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que se comercializan hoy en día puedan llevar ni una sola molécula de su principio activo. La protesta estuvo dirigida contra la franquicia de farmacias Boots, que seguía vendiendo homeopatía a pesar de que se conoce -y ellos mismos reconocen- su inutilidad como tratamiento. El Reto 10:23 de 2011 pretendía repetir el éxito de aquella convocatoria expandiéndose a todo el mundo. Más de 1000 personas de más de 70 ciudades en 30 países, incluyendo un participante en la Antártida, le dieron una alegría a su dentadura y a su páncreas tomando más azúcar de la recomendable en una sola dosis. Aquí en España se registró la participación de más de 100 personas en eventos organizados en Barcelona, Bilbao, Gijón, León, Madrid y Zaragoza, siendo esta última quizá la ciudad más emblemática de todas gracias a la facultad de Medicina de su universidad, la única en toda España que tiene una Cátedra de Homeopatía, a mayor gloria de los Laboratorios Boiron que la financian. Además, el diario Público colocó ese día entre sus páginas un Dominio Público firmado por Marta Menéndez, presidenta de Círculo Escéptico, y Félix Ares, presidente de ARP - Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico, que arremetía duramente contra esta superchería y contra las instituciones que la amparan. En Madrid, el suicidio tuvo lugar frente al Hospital Homeopático de San José. La idea de salir a la calle y tomarse una caja entera de Sedatif u otro producto homeopático puede parecer absurda desde el punto de vista de quien ya sabe que lo que se está ingiriendo es en realidad un puñado de pastillas de sacarosa y lactosa, pero conviene tener en cuenta que este tipo de actos están destinados a atraer la curiosidad de aquellas personas que todavía piensan que la homeopatía tiene algún tipo de efecto sobre el cuerpo humano. La visión de decenas de personas tomando cajas enteras de supuestos medicamentos sin ningún efecto aparente ha de conducir necesariamente a la reflexión sobre su supuesta utilidad. Además, es un espectáculo divertido y lo suficientemente pintoresco como para ocupar minutos de telediario el fin de semana, que a fin de cuentas es de lo que se trata, de divulgar el mensaje de que la homeopatía ni cura ni nada. Relatos de personas que se suicidaron en diversas ciudades: Antonia de Oñate, Madrid: Suicidarse en público, pase. Incluso embutida en una camiseta modelo tienda de campaña con el lema 1023. Pero hacerlo en el propio barrio, con las pildorillas homeopáticas que has comprado en la farmacia de tu calle... eso es un certificado de pérdida de sentido del ridículo. Gracias a mis compañeros de suicidio, supe que mi farmacia es una sucursal de Sierra Morena: me cobraron euro y medio más que al resto. A esas alturas del partido, me daba miedo mirarme a un espejo, no fuera a reflejarse la estampa de Wile E. Coyote. Menos mal que hay grandes guionistas cómicos dedicados a redactar prospectos: al leerlo se me pasó el enfado por el sobreprecio de mi farmacia. Entre carcajadas, empezamos a leer los mejores fragmentos del prospecto. La frase sobre qué hacer en caso de sobredosis fue el gran éxito. Así no había forma de suicidarse con la "gravitas" propia de un acto tan terrible. Eso sí: el año próximo, por favor, que alguien lleve una bota de vino para quitar el sabor dulzarrón de los comprimidos de sacarosa. Silvia Alba, León: Después de adquirir en la farmacia dos cajas de supuestos tranquilizantes como si fueran caramelos (lo que realmente son), nos fuimos a una entrevista que se supone nos iba a dar bombo. Cuál fue nuestra sorpresa que no solo nos entrevistaron a nosotros, sino también a una supuesta veterinaria que utilizaba homeopatía en animales y le funcionaba. En fin, después del periplo periodístico, nos mandaron a un fotógrafo que llegó, sacó la foto de mala manera y se fue pitando. La experiencia en sí me defraudó enormemente. Yo esperaba echarme la siestorra padre del sábado que establece mi religión y no pude dormir ni un poquito hasta las 2 de la mañana. Si los señores de Boiron no tuvieran tanta cara dura, admitirían su fraude y me devolverían los catorce euros y pico que me costó la broma. Mauricio-José Schwarz, Gijón: No, ninguno de nosotros corrió ningún riesgo, porque sabemos que los preparados homeopáticos son un timo, que no tienen ningún efecto, ninguna sustancia, ninguna realidad... y lo demostramos en una acción como la realizada por cientos de personas en España y miles en todo el mundo el sábado. Ojalá sirva para que más personas se pregunten qué es la homeopatía realmente y busquen información alternativa que, por fortuna, cada vez es más accesible por la red, en vez de ser clientes cautivos de la propaganda de los que se ocupan, si no de sanarlo, de aligerarle la cartera y distraerlo mientras su sistema inmune hace su trabajo y lo cura. Borja Robert y José María Mateos (Foto: Juan Camilo Cano) 11 el escéptico