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Entrevista a Banachek, el mentalista que engañó a la (mala) ciencia Luis GarcÃa, Inma León y Andrés Carmona ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento CrÃtico En el otoño de 2014 pasó por nuestro paÃs el aclamado mentalista Banachek. Tuvo actuaciones en varias ciudades españolas, algunas abiertas al público en general y buena parte de ellas en eventos exclusivamente dirigidos a magos. A pesar de su apretada agenda, con espectáculos casi a diario durante más de un mes, tuvo la gentileza de atendernos antes de su actuación en Madrid para hablarnos de magia, mentalismo y pensamiento crÃtico. S teve Shaw (el nombre real tras su conocido apodo) nació en 1960 en Reino Unido, pero se crió entre Sudáfrica y Australia. Tuvo una infancia muy complicada, y nos habló sobre ello en la entrevista, que le acabó llevando a los Estados Unidos a mediados de los 70. Desde que llegó allà empezó a apasionarse por la magia y su salto a la fama llegó unos pocos años más tarde colaborando con James Randi para el Proyecto Alfa. Dicho Proyecto Alfa fue un montaje. Comenzó en 1979 orquestado por el mago James Randi, con la colaboración de Steve Shaw y Michael Edwards, para desmontar una investigación muy poco rigurosa sobre parapsicologÃa que se llevó a cabo en la Universidad de Washington con un importante apoyo financiero de la compañÃa aérea McDonnell Douglas. Tanto Steve Shaw como Edwards lograron durante años convencer a los investigadores de que sus poderes eran reales. Usando únicamente la mente (supuestamente, claro) doblaban todo tipo de utensilios, movÃan a distancia objetos en cámaras cerradas, trucaban fotografÃas... En 1981 los laboratorios McDonnell anunciaron que tenÃan listas las conclusiones de su investigación, pero Randi se adelantó haciendo publico cómo habÃan engañado a los investigadores en decenas de experimentos. También pudimos hablar sobre ello a fondo en la entrevista. En la actualidad, Banachek es uno de los mentalistas más prestigiosos y galardonados del mundo. Aparte de actuar por todo el mundo y escribir libros sobre magia, es o ha sido asesor en asuntos de magia para clientes de la talla de el escéptico 70 James Randi, Penn & Teller, David Blaine, Lance Burton o Criss Angel. Ha sido además durante años el responsable del Reto del Millón de Dólares de la JREF (Fundación Educativa James Randi). EL ESCÃPTICO: Hola, Sr. Banachek. Gracias por atendernos durante su gira por España. Comencemos por su situación actual. ¿Qué tal está yendo la gira? Usted ya estuvo en España anteriormente, ¿ha descubierto algo nuevo que no conociera? BANACHEK: En esta gira hacemos 27 actuaciones aquà en España, a veces dos el mismo dÃa: por ejemplo, un espectáculo de magia y luego en otro punto de la misma ciudad una conferencia. Es interesante ir de ciudad en ciudad, he visto buena parte de España, lugares muy bonitos, edificios antiguos preciosos. Se me ocurre que hace muchÃsimos años tenÃa que ser espectacular ir de una ciudad a otra por aquÃ, con esos castillos enormes, ¡y esas catedrales! Hay que verlas aunque seas ateo. Nacà en Inglaterra, me fui de allà con nueve años, estuve siete en Sudáfrica, luego en Australia. Llevo en los Estados Unidos desde los 16. Ahora tengo 54. En EE. UU. tenemos edificios altos, pero no tan extensos como los de aquÃ. El contacto con el público español es muy interesante. He tenido traductores no muy buenos que, en cuanto empezaba la actuación, se daban cuenta de que yo uso mucho la psicologÃa y veÃan que era más difÃcil de lo que habÃan esperado. Pero en Barcelona tuve un traductor simultáneo anuario 2016 (foto: www.banachek.com) fantástico, buenÃsimo. Cuando lo hacen bien, esa es la mejor forma, el público se divierte y yo disfruto. Hay gente que me ha dicho que era la primera vez que veÃa la actuación de un mentalista y querÃa repetir. Otros sà habÃan visto algún espectáculo de mentalismo pero me decÃan que nada parecido. Y no lo digo porque esté hablando con vosotros, lo dirÃa delante de cualquiera: he estado en otros paÃses y no es igual; todas las personas que he conocido aquà en España se han volcado con nosotros, nos han ayudado en todo lo posible: los organizadores de las conferencias, los de los espectáculos, todos. Ha sido fantástico. En Bilbao y en Madrid ya habÃa estado pero no conocÃa ninguna de las otras ciudades. Todo ha sido nuevo para mÃ. A veces soy como un niño. Tengo una hora o dos antes del espectáculo, dejo a mi mujer en el hotel y me voy a dar una vuelta por la ciudad; veo todo lo que puedo, vuelvo y le digo: âtienes que ver estoâ. Aunque esté cansada, me la llevo a verlo porque seguramente no vuelva más allÃ. Y eso lo hago en casi todos los paÃses a los que voy. Europa tiene mucha historia, una historia muy rica. A mà la historia me fascina. En Sudamérica me fascinan los mayas. Y en Europa, los romanos. Porque te fijas en lo que hicieron, los acueductos que atraviesan el paisaje, los edificios que construyeron y ¡caramba! No tenÃan las herramientas que tenemos ahora y aun asà construyeron tantas cosas que siguen en pie. Me resulta increÃble. Este edificio [el del teatro] no va a durar tanto como las catedrales románicas ni nada de eso. Pero probablemente anuario 2016 no lo pretendÃan. Lo derribarán dentro de un par de años y harán otro. Asà son las cosas hoy en dÃa. Ya no se hacen las cosas para que duren; se hacen para que estén, digamos, cincuenta años y luego se cambian. EE: Sobre su carrera en el mundo escéptico, sabemos que colaboró con Randi desmontando a Popoff, sabemos que es usted el director del DesafÃo del Millón de Dólares de la JREF, pero en España no se conoce tanto el Proyecto Alfa, ¿podrÃa describirlo en sus propias palabras? BA: En los años 70 y 80 Uri Geller era muy famoso. Se dio a conocer sobre todo por algo nuevo: doblar y mover cosas con el poder de la mente. Lo de mover cosas no era tan nuevo, ya se habÃa hecho antes, pero doblar metales sà que era algo muy novedoso, vanguardista, y tuvo mucho éxito en todo el mundo. Resulta que a mà me abandonaron en Sudáfrica de niño, cuando tenÃa nueve años, con mis dos hermanos, uno de un año y el otro de tres. Yo los crié hasta que cumplà los quince. Estando aún en Sudáfrica, Uri Geller vino por allà y le oà por la radio, todavÃa no tenÃamos televisión. Dijo: âcoged cucharas o algo de metal y yo las doblaré a través de la radioâ. Mi madre habÃa dejado un costurero cuando se marchó, asà que cogà una aguja, me concentré y pensé que se doblarÃa. Y creà que se habÃa doblado, una pizquita, algo microscópico, pero que se habÃa doblado. Todos los adultos que yo conocÃa creÃan en Uri Geller y, si ellos decÃan que eso era verdad, tenÃa que serlo. Me marché de allà para buscar a mi padre biológico, 71 el escéptico que se habÃa ido de casa cuando yo tenÃa un año. Supe que estaba en Australia y me fui allÃ. Luego nos mudamos a Estados Unidos. Y allà leà el libro de Randi La verdad sobre Uri Geller. Randi decÃa que Geller era un mago, que lo que hacÃa eran trucos de magia. Me molestó que eso no me lo hubiera contado nunca nadie. Leyendo el libro descubrà formas de doblar clavos y empecé a hacer mis pinitos, pero fui más allá: empecé a doblar llaves, inventé mi propia técnica para doblar clavos⦠HabÃa oÃdo âno lo habÃa visto, pero lo habÃa oÃdo decirâ que cuando Geller doblaba algo, lo veÃas doblarse. Pues bien, todo lo que yo doblaba, todo, se veÃa cómo se doblaba. Hasta muchos años después no vi a Geller; pero en aquel momento lo que hacÃa era ponerle a alguien una cuchara en la mano y cuando la persona abrÃa la mano, la cuchara estaba doblada. Asà que mis doblamientos, y lo digo humildemente, eran mejores que los de Geller. Llegué a ser muy bueno en eso. Ten en cuenta que, al haber sido un niño abandonado, tenÃa problemas de adaptación. No era muy sociable. Cuando iba al instituto tenÃa tres trabajos porque mi familia era muy disfuncional y yo me habÃa ido a vivir de alquiler por mi cuenta. Era el raro. Asà que empecé a doblar y a mover cosas, y todos los chicos robaban cubiertos de la cafeterÃa y me los traÃan para que los doblara. Me expulsaron unos dÃas por lo de los cubiertos, ¡no los robaba pero fui yo quien tuvo problemas! Incluso ideé una forma de hacer que sonara antes la campaña del colegio y también me metà en lÃos por eso. En fin, llegué a ser tan bueno en esas cosas que le escribà una carta a Randi. Le decÃa: âsi alguna vez necesitas un chaval para engañar a los cientÃficos, creo que yo servirÃaâ. No esperaba respuesta pero recibà una carta de Randi en la que me decÃa que, si alguna vez iba a New Jersey, fuera a visitarle. Surgió la oportunidad y fui a verle. No me pidió que le hiciera ninguna demostración, lo cual me decepcionó. Semanas después supe que el motivo fue que no querÃa un aprendiz; querÃa conocerme, pero no enseñarme nada. PreferÃa que yo me inventara mis propios trucos. AsÃ, llegado el caso, podrÃa decirles a los cientÃficos: âyo a este chico no le he enseñado nada, lo ha aprendido todo por su cuenta, ¿se imaginan lo que podrÃa haber hecho si le hubiera enseñado yo? â La oportunidad llegó en 1978 o 79, no recuerdo ahora exactamente. McDonnell Douglas, la empresa aeronáutica, le dio medio millón de dólares a la Universidad de Washington para estudiar lo que llamaban PKMB, [las siglas en inglés de] Doblamiento Psico-Kinético de Metal. Buscaban chicos que doblaran metales. Yo tenÃa 18 años, pero era bastante crÃo. Les escribà y me pidieron que fuera para ver qué sabÃa hacer. Randi me llamó un par de dÃas después. Me dijo: âhay un tipo en San Luis que da medio millón de dólares para estudiar la psicokinesisâ. Le dije que ya me habÃan aceptado. Ãl me habló de otro chico al que habÃan aceptado, que ya estaba allà y que les habÃa dejado impresionados doblando una llave. Se llamaba Mike Edwards. Mike habÃa llamado a Randi para preguntarle qué tenÃa que hacer. Randi le dijo: âtú sigue, nosotros iremos documentando todo el Proyecto Alfaâ. Le pregunté a Randi si podÃa confiar en Mike y me dijo: âno sé, no le conozco mucho; tú ve e improvisaâ. Me fui a San Luis. Mike y yo llegamos en avión el mismo dÃa, coincidimos en su terminal y salimos juntos. SabÃamos que nos Ãbamos a divertir. Fue entonces cuando conocà a Peter Phillips. Peter Phillips llevaba un anillo que, según me dijo, le habÃa dado un médico en Ãfrica y lo llevaba como protección. Empecé a pensar que la cosa serÃa fácil⦠o quizá no, alguien puede simplemente tener interés en la parapsicologÃa y llevar un amuleto sin creer en él. Yo aún no tenÃa carnet de conducir. Mike sÃ, pero era demasiado joven para alquilar un coche. Asà que Peter Phillips alquiló uno y nos dejó a nosotros el suyo, y le seguimos hacia su casa. Mike conducÃa y yo iba en el asiento de al lado. Se me ocurrió mirar al asiento de atrás y vi un maletÃn, qué interesante. Lo cogà y, con cuidado de que Peter no pudiera verme por el retrovisor, abrà las cerraduras. Dentro habÃa cubiertos: cucharas, tenedores, cuchillos. Me puse a doblarlos con las manos. Luego lo cerré y lo dejé de nuevo en el asiento de atrás. Al cabo de un rato abrà la guantera. Allà habÃa llaves. Las doblé y las dejé donde estaban. Mike me miraba con una cara⦠Fui a coger las llaves del contacto y entonces me pegó en la mano y me dijo: âoye, tÃo, ya está bienâ. Todas esas cosas las descubrirÃa Peter más adelante, y si no conseguÃamos doblar nada en el laboratorio, por lo menos aquello le mantendrÃa el interés, le dejarÃa la esperanza de poder grabarlo algún dÃa. Nuestros primeros doblamientos en el laboratorio fueron microscópicos, porque no sabÃamos si tenÃan falsos espejos para mirarnos, no sabÃamos qué veÃan, qué sabÃan. Luego, a medida que pasaba el tiempo, empezamos a doblar cosas más grandes, de forma más visible. Cuando surgió aquello, habÃa dos teorÃas. La primera era que si no habÃa pruebas de percepción extrasensorial en experimentos hechos con los controles adecuados era porque no habÃa dinero para financiarlos, algo de lo que esos cientÃficos llevaban años lamentándose. Bueno, no hay duda de que el problema no era el dinero sino el sesgo: Randi decÃa que Geller era un mago, que lo que hacÃa eran trucos de magia. Me molestó que eso no me lo hubiera contado nunca nadie. el escéptico 72 anuario 2016 (foto: www.banachek.com) ellos seguirÃan creyendo y seguirÃan tratando de probar su sistema de creencias en lugar de investigar cientÃficamente si aquello era cierto. La segunda era que, como todos tenÃan doctorados, se creÃan muy inteligentes y no veÃan necesario recurrir a personas que, sin tener un tÃtulo, fueran expertas en ese campo. Y asà fue. Nosotros tenÃamos nuestras normas. Si alguna vez nos hubiesen preguntado si éramos magos, tenÃamos que haber dicho que sà y que estábamos trabajando con Randi. Cada vez que hacÃamos un experimento, se lo contábamos a Randi por carta o por teléfono y le explicábamos qué habÃamos hecho y cómo. Entonces Randi les escribÃa: âsi están ustedes haciendo experimentos, ¿han comprobado tal cosa?, quizá les interese hacer tal otraâ. Pero nunca le contestaron ni le preguntaron cómo sabÃa lo que estaban haciendo, eso no se lo plantearon ni una sola vez. Nosotros nunca tuvimos que descubrirnos y confesar que era un engaño. En todo ese tiempo nadie nos preguntó si éramos magos, jamás. Un portavoz de la McDonnell Douglas llegó a decir que sà nos lo habÃan preguntado, pero no era cierto. Poco antes de que todo aquello terminara, cuando ya sabÃamos que Ãbamos a hacer un programa de televisión, hubo un congreso en el que estaban aquellos parapsicólogos y también estaba Randi, quien hizo correr dos rumores. Uno era la verdad: que Mike Edwards y yo estábamos trabajando con él para engañar a aquellos cientÃficos. El otro era que nosotros tres y algunos cientÃficos estábamos trabajando para engañar a todos los demás parapsicóloanuario 2016 gos. Cuando volvimos, nos contaron que habÃan oÃdo esos dos chismes y les parecÃan ridÃculos, se rieron. Hablaban de ello como rumores, no como hechos. No nos preguntaron si eran ciertos, si trabajábamos con Randi, si éramos magos. No nos investigaron. Si me hubieran investigado a mÃ, habrÃan averiguado que en su dÃa afirmé tener poderes paranormales; cuando visité a Randi, me aconsejó que siguiera fingiendo que los tenÃa. En cuanto a Mike, habÃa salido varias veces en el periódico de su ciudad. Si hubieran indagado, habrÃan descubierto que era un mago y que habÃa hecho actuaciones de escapismo con una camisa de fuerza. Pero no lo hicieron. Cuando lo hicimos público y explicamos el engaño, no quisieron hacer declaraciones a ningún medio hasta hablar con nosotros. Uno de los del Mac Lab me llamó, o le llamé yo a él. Me dijo: âhe oÃdo rumores de esto y lo otroâ¦â Le pregunté que qué opinaba de ellos. Me respondió: âno pueden ser ciertos, vosotros sois auténticos, chicosâ. âPor desgracia, es verdadâ, le dije. Empezó a preguntarme: âpero ¿y esto? ¿y esto otro?â, intentando encontrar algo que hubiéramos hecho y que no tuviera más explicación que la paranormal, intentando aferrarse a algo. EE: Lo cuenta como algo divertido, pero era una cuestión muy seria. BA: SÃ, era algo muy serio. Por ponerlo en su contexto, eran los años de la Guerra FrÃa, Rusia tenÃa mucha propaganda sobre gente con poderes paranormales y se estaba invirtiendo mucho dinero en esas cosas. El gobierno de Estados Unidos se gastaba dinero en Stargate y en otras investigaciones de ese tipo. Se estaba malgastando un montón de dinero, y la aparición de Uri Geller hizo que se gastara aún más. Eso es lo que más le critico a Geller: que por su culpa se tirara el dinero en esas cosas en vez de emplearlo para investigaciones realmente cientÃficas. Hay quien dirá que lo que hicimos nosotros, engañar a cientÃficos en nombre de la ciencia, tampoco es ciencia y no está bien, que hicimos mal en gastar dinero en eso. Pero es que, si ellos hubieran actuado como cientÃficos, nos habrÃan descubierto y no hubiéramos seguido adelante. Nosotros no hicimos nada malo. Hicimos algo necesario. HabÃa más gente metiéndose en esas historias, validándolas con otros grupos. Además de Geller estaba Hasted en Inglaterra, Gerardo en Francia⦠HabÃa varios convenciendo a la gente de que tenÃan auténticos poderes. Si no hubiéramos llegado nosotros a formar parte de aquello para desenmascararlos, habrÃan llegado otros que no hubieran denunciado que aquello era un fraude. EE: Algunos de esos experimentos parece imposible creérselos; son fáciles de ejecutar por un profesional. BA: Es gracioso, porque yo lo hacÃa todo; te sorprenderÃas. Los mejores trucos son los más sencillos. Por ejemplo, tenÃan una campana de cristal con un pivote. Puse un rotor en el pivote y lo tapé con un cristal antiestático. Me preguntaron si podÃa moverlo. Yo siempre decÃa que sÃ, fuera lo que fuese. A los pocos segundos estaba girando a la izquierda. Para asegurarse de que no era una corriente de aire, me pidieron que lo hiciera girar hacia la derecha, y asà lo hice. Mike y yo tenÃamos una clave. Si necesitábamos hablar, uno decÃa: âoye, tengo sed, ¿vamos a por algo de beber?â En aquel momento Mike me lo dijo. Salimos y, claro, me preguntó â¿cómo lo haces?, es increÃbleâ. Y le respondÃ: âno te lo vas a creer pero después de tantos años de hacer esto, he descubierto que sà tengo poderesâ. âVenga, hom73 el escéptico bre, cuéntameloâ, insistió él. Se lo conté, volvimos a entrar y él también lo hizo. Eso lo repetimos muchas veces en muchos experimentos distintos. En uno te dejaban solo en una habitación, te daban un sobre cerrado con grapas y con un dibujo dentro. Luego te enseñaban veinte diapositivas. Entonces tenÃas que salir y decir: la trece, o el número que pensaras que era. AbrÃan el sobre, sacaban el dibujo y habÃamos acertado. Bueno, fallábamos a veces a propósito, solo querÃamos acertar más que lo que corresponderÃa por azar pero no querÃamos que sospecharan. Mike me preguntó cómo lo hacÃa y le expliqué que, cuando me dejaban solo, quitaba las grapas con cuidado, sacaba el dibujo, lo miraba, lo volvÃa a meter y volvÃa a poner todas las grapas. Asà sabÃa qué dibujo era y podÃa decÃrselo. â¡Ah, genial!â, y entonces Mike ya estaba en el ajo. Pero se me olvidó decirle que yo dejaba las grapas en el cenicero. Ãl las puso en la silla y sin querer le dio un golpe y se cayó. Como no las encontró todas, lo que hizo fue poner las que pudo y âahà estuvo rápidoâ volvió, dijo: âla número sieteâ, y empezó a abrir el sobre. Le gritaron: â¡no, tú no puedes abrirlo!â Asà que les dio a ellos el sobre medio abierto. Desde luego, dijo el número mal porque iban a sospechar de que hubiera empezado a abrir el sobre. Otra vez dejé abierta la ventana. Por las noches cerraban la puerta con llave. Salimos a las tres de la mañana y volvimos a eso de las cuatro. Yo trepé, entré por la ventana âentonces estaba muy delgadoâ le abrà a Mike y volvÃ. Vi que habÃa una pisada en la mesa. Tardamos una hora en encontrar algo para limpiarla. El caso es que doblamos todo lo que allà habÃa. ¡Todo! HabÃa incluso algunas cosas de Tom Richards, entre ellas una maleta a cuyo interior le pude echar un vistazo. Ãl decÃa que habÃa espÃritus que daban toques en la mesa, y yo siempre me fijaba en que su pie derecho se movÃa también de modo que tenÃa que tener allà algún tipo de dispositivo, cuando todos creÃan que realmente un espÃritu daba golpes. QuerÃa hacer muchas cosas conmigo, pero traté de evitarlo. Incluso les dije a los cientÃficos: âmirad la imagen, puede verse cómo mueve los dedosâ. También hacÃa fotografÃas en stop-motion, y tenÃa acuarios con un candado y posos de café dentro. Los objetos de dentro se movÃan pero la grabación era siempre en stop-motion... El dÃa que nos colamos tenÃa allà uno de sus acuarios. Abrimos la cerradura, apagamos la cámara, escribimos cosas en los posos de café, lo doblamos todo y cerramos de nuevo el candado. Cerramos la ventana y volvimos al sitio donde estábamos alojados. Un rato más tarde, sobre las 8 de la mañana, me llamó Peter Phillips y me dijo: â¿Qué tal has dormido?â, le dije: âNo demasiado bienâ, claro que no, porque estuvimos hasta tarde en el laboratorio pero añadÃ: âAnoche tuve un sueño rarÃsimo. Soñé que llegaba al laboratorio y estaba todo dobladoâ. Ãl dijo: âVale, ya hablamos después, intenta descansar un ratoâ. Me llama media hora más tarde y me dice â¡Steve! ¡Ha sucedido! ¡Ha sucedido!â, y continuó: â¡Tu sueño se hizo realidad! ¡Todo en el laboratorio estaba doblado!â. Hicimos bastantes locuras, como esa otra vez en la que participó un psicólogo freudiano llamado Berthold Schwarz, que no formaba parte en realidad del Laboratorio McDonnell pero se lo creÃa todo. Me dejó una cámara y me dijo: âHay una dama que afirma poder tomar fotos con su cámara y hacer que luego aparezcan ovnis en el cielo, ¿puedes tú hacer eso?â. Yo siempre decÃa que sÃ, asà que tomé la cámara, hice varias fotos... al revelar el carrete se vieron imágenes del torso de una mujer, un pezón y un muslo, un bebé naciendo, un retrato de Jesucristo... todo tipo de cosas raras. Ten en cuenta que el tipo era un psicólogo freudiano. Lo que hice fue escupir en el objetivo de la cámara y a medida que iba tomando fotos se iba secando la saliva, de manera que cada foto tenÃa formas diferentes, como cuando miras a las nubes en el cielo y ves todo tipo de cosas. Lo curioso es que al ver luego las fotos con él, realmente parecÃa lo que él imaginaba, no era solo su imaginación. EE: En el Proyecto Alfa, después de haber contado la verdad sobre el experimento hubo ciertas discusiones éticas acerca de la metodologÃa empleada. BA: Es lo que decÃamos antes. Algunas personas no consideraban ético engañar a los cientÃficos en nombre de la ciencia. Lo curioso es que un parapsicólogo llamado Trevor Finch dijo incluso: âSi creen que pueden engañar a los parapsicólogos, intenten colar a un mago en el experimento. No se saldrán con la suyaâ. De forma que nosotros cumplimos lo que él dijo, y en cualquier caso, si por su parte ellos hubieran aplicado correctamente el método cientÃfico, nos habrÃan pillado enseguida. No lo hicieron y no fuimos una excusa para que ellos hicieran mala ciencia y dijeran: âOh, esos magos, ¡nos engañaron!â. EE: El Proyecto Alfa también demostró que no importa la cantidad de dinero invertida en estudiar algo. BA: No, no importa. Si comienzas una investigación con un sesgo claro desde el principio, lo único que quieres es documentar lo que ya crees de antemano. No importa la cantidad de dinero cuando tiene relación con este tipo de fenómenos. Que hubieran llevado a Randi o a casi cualquier otro mago. Randi se ofreció en todo momento para que hubiera alguien que supiera cómo analizar estos experimentos, porque los ilusionistas nos especializamos en distintos tipos de magia, de modo que necesitas a alguien Eran los años de la Guerra FrÃa, Rusia tenÃa mucha propaganda sobre gente con poderes paranormales y se estaba invirtiendo mucho dinero en esas cosas. el escéptico 74 anuario 2016 (foto: www.banachek.com) que pueda interpretar cierto tipo de magia. Claro, en aquel momento habÃa magos que también creÃan en Uri Geller, pero porque no tenÃan la misma especialidad. EE: Es curioso su interés en desmontar todo tipo de fraudes. ¿Qué le motiva a implicarse de esta manera? BA: Creo que el origen fue el darme cuenta, tras leer un libro de Randi, que las cosas no siempre son lo que parecen, y esto me intrigaba. Como mentalista, uso mis cinco sentidos y creo la ilusión de un sexto. No es que tenga un sexto sentido, pero creo esa ilusión. Hay algunos mentalistas que pretenden que creas que son psÃquicos y se llaman a sà mismos psÃquicos. No les gusta el término mentalista porque implica estar usando trucos. Cuando empecé en esto, no sabÃa que habÃa un área especializada de la magia dedicada a este tipo de trucos llamada mentalismo. EE: Mucha gente no cree que lo que hace un mago sea realmente magia, saben que hay trucos, pero sigue habiendo mucha gente que sà cree que los mentalistas tienen habilidades especiales. BA: Por eso yo hago una advertencia al principio de cada espectáculo. Siempre le digo a la gente que yo uso mis cinco sentidos para crear la ilusión de un sexto, les digo que no tengo poderes psÃquicos. Hay algunos magos que dicen: âNo deberÃas hacer la advertencia, es como si estuvieras representando Macbeth y pararas en mitad de la obra para avisar: de acuerdo, no soy Macbeth y quiero que lo sepan antes de seguir la funciónâ. Claro que no, y el ejemplo es estúpido por el contexto, la gente ha ido a ver una obra. anuario 2016 Pero si yo estoy en ese mismo escenario, el que esté haciendo algo no lo hace menos real. Es como si un neurocientÃfico se sube al escenario y habla sobre el cerebro humano de cosas veraces y tras un rato la gente dice: âOh, este tipo verdaderamente sabe lo que diceâ. Si un cirujano empieza a hablar del corazón y todo el mundo entiende lo que dice, entonces no es una obra de ficción. Cuando yo subo al escenario sé que hay gente que no va a creerlo pase lo que pase y diga lo que diga. Pero hay una porción de gente que nunca ha visto este tipo de espectáculos, no saben qué creer. Si yo subo al escenario y digo que todo es real, lo hago desde una posición de autoridad. Lo que diga será verdad para esa gente. Por eso considero importante hacer esa advertencia al principio, y no todos los mentalistas lo hacen. EE: Entonces considera poco ético dejar que la gente crea que tiene poderes. ¿Cree que deberÃa ser obligatorio? BA: Yo no soy quién para decirle a la gente lo que debe decir o hacer. Solo puedo decirte lo que yo hago y digo. Que personalmente lo considere más ético no significa que deba ser obligatorio, porque se convertirÃa en algo asà como una dictadura. Creo que debemos responsabilizarnos de nuestras acciones, y si subes a un escenario y tratas de convencer a la gente de que tienes poderes reales, adquieres esa responsabilidad, y si un periodista escribe un reportaje y revela tus trucos, lo tienes merecido. Si al subir al escenario hubieras dicho: âMiren, esto no es real, es una ilusiónâ, entonces nadie tendrÃa motivos para desmontar tus trucos porque todos sabrÃan que se trata de puro entretenimiento, 75 el escéptico igual que con otro tipo de magos. Igual que si proclamas: âpuedo curar a la gente, o hago esto, o lo otroâ. Además, si haces eso y revelan tus trucos, puede que estén revelando también alguno de los mÃos, por lo que me estarÃas perjudicando como artista y dejarÃa de asombrar a la gente. Pongo otro ejemplo: en los Estados Unidos tienes el derecho de quemar la bandera, tienes ese derecho pero la responsabilidad de no hacerlo. Mucha gente ha muerto por esa bandera, muchos han hecho cosas geniales por ella, deberÃas sentirte orgulloso de ese sÃmbolo y por ello no deberÃas quemarlo. Puedes hacerlo, pero tienes la responsabilidad de no hacerlo porque enfadarÃas a mucha gente. Esto es igual, tienes que asumir que aparezca un reportaje que desmonte tus mentiras, y en realidad tú mismo te habÃas expuesto a ello desde el principio haciendo ese tipo de afirmaciones. EE: En estos últimos años hemos visto bastantes investigaciones con colaboraciones entre magos y neurocientÃficos. Por ejemplo, las investigaciones de Susana MartÃnezConde con magos como Apollo Robbins o el propio James Randi. ¿Qué opina de este tipo de colaboración? BA: Pienso que es genial, pero hay que andar con mucho cuidado. Hay una lÃnea que no debe cruzarse, siempre hay cosas que los magos hacen y no son reales, son solo trucos. El efecto de un movimiento de mano implica esto, lo otro, cómo provocar una distracción... hay cosas muy interesantes y eso es bueno. EE: Ustedes los magos son expertos en percepción y en desviar la atención. BA: SÃ, pero puede darse el caso de que algún mago, para que suene mejor, pueda mentir en algo al neurocientÃfico, y que luego este lo ponga en su estudio. He visto algunos ejemplos y he pensado: âEsto no es del todo ciertoâ. Quizá alguno lo haga por conseguir algo de publicidad, vete a saber. Hay que tener mucho cuidado con estas cosas y no cruzar esa lÃnea; siempre tienes que trabajar con hechos contrastados. No porque un mago te diga algo tienes que pensar que es verdad. La mayorÃa serán honestos, pero muy de vez en cuando alguien se tomará una pequeña licencia poética. Cuando hablamos de ciencia no puede haber licencias poéticas, deben ser hechos. Es distinto a si estamos hablando con un reportero, como hizo Houdini: âEh, mira, salté del puente, atravesé el hielo, y tuve que ir bajo la capa respirando en pequeños espacios con aire hasta encontrar la siguiente aberturaâ. Nunca pasó esto; en realidad, cuando Houdini saltó no habÃa hielo alguno en el rÃo, pero en aquella época no habÃa internet y no se podÃan comprobar las cosas como harÃamos hoy en dÃa. Los cientÃficos deberÃan ser muy cuidadosos sobre lo que obtienen de los magos y hacer correctamente sus investigaciones. Si un mago te dice algo, lo miras con detalle, te aseguras de que es verÃdico y solo después lo pones en tu publicación. EE: Si un mago accede a participar en un experimento cientÃfico, será honesto... BA: ¿Será honesto, o deberÃa serlo? Son cosas diferentes. EE: DeberÃa, por supuesto. BA: DesearÃa que lo fuera, pero no significa que vaya a ser asÃ. No todo el mundo es honesto, y algunos dicen y hacen cosas solo porque queda bien. Su trabajo es hacer que las cosas parezcan más grandes y mejores de lo que son. Es lo que hacemos los magos, es nuestro trabajo, y a veces podemos olvidarnos cuando hablamos con otra gente de lo que es verdad y lo que no. EE: Si se aplica el método cientÃfico correctamente, se entiende que siempre habrá una doble validación, un rigor. BA: Ayudará, sÃ. Cuando doy alguna charla, todo el contenido suele girar en torno a esos pequeños detalles y sutilezas que hacen que la gente piense que algo está pasando cuando realmente no es asÃ. Del mismo modo, cada palabra que yo use puede tener un significado para una persona y otro muy distinto para otra. Se trata siempre de desviar la atención, y es lo que busco todo el tiempo en cada cosa que hago. EE: ¿Está ahora mismo involucrado en alguna investigación de este tipo? ¿EstarÃa interesado en ello? BA: No, ahora mismo no. PodrÃa quizá interesarme. Me encanta la neurociencia, me encanta la ciencia en general, me encanta la psicologÃa... Leo más libros de psicologÃa que de cualquier otra cosa. Leo de todo, soy muy ecléctico. Leo desde novelas de misterio a ciencia ficción, lo que sea. Pero la mayorÃa de lo que leo son libros y revistas que tienen algo que ver con la psicologÃa. EE: ¿Qué beneficios cree que podrÃa aportar esa colaboración para usted o sus espectáculos? BA: Siempre que te involucras en cosas asà recibes algo a cambio, porque aprendes. Me encanta aprender, y el conocimiento es poder. Creo firmemente en eso. Me irrita mucho cuando voy a algún lugar, ya sea un restaurante o una cafeterÃa y haces alguna pregunta sencilla sobre su trabajo, algo que quieras saber por curiosidad, el tipo de café que sirven... y no saben responderte. Si yo trabajase allà me gustarÃa ser el mejor en eso, conocerlo todo. Cuando actúo en un hotel me preocupo por las puertas traseras y ese tipo de cosas. ¿Cómo puedes trabajar en un sitio y no tener interés Cuando doy alguna charla, todo el contenido suele girar en torno a esos pequeños detalles y sutilezas que hacen que la gente piense que algo está pasando cuando realmente no es asÃ. el escéptico 76 anuario 2016 Banachek con algunos de nuestros socios. ni en lo que tienes detrás del mostrador? No entiendo esa forma de ser, yo siempre trato de sacar algún beneficio de esas situaciones. EE: Quizá como mago, su conocimiento sobre algunas cosas no sea tan sistemático como lo serÃa si colaborase con algún experimento. BA: Es interesante lo que planteas, considerando por ejemplo que yo enseño a otros magos cómo doblar metal. Buena parte de eso es instintivo para mÃ, pero cuando tengo que incluir esas técnicas en un DVD para la gente, siempre tengo que plantearme por qué lo hago como lo hago, por qué lo sujeto de esta manera o de la otra, qué beneficio obtengo de cada cosa. Casi todas las cosas tienen un sentido que nunca pensé, porque lo hice por instinto. Incluso me pregunto: ¿Puede que esté justificando la forma en la que lo hago? ¿O realmente es la idónea? Con algunos detalles me he dado cuenta de que realmente no los necesito, pero ya se han convertido en hábitos. Os voy a poner un ejemplo. Hago duplicación de imágenes, en ocasiones con un gato. Yo sé de antemano que la persona ha elegido un gato (no voy a decirles cómo lo sé, pero lo sé), aunque nadie sabe que yo tengo esa información. Me coloco espalda contra espalda y le digo: âAdelante, comience a dibujarâ. Solo esa persona sabe que va a dibujar un gato. Al poco tiempo le digo: â¡Quieto! ¿Ha dibujado un cÃrculo o parte de un cÃrculo?â El público entonces piensa: âPodrÃa haber elegido cualquier cosa, y haberlo dibujado de cualquier manera, pero él sabe que anuario 2016 empezarÃa con un cÃrculoâ. Le pido que continúe, y mi siguiente pregunta no es si ha dibujado dos triángulos, sino: â¿Dos triángulos significan algo para usted?â. Enseguida la persona piensa en las orejas y responde que sÃ, aunque quizá no lo haya dibujado todavÃa, pero la percepción para el público es que ha dibujado un cÃrculo y después dos orejas. Entonces digo: âDe acuerdo, siga dibujando y avise cuando haya terminadoâ. Esto mete cierta prisa a la persona que está dibujando, que corre para terminar rápido. Antes de terminar le digo: â¿Olvidaste ponerle una boca?â Y casi siempre lo han olvidado, porque siempre suelen empezar por la cabeza, cuento hasta cinco para confirmarlo diciendo âcÃrculoâ, continúan, cuento hasta cinco de nuevo y digo âdos triángulos significan...â y con eso les llevo del interior al exterior de la cabeza y normalmente continúan con el cuerpo e incluso la cola, pero olvidan completar la boca. Al reÃrse con mi recordatorio final, el público se asombra de nuevo y piensa: âSupo que habÃa una boca y supo que se habÃa olvidadoâ. Es el tipo de psicologÃa que uso constantemente en mis espectáculos. Desviar la atención de la gente a otros lugares u otras cosas. EE: Muchas gracias por todo, ha sido muy amable. BA: ¡Gracias a vosotros! Web: http://www.banachek.com/ Facebook: https://www.facebook.com/Banachek?fref=ts Twitter: https://twitter.com/Banachek 77 el escéptico