El Centro Nacional de la Medicina Alternativa y Complementaria (NCCAM, en sus siglas en inglés) se creó en 1992 bajo los auspicios de los Institutos Nacionales de la Salud. Al principio se la conoció como la Oficina de la Medicina Alternativa. Su presupuesto inicial fue de 2 millones de dólares y fue creada para coordinar la investigación sobre la medicina alternativa y complementaria dentro de los NIH (página web del NCCAM). El senador Tom Harkin de Iowa, interesado personalmente en la medicina alternativa, impulsó la creación de este centro de operaciones subvencionado por el gobierno para la investigación en CAM (Atwood). Harold Varmus, el director de los NIH y ganador de un premio Nobel, propuso que esta organización se dedicara a coordinar las investigaciones sobre medicina alternativa que se llevaban a cabo en los 20 centros de investigación pertenecientes a los NIH, de manera que distribuyeran adecuadamente cada investigación a un centro. Varmus quería asegurarse de que esta incipiente organización mantendría los parámetros de calidad científica, pero este planteamiento chocó con el del senador Harkin, que preveía un papel mucho más dinámico para el NCCAM. Harkin creó nuevas leyes que cambiaron drásticamente la situación del NCCAM (íbid.) y su presupuesto —hoy día asciende a 128,8 millones de dólares (página web del NCCAM)—, por lo que consiguió que adquiriera carácter nacional. De manera que todas las investigaciones en CAM subvencionadas por los diferentes estados se centralizarían en una sola gran institución, el NCCAM.
La idea de que la acupuntura necesita asilo político dentro de la medicina convencional supone una amenaza a la integridad científica.
Con su recién adquirido prestigio, el NCCAM se encontraba en una muy buena posición para conducir el debate sobre la medicina alternativa. Sus detractores lo acusaron de funcionar como una organización de promoción y no como un centro de investigación. La existencia de cierta predisposición a favor de la medicina alternativa se debía en parte a los estatutos de la organización, los cuales establecían que al menos 11 de los 15 miembros de la junta de asesores debían ser “seleccionados [por el director de los NIH] en función de sus conocimientos y experiencia en el campo de los tratamientos complementarios y alternativos contra el cáncer” (CAPCAM⁶ Charter 2002, citado en Atwood). Sin embargo, en las vistas parlamentarias, el senador Harkin criticó al NCCAM por no hacer lo suficiente para probar las afirmaciones de la medicina alternativa. “Se han centrado en demostrar lo que es falso, y no han tratado de encontrar cosas que se pudieran probar como verdaderas”, les reprochó a los administradores del NCCAM (Brown). Esta crítica pone de manifiesto tanto la incomprensión general del funcionamiento de la ciencia como el compromiso ideológico imbuido en el programa del NCCAM. De hecho, algunos de sus detractores se quejaron de que el NCCAM estaba dirigido por “harkinianos” politizados en vez de por científicos motivados únicamente por la imparcialidad de la verdad (Atwood).
Durante los primeros cinco años del nuevo milenio, el NCCAM financió una serie de dudosos estudios que intentaban probar algo en vez de falsarlo. El centro financió varios estudios sobre la imposición de manos y la sanación a distancia que carecían por completo de fundamento. En otro estudio se investigó un protocolo de tratamiento contra el cáncer llamado “terapia González” que requería la administración diaria de cientos de suplementos nutricionales, análisis de muestras de cabello y enemas de café (íbid.). En el año 2000, el NCCAM inició un programa de subvenciones para lo que denominó “ciencia fronteriza”. El NCCAM definió la ciencia fronteriza como el conjunto de prácticas médicas alternativas “para las cuales no existe una explicación biomédica satisfactoria”, entre las que se encontraban la terapia magnética, la curación energética, la homeopatía y la curación espiritual (citado en Atwood). A finales de los 90, el NCCAM financió un centro de investigación en la Universidad de Arizona, el Centro para la Medicina Fronteriza en la Ciencia del Biocampo. Un documento de la Oficina para la Medicina Alternativa definió un “biocampo” como un campo energético que no tiene masa y que “a) no es electromagnético necesariamente, b) rodea e impregna a los seres vivos, c) afecta al cuerpo y d) está relacionado posiblemente con el chi” (1997, citado en Atwood). Parece que esta investigación era un intento explícito, y exageradamente acientífico, de descubrir alguna clase de confirmación de la acupuntura tradicional.
Eugenie V. Mielczarek, un científico especializado en física biológica, examinó la ciencia de los biocampos en un documento publicado por el Center for Inquiry. Muchos practicantes de la medicina alternativa y complementaria señalan que el “biocampo” curativo puede tener su origen en el campo magnético del cuerpo. Sin embargo, como Mielczarek señala, una fuerza de 2 miligauss (o menos del 1% de la fuerza del campo magnético de la tierra) es demasiado débil como para tener algún efecto fisiológico. El postulado que apoya la existencia de un campo energético biomagnético para la curación médica (como en la imposición de manos, el reiki y el qiqong) no supera ninguna prueba científica. La presencia de una un campo energético biomagnético inmaterial que no puede ser medido científicamente pero que sin embargo es lo suficientemente potente como para curar desafía toda lógica científica y las mismísimas leyes de la física. La definición de “biocampo” es prácticamente una pura conjetura, al igual que la suposición de que este campo indetectable, aunque posiblemente electromagnético, corresponda al chi. También invierte el orden de la investigación científica, que normalmente formula las hipótesis a partir de fenómenos observados, y no al contrario.
El NCCAM varios estudios sobre la imposición de manos y la sanación a distancia que carecían por completo de fundamento
Para los partidarios de la acupuntura, la creación del NCCAM debió ser la tan esperada validación. El NCCAM, con su prestigio y los recursos con los que cuenta, contribuye en gran medida a la legitimación de la acupuntura. El NCCAM, sin tener en cuenta el resultado de los estudios que financia, avala para el gobierno federal toda una serie de tratamientos que van de lo admisible (los remedios de hierbas) a lo absurdo (la curación a distancia). Además de la investigación, el NCCAM ha de llevar a cabo otros tres cometidos:
- Difundir los resultados de sus estudios;
- Formar investigadores; y
- “Apoyar la integración de los resultados de eficacia probada”.
A su favor podemos decir que no ocultan los resultados, aunque sean muy poco atractivos, en torno a la demostración científica de la acupuntura. Las publicaciones científicas sobre acupuntura están disponibles en su página web a través de un accesible sumario. El uso de la acupuntura contra el dolor se considera el ámbito más prometedor para la acupuntura. Sus conclusiones al respecto, sin embargo, resultan abrumadoramente sinceras, aunque desconcertantes: “Un tema nuevo en la investigación sobre la acupuntura es el papel del efecto placebo. Por ejemplo, en 2009, una revisión sistemática de los estudios sobre los elementos paliativos contra el dolor, en la que se comparaban la acupuntura, el placebo (es decir, una acupuntura simulada) y la ausencia de tratamiento no fue concluyente. Los revisores encontraron una pequeña diferencia entre los efectos de la acupuntura y los del placebo, y una diferencia moderada entre los del placebo y la ausencia de tratamiento. Los efectos de la acupuntura placebo variaba considerablemente y el efecto de la acupuntura no se vio afectado por el tipo concreto de placebo utilizado (NCCAM, “Get the Facts: Information for Consumers”).
Para otras afecciones, las evaluaciones del NCCAM resultan menos fiables. El tratamiento con acupuntura de la osteoartritis de la rodilla no ha sido validado por la investigación actual. Sin embargo, la página web del NCCAM hace referencia a un estudio con resultados positivos que no resiste un análisis sistemático.
A medida que hay más pruebas en contra del valor médico de la acupuntura, el NCCAM busca otras formas de apoyar esta técnica. Por ejemplo, formar a una nueva generación de investigadores en medicina alternativa y complementaria. Esto solamente puede servir para perpetuar la existencia de una burocracia independiente para las CAM. Esta formación especializada promueve la creación de un tipo de investigador cuya carrera profesional está estrechamente ligada a la medicina alternativa. La formación de esta nueva generación fomenta los incentivos para la ampliación del entramado burocrático en torno a la medicina alternativa y complementaria. Con sus carreras profesionales en riesgo, el principal interés de estos investigadores es el de continuar el debate sobre la CAM, creando nuevas sutilezas incluso donde los datos resultan concluyentes. Como en toda burocracia, el NCCAM ha creado un marco institucional que a la vez los alimenta y se nutre de ellos. Para algunos investigadores, el NCCAM se ha convertido en una fuente segura de subvenciones. Como consecuencia tenemos “la creación de un grupo de académicos que dependen de la financiación del NCCAM o que defienden la institución sin importarles la investigación científica que lleva a cabo” (Atwood).
Para algunos investigadores, el NCCAM se ha convertido en una fuente segura de subvenciones
Al mismo tiempo, el NCCAM no sólo tiene que seguir investigando, sino que también debe integrar en los sistemas sanitarios las técnicas cuya fiabilidad ha sido “demostrada”. El NCCAM sigue apoyando a los centros de medicina integral que ofrecen acupuntura, a pesar de ser un tratamiento cuya efectividad nunca ha sido demostrada. Como otros hospitales a lo largo y ancho del país, el centro médico de la Universidad de Michigan ha recibido financiación del NCCAM para iniciar un centro de medicina integral. Con el objetivo de “tratar todos los aspectos de la persona (cuerpo, mente, espíritu y sentimientos)”, el Centro de Medicina Integral de la Universidad de Michigan ofrece una gran variedad de “terapias, tales como la nutrición holística, las técnicas de relajación, la acupuntura, los masajes, las hierbas y los suplementos, las cuales se combinan con la ciencia médica y la tecnología de la más alta calidad, lo que constituye la idiosincrasia de la Universidad de Michigan” (http://www.med.umich.edu/umim/). Es fácil adivinar por qué los administradores de los hospitales se sienten atraídos por la idea de crear un centro de medicina integral. Además de ser una fuente de ingresos para la construcción de nuevas instalaciones, ofrecer tratamientos de acupuntura es una manera de diferenciarse del resto de hospitales. Aunque su eficacia no esté demostrada científicamente, la medicina holística es una buena técnica de marketing que puede conseguir que las visitas al hospital suenen a algo así entre la experiencia mística y la sesión de spa.
En un ensayo a favor de la medicina integral, Mann, un partidario de las CAM, señala que a la hora de incluir tratamientos como la acupuntura, los proveedores no se fijan en las pruebas científicas: “Las aseguradoras médicas y las administradoras de servicios de salud que han empezado a cubrir los tratamientos con las CAM aseguran que su principal motivación es la demanda del mercado. Terapias como la orientación nutricional, la biorretroalimentación, la acupuntura, la medicina preventiva y la quiropráctica cada vez las cubren más seguros sanitarios” (Mann et al., 157).
Las aseguradoras médicas y las administradoras de servicios de salud que han empezado a cubrir los tratamientos con las CAM aseguran que su principal motivación es la demanda del mercado.
La Fundación Henry J. Kaiser realizó un estudio en el que halló que hoy día el 47% de los planes sanitarios cubren el tratamiento con acupuntura y que la principal razón es la demanda del consumidor (http://www.kff.org/). No debería sorprendernos que los pacientes quieran tener acceso a todos los tratamientos que puedan resultarles útiles. Desde el punto de vista de una persona que sufre una enfermedad crónica, no es irracional la decisión de probar un tratamiento que mucha gente dice que funciona y que probablemente no hace ningún daño. Los mensajes que el típico paciente potencial recibe de los medios de comunicación son con suerte ambiguos y, si nos ponemos en lo peor, pueden llegar a ser sensacionalistas. Sin embargo, el interés de los consumidores en la medicina alternativa tiene un efecto retroactivo que distorsiona todo el panorama sanitario. Los consumidores piden más acceso a tratamientos alternativos, por lo que los proveedores promueven las CAM como algo deseable, lo que a su vez refuerza el deseo de los consumidores. Aunque no hacen nada para mejorar la salud, tratamientos como la acupuntura son la respuesta a los deseos tanto de los consumidores como de los proveedores: una medicina que trasciende la tecnología médica.
Los estudios sugieren que las personas más propensas a probar la acupuntura son los pacientes que sufren enfermedades crónicas y difíciles de tratar
Los tratamientos como la acupuntura no son más que el sueño de una medicina sin lagunas: un sistema integral en el que lo que no puede resolverse con ciencia se consigue con intuición. Los estudios sugieren que las personas más propensas a probar la acupuntura son los pacientes que sufren enfermedades crónicas y difíciles de tratar: “El porcentaje del uso de las CAM en pacientes infantilesque sufren afecciones crónicas tales como el cáncer, la artritis reumática y la fibrosis quística va del 30% al 70%. En muchas de estas dolencias, el dolor crónico es una de las razones por las que se recurre a las CAM” (Tsao y Zeltzer, 149).
En una exhaustiva encuesta publicada por los Centros para el Control de Enfermedades (CDC, en sus siglas en inglés) sobre el uso de la medicina alternativa en los Estados Unidos, las dos razones principales para el uso de la acupuntura fueron las siguientes: el 44,2% probó la acupuntura debido a la incapacidad de la medicina convencional para tratar su afección, y el 56,2% creía que si usaban la acupuntura junto con la medicina convencional el tratamiento sería más efectivo (Barnes, Bloom y Nathin, 13). Estos datos sugieren que la gente utiliza tratamientos como la acupuntura debido a la desesperación que producen los límites de la medicina convencional. “La razón más frecuente que se argumenta para el uso de las CAM es la insatisfacción con la incapacidad de la medicina convencional para tratar adecuadamente las enfermedades crónicas” (Astin, et al., 2303). Sin embargo, el interés por la medicina alternativa no quiere decir que la gente haya perdido su fe en la medicina convencional, ya que sólo el 4,4% de los estadounidenses confía exclusivamente en tratamientos de medicina alternativa (íbid.). Nos encontramos con un patrón recurrente en el que pacientes con enfermedades crónicas o afecciones muy difíciles de tratar recurren a tratamientos como la acupuntura precisamente porque son una “alternativa”. Cuando un paciente sigue desesperado después de haber agotado todas las posibilidades de la medicina convencional, la existencia de un tipo de medicina completamente diferente es evidentemente muy atractiva.
Aunque los pacientes, especialmente aquéllos con afecciones crónicas o difíciles de tratar, quieran tener acceso a todo tipo de tratamientos posibles, la demanda del consumidor no debe convertirse en el principal factor de cambio de nuestro sistema sanitario. Las consideraciones sobre la eficacia, la ética y el coste de los tratamientos exigen que las políticas sanitarias se basen solamente en una evaluación seria de pruebas científicas. El NCCAM es responsable de fomentar el crecimiento de un aparato institucional cada vez más grande, un aparato que crea falsas ilusiones y falsas esperanzas, y que esquilma los recursos económicos y el talento que podrían utilizarse en mejorar la medicina científica.