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LA VIDA EN UN JOVEN PLANETA Andrew H. Knoll Editorial Drakontos-Crítica 320 Páginas Cuando surge el tema de la vida en la Tierra, resulta inevitable que de la memoria de una persona cualquiera salgan determinadas criaturas que, por su innegable atractivo, ocupan un lugar destacado como iconos culturales del mundo moderno. Así, los dinosaurios y determinados mamíferos extintos, como el mamut o el esmilodón (el popular tigre de dientes de sable) son los arquetipos preferidos con los que representar alguna escena del pasado más o menos remoto. Así las cosas, no es tan común encontrar libros de divulgación que hagan referencias a otros protagonistas del gran libro de la vida o donde éstos sean los actores principales. La vida en un joven planeta pertenece a ese grupo de trabajos que intentan recordar que hay vida --y nunca mejor dicho-- más allá de los entrañables tópicos. Andrew H. Knoll, responsable de la obra, es un científico que ha dedicado gran parte de su vida profesional al estudio de las huellas dejadas por los primeros signos de vida en la Tierra. Su trabajo le ha llevado a visitar algunos de los parajes más agrestes del planeta, bajo condiciones climáticas extremas, con el fin de encontrar huellas de un registro fósil que le permita adentrarse en el tiempo más allá de la marca de la llamada «expansión del Cámbrico». Los progresivos y constantes avances en el campo de la técnica han permitido a la Ciencia adentrarse en el estudio de los estadios más tempranos de la formación de la vida en nuestro planeta e intentar empezar a comprender el período más extenso de la historia de la evolución. La tarea, como el propio Knoll relata sin perder en ningún momento el buen humor, presenta de forma corregida y aumentada el problema básico que se plantea a toda investigación paleontológica: las lagunas en el registro fósil. El autor entrelaza sus explicaciones en torno a los posibles caminos que tomaron los primeros seres vivos a la hora de evolucionar con el relato de sus investigaciones por todo el mundo. Ello hace que la obra resulte particularmente amena, compensando los momentos en los que la información presentada sube algunos niveles en cuanto a complejidad y tecnicidad. El escritor es consciente del hecho de que sus criaturas carecen de la fascinación y el atractivo de un dinosaurio, pero consigue que, pese a ello, el lector perciba su propia veneración hacia el tema al que ha dedicado su vida académica y profesional. En muchos pasajes el libro entra en el campo de lo hipotético, por cuanto se el escéptico 112 Portada original (Editorial Drakontos) reconoce la dificultad para saber a ciencia cierta si lo que se analiza es la marca dejada por una criatura biológica o, simplemente, el rastro de un proceso donde no hay rastro de vida. El autor aprovecha también para hacer referencia a la polémica sobre la posibilidad de vida en Marte, así como a la hipótesis que plantea el origen marciano de la vida en la Tierra. Esta parte del libro da al lector la oportunidad de reflexionar acerca de la sesgada visión de los descubrimientos científicos que, inconscientemente, presentan los medios de comunicación. Un titular con mucho gancho puede acabar desdibujando gravemente los datos objetivos. Knoll plantea una visión escéptica de la cuestión, indicando que las afirmaciones han de ser contrastadas con pruebas y que en este asunto, como en todos los que se plantean a lo largo de su obra, muchas explicaciones se mueven en el campo de lo hipotético, sin que de momento pueda decantarse la balanza a favor de una u otra de la tesis planteadas. La vida en un joven planeta arroja luz sobre un pasaje de la evolución de la vida poco tratado en los libros de divulgación científica. Lo hace además de forma amena y distendida, por lo que resulta un título ideal para quienes tengan afición a la Paleontología y deseen cubrir lagunas en su formación y, por supuesto, en sus bibliotecas. Luis Javier Capote Pérez