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Sillón escéptico El arte de vender mierda Fernando Cervera Editorial Laetoli: Pamplona. 2014, 130 pps. El arte de vender mierda es, además de un excelente tÃtulo para cualquier libro que tenga la intención de venderse mÃnimamente, un relato que linda en lo absurdo. No por el contenido de la obra, que es muy interesante, sino por la historia que nos devela: un par de cientÃficos, sorprendidos por la abundancia de creencias absurdas sobre temas de salud, se crean una terapia completamente ridÃcula que termina convenciendo a vendedores de misterios incluso al otro lado del charco y, lo más triste de todo, también a buscadores de soluciones rápidas. En el transcurso de su experimento, Fernando Cervera (autor del libro) y Mariano Collantes van conociendo el funcionamiento del submundo de las estafas de la salud, donde pueden llegar a decirte que el cáncer no existe y, al mismo tiempo, venderte la cura contra esa enfermedad. Lo que se llama un mundo mágico. Cervera y Collantes participaban en un foro sobre temas de biologÃa cuando alguien preguntó qué diablos era el Roberto GarcÃa Ãlvarez âbiomagnetismo médicoâ. En una respuesta se deslizó que era una disciplina cientÃfica. Los investigadores sintieron curiosidad, descubrieron de qué iba el asunto y, por pasar el rato, pensaron que serÃa buena idea parodiar a estas estafas y crearse su propia pseudociencia. Para que no hubiera dudas de que iba de broma, la llamaron âfecomagnetismoâ. Y, para que fuera todo aún más absurdo, sentaron unas bases totalmente imposibles de creer. Básicamente, la idea era vender el discurso de que la mierda humana sirve para sanar. Si total, algunos beben su propia orina creyendo que los desperdicios del cuerpo los harán sentirse mejor, no parecÃa mala idea intentar con otro tipo de desechos orgánicos. El libro es un relato breve y ágil, sazonado con crÃticas a distintas pseudociencias, explicaciones sobre cómo funciona la legislación en salud en España y en otros lugares del mundo, y aspectos elementales sobre la divulgación cientÃfica. En 130 páginas, el autor nos lleva de paseo al mundo del delirio al que ingresó cuando, junto a su compinche en esta aventura, terminaron exponiendo las bondades de tragarse las heces en una feria esotérica. Por cierto, nadie puso en duda lo que se decÃa. Y eso, más que hablar de lo bien montado del espectáculo de Cervera y compañÃa, habla del nulo análisis crÃtico de quienes se vieron enfrentados a una oferta tan patentemente absurda como la del fecomagnetismo. Los cientÃficos, ambos biólogos, crearon un sitio web, inventaron una historia que vinculaba a su recién creada medicina alternativa con conocimientos ancestrales, y dieron vida a dos personajes con nombres en inglés para darle un aire de credibilidad al asunto. Claro, mezclaron los nombres de dos actores conocidos (Hugh Laurie y Leslie Nielsen), pero en el mundo de la pseudociencia cualquier cosa tiene credibilidad. Lo que expone El arte de vender mierda es no solo una crónica sobre una aventura en las profundidades de la forma de âpensarâ del esoterismo más radical, sino también una advertencia sobre las consecuencias que esta carencia absoluta de racionalidad puede tener en la sociedad. La creencia de que las vacunas son perniciosas ya causa efectos con el resurgimiento de enfermedades que estaban totalmente controladas o incluso erradicadas, al tiempo que muchas personas dejan sus tratamientos médicos para someterse a chapucerÃas sinsentido que las llevan, algunas veces, hasta la muerte. Cervera, sÃ, rescata algo de la pseudociencia. âEn mi caso, la pseudociencia me llevó a la ciencia, ya que la curiosidad me hizo leer sobre esos temas y darme cuenta de que lo que se me habÃa contado no podÃa ser ciertoâ. He ahà la clave de todo esto. Con un mÃnimo de sentido común, el camino de la pseudociencia debe llevar al lector, indefectiblemente, por un desvÃo que termine en el mundo de la ciencia. Sobre todo cuando uno se encuentra con terapias como el fecomagnetismo. Pero vaya, a algunos les gusta tragarse su propia mierda y eso es lo que dejó en evidencia, lamentablemente, el experimento de Cervera y Collantes. Diego Zúñiga el escéptico 40 otoño-invierno 2015