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intentar saber y probar todo aquello que los mandatos del innombrable habían vetado. Como es evidente, no era oro todo lo que relucía y el aura de malditismo ocultó la inutilidad inherente a ciertas cosas, lo que permitió que determinadas cosas y, sobre todo, determinados personajes. La oficialidad de la religión católica situó fuera de la moral dominante todo aquello que se saliera de su canon, de modo que no fue extraño que la caída moderada de la presión permitiera la entrada a una serie de historias que, desde la perspectiva actual, son bastante risibles: fueron los días del Papa Clemente y su iglesia del Palmar, de las caras --o los caras-- de Bélmez, de urantianos caballos troyanos y de los inquietantes y descacharrantes documentales del no menos inquietante Jiménez del Oso. Civilizaciones perdidas, avances tecnológicos, humanidades jurásicas, fenómenos parapsicológicos, avistamientos platilleros... todo valía para tener alguna nueva cosa que contar. Edmond supo aprovechar todo eso y darle lo que los pseudoinvestigadores magufos no pudieron: una cierta coherencia. Para ello aprovechó la historia más vieja y simple de cuantas se conocen, la que relata la batalla entre buenos y malos. Los Guardianes del Poder son unos simpáticos vejetes, en tanto que Incógnito y sus lugartenientes tienen el aspecto tenebroso y patibulario que les corresponde. Las historias tienen un aire de inocencia que recuerda un poco al Capitán Trueno ya que, como éste, Jan Europa es arrojado y valiente, aunque sea también mucho más próximo y humano que el héroe medieval. El autor creó un mundo y una historia que podría ser la envidia de cualquiera de los vendedores de humo del maguferío patrio, como muestra la simpática anécdota que relata en el prólogo, la cual da buena cuenta de una incontestable realidad: siempre habrá personas ansiosas por creer en cualquier cosa, por mucho que el creador de la misma intente disuadirles indicándoles que lo que ven es pura ficción. Pese a los años transcurridos, son muchos los detalles por los que Jan Europa se disfruta. Para empezar, el cuidado dibujo realizado por Edmond, pródigo en detalles y reflejo de un ingente trabajo de documentación. Para seguir, la reivindicación que hace el autor del viejo continente en general y España en particular como lugar para «dar a luz» a un héroe aventurero y ambientar sus andanzas. Para concluir, sus vocaciones pacifista y unificadora, más que necesarias tanto entonces como ahora. La edición de Glénat es un producto digno, aunque se echan en falta los fantásticos colores que acompañaban a la versión original y que contribuían poderosamente a la ambientación de cada escenario. Luis Javier Capote Pérez FRACTALES Y FINANZAS Benôit Mandelbrot y Richard L. Hudson Título original: The (mis)Behavoir of Markets. A fractal view of Risk, Ruin and Reward. Editorial Tusquets, 2006. 321 páginas. Es innegable el tirón popular de la Teoría del caos. La idea de que el comportamiento aleatorio pudiera tener una precisa formulación matemática y que sistemas deterministas podían ser extremamente susceptibles a las condiciones iniciales cambió nuestra forma de mirar al mundo. Ligados a esta teoría están los fractales, objetos matemáticos autosemejantes que presentan hermosas configuraciones gráficas. Aunque el primer ejemplo de fractal se remonta a 1904 con el copo de nieve de Koch el nombre se lo adjudicó Mandelbrot en 1975. Desde entonces las aplicaciones de los fractales han ido en aumento, desde la creación de paisajes fotorealistas al análisis de los sistemas dinámicos. Pero ¿Tienen aplicación en el estudio de los mercados financieros? el escéptico108 Portada Original (Archivo) El objetivo de este libro es demostrar que los sistemas de análisis actuales no sirven, y que la única manera de entender el funcionamiento del mercado es utilizando la teoría del caos y los fractales. En la primera parte, la vía antigua, se dedica a examinar los principales indicadores financieros y a demostrar por qué no funcionan. Cuando se escribió este libro es posible que fuera importante indicar que algo iba mal. Inmersos como estamos en una crisis a nivel mundial no hace falta más demostración. De todas maneras es interesante saber que además de ser incapaces de prevenir desastres como el actual la teoría tampoco permite objetivos más modestos, como garantizar en periodos estables unos beneficios o predecir correctamente el riesgo de un mercado. Arremete sin piedad contra el modelo de Black-Scholes a nivel teórico y presentando casos en los que la realidad contradice las expectativas teóricas de los modelos. Mandelbrot concluye afirmando que si en vez de economía estuviéramos hablando de astronomía todas las teorías económicas que hoy se usan estarían desacreditadas. El autor propone una vía nueva. Al igual que la naturaleza, los mercados son turbulentos. Si se examinan series de precios de cualquier mercado aparece una regularidad fractal. No importa la escala, la apariencia es siempre la misma. Esto implica que los precios no sólo no son predecibles, es que son fractalmente impredecibles. Por decirlo de una manera sencilla, son más azarosos que el propio azar. Si lanzamos un dado no sabemos qué número saldrá, pero a largo plazo podemos aproximar las frecuencias de aparición. Si el dado fuera fractal no podríamos, la complejidad es mucho mayor. No hace falta ser matemático para entenderlo, unos simples gráficos lo explican bien. El autor muestra simulaciones gráficas de cómo debería evolucionar el mercado según el modelo estándar y según su modelo fractal. Éste último lo simula mucho mejor hasta el punto de ser indistinguible. Puede parecer extraño que se pueda distinguir entre series de datos aleatorios, pero así es; no todo el azar es del mismo tipo. El modelo que propone el autor parece encajar bien con el comportamiento del mercado, aunque la eficacia del modelo y su uso real está por ver. Acaba con diez herejías financieras y una propuesta de investigación que mejore el conocimiento sobre los mercados. Es un buen libro de divulgación muy ilustrador en estos tiempos de incertidumbre -y profético. Al autor se le nota un cierto resquemor por llevar tanto tiempo desarrollando ecuaciones que describen al funcionamiento fractal del mercado sin haber tenido reconocimiento por ello. Puedo imaginar que echa de menos un Nobel de economía. La conclusión es clara y coincide con lo que dicen otros expertos financieros. Nadie sabe para dónde va a ir el mercado, no se pueden predecir los precios y ni siquiera se puede predecir el riesgo. Muchas de las teorías económicas tienen más de pseudociencia que de de ciencia, y cualquiera que afirme que tiene un método para ganar fácilmente en la bolsa tiene la misma fiabilidad que un astrólogo: o nos está engañando, o se está engañando a sí mismo. . Juan Pablo Fuentes Ambos autores Benoît Mandelbrot y Richard L. Hudson se han especializado en computación financiera y luchan activamente contra la pseudociencia que subyace detrás de la mayoría de modelos económicos, (Archivo) 109 el escéptico