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Dossier
Constelando
Inhumanidad
José Miguel Cuevas Barranquero
Doctor en PsicologÃa. Universidad de Málaga.
Cuando la psicoterapia provoca destrucción
1. Introducción
La psicoterapia, según Wampold (2019), serÃa aquel
tratamiento, fundamentalmente interpersonal, basado
en principios psicológicos, entre un terapeuta entrenado y un cliente con una problemática, queja o trastorno. El terapeuta utilizará la psicoterapia como un
procedimiento para la resolución de la demanda, adaptándose al cliente/usuario en particular. Pero, ¿quién
puede ejercer como terapeuta? En muchos paÃses,
inclusive España, la práctica de este procedimiento
profesional y sanitario conlleva regulaciones estrictas,
con especializaciones añadidas al grado en psicologÃa,
con competencias que deben acreditarse y con organismos que velan por el cumplimiento normativo.
La psicoterapia cuenta con una regulación ética y
deontológica, una normativa de obligado cumplimiento para los psicólogos colegiados. El terapeuta vela
por los intereses de su cliente, evitando interferir en
su libertad, acompañándolo en el proceso y dotándolo
de recursos y estrategias. La aplicación de tratamientos conlleva un acuerdo consensuado. Otros derechos
serÃan el de la confidencialidad, el respeto a sus valores, a su ideologÃa, a sus creencias, etc. Otra cuestión
relevante y garantista se encontrarÃa en abogar por
tratamientos basados en evidencias. El artÃculo 18 en
concreto señala que
el psicólogo/a no utilizará medios o procedimientos
que no se hallen suficientemente contrastados, dentro
de los lÃmites del conocimiento cientÃfico vigente. En
el caso de investigaciones para poner a prueba técnicas o instrumentos nuevos, todavÃa no contrastados,
lo hará saber asà a sus clientes antes de su utilización.
(COP, 2010, p.4)
El artÃculo 51, en la misma lÃnea, en relación a la
publicidad, describe cómo el psicólogo ha de absteel escéptico 46
nerse de emplear denominaciones y tÃtulos ambiguos
que pueden inducir a error, asà como no favorecer procedimientos de dudosa eficacia. Mientras, el artÃculo
19 hace hincapié en que todo material estrictamente
psicológico queda reservado al psicólogo/a, que se
abstendrá de facilitárselo a terceros no competentes y
garantizará también la custodia de los documentos.
Toda esta cuestión garantista, que dignifica nuestra
profesión, contrasta con la dura realidad que encontramos en las consultas con vÃctimas y familiares de
relaciones sectarias. Resulta especialmente sangrante
y paradójico que la mayorÃa de las vulneraciones a la
libertad vinculadas al sectarismo se están desarrollando en la actualidad en un contexto de pseudoterapia o
de «terapia encubierta»; en tanto que muchos usuarios
son manipulados creyendo que están ante una «terapia
normalizada», o más, ante un «tratamiento innovador
y superior a los abordajes convencionales».
Queremos centrarnos en dos aspectos esenciales
que, entendemos, están siendo vulnerados, alejándose
de los principios básicos de la psicoterapia:
1) Actualmente, la psicoterapia también está siendo
ejercida por muchas personas sin acreditación sanitaria ni formación que las habilite, pseudoprofesionales
sin titulación en psicologÃa o psiquiatrÃa. Muchos de
ellos lo harán nombrándose a sà mismos con términos
claramente ambiguos que, con frecuencia, transmiten
al cliente la falsa idea de que disponen de una titulación y una habilitación para su ejercicio. Puede ser
muy fácil, especialmente para la ciudadanÃa en general, confundir a un psicólogo «de verdad» con un pseudoterapeuta. Estos términos ambiguos son en muchas
ocasiones empleados como una pura estrategia, para
evitar ser acusados penalmente de intrusismo profesional. Asà nacen los «acompañantes emocionales»,
Invierno 2023
Imagen de
Gerd Altmann
en Pixabay
los «terapeutas holÃsticos», los «coaches espirituales»,
los «psicoterapeutas transpersonales» o un sinfÃn de
pseudoprofesiones psicológicas. Las palabras terapia
y terapeuta parecen haberse prostituido, en muchas
ocasiones acompañadas de un adjetivo que, supuestamente, las convierten «en otra cosa»: «terapia equina», «terapia acuática», «terapia regresiva»; «terapeuta cuántica», «terapeuta tarotista» y un largo etcétera.
Algunos de ellos, en un ejercicio de descaro sin precedentes, admiten que «no son psicólogos», a la vez
que señalan que su actividad es la de ser «terapeuta».
¿En qué momento la terapia dejó de ser una actividad
intrÃnsecamente psicológica?
2) Lamentablemente, a veces tenemos al «enemigo
en casa». Existen muchos psicólogos con titulación,
incluso también colegiados, que, lejos de distanciarse de las pseudoterapias, las abrazan y las practican
dentro de su ejercicio «profesional». Psicólogos que
desarrollan procesos repletos de «magia» y creencias,
confiando los resultados a su fe en el método. Abordar la motivación y las causas de que estas personas
desarrollen estas prácticas resultarÃa demasiado largo
para el propósito de este artÃculo, si bien podrÃamos
resumirlos en dos motivos importantes, que a veces
también se dan de forma conjunta. El primero, un
error de enfoque o de ignorancia cientÃfica: psicólogos
formados en mágicos procedimientos que, como don
Quijote, acaban eclipsados con sus nuevos «libros de
caballerÃa». En ellos, no será rara la mezcla de prácticas psicológicas convencionales y efectivas con otras
mágicas. El segundo motivo, probablemente menos
habitual, pero también presente en la profesión, son los
beneficios secundarios de aplicar pseudoterapias: «el
interés». El psicólogo puede entender que esta «nueva propuesta» puede resultar atractiva para el cliente
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y que, por tanto, puede conllevar un mayor éxito laboral y económico. Hay que considerar, adicionalmente,
que en ningún momento los psicólogos pasan por un
examen de «competencia mental»; o sea, que también
podemos encontrarnos con casos de profesionales con
graves psicopatologÃas que, en posesión de su titulación y con los requisitos necesarios, pueden ejercer la
profesión de una manera alterada por su particular y
perturbada forma de entender el mundo.
Esta cuestión de la pseudoterapia no implica una
cuestión de «agresión intencional», de hecho la mayorÃa de pseudoerapeutas creerán estar haciendo «el
mejor de los trabajos»; esa «buena fe» no contrarresta el peligro, puesto que se aplican «tratamientos» no
evidenciados que pueden llevar, a veces accidentalmente, a las peores consecuencias. En algunos casos
también se riza el rizo y nos encontramos que algunos
de estos «pseudoterapeutas» (con o sin titulación) emplean tales prácticas con un objetivo de sometimiento
del cliente, en el sentido de que a veces, algunas de estas metodologÃas también son usadas por personas con
rasgos psicopáticos de la personalidad, por manipuladores cuyo objetivo central será maximizar su propio
beneficio. Por otro lado, también nos encontramos con
sectas coercitivas que en ocasiones desarrollan pseudoterapias, en tanto que pueden resultar atractivas para
la captación, o por su poder y capacidad para vencer
resistencias, para moldear al adepto o para generar
cambios deseados por la jerarquÃa.
En todas estas prácticas pseudoterapéuticas, la ética
y las consecuencias dañinas, la iatrogenia, serán una
realidad evidente que hay que poner sobre la mesa.
2. El origen: algunas «semillas sectarias»
Aunque el origen de estas prácticas resulta mucho más complejo, existen algunos tópicos, algunos
47 el escéptico
riesgos vinculados estrechamente a la problemática.
Los denomino «semillas sectarias», ya no solo porque
suelen estar presentes en la mayorÃa de sus practicantes, sino porque, desde mi punto de vista, los «prepara» y los hace más vulnerables a adoptar creencias y
actividades peligrosas.
Al igual que ocurre con la «escalada» del mal, en la
que algunas personas van aceptando e interiorizando
gradualmente nuevas prácticas lesivas y dañinas que
las preparan para ir avanzando progresivamente en
mayores desviaciones morales, también parece existir
una especie de «escalada del magufismo», un ascenso
progresivo del abandono de la capacidad crÃtica, en el
que la persona incrementa gradualmente su capacidad
para tolerar y aceptar lo irracional. Se puede comenzar por interiorizar pequeños esquemas aparentemente inocuos que darán pie a que en el futuro se puedan
aceptar otras creencias ramificadas más inverosÃmiles. De esta manera, podemos entender que personas
que han estudiado carreras universitarias, o que han
pasado por cierta formación en ciencia (aunque les
haya servido de poco), acaben aceptando, creyendo
y, posteriormente, defendiendo activamente creencias
más próximas al delirio que a la realidad. Es asà también fuera de grupos coercitivos, donde existen personas aparentemente normales que acaban convencidas
por terceros (o por informaciones de terceros) de que
entre nosotros viven «reptilianos» que pretenden controlar a la humanidad, que la Tierra es plana, que es
hueca (no creo que «plana» y «hueca» sea compatible
simultáneamente), o que las élites nos envenenan asiduamente con chemtrails esparcidos por aviones.
Vamos a resumir algunas de tales «semillas» sectarias:
1) Nueva Era: serÃa una especie de ideologÃa, ya
un tanto vetusta, que, inspirada en la astrologÃa, preconiza un cambio de era: caminamos hacia la «Era
de Acuario». Un cambio que sostiene la creencia en
un próximo profundo cambio de conciencia, una esperanza de hermanamiento de la humanidad y una
vuelta a los orÃgenes (Cuevas, 2016). Esta vuelta supondrÃa un mayor contacto con la naturaleza, siendo
la «letra pequeña» un desprecio absoluto del progreso y la tecnologÃa. En la práctica, un insostenible y
falso ecologismo abogando por prácticas imposibles
de implementar y un falso hippismo (las modas y los
intereses económicos están también presentes), que
también bebe de la pseudociencia, en tanto que suele
recoger los consejos basados en creencias esotéricas a
la par que rechaza las verdaderas soluciones. La Nueva Era enfatiza «lo emocional» frente a «lo racional»;
rechaza las religiones tradicionales o, al menos, la religión católica, si bien abraza con firmeza creencias
esotéricas y espirituales, asà como también la influencia de otras religiones exóticas u orientales. Uno de
los problemas más graves de la Nueva Era es su desconfianza hacia la ciencia, lo que incluye un rechazo
a la sanidad convencional y la apertura a nuevas formas de consumo: pseudoterapias, alimentación «ecológica», actividades recreativas en la naturaleza, etc.
Sus creencias también suelen influir en los estilos de
crianza, apegados a pedagogÃas «alternativas», normalmente al margen de toda evidencia. En este sentido, suelen propugnar la creencia de que los menores
deben aprender «por sà solos», resultando un estilo de
crianza excesivamente permisivo o proteccionista, en
la creencia de que cualquier corrección o castigo representa una forma de abuso traumatizante. También
parece vinculada a la defensa del parto natural, sustituyendo en ocasiones las matronas y demás personal sanitario por asistentas «doulas» (que pueden ser
«creyentes» sin titulación sanitaria), que acompañarán y «guiarán» a las futuras madres en el embarazo y
parto, incluyendo también consejos de crianza u otras
orientaciones.
2) Conspiranoia: es el arma perfecta para romper
el pensamiento crÃtico. Prepara a la persona para desconfiar, especialmente de todo aquello relacionado
con el poder. Instalar la conspiranoia puede resultar
relativamente fácil, generando y generalizando la
desconfianza sobre cualquier cosa; poniendo sobre
la mesa la idea de que detrás de todo está «la élite»
Muchos usuarios son manipulados
creyendo que están ante una «terapia
normalizada», o más, ante un «tratamiento
innovador y superior a los abordajes
convencionales»
el escéptico 48
Invierno 2023
que nos oculta cuestiones importantes y nos manipula
a su antojo. Y está claro que existir existirán conspiraciones reales, pues el ser humano tiene la virtud
del engaño y la mentira y en tanto que en la realidad existen grupos de poder, también existirán intereses ocultos. Pero más allá de tal realidad, inducir
a la conspiranoia conlleva un gran poder para quien
induce tales esquemas. El influenciado conspiranoico se siente «alguien especial», alguien que accede a
un nuevo conocimiento «vetado» a la humanidad. Un
ser «elegido» que tiene el acceso a «la verdad», frente al «rebaño social» que «vive en una mentira». ¿Y
qué verdad le inducen?, pues la que cualquier grupo
o persona conspiranoica (o interesada) pueda querer
implantar. La conspiranoia contribuye a que la persona, debido a su desconfianza en el sistema, se aparte
y se aÃsle socialmente, lo que supone que tenga una
menor accesibilidad a fuentes de información oficiales, poniendo de relieve y ensalzando como verÃdicas
las nuevas fuentes de conocimiento / adoctrinamiento de las que la persona bebe (aunque estas incluyan
contenidos disparatados). Esta nueva fuente de información se mueve cada vez más a través de las redes
sociales, como grupos privados de Telegram, páginas
en Facebook, foros de internet, blogs, etc. Resulta una
estrategia ideal para cualquier secta o para cualquier
charlatán: «el mundo te ha engañado, desconfÃa de todos, el sistema está corrupto, las fuentes de autoridad
en las que creÃas no sirven⦠pero no te preocupes,
que estamos aquà para acompañarte, para informarte,
para acercarte a la realidad y llevarte al éxito».
3) Negacionismo: muy conectado con la conspiranoia. Implica la negación de un hecho a pesar de que
existan evidencias que demuestren su realidad. En
ciertas ocasiones, el negacionismo emerge del interés,
como puede ocurrir con el afán de algunas corporaciones de negar el cambio climático o con el rechazo de la teorÃa de la evolución por parte de algunas
religiones (Marina, 2021). En otras, el negacionismo
puede estar vinculado con caracterÃsticas de persona-
lidad como la rigidez mental o la dificultad para tolerar la incertidumbre o la ambigüedad, o bien con el
poder que tienen creencias previas, que condicionarÃan la negación de ciertas realidades en busca de «coherencia». El negacionismo también puede producirse dentro de un proceso de aceptación y conformidad
con las creencias compartidas de un grupo al que se
pertenece (real o virtual), dentro de una influencia social normativa. De una forma u otra, el negacionismo
contribuirá a que la persona se encuentre motivada
a rechazar múltiples informaciones contrastadas, no
tolerando evidencias contrarias a sus creencias y, en
el sentido contrario, abrazando y aprendiendo fanáticamente argumentos que se posicionan en lÃnea con
sus nuevas creencias negacionistas. Aunque con la
pandemia el negacionismo ha crecido notablemente,
entrando con fuerza en un alto porcentaje de la población, no es un fenómeno nuevo. Ya mucho antes circulaban múltiples teorÃas contrarias a la vacunación
de enfermedades o grupos que sostenÃan que el VIH/
SIDA no existe.
Todas estas semillas permiten comprender que
haya personas altamente motivadas para abrazar corrientes pseudocientÃficas y, al mismo tiempo, negar
y oponerse a las evidencias cientÃficas. Estas personas
tenderán a desconfiar profundamente de la ciencia por
considerar que está alineada con «el poder», del cual
desconfÃan y al que consideran un enemigo. Por otro
lado, suelen relacionar el sistema cientÃfico y la tecnologÃa con la industria y, por ello, con la destrucción
ecológica (Marina, 2021).
3. Constelaciones familiares: cómo funcionan
Vamos a centrarnos en una de estas pseudoterapias,
las constelaciones familiares (en adelante, CF).
A modo de «palabras clave», encontramos que las
CF se han enmarcado dentro de la denominada Terapia Gestalt, si bien, también se relaciona con frecuencia con la PsicologÃa Transpersonal.
Fueron creadas y desarrolladas por Bert Hellinger
(2001, 2006, 2010) como un procedimiento de Tera-
Existen muchos psicólogos con titulación,
incluso también colegiados, que, lejos
de distanciarse de las pseudoterapias,
las abrazan y las practican dentro de su
ejercicio «profesional»
Invierno 2023
49 el escéptico
pia Sistemática Familiar, que explicarÃa los problemas
psicológicos de las personas en la transmisión generacional. Los conflictos, las preocupaciones familiares,
las culpas no asumidas y los comportamientos problemáticos viajarÃan y afectarÃan a sus descendientes
futuros. El sufrimiento actual de la persona serÃa un
sÃntoma consecuente de su intento de equilibrar, de
forma inconsciente, todas las desgracias vividas por
sus antepasados (Ruiz, 2019; Alonso, 2005). Esta
transmisión, más allá de ser fruto de una influencia
cultural, se transmitirÃa a través de una «energÃa superior», el denominado «inconsciente colectivo», en
el que estarÃan conectados todos los miembros de la
familia (vivos y difuntos, sean estos conocidos o no
por la persona). Se intuye por tanto un marco espiritual, que se visualiza incluso más cuando entramos en
su fundamentación teórica: las «leyes» u «órdenes del
amor». La persona constelarÃa para «equilibrar» o restablecer el orden familiar, para asà poder recuperar su
bienestar. Esto genera una gravÃsima falacia atributiva,
en la que todos los problemas actuales, más que dirigirlos a una responsabilidad interna o centrarlos a un
medio más cercano y controlable, quedarÃan vinculados a las historias traumáticas de sus antepasados. Se
parte de la creencia de que, aunque el cliente podrÃa
desconocer su «trauma» del pasado, este serÃa el verdadero detonante de todos sus problemas. Todo ello da
pie a que en algunas CF puedan generarse y validarse
dentro de la «terapia» distintas fantasÃas o delirios. La
búsqueda personal de estos «traumas» podrÃa resultar
en «hallazgos» azarosos intensos (reales, exagerados o
fantasiosos) que, a pesar de su improbable influencia
actual, adquirirÃan la propiedad de «causa irrefutable»,
lo que alejarÃa a la persona de resolver sus verdaderos
problemas, obviando otros posibles antecedentes más
probables, más cercanos y controlables.
Esta cuestión puede resultar aún más grave, pues
detrás de toda CF existe al menos un facilitador o
constelador, que serÃa la persona responsable que va
haciendo preguntas sobre la familia, explorando múltiples opciones traumáticas acontecidas (enfermedades,
fallecimientos prematuros, violaciones, abusos o maltratos, exclusiones de miembros de la familia, etc.), lo
que podrÃa añadir una posible dirección e inducción
dentro de un contexto muy sugestivo, en el que las
emociones habitualmente fluyen con gran intensidad.
El facilitador intervendrá exponiendo al participante
unas supuestas «frases sanadoras»; también controlará
el medio de representación, asà como el espacio donde cada participante se ubica. También existen otros
formatos con sus propias reglas, como algunos en que
los participantes se guÃan y mueven en el escenario según su propio criterio. De hecho, otro formato bastante
extendido es la realización de una CF simbólica que
se representa a través de figuras, habitualmente con
muñecos articulados como los Playmobil o piezas de
ajedrez.
Otro grave riesgo de las CF, en sus formatos grupales, es la exposición de datos e información privada
del cliente delante de terceros. Y es que, además, las
CF suelen realizarse entre desconocidos, a modo de
«teatro terapéutico» con otros participantes, los representantes, que observan o que en un momento dado
serán elegidos para representar el papel del familiar
o ancestro que corresponda. Todo esto sin que los representantes conozcan realmente a las personas que
supuestamente «interpretan» y en muchas ocasiones,
dirigidos por el facilitador. Los participantes de las CF
afirman que las sesiones suelen ser muy sugestivas e
intensas, que las personas salen muy «removidas» y
con la percepción subjetiva de haber hecho un importante «descubrimiento» con respecto a su problema.
Dentro de la representación puede darse la exposición
de «secretos inconfesables» (reales o no), asà como la
expresión pública de emociones intensas, llantos, gritos, movimientos o posturas atÃpicas, toda una catarsis
que compromete a la persona en público y, habitualmente, pasando por esta experiencia sin haber recibido
un verdadero consentimiento informado. Esto, probablemente, lo justificarán argumentando que «la sorpresa» resulta necesaria para reencontrarse con el equilibrio mental. De hecho, muchas personas que pasan por
Parece existir una «escalada del magufismo»,
un ascenso progresivo del abandono de
la capacidad crÃtica, en el que la persona
incrementa gradualmente su capacidad para
tolerar y aceptar lo irracional
el escéptico 50
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Imagen de Nataliya Vaitkevich en Pexels
esta pseudoterapia van descubriendo su funcionamiento sobre la marcha, o participando previamente, de forma «voluntaria», en el papel de observadores o de «representantes». No resulta extraño que incluso tengan
que pagar por este tipo de participación, ayudando al
«terapeuta facilitador», pues supuestamente, también
aprenderán de la experiencia y les dará la oportunidad
de generar cambios internos.
4. Otros aspectos controvertidos de las CF
La cosa no acaba aquÃ. Las CF y muchas afirmaciones de Bert Hellinger no parecen haber envejecido
nada bien, introduciendo en ellas elementos ideológicos y «recomendaciones» peligrosas e intolerantes (e
intolerables). A modo de alerta y resumiendo, vamos a
describir algunas de tales controversias.
«La adopción es peligrosa»
Hellinger (2001) afirma que «la adopción es peligrosa». AsÃ, le expresaba a uno de sus seguidores:
anular la adopción (â¦) no tienes ningún derecho.
La adopción es una empresa peligrosa, y el que se involucra en ella sin ningún motivo apremiante lo paga
muy caro después, sacrificando a un hijo propio o a su
pareja como compensación. (p.26)
Posteriormente, ante la reticencia de dicho padre
adoptivo a cumplir con la «recomendación» de anular
la adopción, Hellinger continuó dando consejos respecto a la formación religiosa del menor: «¿Por qué el
hijo no puede ir con su padre? ¿Tienes miedo de que se
haga musulmán? ¡DeberÃa hacerlo!» (p.26).
«Es necesario aceptar con amor la primera relación sexual, incluso aun cuando esta haya sido negativa o incluso aunque haya sido forzada»
Hellinger expresa que existe una vinculación por el
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sexo, de modo que la primera relación sexual (buena o mala, voluntaria o forzada) serÃa la prioritaria.
Esta primera relación aparecerÃa representada en las
relaciones posteriores establecidas por la persona. Según las creencias de los consteladores, serÃa necesario
«aceptar con amor» la primera relación, para de este
modo, poder dar paso a posteriores relaciones exitosas.
ImagÃnense el hecho de que una mujer violada tenga
que «aceptar con amor» dicha relación para poder asÃ
disponer de relaciones exitosas en el futuro, tal como
algunos seguidores de Hellinger han defendido, con
gran polémica, en redes sociales. Este extraño orden
de prioridades queda bien ilustrado en las publicaciones de Hellinger:
Hellinger: Tuviste una relación Ãntima con él ya
antes de que se casara por primera vez.
Gertrud: SÃ.
Hellinger: Entonces tú eres su primera mujer. Tú
tienes prioridad ante todas las demás. Una buena sensación, ¿verdad?
Gertrud: SÃ, sÃ, pero es difÃcil.
Hellinger: ¿Qué es tan difÃcil?
Gertrud: Pues ahora no tengo la necesidad de tener
esa sensación. Ahora ya no.
Hellinger: La prioridad no depende de lo que uno
sienta.
Gertrud: ¿No?
Hellinger: Son realidades que existen independientemente de los sentimientos.
(Hellinger, 2010, pp. 10-11)
«La mujer violada no es una vÃctima»
Siguiendo este mismo principio, Graciela del Campo (diciembre de 2020), una «facilitadora» española
de CF, hizo unas controvertidas manifestaciones en
51 el escéptico
una publicación de Instagram que, como señalaba
el Colegio Oficial de la PsicologÃa de Madrid en un
comunicado (15 de enero de 2021) suponÃan una intolerable vulneración del ordenamiento jurÃdico en
materia de violencia de género, asà como una posible
apologÃa del delito. Su cuenta tenÃa entonces más de
25.000 seguidores y exponÃa una imagen con la siguiente frase:
La mujer violada no es una vÃctima eligió ese destino como parte del proceso de sanación del sistema
familiar.
Y que continuaba asà en el texto bajo la imagen:
Detrás de una violación hay una dinámica inconsciente familiar oculta que trata de poner orden y equilibrar el sistema familiarâ¦
La mujer violada es la que se «ofrece» o se «sacrifica» por amor ciego a alguien de su sistema familiar
para devolver el equilibrio.
Te pongo un caso real: una mujer odiaba a los
hombres y no querÃa saber nada de ellos, aunque estaba casada con uno. Su marido abusaba sexualmente
de la hija de ambos. La hija se ofrecÃa al padre para
evitar que este se fuera y abandonara a la madre. El
deseo de la hija de que sus padres estuvieran juntos
y de demostrarle a su madre que se puede amar a los
hombres será permitiendo ser abusada por su propio
padre.
La publicación contaba con 678 «me gusta» en la
noche del 9 de enero de 2021 (RIES, 10 de enero de
2021). Según la versión de su misma autora, habÃa
sido retirada por Instagram, señalando que, aunque
podrÃa haberse malentendido, reflejaba lo que, para
ella, era realidad.
(Niña) «Soy una fulana, y yo misma tengo la culpa del abuso; vosotros no tenéis por qué tener ninguna mala conciencia»
El incesto también fue abordado por Bert Hellinger, proponiendo unas ideas difÃciles de sostener ética
o legalmente (Hellinger, 2010, p. 160):
Hellinger: Cuando la niña se acerca de esta manera a otros adultos, con ello les dice a los padres:
«Soy una fulana, y yo misma tengo la culpa del abuso;
vosotros no tenéis por qué tener ninguna mala conciencia». Es nuevamente el amor de la hija el que se
expresa en ese comportamiento. Si asà se lo explico a
la hija, también en este contexto se sabe buena. Siempre hay que buscar el amor. Una vez llegado al amor,
también se encuentra la solución.
Dagmar: Donde yo no noto en absoluto este amor
es en los casos de pornografÃa infantil.
Hellinger: Este tipo de objeciones te impide el acceso.
«Cuando un niño es abusado, uno se pregunta
cómo puede ser que con 4 o 5 años esté atrayendo
esta situación»
Interpretaciones parecidas continúan en la actualidad. AsÃ, en enero de 2022, Federico Paz Miguens,
constelador, coach espiritual y terapeuta Gestalt (e influencer, con más de 86 mil seguidores en Facebook
y 48 mil seguidores en Instagram) ofrecÃa un discurso execrable en torno al abuso sexual infantil en uno
de sus videos (Noticias.perfil.com, 15 de febrero de
2022):
Cuando un niño es abusado, uno se pregunta cómo
puede ser que con 4 o 5 años esté atrayendo esa situación [...]. No cualquier niño llama sexualmente a un
adulto. Son solo cierto tipo de niños, con cierto tipo
de energÃas.
En el vÃdeo, que luego eliminó, continuaba:
Estar en un lugar de perpetrador es horrible.
Cuando uno la caga, le hace mal a otro, se está victimizando también. El perpetrador es vÃctima, y la
vÃctima es perpetradora, pero está culpando al otro
y no haciéndose responsable de que a esa violación
la atrajo.
Las diferencias culturales, base de conflictos
En sus bases también menciona el problema de las
«diferencias culturales», señalando que tales diferencias iniciarÃan luchas entre sus miembros, para asÃ
ocupar la posición más alta. O sea, que las diferencias
culturales serÃan origen de conflictos y competiciones
(Vega, 2022).
El negacionismo contribuirá a que la persona
se encuentre motivada a rechazar múltiples
informaciones contrastadas, no tolerando
evidencias contrarias a sus creencias
el escéptico 52
Invierno 2023
El orden del amor exige que la mujer (y sus hijos)
sigan al marido
Continuando con más recomendaciones cargadas
de creencias ideológicas controvertidas, Hellinger
(2010) señala que los hijos deben seguir al padre, o
que la madre debe seguir al marido. Expresa literalmente (Hellinger, 2012, p. 258):
el orden del amor en la relación entre marido y
mujer, y en la familia, por regla general exige que la
mujer siga al marido. Es decir, que lo siga en lo que
respecta a su familia, a su idioma âsi es que habla
otro idiomaâ, a su cultura, quizá incluso a su religión; y también quiere decir que ella les permite a los
hijos que sigan al padre en este mismo sentido.
La adicción se crea cuando la madre desprecia al
marido
Son múltiples las «recomendaciones» controvertidas, al margen de cualquier principio cientÃfico que
las avale, como cuando señala que las adicciones tienen como base el hecho de que la madre del adicto
ha despreciado a su marido (Hellinger, 2010. p. 257):
Quisiera decir algo acerca de la adicción. La adicción se crea cuando la madre desprecia al marido,
y le transmite al hijo la idea de que no viene nada
bueno del padre, sino solo de ella. En consecuencia,
el hijo toma tanto que le hace daño. La adicción es la
venganza del hijo. Se venga de la madre por no poder
tomar nada del padre. Por tanto, la adicción se cura
cuando también el padre le da al hijo, y cuando el hijo
toma del padre; siempre con la mirada puesta en la
madreâ¦
CF, Nueva Era y Religión
Un elemento interesante serÃa la relación entre las
CF y la Nueva Era. Vega (2022) apunta cómo Hellinger cita al gurú Osho, conocido lÃder âya fallecidoâ
de una secta. Una de estas ideas serÃa la de creer que
resolver problemas supone «reflotar al niño que todos
llevamos dentro», o «sanar al niño interior».
También se hace mención a conceptos religiosos o
espirituales como los «movimientos del espÃritu o del
alma». Hay que tener en cuenta en estas influencias
que Hellinger fue teólogo, ejerciendo 16 años como
sacerdote con zulúes en Sudáfrica (Ruiz, 2019). Además, tal como señala Vega (2022), la aplicación de
las CF establece un gran paralelismo con las fases de
transformación de la conciencia descritas por la autora cumbre de la Nueva Era: 1) Despertar, 2) Exploración del Yo, 3) Integración de la EnergÃa y Conexión
con el «todo» y 4) Conspiración (Ferguson, 1985).
En definitiva, la práctica, según queda descrita en
los propios manuales de Hellinger (2010, 2006, 2001),
está cargada de subjetividad y de controversias, desarrollando consejos y directivas que parecen darse
«sobre la marcha», muy vinculadas a las creencias,
valores e ideologÃa de su autor y con una fundamentación teórica que dista de ser falsable o contrastable
cientÃficamente. Se asemejarÃa más a una práctica basada en creencias que a un verdadero procedimiento
terapéutico.
5. Conclusiones: riesgos y daños
En definitiva, nos encontramos con una pseudoterapia, las CF, basada en las argumentaciones subjetivas de su creador, Bert Hellinger, que no han sido
contrastadas empÃricamente y cuyas bases teóricas
distan de ser premisas falsables. Esto a sus practicantes y defensores probablemente les importe poco,
desarrollando el método y aplicando la pseudoterapia
en supuestos contextos terapéuticos. En este sentido,
se desarrollan habitualmente con la apariencia de ser
un método psicológico innovador, con principios contrastados, eficaz y «sin riesgos».
Desgraciadamente, los riesgos y daños existen, al
menos según mi experiencia en consulta con vÃctimas
y familiares de adeptos a sectas. Por supuesto, como
decÃamos al inicio, habrá practicantes que no hayan
sufrido iatrogenia, que estén satisfechos con el procedimiento y que su «uso» no haya derivado en daños
o problemáticas reseñables. No se pone en duda esta
posibilidad, puesto que, aunque cualquier pseudoterapia conlleva un potencial dañino, como ocurre con el
uso de las drogas, ello no implicarÃa en sà mismo un
perjuicio para todos sus consumidores. Por otro lado,
Otro grave riesgo de las CF, en sus formatos
grupales, es la exposición de datos e
información privada del cliente delante de
terceros. Y es que, además, las CF suelen
realizarse entre desconocidos
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dado que son procedimientos sugestivos y muy intensos emocionalmente, es muy probable que el placebo
haga su aparición, lo que puede explicar cierta mejorÃa temporal en muchos de sus practicantes. Esta presencia de «experiencias» y «testimonios» positivos no
resta la presencia de otros sumamente negativos que
parecen estrechamente vinculados a esta experiencia
pseudoterapeutica.
Resumamos algunos de estos riesgos:
1) Falacia atributiva: todo el peso del problema
suele recaer en los traumas acontecidos en generaciones pasadas, posicionando el problema fuera de la
persona, quedando esta como una especie de «vÃctima» de circunstancias en las que no ha participado
activamente o sobre las que no tiene más control que
«entender» o «comprender» para asÃ, supuestamente,
sanar. Esta distorsión puede conllevar una infantilización del cliente; es una «vÃctima» y no tiene responsabilidad alguna en sus problemas, que, siempre,
los han generado otras personas de su entorno o sus
antepasados.
2) Atribución delirante: se establece una relación
causa/efecto entre acontecimientos del pasado (de la
familia o de familiares fallecidos, incluso desconocidos) y la problemática actual. Esto puede dar pie a
creencias delirantes o fantasiosas que no se sostengan
a la luz de la evidencia empÃrica.
3) Alejamiento de soluciones reales: establecer
una falsa atribución con una pseudoexplicación funcional del problema, unido a una posible mejorÃa
sintomática (efecto placebo), puede llevar a que el
participante deje de buscar soluciones reales a su problema. Hay que tener en cuenta que las CF se aplican
a trastornos psicológicos, asà como también a problemas de otra Ãndole: problemas económicos, enfermedades, etc. Algunos de estos pueden revertir de forma
natural con el tiempo (independientemente de que se
apliquen o no CF), pero probablemente otros sigan
perdurando y no se les busca una solución eficaz y
basada en evidencias.
4) La culpa la tiene mi familia: otro riesgo asociado es cargar de forma irresponsable contra familiares,
atribuyéndoles culpas injustas, lo que puede derivar
en un aislamiento del medio familiar (o de la pareja).
Este aislamiento puede ser accidental (iatrogenia) o,
peor aún, interesado por el mismo facilitador. No resulta raro, tenemos en consulta a múltiples personas
aquejadas que relatan cómo su pareja, después de una
CF o de la aplicación de distintos métodos pseudoterapéuticos, «decide» dejar la relación. Curiosamente,
en algunos de esos casos, tras el abandono, se establece una nueva relación: con el mismo facilitador/a o
con personas vinculadas a este mismo entorno.
5) Los abusos sexuales a veces son considerados
funcionales o que «deben» ser perdonados y «aceptados con amor»: tal como se ha descrito en el apartado anterior, la doctrina parece justificar al agresor
y revictimizar a la vÃctima, llegando a considerarla
culpable del abuso sufrido.
6) Defensa de roles basados en la ideologÃa del
patriarcado y de creencias retrógradas: como se ha
descrito en el apartado anterior, se muestran muchos
elementos ultraconservadores y patriarcales (sostienen que el progenitor varón ha de tener una posición
prioritaria en el sistema familiar). Además, muchas
«recomendaciones» y directrices están basadas en las
creencias subjetivas de su autor, no en evidencias empÃricas.
Nos encontramos con casos en los que se dan todos estos riegos. En algunos se han llegado a atribuir
graves abusos a familiares. Tales abusos (maltratos fÃsicos, psicológicos o incluso sexuales) han emergido
dentro de un contexto «terapéutico» (sin que nunca
antes se hubieran relatado). En algunos de estos casos
particulares no se encuentran pruebas objetivas de tales abusos, más allá del relato y la vivencia subjetiva
descrita por la supuesta vÃctima, que habitualmente
cree con firmeza que tales hechos traumáticos fueron reales. En ocasiones, hay descripciones reales del
pasado que son sacadas de contexto o que han sido
ImagÃnense el hecho de que una mujer
violada tenga que «aceptar con amor» dicha
relación para poder asà disponer de relaciones
exitosas en el futuro, tal como algunos
seguidores de Hellinger han defendido
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imagen distorsionada de la psicologÃa y del trabajo
que desarrollamos los psicólogos. Una imagen cargada de pensamiento mágico, supercherÃa y peligrosas
controversias, en contraste con la verdadera filosofÃa,
práctica y rigurosidad cientÃfica que deberÃa caracterizar a la psicologÃa.
Bert Hellinger. Imagen de CeStu (ÄestmÃr Å tuka ) en Wikimedia Commons
exageradas dentro de la terapia, llevando al extremo
un hecho aislado o atribuyendo falsas intenciones perversas a un hecho real (por ejemplo considerar que si
un padre alguna vez se rozó accidentalmente con su
hija al pasar por un lugar estrecho, este serÃa un hecho
intencional y perverso para satisfacerse sexualmente;
o que si alguna vez puso a su hija sobre sus piernas, lo
hizo con intenciones sexuales). En estos casos, la inducción de creencias y la sugestión están muy presentes, llevando a la persona a valorar como algo posible
relatos de atrocidades por parte de padres, pareja, u
otros familiares. Algunos de estos casos han revertido
en terapia, pudiendo reconocer la sugestión a la que
fueron expuestas. Otros siguen siendo castigados, sufriendo las consecuencias de tan graves acusaciones.
También encontramos personas que después de
unas CF han llegado a sufrir brotes psicóticos. Algunas de ellas, sin haber tenido un historial previo de
problemas de salud mental. Algunos de tales casos,
alejados de las CF y reconducidos con una terapia de
verdad, han conseguido retomar una vida normal.
Por último, considero que serÃa necesario que desde los colegios oficiales de psicólogos y desde las instituciones sanitarias, académicas y gubernamentales
tendrÃa que desarrollarse una postura inequÃvoca y
activa contraria a las pseudoterapias, independientemente de que el que las practique sea o no un psicólogo colegiado. Tales pseudoterapias dañan a clientes
(o a «clientes en potencia»), y además generan una
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