por Santiago Camacho -director de akasico.com- concluían que "o se trata realmente de una respuesta al mensaje de Arecibo o nos encontramos ante el más ambicioso y elaborado fraude en la historia de los círculos de las cosechas", decantándose por la primera posibilidad.
El mensaje de Arecibo se emitió hace veintisiete años en dirección al cúmulo de estrellas M13, situado a unos 25.000 años luz de la Tierra. Por sus características -se transmitió en la frecuencia de 2.380 MHz-, es como una flecha que cruza un espacio poblado por bolas de ping pong separadas entre sí por kilómetros, explicaba el Instituto SETI a finales de agosto. Se trata de un rayo extremadamente estrecho, y la posibilidad de que hubiera dado con un sistema planetario en los primeros 13,5 años de viaje se estima en una entre medio millón. ¡Ojo!, hablamos de sistema planetario a secas, no de un posible hogar de una civilización alienígena lo suficientemente avanzada como para descifrar en un tiempo récord el mensaje -contiene información sobre nuestra biología y situación en la galaxia- y enviar una respuesta que, otros 13,5 años después, es la que habría destrozado el sembrado inglés, según los expertos españoles.
Los redactores de akasico.com presentaban como apoyo a su desvarío una ridícula traducción del supuesto texto alienígena, obra de otro investigador. El especialista, un tal Finton Dunne, sostiene que el pictograma de Chibolton dice: "Hola, Tierra. Respondemos al mensaje en el que os describíais a vosotros mismos -el cual hemos comprendido-. Nosotros también somos formas de vida basadas en los hidrocarburos, con conceptos lógicos y matemáticos similares a los vuestros. Os enviamos una imagen de nuestro rostro, el cual tiene un aspecto similar al vuestro. [...] No hemos empleado ningún radiotelescopio para haceros llegar este mensaje, sino una tecnología de transmisión del pensamiento. Nuestro dominio del hiperespacio nos ha permitido interceptar vuestro mensaje y responderos en la forma debida". La traducción resulta tan creíble como la de una tablilla rongo-rongo de la isla de Pascua que ofreció hace tres décadas Peter Kolosimo en Astronaves en la Prehistoria (1973) -"Llegan los hombres volando... los hombres con el sombrero vuelan"-, cuando resulta que los auténticos expertos aún intentan descifrar el lenguaje de los antiguos pascuenses. Además, los charlatanes incurren una vez más en el antroponcentrismo puro y duro a la hora de imaginarse seres extraterrestres, y toman prestados principios propios de la ciencia ficción y de pseudociencias como la parapsicología para cimentar sus afirmaciones.
Da igual que un par de jubilados confesara en 1991 haber hecho buena parte de los dibujos que han traído de cabeza a los amantes de lo paranormal desde finales de los años 70, que varios grupos de artistas hayan confeccionado en directo pictogramas para los medios de comunicación, que se ofrezcan en Internet manuales de cómo hacer las llamativas figuras y que, por ejemplo, las que aparecen en Alemania -donde la fiebre circular es relativamente reciente- sean bastante más simples que las del Reino Unido, donde los aficionados acumulan décadas de experiencia. Los comerciantes de lo oculto miran siempre hacia otro lado y se aferran con fuerza a la explicación más inverosímil, ocultando al público las evidencias que derriban sus castillos de arena e intentando que la memez vaya en aumento, porque ésa es la clave de su negocio. Así, este año han pasado por alto la fiebre aftosa, que atrasó la aparición masiva de dibujos en los campos ingleses hasta mediados de agosto. ¿Será que los extraterrestres calzan pezuñas?, ¿será que llevan ganado a bordo de sus naves?, ¿o será simplemente que los bromistas no pudieron hacer de las suyas hasta que el Gobierno británico levantó la cuarentena que había impuesto sobre las zonas rurales?
Que a estas alturas alguien defienda que los círculos de los sembrados tienen algo de misterioso sólo puede deberse a ignorancia, interés crematístico o simple y llana memez. La ignorancia es la razón que explica por qué estos pictogramas son misteriosos para parte del público, víctima de quienes tergiversan cualquier presunto enigma que se cruza en su camino para engrosar su cuenta bancaria. Los memos son aquéllos que tienen acceso tanto a los presupuestos paranormales como a los lógicos y siempre caen rendidos ante los primeros. Como ha apuntado el cineasta español Manuel Gutiérrez Aragón, "los mitos cambian, pero los memos son siempre los mismos". Se trata de un sector social irrecuperable que cree en los contactos con extraterrestres de Sixto Paz o Carlos Jesús, en la curación del cáncer mediante la colocación de bolitas bajo la almohada, que los egipcios ablandaban las piedras, las moldeaban y luego las volvían a endurecer, y que los alienígenas no tienen otra cosa que hacer que arrasar todos los veranos las cosechas de los agricultores del Reino Unido, quienes, por su parte, se sacan un dinerillo cobrando a los incautos -que son muchos- y a los cereálogos -así se autodenominan los estudiosos del fenómeno- por entrar a sus propiedades. Los bromistas se ríen, los agricultores recaudan unas libras y los fabricantes de paradojas siguen engordando el misterio a costa de la verdad.
Los círculos de los sembrados
Autor: Luis Alfonso Gámez
© Copyright de los textos Luis Alfonso Gámez, 2002.
© Copyright de las imágenes Touchstone, 2002.
'Círculos de misterio' y 'Un arte y un negocio típicamente británicos'se publicaron originalmente en el diario bilbaíno 'El Correo' el 13 de septiembre de 2002.
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