Recomendamos la lectura de este artículo en formato pdf, respetando su maquetado original.
Para ello pinche en la imagen de la primera página que aparece arriba.
Para facilitar su difusión, proporcionamos también la versión del artículo en texto, pero tenemos que advertirle que su extracción ha sido realizada por herramientas automáticas y puede que no conserve completamente la composición original.
Enlace al artículo en html (en nueva ventana): La psicología argentina rcién está naciendo
Texto plano (desmaquetado) del artículo : Mostrar el texto plano (segunda vez esconde)
Dossier El año en que Mario Bunge LA PSICOLOGÍA ARGENTINA RECIÉN ESTÁ NACIENDO Publicado originalmente en el diario argentino «La Nación» el martes 27 de abril de 2010, en su sección de «Opinión». Reproducido en El Escéptico con permiso del autor. Mario Bunge a Argentina tiene 50 000 licenciados en psicología, 38 000 de los cuales trabajan en Buenos Aires. (Eso de que trabajan es un eufemismo: en realidad, no hacen sino escuchar mucho y hablar un poco). Dicho de otro modo: el país tiene 150 profesionales por cada 100.000 habitantes y la Capital Federal tiene unos 800. Esto es más que cualquier otro país latinoamericano. La psicología es la tercera carrera en popularidad en la Universidad de Buenos Aires. El país tiene varias facultades de psicología; de hecho, superan a las de ciencias. Y en ellas se enseña exclusivamente psicoanálisis: nada de psicología experimental; en particular, nada de psicobiología. Que es como si las facultades de ciencias sólo enseñaran física aristotélica, alquimia y biología medieval. ¿A qué se debe semejante hipertrofia y unilateralidad? Supongo que a dos motivos: a que la profesión rinde y a que la psicología criolla --copia de la vienesa o de la parisiense-- es fácil de aprender y de enseñar. En efecto: esta pseudopsicología no involucra razonamientos rigurosos ni trabajos de laboratorio. Sus practicantes no prosperarían en derecho, veterinaria ni ningún otro campo serio, en los que las pruebas valen más que las fábulas y las anécdotas. El psicomacaneo es la única carrera íntegramente hablada, en la que basta creer lo que dicen algunos libros cuya lectura está al alcance de cualquiera que sepa leer en castellano. No sólo no requieren conocimiento médico alguno, sino que exigen ignorar la medicina moderna, que sabe que los procesos mentales son cerebrales y que el cerebro está íntimamente conectado con los sistemas endocrino e inmune. el escéptico 30 L Por este motivo, en el campo de marras hay tantos licenciados y ningún doctor: porque todo doctorado serio supone investigación original, y los psicoanalistas no investigan. Ni siquiera leen revistas científicas. En particular, no estudian el cerebro, que es como si los cardiólogos ignoraran el corazón y se limitaran a tomar el pulso. En Argentina, con el psicoanálisis, es como si en las facultades de ciencias sólo enseñaran física aristotélica, alquimia y biología medieval". No fue siempre así. En efecto: en 1898, Horacio G. Piñero fundó el primer laboratorio latinoamericano de psicología. Pocos años después, José Ingenieros y unos pocos médicos más hicieron psiquiatría. (En aquella época, no había casos intermedios entre la sanidad y la locura). Además, hubo algunos neurobiólogos, tales como el profesor Christofredo Jakob. Esos pioneros no hicieron investigaciones psicológicas, pero al menos no macanearon. Ingenieros fue el primer sudamericano que popularizó la psicología fisiológica. El descalabro comenzó en la década de 1930, con la difusión, en los quioscos de Subte1, de algunas obras de Freud que se vendían por monedas. Al mismo tiempo, abrieron sus consultorios los primeros psicoanalistas porteños, tales como Arminda Aberastury y su hermano Federico. (Yo fui amigo de Federico poco antes de que enloqueciera, e incluso presencié una sesión con una pareja de pacientes suyos). se jubila preguntaban por los psicólogos argentinos, contestaba que no los hay. La víspera de mi regreso tuve que retractarme de esta segunda opinión. Esto ocurrió gracias a que el doctor Daniel Flichtentrei, figura central de la prensa médica argentina, me presentó al doctor Facundo Manes. Desde hace unos años, Manes y sus colaboradores en el Instituto de Neurología Cognitiva y en la Universidad Favaloro han estado haciendo investigaciones psicobiológicas. Y, como cuadra a todo investigador de buen nivel, han estado publicando regularmente artículos originales en las mejores revistas internacionales. La próxima publicación del profesor Manes y algunos de sus colaboradores versará nada menos que sobre el libre albedrío, tema tan importante como descuidado por los psicólogos científicos. Su tesis es una que he sustentando durante medio siglo: que el libre albedrío no es una fantasía teológica, sino una realidad. Hoy día se lo puede explicar como uno de los rasgos de la actividad espontánea (no provocada por estímulos externos) de la corteza prefrontal. Mario Bunge, de oyente en una conferencia durante un descanso. (Jorge Navarro Pérez) La noche psicoanalítica, que cayó en Buenos Aires hacia 1935, persiste aún hoy, mucho después de haber clareado en Nueva York y otras grandes urbes. Alguien tendría que averiguar por qué no se han avistado complejos de Edipo en Arroyo del Medio ni en otras poblaciones rurales. ¿Será el aire puro o más bien el bajo ingreso de sus inocentes habitantes, que aún no saben que la manera más barata de lidiar con problemas personales es confesarse con un psicochamán? Durante mi reciente visita a la patria, di una decena de conferencias y concedí otras tantas entrevistas. Cada vez que me preguntaban la razón de mi rechazo al psicoanálisis replicaba que nadie había abierto un laboratorio psicoanalítico desde el nacimiento de ese negocio, en 1900. Y agregaba que las facultades de psicología criollas se parecen al proverbial restaurante que sirve guiso de liebre sin liebre, de modo que estafan a sus alumnos y a los contribuyentes. Y cuando me En suma, en la Argentina ha nacido finalmente la psicología científica. Y está destinada a crecer, a menos que la proscriba alguna dictadura. No teman los 50 000 licenciados en psicolabia, porque ésta tiene cuerda para rato, ya que la macana seguirá siendo más fácil que la ciencia. Al fin y al cabo, la medicina no ha desplazado a la homeopatía ni a la curandería. Hay una película sobre el padre Mario2 (a quien aplacé3 cuando rindió un examen de epistemología), pero no sobre el profesor Houssay4. Tampoco tienen por qué temer los filósofos de la mente, que, como Freud, siguen especulando sobre ésta al margen de la neurociencia. (Wittgenstein dictaminó que es peligroso afirmar que se piensa con la cabeza.) A los estudiantes de filosofía no se les exige leer publicaciones de científicos ni de filósofos vivos: para ser estudiado en una facultad criolla de humanidades, es preciso exhibir el acta de defunción.biología, excepto a la luz de la evolución». 31 el escéptico