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Los atentados del 11 de septiembre La sociología relativista al socorro de las teorías conspiracionistas Jean-Paul Krivine L a epistemología se interesa por el conocimiento humano, su producción, sus límites, la demarcación entre creencias y verdades. Entre todas las corrientes que estudian estas cuestiones, hay una a la que nos referimos a menudo para denunciar sus implicaciones oscurantistas: el relativismo1. Para los sociólogos relativistas, la ciencia sería un punto de vista sobre el mundo en medio de otros tantos, sin un valor superior. Desde una perspectiva más general, la objetividad sería una noción relativa, que depende del entorno, del contexto social e histórico y de un acuerdo entre iguales, en el que el consenso de la comunidad es lo que se considera verdad. En la ciencia, al igual que en los otros campos, la verdad no existiría, y los términos "verdadero", "falso", "racional" no serían más que simples expresiones utilizadas por una comunidad para revestir sus pensamientos, sus puntos de vista. La distinción entre ciencia y pseudociencia sería puramente sociológica y ningún discurso podría aspirar realmente a tener más objetividad que otro. La radicalidad de semejante programa puede hacer dudar de la existencia de corrientes de pensamiento que lo reivindiquen. ¿No nos estaremos fabricando un contradictor ideal, un espantapájaros fácil de criticar, pero imaginario? Muy a menudo los sociólogos relativistas utilizan frases complicadas, que siempre tienen una interpretación radical y otra trivial, bastante banal, que puede servir de posición de repliegue2. Pero una reciente entrevista con Pierre Lagrange3 en el diario Libération4 nos ofrece una auténtica lección sobre el contenido y las implicaciones de la sociología relativista explicado, por una vez, en términos claros. Preguntado sobre las declaraciones del humorista Jean-Marie Bigard, que retomaban las teorías conspiracionistas a propósito de los atentados del 11 de septiembre, el sociólogo justifica la existencia de varias verdades, la de Jean-Marie Bigard y los "negacionistas del 11 de septiembre" con el mismo valor que la llamada tesis oficial. Recordemos que las tesis otoño-invierno 2013 conspiracionistas afirman en particular que ningún avión se estrelló contra el Pentágono (¿dónde están los restos?) y que el desplome de las Torres Gemelas no puede haberse debido solo al choque de los aviones (explosiones sospechosas en las imágenes)5. Ya no habría una sola verdad, sino verdades diferentes que pueden cohabitar: "la verdad no es única, sino plural"6, afirma Pierre Lagrange, y añade: "¿quién puede decir lo que separa la realidad de puntos de vista que serían falsos?" Y la respuesta no admite ambigüedades: si se sabe que nada es semejante, "no se puede afirmar saber de forma categórica quién dice algo verdadero y quién algo falso". Lo que importa, para la corriente relativista, es el método aparente y la buena fe de los interlocutores. En respuesta al periodista de Libération, Pierre Lagrange subraya que "el discurso de un Bigard no es diferente del pensamiento científico, en el sentido de que es un trabajo (aunque sea suDiferentes verdades que pueden cohabitar Muy a menudo los sociólogos relativistas utilizan frases complicadas, que siempre tienen una interpretación radical y otra trivial, bastante banal, que puede servir de posición de repliegue 53 el escéptico mario) sobre la prueba: se acumulan indicios con los que se construye un escenario de la realidad". Y nada permite afirmar que este método conduzca a una verdad cualquiera, ni la ciencia ni en cualquier otro campo: "el científico, en su trabajo, podrá, a partir de razonamientos idénticos, tener razón o estar equivocado". El criterio último de la correspondencia con la realidad, con la naturaleza, no se saca nunca a colación. Para los sociólogos relativistas sencillamente no es pertinente. La naturaleza, los hechos y la realidad no son más que engañifas (véase recuadro). El 11 de septiembre un avión se estrelló contra el Pentágono, y los análisis físicos y mecánicos confirman que las torres gemelas podían en efecto desplomarse como consecuencia de un solo impacto de aviones de línea. Y precisamente ahí se encuentra lo que permite distinguir el carácter serio o no de las alegaciones negacionistas, independientemente de lo que pueda pensarse de la administración Bush, de la utilización de los atentados para sus proyectos bélicos, de que los gobernantes puedan querer ocultar cosas, no decirlo todo o manipular. Para Pierre Lagrange, al contrario, las mentiras de los unos pueden justificar un error eventual de los otros, como si la cuestión de la objetividad y de la realidad pudiera depender de la mala fe relativa de los protagonistas: "Que Bigard acuse a los americanos de haberlo organizado todo o que el Pentágono y la Casa Blanca hayan aprovechado con un cierto cinismo la situación engendrada por los atentados del 11 de septiembre para lanzar una guerra contra Irak [...] ¿Quién delira más?". Pero, en ese caso, ¿no sería todo nada más que una ilusión? Los sociólogos relativistas no lo dicen, o no lo dicen abiertamente. La realidad, para ellos, es el consenso. Y ese consenso está marcado por una época, una región, y puede cambiar. Pierre Lagrange subraya así que "nuestra realidad depende menos de demostraciones rigurosas que del hecho de que la compartimos con otros en quienes confiamos. La realidad es a menudo, se diga lo que se diga, en primer lugar un rumor". Tesis conspiracionistas o avión real contra el Pentágono, nada es más que un rumor... o una verdad. Da lo mismo. Lógicamente, la puesta en cuestión de toda objetividad conduce a la sociología relativista a odiar la Ilustración, a acusar a los racionalistas de censura, de atentado a la libertad, e incluso de cargos más graves. "Al querer describir los supuestos delirios de los otros, se cae en el discurso de los psiquiatras soviéticos", advierte Pierre Lagrange. Confundiendo controversia científica con censura y represión, el sociólogo se interroga sobre quienes se empeñan en buscar la verdad, la objetividad: "¿Hasta dónde se está dispuesto a llegar para defender la verdad? ¿Hasta los "comisariados políticos"?" La Ilustración habría sido una cultura occidental que habría reinado sobre las demás, tratándolas de primitivas, pero que está en camino de ser superada: "durante mucho tiempo ha existido el pensaLa Ilustración... un comisariado político Todo es una construcción social La peur du savoir. Sur le relativisme et le constructivisme de la connaissance [El miedo al saber. Sobre el relativismo y el constructivismo del conocimiento] Paul Boghossian Introducción y anexos de Jean-Jacques Rossat Traducido del inglés por Ophelia Deroy. Agone. Marsella. 2009. 193 p. 20 Este libro está consagrado a la crítica de una idea bastante extendida en la cultura intelectual contemporánea: decir que una proposición es verdadera significa que lo es en relación a una cultura, a un punto de vista, a un modo de pensar, pero nunca que sea verdadera a secas porque eso no tendría ningún sentido. El marco de referencia en el que se insertan las verdades es en sí mismo arbitrario. Por ejemplo, el filósofo norteamericano Rorty sostiene que no se puede afirmar que Belarmino, el prelado opuesto a Galileo, estuviese equivocado, porque él y Galileo razonaban simplemente en contextos diferentes, que no pueden ser comparados. A menudo esta idea el relativismo se presenta como tan evidente que no hay ni siquiera necesidad de justificarla. Pero Borghossian demuestra, al analizar lógicamente todas las versiones posibles del relativismo, cómo dicha idea es a veces incoherente, a veces incomprensible y a veces simplemente falsa. Tal y como dice él, es un error pensar que la filosofía contemporánea haya descubierto razones para rechazar la visión intuitiva según la cual "las cosas son lo que son independientemente de las opiniones humanas, y que somos capaces de alcanzar creencias razonables y objetivas sobre lo que son". Y esto "sea cual sea el horizonte cultural o social" de la persona que evalúa los datos pertinentes. Como Borghossian es americano, los autores que critica (Putnam, Goodman, Kuhn, Rorty) se sitúan en su mayor parte al otro lado del Atlántico. Jean-Jacques Rosat resitúa el debate en el espacio francófono, gracias a anexos muy ilustrativos consagrados a Bruno Latour, Isabelle Stengers y Michel Foucault. Esperamos sinceramente que este libro tan pedagógico contribuya a sacar a la filosofía contemporánea de su sueño relativista e ilusamente escéptico. Jean Bricmont el escéptico 54 otoño-invierno 2013 (foto: Pablo Fernández, www.flickr.com/photos/hadock/) miento occidental, científico, y el pensamiento primitivo, los salvajes, etc. Y el pensamiento occidental aplastaba al pensamiento mágico sin hacerse preguntas, en el nombre de la verdadera ciencia, de la verdadera educación y de la verdadera religión". El método científico, es verdad, es poderoso y por lo tanto disturba. La ciencia afirma cosas verificables, describe una realidad objetiva y permite decidir entre lo verdadero y lo falso, aun cuando eso pueda ser delicado, difícil e, incluso, en ciertos casos, un objetivo lejano. La ciencia permite también afirmar que hay cosas que no son, que no pueden existir. Esto es insoportable para ciertas personas que querrían ver en esto una represión, la arrogancia de los "fiscales soviéticos". Artículo Publicado originalmente en la revista AFIS Science et pseudo-sciences nº 289. Traducido por Enrique García. 1- Alan Sokal y Jean Bricmont denominan "posmodernismo" a la corriente intelectual "caracterizada por el rechazo más o menos explícito de la tradición racionalista de la Ilustración, a favor de elaboraciones teóricas independientes de toda verificación empírica, y por un relativismo cognitivo y cultural que trata las ciencias como "narraciones" o construcciones sociales como otras cualquiera". Alan Sokal y Jean Bricmont. Impostures intellectuelles. Odile Jacob. 1997. 2- "O los argumentos en cuestión defienden posiciones fuertes y radicales, pero se demuestran rápidamente inestables, incoherentes y, en definitiva, insostenibles; o favorecen versiones más débiles, más modestas, que son desde luego defendibles sin ser por eso convincentes pero que, al no tener las consecuencias "revolucionarias" proclamadas, corren el riesgo de perder su atractivo a los ojos de sus propios partidarios". Jean-Jacques Rosat, prefacio a la obra La peur du savoir, de Paul Boghossian (ver la nota de lectura de Jean Bricmont). 3- Pierre Lagrange es investigador asociado en el Laboratorio de Antropología y de Historia de la Institución de la Cultura (EHESS-CNRS). Sus investigaciones se inscriben en la sociología de las ciencias iniciada por Bruno Latour. Con Isabelle Stengers, Pierre Lagrange es una de las figuras más representativas de la sociología relativista en el mundo francófono. 4- Libération, 11 de septiembre de 2009. http://goo.gl/ugKmN4 5- Para una descripción de dichas tesis, ver « Les théories conspirationnistes autour du 11 septembre», Phil Mole, http://goo.gl/jb1W70 (SPS n° 279, noviembre 2007). 6- Salvo indicación contraria, las citas en cursiva han sido extraídas de la entrevista concedida a Libération. "En el momento en el que la superstición, el oscurantismo y el fanatismo nacionalista y religioso prosperan libremente incluso en el Occidente "desarrollado" -, resulta cuando menos irresponsable tratar con ligereza lo que, históricamente, es nuestro único bastión contra esas locuras, a saber, la visión racional del mundo. Favorecer el oscurantismo no es sin duda la intención de los autores posmodernos, pero es una consecuencia inevitable de su conducta [...]. Pero el problema más importante radica en que toda posibilidad de crítica social que pudiera intentar alcanzar a aquellos que de entrada no están convencidos se convierte en lógicamente imposible, debido a las posiciones de partida subjetivistas. Si todo discurso no es más que un relato o narración, y si ningún discurso es más objetivo o verídico que otro, se hace necesario en consecuencia admitir los peores prejuicios racistas y sexistas y las teorías socioeconómicas más reaccionarias como "igualmente válidas", al menos como descripción y análisis del mundo real (suponiendo que se admita la existencia de éste)." Alan Sokal y Jean Bricmont, Imposturas intelectuales otoño-invierno 2013 55 el escéptico