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Artículo SEMBRANDO VIENTOS... EL «JUICIO DEL MONO» EN DAYTON, 1925 «El hombre se hace civilizado no en proporción a su disposición para creer, sino en proporción a su facilidad para dudar» (H. L. Mencken) E Alfonso López Borgoñoz l 21 de marzo de 1925 entraba en vigor en Tennessee (EE.UU.) una normativa, conocida como los Estatutos de Tennessee sobre la Evolución (Tennessee Evolution Statutes), que fueron aún más conocidos con el nombre de la Ley de Butler (Butler Act), dado el apellido del autor de la misma. La norma, breve, prohibía desde su preámbulo la enseñanza de la teoría de la evolución en todas las universidades y escuelas financiadas total o parcialmente con los fondos públicos de aquel estado sureño, especialmente en lo referente a las explicaciones sobre la procedencia de los seres humanos. En 1925, la Ley Butler prohibió en Tennessee la enseñanza de la teoría de la evolución en todas las universidades y escuelas financiadas con fondos públicos." Tennessee no es demasiado grande. De hecho, su superficie viene a ser como la quinta parte de España, con sólo cinco millones y medio en habitantes en la actualidad. Pese a ser uno de los primeros estados que formaron parte de los EE.UU. (a los que se incorporó rápidamente en 1796), fue también una de las naciones sudistas que en el año 1861 se separaron, formando la Confederación de Estados de América, razón o excusa que sirvió como detonante del inicio allí de su guerra civil. Por suerte para ellos, tras perder el conflicto, pronto volvieron al redil de la Unión quitado tras el conflicto, lo que les hizo que no padecieran algunas de las peores consecuencias del mismo. Sin embargo, muchos de sus habitantes continuaron teniendo una mentalidad que poco o nada había cambiado desde las posiciones conservadoras, abiertamente racistas y fundamentalistas previas a la contienda. Incluso es posible que muchas de ellas se vieran exacerbadas tras el escéptico 0 William Jennings Bryan (sentado a la izquierda) es interrogado por Clarence Seward Darrow durante el juicio del Estado de Tennesse contra. John Thomas Scopes el 20 de julio de 1925 por la tarde. Debido al fuerte calor, el Juez Raulston decide trasladar el juicio al exterior en una plataforma dispuesta frente al Juzgado. (Fuente: SIA] la misma, en un intento de salvaguardar una hipotética identidad propia frente a la de los norteños, más industrial y liberal. Sin duda, era posible rastrear, al menos en los inicios del pasado siglo XX, y sobre todo en el medio rural, una cierta inquina contra los habitantes de las grandes ciudades del norte, con cuya actitud en general ante la vida se sentían poco identificados. UNA LEY NO ESTRICTAMENTE ANTIEVOLUCIONISTA, AUNQUE LO PAREZCA... La ley es un tanto desconcertante en cuanto a sus objetivos reales tal como está expresada (aunque en un primer vistazo no lo parezca) y su lectura apresurada lleva a un cierto equívoco (aunque evidentemente, ese equívoco no afecte a la sustancia de la norma). De hecho, la misma, como tal, se salvó porque, según el más alto tribunal del estado en el que fue dictada, se podía entender de una cierta forma que no la hacía inconstitucional. Ya lo veremos, aunque quizás ahora al inicio no quede claro... Pese a que en su preámbulo, aprobado en la Sexagésimocuarta Asamblea del Estado de Tennessee, dice que se prohíbe la enseñanza de la teoría de la evolución en todos los centros educativos (desde las universidades hasta la primaria) financiados con cargo a fondos públicos, la primera sección de la nueva ley sólo indicaba (eso sí, claramente) que era ilegal «enseñar cualquier teoría que El punto de vista de Butler sobre la evolución estaba claro. Por lo que él mismo explicaba, había escuchado una vez contar una historia a un predicador en su iglesia acerca de una joven de su comunidad de Tennessee que se había apuntado a un curso de biología en una universidad próxima. Cuando tras acabar el curso regresó a su casa, dijo el predicador, nunca más volvió a ser una cristiana. La teoría de la evolución había destruido su fe en Dios. ¿Podía, pensó Butler, pasarle eso a sus propios hijos? ¿Podía pasarle eso también a los hijos de sus convecinos del condado de Macon? Sin duda, para él era una aberración que los honorables impuestos de unos honrados granjeros temerosos de Dios de su zona sirvieran para que en los institutos o universidades adoctrinaran con una raras teorías --fundamentalmente ateas-- a su descendencia y como consecuencia de todo ello todos los infantes se vieran de forma irremediable abocados a las llamas del infierno. El problema para Butler no era tanto, curiosamente -- según indicó casi al final de su corta vida política que tan larga se hizo para muchos--, la enseñanza en sí del darvinismo, que él aceptaba en las escuelas privadas si La ley se había redactado por la alarma que causaba, en un cierto sector de la población profundamente religioso, el avance de la enseñanza del darvinismo." negara la historia de la creación divina del hombre, tal como se enseña en la Biblia, así como enseñar que el hombre procedía de un orden inferior de animales»[1]. Según se recogía en su sección segunda, los profesores que la violaran podían ser castigados con una multa de entre 100 y 500 dólares[2], lo cual era mucho para un maestro normal de los pasados años veinte. De hecho, lo sería incluso en la actualidad. La norma, pues, era explícitamente antievolucionista en el preámbulo de la ley, pero no en su articulado, salvo en lo que afectaba al linaje humano, principal objeción de los contrarios a Darwin. Probablemente pretendía ser antidarvinista claramente en todos los sentidos, haciendo especial hincapié en lo concerniente al linaje humano, pero en su literalidad no lo fue, lo cual permitió que, al final de toda la historia del caso de Scopes, como veremos más tarde, el más alto Tribunal del estado no la considerara inconstitucional. Pero de eso ya hablaremos, aunque ahora cueste creer que eso fue así. La ley se había redactado por la alarma que causaba en un cierto sector de la población de Tennessee, profundamente religioso, el avance de la enseñanza del darvinismo en algunos de los centros educativos de aquel estado. Fue fruto del trabajo de John Washington Butler[3]. (18751952), un terrateniente que poseía grandes plantaciones de maíz y tabaco y que fue miembro --entre 1922 y 1927-- de la Cámara de Representantes del estado de Tennessee (que era la Cámara baja de dicho estado, siendo la alta el Senado) por los condados de Macon, Trousdale y Summer, en representación del partido demócrata, tras ganar las correspondientes elecciones. Por la misma época, otros estados del sur --hasta quince-- tenían también en fase de aprobación otros estatutos muy similares contrarios a la evolución." ello era la que los padres deseaban y eran éstos los que la pagaban de su propio peculio, sino el que con el dinero de todos se financiara la propagación del pensamiento evolucionista darvinista y de las `fatales' consecuencias que ello conllevaba. Butler se dijo a sí mismo que no, que eso no era posible y que había que hacer algo... y ese algo que debía hacerse fue una de las bases de su programa electoral del año 1922, cuando prometió a sus votantes que si salía elegido, trabajaría para proteger a los escolares de los efectos perniciosos del ateísmo que insuflaba el alma de las teorías darvinistas. Y cumplió su palabra. Así, en los inicios del año 1925, Butler presentaba la base de sus Tennessee Evolution Statutes para su aprobación. Los mismos habían sido redactados durante la mañana de su cuadragésimo noveno cumpleaños, antes del desayuno, cuando parece ser que se planteó a sí mismo que ya tenía edad para empezar esta lucha. Su acción, y él lo sabía, no era un esfuerzo aislado. Por la misma 1 el escéptico época, otros estados del sur, hasta quince, tenían también en fase de aprobación otros estatutos muy similares contrarios a la evolución. Incluso en el propio Tennessee se había presentado por otro político una norma similar, más tajante, muy poco antes. Tras redactarla, la pasó por la secretaría de la Cámara de Representantes el 21 de enero de 1925(4), para que se iniciaran los pasos legales pertinentes que permitieran su aprobación y posterior aplicación en todo el estado. Dio su primer paso en este sentido cuando, tras estudiarla muy brevemente (no hacía falta casi ni debatirla, en opinión de Butler), el Comité de Educación de la Cámara la recomendaba rápidamente el 23 de enero, sólo dos días después , siendo aprobada el 28 del mismo mes, por 71 votos a favor y 5 en contra por el pleno de la Cámara de Representantes. Al mismo tiempo que se discutía la propuesta de Butler en la cámara baja, en el Comité Judicial del Senado se debatía la otra norma antievolucionista que se había presentado, la cual fue rechazada por unos ajustados 5 votos a 4 el 29 de enero. Tras este esfuerzo llegó a este comité el turno de discutir el texto de Butler, el cual sí fue aprobado por este Comité por 7 votos a 4 el 10 de marzo, pasando a ser discutido en el Senado del estado el 13 de marzo. Durante el debate, que no se prolongó en exceso, un senador trató de poner en ridículo al proyecto de ley uniéndole una enmienda en la que se leía que también se prohibía que se enseñara que la Tierra giraba alrededor del Sol. Sin demasiada sorpresa, la norma de Butler fue aprobada (y la del senador que la enmendaba, no) por 24 votos a favor y 6 en contra, con un senador que se abstuvo. Ante el avance del proceso de aprobación, los diarios del estado y de todos los EE.UU. fueron reflejando vivamente la polémica social que ello iba generando. Si bien era posiblemente cierto lo que indicaba Butler sobre el amplio apoyo de los ciudadanos de su estado a la nueva ley, los diferentes medios de comunicación también reflejaron que había muchos que no estaban tan contentos, como se vio después durante los sucesos que tuvieron lugar en torno al llamado «Juicio del Mono», cuya crónica narraremos después. Sin embargo, es cierto que en todo momento no hubo muchas dudas del amplio apoyo de las ideas del representante demócrata entre sus conciudadanos y votantes, con grandes concentraciones de gente, en general dirigidas por pastores de diferentes iglesias el escéptico 2 Ante el avance del proceso de aprobación de la ley, los diarios del estado y de todos los EE.UU. fueron reflejando vivamente la polémica social que ello iba generando." --muchas de ellas impregnadas con un aura mística notablemente retrógrada y fundamentalista--, en las que se defendía a ultranza la norma. Incluso parece ser que el mismo Ku-Kux-Klan realizó algún acto en su defensa. Por el otro bando también se alzaron voces, pero de una forma más aislada, al menos, en Tennessee. En cualquier caso, y pese a la críticas desde otros estados o desde instancias algo más progresistas, la nueva norma fue dando todos los pasos necesarios para su puesta en vigor, pese alguna indecisión, ante el temor de muchos políticos --debido a las presiones de grupos antievolucionistas-- de perder sus apoyos electorales en sus condados de origen. De forma cada vez más acelerada, pues, la norma pasó a ser aplicable tras la firma de la misma el 21 de marzo (sólo dos meses después de haber sido presentada para su aprobación) por Austin Peay IV(5) (1876-1927), un gobernador del estado que también era del partido demócrata, y que en aquel momento estaba en la mitad de se segundo mandato, tras haber sido elegido para el cargo en los años 1923 y 1924 (y que aún lo sería una tercera vez en 1926). A Peay, muy popular en Tennessee en aquella época, muchos lo consideraban un hombre medianamente progresista y pudo haber vetado la ley de haberlo querido. Pero, de nuevo, el temor a la pérdida de influencia electoral impidió que este cargo público actuara según lo que podía esperarse de su trayectoria. Peay, a modo de disculpa, señaló a la prensa tras estampar su firma que «tras una examen cuidadoso, no puedo encontrar nada de importancia en los libros que ahora se enseñan en nuestras escuelas con las cuales esta normativa interfiera de la manera más leve. Por lo tanto, no pondrá a nuestros profesores en peligro. La ley probablemente nunca será aplicada». Sin duda, el gobernador se refería a textos como el de la Biología Cívica, obra escrita por George W. Hunter(6), en el que se describía de forma clara y explícita la teoría de la evolución y cuyo uso era obligatorio en las clases de biología de secundaria, según se había aprobado por las autoridades educativas del propio estado de Tennessee. Sigue en página 47 »