A pesar de la falta de estudios clínicos que apoyen su efectividad, el interés público por la acupuntura ha crecido significativamente en los últimos cuarenta años. Sus partidarios defienden a menudo, sin ninguna justificación, que la acupuntura es un complemento eficaz y rentable de la medicina convencional. Estas reivindicaciones se apoyan en un cuerpo de investigaciones dudosas y desacreditadas.
Sin embargo, durante los últimos diez años, algunos investigadores han empezado a tratar la acupuntura de una forma más rigurosa, diseñando estudios adecuadamente aleatorizados y que tienen en cuenta el efecto placebo. Si bien las investigaciones siguen su curso, se ha acumulado un cuerpo de documentación cada vez más sólido que demuestra que la acupuntura no tiene ningún valor clínico intrínseco.
La Colaboración Cochrane² (Cochrane Collaboration), quizá la organización dedicada a la evaluación más respetada de la literatura médica, llevó a cabo recientemente un estudio sistemático de las investigaciones sobre acupuntura. En 2008, Edzard Ernst incluyó los resultados del análisis de la Colaboración Cochrane en un resumen de las investigaciones recientes sobre acupuntura aparecido en The American Journal of Medicine: “Después de descartar estudios basados exclusivamente en tres o menos investigaciones primarias, solamente nos quedan dos utilidades basadas en la experiencia: náusea/vómitos y dolor de cabeza. Pero incluso estas pruebas han de ser interpretadas con precaución. La utilización de placebos [...] en ensayos recientes sugiere que la acupuntura no tiene ningún efecto concreto en ninguna de estas afecciones”.
“A pesar de la acumulación de pruebas empíricas en su contra, la acupuntura se ha introducido cada vez más en el sistema sanitario estadounidense”
A pesar de la acumulación de pruebas empíricas en su contra, la acupuntura se ha ido introduciendo cada vez más en el sistema sanitario estadounidense. En las últimas décadas, la cobertura mediática a favor (a menudo basándose en historias anecdóticas o en informes simplistas de las investigaciones médicas) ha presentado la acupuntura como una alternativa natural y suave a lo que se considera la agresiva esterilidad de la medicina convencional. La mayor aceptación de la acupuntura como una terapia legítima es parte de un movimiento cultural a favor de la medicina alternativa y complementaria (CAM, en sus siglas en inglés). El Centro Nacional para la Medicina Alternativa y Complementaria (NCCAM, en sus siglas en inglés) define la CAM en su página web como un conjunto de prácticas terapéuticas “considerado generalmente fuera de la medicina convencional”. Un estudio realizado por el NCCAM en 2007 indica que cerca del 40% de los estadounidenses había utilizado alguna forma de medicina alternativa o complementaria en los últimos doce meses (Barnes, Bloom y Nathin, 1). El evidente interés del público general en la medicina alternativa ha propiciado el desarrollo de una nueva industria: el nexo entre diferentes instituciones (gubernamentales, académicas y médicas) que proporcionan y promueven curas alternativas. El NCCAM, un centro de investigación administrado por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, en sus siglas en inglés) y fundado en la década de los 90, se dedica a coordinar investigaciones de alto nivel sobre medicina alternativa. Las aportaciones del NCCAM al movimiento de la medicina alternativa han sido complejas. Los estándares de la investigación sobre la acupuntura han sido tradicionalmente muy insuficientes (Ernst, 2008, 1027). Recientes investigaciones, subvencionadas por el NCCAM, parecen haber introducido algún tipo de rigor científico en la investigación sobre la acupuntura. Esto ha producido un descenso muy acusado de la cantidad de reivindicaciones a favor de la acupuntura. Pero, al mismo tiempo, el menoscabo de las pruebas que apoyan la acupuntura no ha impedido que el NCCAM siga financiando clínicas de medicina integral que ofrecen este servicio. El efecto legitimador del NCCAM ha tenido repercusiones fatídicas en nuestro sistema sanitario ya que atenta contra nuestra tradicional preferencia por la medicina científica, preferencia que ha logrado mejorar de manera asombrosa la salud y la longevidad de miles de millones de personas del mundo entero durante el último siglo.
El Center for Inquiry está muy preocupado por la posibilidad de que la recién descubierta prevalencia de las terapias acientíficas que todavía no han sido probadas reduzca la primacía de la ciencia en la discusión sobre nuestra política sanitaria y degrade nuestro sistema de salud. Creemos que la inclusión de la acupuntura sin una evaluación crítica previa añadirá costes incalculables a nuestro ya de por sí sobrecargado sistema sanitario y rebajará los criterios de calidad tanto de la formación médica como de los tratamientos. Aún más esencial es el hecho de que la expansión de instituciones de medicina alternativa —financiadas cada vez más a menudo por el gobierno federal— concede una peligrosa y excesiva autoridad a la pseudociencia, lo que hará disminuir el respeto por la ciencia en la esfera pública.
INFORME DE SITUACIÓN ELABORADO POR LA OFICINA DE POLÍTICA PÚBLICA DEL “CENTER FOR INQUIRY”¹