El Escéptico Digital - Edición 2013 - Número 268
Juan Antonio Aguilera Mochón
RTVE, como ente público, debe estar al servicio de todos los ciudadanos, cuidando en la medida de lo posible de su neutralidad e imparcialidad en "asuntos ideológicos y de conciencia". En los de tipo religioso, concretamente, debe atenerse a lo que dicta la Constitución (el ajado artículo 16.3), es decir, debe ser como el propio Estado: aconfesional.
Es un clamor que esta aconfesionalidad no se cumple en RTVE. En TVE tenemos, para empezar, los programas religiosos semanales, en particular el dominical "El día del Señor", católico, que viene precedido de emisiones de otras creencias ("Islam hoy", "Shalom" y "Buenas Noticias TV", musulmán, judío y evangélico, respectivamente). Además están "Testimonio", "Últimas preguntas" y "Pueblo de Dios", de nuevo católicos. Estas emisiones tienen un reconocido carácter proselitista (evangelizador, y lo que corresponda).
Hay que aclarar que la atención a algunas otras creencias no sólo no atenúa la confesionalidad que representan la emisiones católicas, sino que la acentúa, pues lo que conseguimos es acercarnos a una multiconfesionalidad. Piense que si se intentara atender a las creencias y convicciones de todos los españoles, sin privilegiar ninguna --como debe ser--, habrían de emitir cientos de miles (si no decenas de millones, tantos como ciudadanos hay) de programas alternativos, diferentes.
El confesionalismo de TVE alcanza niveles demenciales cuando se producen eventos como la reciente investidura papal: horas y horas de emisión, mucho más allá de lo que justifica el mero interés informativo, y con comentarios muy evangelizadores de miembros de la propia Iglesia, sin que se dé cabida a una visión crítica. Estas emisiones se redondean con la transmisión de actos puramente religiosos, como las misas papales: a la extraordinaria que hubo con motivo de la investidura que acabo de mencionar, hay que añadir la del "gallo", la de año nuevo... Y, además, nos las habemos con misas de carácter más ordinario y con otras ceremonias y ritos, tales como los característicos (vía crucis, oficios...) de la Semana Santa.
Ay, Semana Santa: en ella, TVE se convierte en una fervorosa TVCE (Televisión Católica Española). Se altera toda la programación semanal normal para dar cabida a decenas de horas de procesiones y rituales religiosos. No conformes con las emisiones extraordinarias, los informativos (como los propios telediarios) dan a esos actos religiosos el papel de noticia central, en tiempo y en relevancia (cabeceras, resúmenes...). El último viernes santo, el presentador principal y el del tiempo, hasta vestían ¿casualmente? de negro (recordando a cuando Ana Blanco retransmitía de luto riguroso desde El Vaticano a la muerte de Juan Pablo II).
Y Radio Nacional (incluso, ay, la querida Radio 5, cada día menos reconocible) ha ido por los mismos derroteros píos.
El confesionalismo de RTVE tiene, claro está, su reflejo económico: TVE destinó a programas y retransmisiones de carácter religioso en 2011 un total de 2.973.554 euros, según el dato que recogieron distintos medios especializados en televisión, tras una pregunta escrita del PSOE en el Congreso. Con los eventos especiales de 2012 y 2013, no creo que estas cifras hayan ido en descenso.
En definitiva, le ruego que tome nota de mi queja, que creo compartida por un alta proporción de la ciudadanía... y, aunque no lo fuera, estimo que debe ser atendida, porque el agravio a la libertad de conciencia individual no es asunto de mayorías, como no lo es el sexismo, la homofobia... (si la mayoría de la población es homófoba, ¿son aceptables emisiones homófobas?). Por supuesto, le pido que no sólo tome nota, sino que actúe donde y como sea menester para acercarnos lo más rápidamente posible a esa aconfesionalidad que exige la Constitución y a ese respeto que demandan la justicia y la igualdad. Por los espectadores, por los ciudadanos.
En espera de sus noticias, reciba un cordial saludo