Edición 2013 - Número 260
Javier Armentia Fructuoso
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Por la boca muere el Pez).
(Artículo publicado originalmente en El Huffington Post).
Como en la política, la economía, los deportes... también en la ciencia hay tramposos. Afortunadamente, es un sector en el que existen mecanismos para sacar los colores a los más reputados científicos que se quieren saltar a la torera las normas. Así pasó con el clonador coreano Hwang Woo-suk y también en un caso mucho más cercano: el de un ingeniero técnico agrícola gallego llamado Gonzalo Astray Dopazo. El primero sufrió un batacazo tremendo en su carrera, del que le está costando recuperarse, pero el segundo, que vive en España, donde la ética anda de capa caída, parece que está saliendo airoso del escabroso asunto.
(Artículo publicado originalmente en EsMateria).
“Pero ¿qué hubiera pasado si los neandertales, la especie humana más parecida a la nuestra que jamás haya existido, hubieran llegado hasta nuestros días? Podría haber ocurrido. No estaban predestinados a la extinción”. Esta es la primera pregunta que lanza uno de los padres del genoma neandertal, Carles Lalueza-Fox, en su libro Palabras en el tiempo (editorial Crítica), un por momentos hilarante afrodisiaco para el cerebro.
(Artículo publicado originalmente en el diario El Periódico).
Vivimos tiempos extraños. Nunca antes el hombre ha sabido tanto sobre sí mismo y el mundo que le rodea. Nunca antes la información ha sido tan asequible ni se ha transmitido tan rápidamente. Y, en cambio, estamos a punto de perder lo que hemos ganado y retroceder hasta una nueva época de dominio del oscurantismo más absurdo. La gravedad de la situación se resume en el comentario que un lector escéptico hizo días atrás a una noticia aparecida en la web de un diario: «Yo no creo en Dios, pero tampoco estoy seguro de creer en la ciencia», dijo. La frase es trágica, porque demuestra que la ciencia se empieza a considerar una especie de religión que requiere un acto de fe. Pero lo que enuncia, encaje o no con nuestros deseos, son simplemente conclusiones deducidas a partir de hechos demostrables. Evidentemente que los científicos se equivocan. Ocurre cuando las explicaciones están aún en fase de hipótesis y la interpretación de los resultados debe llenar los huecos que existen. Ahora bien, la validez de los resultados confirmados no depende de nuestra buena voluntad para aceptarlos. Y esto parece que se olvida.
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Mi anamnesis)
Después de tantos años de Internet, nadie debería seguir dando importancia a los “Hoax“. Pero resulta que la gente sigue prefiriendo creer una sarta de mentiras que le llegan por email antes que a las publicaciones científicas. Prefieren creer al supuesto “doctor de nombre inventado” que a su médico de toda la vida.
El Hoax al que me refiero en este post es: “Milagrosa Chirimoya: cura el cáncer”. Si no puedes ni imaginar que alguien se lo crea, yo tampoco; pero no hay más que leer los comentarios de esta página para darse cuenta que hay gente que se lo cree.
Este es un Hoax especial, es bastante largo y curiosamente sin faltas de ortografía (en este caso no se olvidaron de utilizar el corrector del Word). No os preocupéis, no voy a ponerlo entero, solo las partes más sorprendentes. Ahí va:
(Artículo publicado originalmente en la bitácora de Eparquio Delgado).
Después de varias semanas de debate y elaboración colectiva, por fin tenemos el documento definitivo para solicitar la creación del Área de Política Científica de Izquierda Unida. Aunque el tema científico y tecnológico ha sido abordado en los documentos y propuestas de IU, hasta ahora no se había planteado la posibilidad de contar con un área específica dirigida al debate y elaboración de programas y proposiciones en este ámbito. Desde hace algún tiempo un grupo de compañeros/as de varias federaciones hemos venido elaborando la propuesta para que Izquierda Unida sea la primera organización política del país en contar con un área de estas características tanto a nivel federal como en las propias federaciones. Ahora está en manos de la Presidencia Federal y el Consejo Político Federal realizar el trámite para dar carta de naturaleza a este grupo de trabajo, abierto a la participación de compañeros/as de todas las federaciones y también de simpatizantes del mundo científico y tecnológico. Aquí tienen el texto de la propuesta.